Respondió
a todas las preguntas con sinceridad. Sabía que no tenía otra elección porque, si no,
echaban a Beth de nuevo y no quería eso por nada del mundo.
-Zayn,
la última pregunta- Beth sonrió y pronto contagió a Zayn- ¿qué sentiste cuando
te enteraste el romance que hay entre Perrie y Oliver?
El
cantante frunció los labios, aúch, había dolido.
-Es su
vida. Yo escogí otro camino- respondió él con delicadeza.
Beth le
sonrió para reconfortarle y dijo con alegría:
-Bien,
hemos acabado por hoy. ¡Muchas gracias, Zayn!
-De
nada, un placer.
Garry
cortó la cámara y se fue de la sala en menos de un pestañeo.
-Bueno,
no ha ido tan mal- dijo Zayn para no ofender a Beth.
Ella
empezó a reírse pero después adoptó un gesto serio.
-No me
mientas. Es fácil saber cuándo mientes- murmuró ella con una sonrisa juguetona.
-¿Tienes
un radar de mentiras?- bromeó el moreno.
Los dos
se rieron a carcajadas de nuevo y salieron de la sala.
-Gracias
por la entrevista, Zayn- se le acercó el mismo hombretón y le tendió la mano de
nuevo. Zayn metió las manos en los bolsillos de su pantalón, no quería estrecharle la mano después de haber despedido a Beth y admitirla al enterarse de su buen trabajo. La aguantó la risa tras notarlo. El corpulento se puso colorado- me llamo
Sullivan. Una suerte que esta haya salido mejor que la anterior.
Zayn no
le hizo caso y les avisó a sus agentes que iba a volver a su casa andando como
lo hizo el día anterior. Beth le acompañó de nuevo.
-¿Volverás
a TVGuide?- le preguntó ella.
-No
creo. Lo odio.
Beth se
calló y miró el suelo algo molesta.
-No me
refería a ti- se corrigió Zayn- si no, al gordo ese y al tal Garry.
Beth se
rió.
-Soy la
única simpática- admitió.
Zayn le
dio la razón con un asentimiento en la cabeza.
Caminaron
un rato más hasta llegar al parque.
-¿Te
gustaría tener algún hijo cuando tengas la edad?- le preguntó Beth curiosa.
-¿Eso
va para la entrevista?- bromeó.
-No- se
rió Beth.
Zayn
alzó la cabeza y echó una ojeada al parque. Sólo había niños y mayores, ningún
joven.
-Sí-
reconoció el cantante.
Beth
observó lo que hacía su amigo y alzó una ceja.
-Oye,
¿buscas a alguien?
Zayn se
distrajo y apartó la mirada de golpe.
-¡Qué
va!
Beth
sonrió: le había pillado mintiendo otra vez.
-Bueno
sí. Buscaba a una chica que conocí hace unos días.
-¿Aquí?-
inquirió ella.
-Sí-
admitió Zayn- sólo tenía curiosidad por si pasaba de nuevo aquí.
-Ayer
también la buscabas con la mirada- dijo Beth con la misma sonrisa de siempre.
Zayn
tragó saliva y miró al suelo. ¡Qué vergüenza! Después, ambos atrajeron su
mirada del otro y lo apartaron al instante. Zayn se avergonzó y Beth, en
cambio, se rió.
-Qué
vergonzoso eres.
-Soy
pésimo con las chicas.
-¿Ah
sí?- alzó una ceja- imagino que habrás tenido muchas novias.
-Sólo
he tenido dos- respondió Zayn aplastando sus labios.
~~~
Anne,
Allanah, Gemma, Harry y Emma comieron tantas ciruelas que se hartaron.
-Gracias
Allanah. Por tu ayuda- la agradeció Anne con su simple generosidad.
-Bueno,
me lo he pasado genial con Harry así que no me debes nada- sonrió ella
pasándole un brazo por el hombro del chico.
Harry
suspiró tan bajo que sólo lo oyó Emma, que estaba a su lado. Acto seguido,
apartó el brazo de su ex novia delicadamente.
-Mamá,
¿qué vas a hacer esta tarde?- le preguntó Harry.
-He
quedado con Beatrice.
-Hoy
Allanah y yo nos vamos de compras al Centro- dijo Gemma y su amiga puso una
mueca.
-¿Al
Centro? ¿A Londres?- dijo Emma un tanto sorprendida- está muy lejos.
-No, a
Londres no- respondió Allanah vocalizando exageradamente como si le hablara a
una tonta- a un pueblo cercano que es enorme.
-Básicamente
es una ciudad. En Holmes Chapel no se puede comprar nada- se refunfuñó la
hermana de Harry.
-Aquí
se compra lo necesario- la contrarió Anne; y Gemma puso los ojos en blanco.
-Entonces…
¿Tendremos la casa para Emma y para mí solos?- preguntó Harry con una chispa de
emoción.
Gemma
le sacó la lengua y Anne sonrió pícaramente.
-Sí, no
desordenéis la casa- les advirtió Anne levantando una ceja.
~~~
-¡Sí!
¿Y qué más?- insistió Marii.
‘Pues…
Le dije que si quería romper conmigo y…’
-¿Y…?-
se empeñó Bambi también mientras miraba la puerta del Starbucks cada dos por
tres.
‘Se
giró lentamente… Me miró a los ojos y pensé que iba a romper conmigo
definitivamente’
Hayley
hizo ruido con la boca mientras bebía su frapuccino de chocolate.
‘Pero
en vez de eso se acercó y me besó’- finalizó Belén mientras sonreía y se
llevaba una mano al pelo.
-Ohhhhhhhhhhhhhh-
Bambi y Marii cantaron a coro.
Belén
rodó los ojos y bebió su café con nata y caramelo. Hayley, por su parte, miró a su alrededor. Un chico acababa de entrar. Era guapo y musculoso... Entrecerró los ojos y dio un salto al reconocerle.
-¡Liam
está en la puerta!- exclamó Hayley avisando a las otras tres, pero no tan alto
como para que Liam la oyera.
-¿Que
Liam está en dónde?- chilló Marii histéricamente. Se giró y le vio: a Liam;
vestía con unos pantalones rasgados que le quedaban a la perfección, una
camiseta roja y unas gafas de sol para cubrirse; que buscaba a alguien.
-¿Cómo
sabe que estamos aquí?- preguntó Hayley algo extrañada. No estaba tan nerviosa
como su amiga Marii, que ya empezaba a jadear.
-¡Es
imposible que lo sepa! Estará buscando a una chica, ¡habrá quedado con otra
chica! ¡¡será bastardo!! Ese imbécil me ha dicho que me quería y en realidad
estaba quedando con otra…- Marii empezó a gritar sin parar, Belén y Hayley
intentaron calmarla y Bambi trató de explicarle pero sin éxito- ¡pues menos mal
que le hemos pillado! Jajá, le hemos pillado… ¡Sí! Menos mal que no le dije que
sí ayer… Ese gilipollas…
-¿A
quién le llamas gilipollas?- intervino Liam. Estaba de pie, al lado de la mesa,
y nadie le había visto venir.
Bambi
cerró los ojos, Belén paró de respirar y Hayley se mordió los labios.
-¡A ti!
Belén
soltó todo el aire que retenía en sus pulmones y Bambi abrió los ojos, mientras
le lanzaba una mirada de disculpa a Liam.
-¿Y se
puede saber que he hecho ahora?
Marii
miró a Liam con rabia y Bambi la interrumpió antes de que empezara a chillar
como una posesa.
-En
realidad, Marii, Liam había venido a verte a ti y exclusivamente a ti.
-¿Tienes
un GPS o qué?- le preguntó Marii a Liam con cierta desconfianza.
Hayley
intentó contener la risa aunque no valió la pena.
-Le
mandé un mensaje diciendo dónde estábamos- intervino Bambi de nuevo.
-Ah…
Qué bien… No sabía que tenías el número de Liam…- Marii sonrió a Liam
angélicamente y él le devolvió la sonrisa. Acto seguido, Marii giró su cabeza
lentamente hasta posar su mirada en la de Bambi. Todo rastro de alegría y
bondad se borró en la cara de Marii- ¡¿POR QUÉ LE HAS LLAMADO?!
Belén
parecía aburrirse, pues, parecía haber pasado en una situación similar con
Marii. La conocía a la perfección.
-Deberías
agradecer a Bambi- dijo Liam.
-¿Por
qué?- Marii le puso mala cara.
-Porque
voy a demostrarte que de verdad te quiero.
~~~
Cassandra
fue al salón y se encontró con Marcos leyéndose un libro. Bueno, al menos,
aquel hobby no había desaparecido.
Echó
una ojeada alrededor.
-No
está Bella- habló él aún con los ojos puestos en el libro.
Los
músculos de Cass se relajaron y se sentó al lado de su hermano. Él alzó la
cabeza y dejó el libro en la mesa.
-No lo
decía en serio.
Cassandra
supo a lo que se refería.
-Sé que
me dejarías vivir con vosotros- sonrió ella.
Marcos
suspiró y dejó de mirarla.
-Cassandra,
¿tú eres feliz?
La
sonrisa de ella desapareció y se pensó la pregunta. Ella sabía la respuesta,
obvio que lo sabía.
-Sí,
claro- se esforzó por sonreír de nuevo.
Marcos
también sonrió aliviadamente. Después, miró a su hermana.
-Sabes
que te quiero. Nunca he querido a una chica más que a ti.
Cassandra
puso una mueca. Normal. No le había dado ninguna oportunidad a Guiomar y ahora estaba
con la chica equivocada.
-Marcos,
¿Por qué le diste la dirección de Guiomar a Bella?
Por la
expresión de su hermano, supo que no quería hablarlo.
-¿Y tú?
¿Eres feliz con Bella?
Marcos
miró a su hermana fijamente. Si Cassandra era feliz, él también. No podía vivir
sin su hermana Cass, la amaba.
-Claro.
Soy muy feliz con ella.
Cassandra
sonrió, y esta vez no era ninguna sonrisa falsa. Abrazó a su hermano y apoyó su
cabeza en el hombro.
-Marcos,
quiero que recuerdes que te quiero mucho. Pase lo que me pase, tú no tienes la
culpa de nada.
~~~
Nicole se
acercó corriendo donde ella estaba.
-¡¿Dónde
estabas?! ¡Te estuve buscando toda la tarde en la calle!
-Te dije que
estaba en una discoteca, no en la calle como una abandonada- respondió Guiomar
fríamente.
Nicole la miró
muy seria. Acto seguido agarró el brazo de su prima y la llevó a su habitación.
-¿Qué has
estado haciendo?
-¿Ahora eres
mi madre?
Nicole la miró
muy enfadada. Tenía las mejillas encendidas y los ojos frívolos.
-Está bien. No
hice nada, tan sólo fui a una discoteca.
-¿Ah sí? En
una discoteca se viene a las cinco de la madrugada, no a las dos de la tarde-
la atacó la pelirroja.
Guiomar
frunció el ceño.
-Es mi vida.
-Y yo soy tu
prima- la contradijo.
-Me fui a casa
de un chico- respondió la chica, finalmente.
Nicole abrió
los labios, sorprendida. Miró a su prima con los ojos como platos y movió la
cabeza.
-Vale. No
quiero saber ni lo que habéis hecho…
-Mejor-
respondió la rubia con una sonrisa malévola.
Nicole negó
con la cabeza y se tumbó en la cama de su prima, agotada por el paseo.
-¿Y qué harás
con Marcos?
Guiomar sacó
su libro de Historia y lo dejó en la mesa.
-No quiero
escuchar su nombre nunca más. Eso es todo.
-Guiomar,
Bella no es más que un objeto para Marcos. No la quiere.
-Yo no podría
estar tan segura de eso. Y si no lo estuviera, no me entrometeré.
-Si lo dices
por el dinero, tú eres rica.
-No tanto como
Bella. Ella es millonaria. Su marido murió de leucemia y ella lo heredó todo-
respondió la rubia sacando su estuche y un cuaderno pequeño de la mochila.
-¿Qué estás
haciendo?- le preguntó Nicole sorprendida.
-Voy a
estudiar. Necesito algo que me despeje la cabeza y esto es justo lo que
necesito- contestó ella, sentándose en la silla y encendiendo su lamparita
rosa- además la universidad empezará dentro de muy poco. No queda nada.
Nicole frunció
los labios y agarró con fuerza las sábanas de la cama. Estaba enfadada. Muy
enfadada. Durante todos estos años, Nicole nunca había conocido muy bien a su
prima pero siempre supo que era una chica fuerte, que jamás se rendía.
Ahora apenas
la reconocía. ¿Universidad? No estaba ni en los primeros cien objetivos de su
futuro.
~~~
Mientras
Harry se duchaba, Emma llamó a sus amigas Hayley y Guiomar. La primera le había
contado todo lo que había pasado entre Marii y Liam:
-¿Marii
y Liam… juntos?
-Liam
le confesó a Marii todo. ¡Emma, resulta que también él la quería! Pobre Anna…
¿Crees que debería decírselo?
-No.
Está bien allí con Zac. Lo va a superar y si se entera después puede que no
siga enamorada de Liam. El tiempo lo cura todo.
-Sí,
tienes razón. Me pregunto qué pasará con estos dos en la cita…
-Uy uy,
ya nos informará Marii. Si no, Liam se lo contará a Harry.
-Cierto.
Bambi y Belén ahora vienen de comprarse un vestido. ¡Adiós!
-Un
beso, Hayley.
La
conversación con Guiomar, en cambio, fue más corta. Emma tuvo el presentimiento
de que ella no estaba bien pero su amiga insistió que sólo había tenido un
mal día.
Después,
el móvil de Emma había sonado nada más acabar la conversación con Guiomar.
-¿Sí?
-Hola
Emma.
Reconoció
la voz, pero no su tono.
-¿Anna?
¿Pasa algo?
-¡No!
Que va.
Hubo un
silencio incómodo. Antes, era gracioso para ellas, pero ahora… Las cosas habían
cambiado. Anna se había alejado demasiado de ellas, o fue la distancia…
-¿Qué
tal en Italia?
La
escuchó toser.
-Bien.
Aquí todo bien. He hecho bastantes amigos y la universidad a la que voy es
impresionante.
-¿Fuiste
a hacer una visita?
-Sí. Es
enorme.
Emma
asintió aunque Anna no la viera. Se sintió tremendamente mal por cómo la
distancia había dañado su amistad.
Pero a
pesar de todo, la quería como antes.
-¿Y tú?
¿Qué tal en Holmes Chapel?- habló la italiana con una voz picarona aunque otro
tosido lo estropeó.
Emma le
explicó lo que había estado haciendo en los últimos días, quitando el detalle
de Allanah.
-Suena
todo perfecto- dijo Anna.
Si ella
supiera…
-Lo
tuyo también- sonrió la rubia- Harry acaba de salir de la ducha, te tengo que
colgar.
-Vale.
Te quiero mucho, Emma.
Hacía
mucho tiempo que no lo había escuchado.
-Yo
también, Anna. Siempre serás mi mejor amiga aunque estés lejos.
-Y
aunque haya silencios incómodos entre nosotras- rió ella- ciao.
-Ti amo- se despidió Emma. No tenía ni la
más remota del italiano, aunque Anna le había enseñado algunas palabras.
De
repente, sin esperarlo escuchó un gemido y después un grito de dolor. Iba a
decir algo pero Anna colgó.
Negó
con la cabeza para sí misma. Estaría discutiendo con su padre.
-¿Con
quién hablabas?- inquirió Harry entrando en su habitación. Se cubría la parte
de abajo con una toalla.
-Con
Anna.
Él sacó
unos calzoncillos de los cajones del armario.
-¡Espérate
a que salga!- chilló Emma al ver lo que pretendía Harry.
El
cantante se rió con una ceja alzada.
-No es
algo que no hayas visto.
La
rubia se puso roja como un tomate y se giró.
-Eso es
otra cosa. No te lo había visto intencionadamente- respondió ella
nerviosamente.
Harry
sonrió y se acercó a ella. Emma lo notó cuando él la abrazó por detrás.
-Harry…
Que no haya nadie en casa no quiere decir que hagas travesuras conmigo.
El chico gruñó por lo bajini.
-¿Qué quieres hacer después?- la preguntó.
-¿Vemos alguna peli?
-Hecho- sonrió él- espérame abajo.
~~~
-Esta
es mi casa.
Zayn
había decidido invitar a su nueva amiga a tomar un café.
-Como
lo suponía, es muy grande- se asombró Beth.
El
cantante le dejó pasar.
-¿Sabes
cocinar?- le preguntó la periodista al chico cuando entraron en la cocina.
-Bueno,
algo- respondió él.
El
muchacho se preparó un café con leche y para Beth un café cortado.
-Casi
sabes todo sobre mi vida. Quiero saber la tuya- dijo Zayn sorbiendo el café.
Ella
dejó la taza en la mesa y habló tristemente:
-Mi
vida no es interesante. Soy hija de un hostelero y una panadera. Mis relaciones
amorosas no fueron precisamente muy buenas, ya te lo dije.
Zayn
resopló, debía de haber algo interesante. Algo.
-¿Hermanos?
-Uno.
Tiene diecisiete años. No quiero hablar de él- se interrumpió bajando la
cabeza.
-Cuéntamelo.
Beth
empezó a llorar. Zayn, sin saber qué hacer, se acercó y la abrazó.
-Mi
hermano es traficante de drogas. Se enamoró de una drogadicta, ella le cambió y ahora
nunca está en casa- gimió ésta mojando el hombro de Zayn- no soporto ver a mi madre llorar cada vez que viene algún policía con mi hermano arrestado.
Zayn la
aferró con fuerza y acarició el liso pelo de la chica.
-¿Cómo
se llama?
-Peter.
Él la
soltó al ver que la abrazaba fuertemente y la miró. Era guapa, muy, muy guapa.
¿Por qué no? Ella no tenía novio y podían pasárselo bien.
Acto
seguido, se acercó a ella y los centímetros de ambos labios se acortaron. Ella
entendió lo que quería hacer Zayn y dejó que ningún centímetro separara sus
labios.
~~~
Tosió
una vez más y vomitó en el váter. Ahora no tenía el control de su cuerpo.
-Dios…-
masculló cansada mientras se recogía el pelo con una coleta y limpiaba la taza
del váter. Después se limpió las manos y se miró en el espejo.
-Anna.
Ella se
retiró de inmediato y abrió la puerta del baño.
-Cosa vuoi?- le preguntó Anna a su hermano pequeño,
Benjamin. Le había preguntado “¿qué quieres?"
-Ho sentito rumori
strani- dijo el niño algo preocupado.
Se
había asustado al escuchar ruidos raros en el baño. Su hermana mayor negó la
cabeza para que se tranquilizara y él se fue trotando al pequeño salón para ver
Bob Esponja.
Una vez
sola, cerró la puerta de nuevo y volvió a mirarse en el espejo. Sonrió, lo
cierto es que había adelgazado muchísimo.
Pero
Liam no la había elegido porque Marii tenía mejor cuerpo.
Dejó
entrever una lágrima que caía lentamente por su mejilla. Se sorbió los mocos y
frunció los labios. ¿Por qué había nacido tan gorda?
Llevaba
meses vomitando y Liam no se había dado cuenta de que había adelgazado.
-Ay-
puso una mueca al notar un dolor en el tórax. Había empeorado en los últimos
días y aún no sabía por qué. Había estado a punto de vomitar en el restaurante
pero se salvó al irse corriendo al baño. Ni Liam ni Marii notaron el ruido raro
que hizo en la boca al subírsele el bilis a la garganta.
Tapada con sólo una simple toalla, se miró en el espejo. Bueno, se le notaban un poco
los huesos pero no era para tanto. Tosió de nuevo y notó una punzada de dolor
en el tórax de nuevo. Después fue a vestirse.
Pasaron
varias horas y toda su familia se había ido. Su padre a trabajar en su nuevo
trabajo y su madre y su hermano se habían ido al parque.
Esta
vez notó un poco de dolor en el corazón, como si la pulsación no fuera bien.
Suspiró de molestia y llamó a Emma ya que no tenía otra cosa que hacer.
-Ti amo.
A Anna
se le revolvieron las tripas al escuchar la despedida de una de sus mejores
amigas. Sonrió instintivamente y, súbitamente, eso le causó dolor. Mucho dolor.
Gritó sin darse cuenta y colgó antes de que su amiga lo oyera.
Jadeó.
Le costaba respirar y cuando respiraba notaba un pinchazo agudo en el tórax.
Intentó levantarse de su cama pero notó otro retortijón. Y esta vez procedente
del corazón.
-Mierda…-
susurró mientras marcaba el número de su mejor amigo, Zac. Las manos le
temblaban exageradamente.
-Dire?
-Zac…
Gracias a Dios que cogiste el teléfono- resolló. Cada palabra era un puño en el
estómago.
-¿Anna?
Tienes la voz sofocada.
-Ven a
mi casa, por favor. Es urgente.
Él
colgó sin mediar palabra.
~~~
Cerró la puerta del baño aún llorando. No podía hacerlo, pero
tenía que hacerlo.
Abrió el armarito y descubrió varias pastillas. Siempre estaban de
adorno, por si sucedía algo pero nunca lo habían usado.
Cassandra tomó un paquete de unas pastillas raras y las sacó del
bote. Las examinó, eran rojas y blancas.
No esperó ni un segundo más o después se arrepentirá. Se metió una
en la boca. Era muy salada, pero apenas notó la molestia. Tomó otra, aquello
parecía gustarle. Se sentía bien.
Pensó en la vida de su hermano sin ella. Un casado realmente feliz
en una casa enorme y lujosa, ¿qué mas pedir? Ella sólo era un estorbo. No sabía
ni para qué demonios había nacido.
Y encima, había matado a su madre al parir. Y eso fue la causa de
que su padre fuera un drogadicto.
Pensó en Helena. Le dolería al principio, pero después sería muy
feliz con Justin. Le pareció un buen chico al verle, estaba segura. Además era
hermano de Emma, una de las chicas más buenas que había conocido.
Se tomó otra pastilla. Y otra. Y otra más. Bebió un poco de agua
del grifo para tragárselas.
A Marcos también le dolería. Pero Bella podría ayudarle y en
cuestión de meses lo habría superado.
Vio el paquete de las pastillas. Aún le quedaban otras seis.
Sonrió, era agradable sentir paz.
Se tropezó con la cajita donde metían la ropa sucia y cayó al
suelo. Se rió, aquello le hacía gracia. Y se tomó una más.
Empezaba a ver algo borroso y le dolía un poco la tripa. Pero no
lo suficiente como para arrebatarle la paz que sentía en esos momentos. Por fin
se iría de ese mundo. De aquel mundo que no la aceptaba.
Se tomó otras dos más. Le quedaban tres. Suspiró.
Alguien golpeó la puerta. Se asustó por el ruido y tomó otra.
-¿Cassandra? ¿Estás ahí?
Era la voz de su hermano. Varias lágrimas se deslizaron por su
mejilla al oír su voz. Podría ser la última vez que la oiría.
-Cassandra, llevas mucho tiempo ahí dentro. Voy a entrar.
-¡No!
Gimió al gritar. Hablar le dolía mucho. La puerta estaba borrosa,
pero la seguía viendo. Mierda, ¿por qué esto no terminaba de una vez? Pensaba
que sería rápido.
-¿Qué pasa?- se le oía asustado.
-Creo que…- ahogó un grito. Le dolía. No podía. Pero merecía la
pena no preocuparle- tengo diarrea.
-Podría ayudarte.
Cassandra empezó a reírse. Reír no le dolía y eso le agradaba.
Tomó la penúltima pastilla.
-¿A limpiarme el culo? Sé hacerlo yo sola, gracias.
Escuchó la risa de Marcos al otro lado de la puerta. Rompió a
llorar. Su risa le dolía. ¿Cuándo volvería a reírse así? Quizá un par de meses,
cuando esté totalmente recuperado después de su muerte.
-Cass, ¿cuánto te falta?
Se tomó la última pastilla. Se le quedó en la garganta e intentó
tragarla.
-¿Cass?
Empezó a toser. Intentaba tragar pero no podía.
-¡Cassandra, te estoy oyendo toser!
Intentó callarse pero no podía. Su cuerpo rechazaba más pastillas.
Empezó a convulsionarse.
-¡Voy a entrar!- chilló Marcos.
Cassandra ya no veía, pero escuchó la puerta abrirse.
-¡¡NO!!
Llegó a escuchar varios llantos más. Seguía tosiendo y Marcos
consiguió sacarle la pastilla de la garganta.
Marcos reconoció la pastilla que había estado tomando. Vio la caja
varios metros más. Empezó a llorar, el dolor que había estado aguantando vino
de golpe.
-Cassandra por favor, no me dejes…
Algo fangoso salió de la boca de Cassandra. Era de color puré. No
paraba de toser y veía todo negro.
-Marcos…
-Cassandra, no me hagas esto, no- la voz de Marcos se quebró. Se
le contrajo la tripa al verla, tan indefensa, tan blanca.
Ella intentó levantar su brazo para acariciarle la mejilla. Lo
consiguió con todas sus fuerzas y notó algo húmedo.
-No llores.
-¿Cómo quieres que no llore? Cassandra, no me dejes, por favor…
Dios, no te la lleves- empezó a llorar y tomó el cuerpo de su hermana que
respiraba lentamente. El brazo de Cassandra se cayó, ya sin fuerzas.
-Tienes… A Bella.
-No, no- más y más lágrimas se deslizaron por la mejilla de su hermano-
no quiero a Bella si no estás tú. Cassandra, yo sólo te quiero a ti. Pensaba
que… Serías feliz si estaba con ella.
La enferma empezó a convulsionar de nuevo y abrió los ojos para
intentar verle por una última vez.
Marcos salió del baño, dejando sola a su hermano. Ella le buscó a tientas pero pronto él volvió con un teléfono en la mano. Le oyó marcar y dar su dirección. Pronto colgó para poder atender a su hermana pequeña.
-Cassandra, sin ti no puedo vivir.
La vista de la chica se aclaró y pudo ver algo. El dolor
desaparecía, sentía paz. Mucha, mucha paz. ¿Se estaba muriendo?
Antes de que la oscuridad la atrapara, pudo ver a su hermano con
la cara contraída de dolor. Era la viva imagen de la agonía, del sufrimiento.
~~~
Llamó
al timbre cuatro veces en dos segundos y nadie le había abierto. No escuchaba
más que el silencio y aquello le asustaba. Se agachó y cogió las llaves que estaban
debajo del felpudo. Sabía que los Hesler escondían las llaves ahí.
Metió
la llave en la cerradura y la abrió con un track.
-¿Anna,
estás allí?
Escuchó
un quejido en la habitación de ella. Corrió hacia allí.
La
puerta de la chica estaba cerrada. Estaba asustado, ¿por qué le había llamado
tan urgentemente?
Abrió
la puerta y la vio tendida en la cama.
-Zac…-
ella sonrió al verle pero pronto se convirtió en una mueca de dolor.
-¿Anna?
¿Estás enferma? ¿Quieres que llame al hospital?- preguntó el chico
preocupadísimo. Se sentó en la cama, al lado de su mejor amiga.
-No
llames al hospital. No servirá de nada.
-¿Cómo
que no? Ellos te curarán…
-Me
estoy muriendo, Zac.
El
chico la miró. Ella, a pesar de todo, le sonreía con sinceridad. Sudaba a chorros
y tosía varias veces.
-¿Qué?-
escupió.
-Tenía
que arriesgarme.
El
muchacho la miraba sin entender. Negó con la cabeza, pensando que era uno de
los efectos secundarios de la fiebre y tomó el teléfono.
-No
marques al hospital. Moriré antes de que vengan.
Pero
Zac no la hizo caso y marcó el número del hospital.
Anna
chilló de dolor tras notar una punzada de dolor en el tórax, nada comparado con
los anteriores.
El
teléfono que sostenía el chico se cayó.
-¡Anna!
¡¡Anna, dime qué está pasando!!- él se agachó junto a ella. Ya no gritaba pero
la cara demostraba lo contrario. Estaba sufriendo.
-Soy
gorda. Bueno, lo era. Así que decidí adelgazar.
Eso lo
dijo todo. El chico miró los brazos de la chica, no estaba en los huesos como
mostraban las películas pero sí había adelgazado. Y un montón.
-No me
digas que…
-Sí.
Cuatro veces al día, a veces incluso más.
Y
entonces la rabia que sentía hacia ella lo cubrió como la lava, abrasándolo por
dentro y eliminando cualquier otro sentimiento.
-¡¡¡¡¡¡¿Eres
idiota?!!!!!!
El
grito estaba lleno de dolor y Anna se encogió al escucharlo.
-Tenía
que hacerlo. Odio mi cuerpo.
Zac cerró los ojos y cogió el teléfono sin hacerla caso. Marcó al hospital y le dio la calle de su amiga. Al dar todos los datos necesarios, colgó.
-Estás
loca. ¿Te da igual morir?
-No. No
me da igual morir. Zac, no quiero morir- la chica rompió a llorar y Zac hizo lo
mismo- pero no me queda otra alternativa. Las acciones ya las hice y no hay
vuelta atrás.
El
chico sofocó un grito y apoyó su cabeza en el pecho de su amiga. De su mejor
amiga.
-No
puedo creerme que lo hiciste. Estaba tan ciego…
Anna
sonrió y acarició el pelo del chico. El corazón le empezaba a doler y notaba la
lenta pulsación.
-Sabes
que siempre serás mi mejor amigo, ¿no? Siempre.
Se
escuchó los llantos del chico. Siempre se había mostrado duro delante de ella,
incluso una bestia. Ahora parecía un niño pequeño al que le habían quitado un
chupa chups.
-Dile a
mis padres que los quiero… Que superen la crisis- Anna jadeó al notar otro
dolor. Aquello era una tortura, jamás había sufrido tanto.
-No
Anna, se los dirás tú misma. Vivirás.
-Benjamin…
Cuando crezca dile que le he querido mucho, que le he cuidado como debe ser.
Espero que sea un superhéroe, como él quiere ser…- soltó una risita pero pronto
volvió a chillar.
Zac
cerró los ojos al escucharlo. Varias lágrimas cayeron.
-Quiero
que mires el cajón de mi escritorio. Después- consiguió decir.
Chilló
de nuevo mientras se retorcía en la cama. Zac la abrazó fuertemente mientras
que ella se mordía el brazo para parar de gritar.
-¡Anna,
te quiero! ¡No te vayas de aquí!
Los
labios de ella temblaron levemente. Sonrió aunque sus ojos estaban
inexpresivos.
~~~
-¿Por
qué me has traído hasta aquí?
Bordearon
el bosque. Raramente, había flores estrafalarias.
-Bueno,
necesito tu respuesta.
Marii
cerró los ojos y se detuvo en mitad del camino. Notó unas manos cálidas
acariciando su rostro. Ella se estremeció. La mano bajó y bajó hasta agarrarle
su mano.
Liam
tiró de ella y Marii abrió los ojos.
-¿Tenemos
que entrar al bosque?
Él
asintió con la cabeza y Marii puso una mueca.
-No voy
a violarte ni nada- bromeó Liam, intentando alegrar el ambiente.
Marii
puso los ojos en blanco y miró a Liam.
-Simplemente
es el bosque. Da miedo- confesó ella. Liam le soltó la mano y ella
inmediatamente la agarró de nuevo, ahogando un grito- pero estando contigo me
relaja.
El
chico sonrió atrevidamente y ambos se adentraron en la espesura. El sol se
hundía ya en el bosque, dorando las ramas más altas de los árboles.
-Es
aquí- Liam se detuvo quince minutos después. Los dos habían llegado a un claro.
Había flores por todas partes, arbustos atrayentes alrededor.
El sol
se apresuraba a ocultarse, el cielo se había vuelto de un gris claro teñido de
púrpura pero en el oeste había destellos de un rojo rubí.
El
claro estaba iluminado por el atardecer. Marii jamás había visto algo hermoso.
-¿Te
gusta?
El sol
se escondió y toda la hermosura que había visto desapareció. Se habían quedado
a oscuras.
-Has
imitado a Edward.
A pesar
de la oscuridad, Marii vio la sonrisa deslumbrante de Liam.
-Las
consecuencias de leer un libro de vampiros- rió él.
-Pero
dijiste que el libro era muy absurdo. Dijiste que Edward…
-Ya lo
sé. Dije cosas realmente estúpidas- confesó el cantante. Miró a otra parte y
frunció el ceño- volví a leerme el libro por ti. Fui a la librería a
comprármelo.
Marii
le miró con la boca abierta, asombrada.
-Sí,
sí, lo sé. Parezco un loco enamorado- él se rió de nuevo. Intentó disimular su
nerviosismo, pero cómo bien él sabía, Marii no lo había pasado desapercibido.
Liam
esperó a que la muchacha hablara, pero no lo hizo. Giró su cabeza para mirarla.
-Pero
al leer todos esos sentimientos. Al leer la descripción del amor de Bella me
sentí… Igual.
Marii
enrojeció al instante. Resultaba gracioso porque, cuando ella se leyó el libro,
pensaba únicamente en Liam.
-Fui un
completo estúpido al acudir a ti cuando necesitaba ayuda para impresionar a
Anna.
-No-
sonrió ella. Daría lo que fuera por estar donde estaba en ese momento. Incluso
el dolor que él le había producido en los últimos meses- si no hubieras acudido
a mí, nunca te lo hubiese confesado.
Los dos
sonrieron. Liam se acercó a ella lentamente hasta que las respiraciones de
ambos de mezclaron.
Marii
empezó a temblar. Nunca había besado a un chico antes. Siempre había tenido
pretendientes, muchos chicos habían estado detrás de ella pero Marii jamás se
fijó en ellos. Nunca.
Liam ha
sido su única excepción.
Marii
se acercó a él rápidamente. Quería probar sus labios, siempre lo había soñado
hasta que…
-Joder-
masculló Liam al notar una fina vibración en sus bolsillos.
Sacó su
móvil mientras ellos dos se miraban algo azorados.
-¿Quién
es?
-Harry-
respondió el cantante.
~~~
Escuchó
la melodía Hoedown Throwdown de Miley
Cyrus dentro de su cabeza. Empezó a tatarear y a mover el pie del ritmo de la
canción.
-Zayn.
Zayn, te llaman. ¡Zayn!
Él se
despertó al escuchar una voz que no encajaba en la canción. Abrió los ojos y
miró a su alrededor, Beth estaba al lado de él.
-Te
están llamando por el móvil- contestó ella, tapando su cuerpo desnudo con las
sábanas blancas. Él se enrojeció por la situación y cogió el móvil que seguía
sonando la canción a todo volumen.
-¿Dígame?
Pero el
emisor había colgado. Había pasado muchos bips. Miró quién era: Niall.
-¿Quién
era?
-Niall.
No sé qué querrá pero algo de Belén seguro.
Ella
miró a otro lado. Zayn se paró a pensar un momento en los últimos recuerdos.
Beth y él se habían besado por diversión y ahora estaban en la cama, desnudos.
¡Qué marrón!
Beth se
giró de nuevo y apoyó su cabeza en el torso desnudo del joven. Él se limitó a
acariciar su liso pelo. Se sentía bien, se sentía bien con ella. Alguien con
quien contar sus problemas.
-No
sabía que tenías una marca de nacimiento en la cadera- se rió Beth.
Zayn
sonrió. Aparte de ella, la única que lo sabía era Perrie. Tragó saliva al
acordarse de ella.
~~~
El
chico empezó a llorar inútilmente mientras se acurrucaba junto a ella. Su pulso
iba disminuyendo cada vez más.
-No
debiste hacerlo- susurró el joven.
La mano de la chica se movió. Estaba tan débil que apenas podía hablar.
Pasaron varios minutos hasta que se escucharon las sirenas de la ambulancia. Por fin habían venido.
-Han venido, han venido. Vas a estar viva...- susurró él.
Pero la chica no respondió. Tenía los ojos cerrados y no había movido ni un músculo en señal de que seguía viva.
-Contesta- al joven se le quebró la voz- contesta...- empezó a llorar. Sacudió a la muchacha del suelo. Ella se movió como un flan.
No respondió y el chico gimió, temiéndose lo peor. Apoyó su cabeza en su pecho
para escuchar el latido del corazón.
Vacío.
Silencio.
Ella
estaba muerta.