viernes, 28 de febrero de 2014

71- Best friend. Friend. End.

Todos pudieron apreciar por un segundo la cara más asustada de Emma, aunque parecía que había pasado siglos.

Nadie sabía que decir, ni siquiera Emma, que estaba a la espera de información. En ese momento se podía oír a una aguja caer.

Emma miró primero a Harry. Los ojos verdosos de él no tenía el brillo usual que tanto adoraba. Desvió su mirada hasta posarla en su amiga Hayley, ella apartó la suya al instante, avergonzada. Finalmente, los ojos de Emma se cruzaron con los ojos azules de Guiomar que en ese momento abrió la boca:

-Emma, yo… Verás…

Harry cerró los ojos. No estaba preparado para escuchar la historia de nuevo, ni mucho menos ver la reacción de su novia. No, no, no.

-Marcos tiene una nueva novia, Bella- respondió finalmente.

Harry abrió los ojos y miró a su amiga. No sabía si era correcto usar otra mentira para convencer a Emma de una vez por todas.

A Emma se le relajaron los hombros. Pensaba que la noticia era peor…

-Fui una tonta. Me volví loca cuando me besó y resulta… Resulta que me engañó.

A Guiomar se le escaparon varias lágrimas convincentes. Hayley la miró, un poco enfadada. No le parecía justo que su amiga siguiera viviendo entre mentiras.

-¿Por qué no me lo has contado…?- Emma se entristeció de golpe. ¡Por eso Guiomar actuó de una forma muy rara cuando mencionó el nombre de su profesor particular!

-Lo siento, no quería que te preocuparas por mí.

Emma se sentó en la silla enfrente del ordenador para tranquilizarla. Harry mientras, sintiéndose más culpable de lo que había sentido nunca, recogió los cristales de la raza rota.

-Emma, debo acostarme, es muy tarde ya- musitó Guiomar, llevándose una mano al pelo. Hayley la dedicó una mirada asesina.

-Vale. Nosotros también debemos dormirnos- respondió, a su vez, Em, refiriéndose a Harry y ella.

Nada más cerrar el ordenador, Hayley chilló realmente enfurecida:

-¡No debiste mentirla de nuevo! ¡No nos perdonará jamás!

Guiomar suspiró mientras apagaba rápidamente la computadora.

-Lo siento.

-No, Guiomar, esto no puede seguir así- negó Hayley, decidida a contárselo.

-¿Cómo que no puede seguir así?- exclamó la rubia- ¡ni siquiera ha pasado un día desde la muerte de Anna!

Hayley se quedó petrificada al oír las palabras de su amiga. Se quedó quieta durante un minuto mientras asimilaba la dura realidad. En la habitación se habitó un silencio sepulcral. A Hayley se le llenaron los ojos de lágrimas y Guiomar la abrazó.

-No quería decir eso.

-Es imposible. Quiero despertarme de esta maldita pesadilla…

Guiomar cerró los ojos al oír la frase de Hayley. Ojalá. Ojalá esto fuera sólo una pesadilla de su cruel imaginación.

-Vayamos a dormir- susurró- quizás nos despertemos mañana y todo vuelva a la normalidad.

Hayley asintió, mientras se limpiaba las lágrimas de las mejillas. Se levantó de la silla, y sintiendo cada músculo de su cuerpo rígido, se dirigió a la cama inflable que se situaba al lado del lecho de Guiomar. Se tumbó en el blandito colchón y espiró aire. Aunque costara admitirlo, era real. Todo el aire que respiraba, todo el dolor que sentía era real.


Sus miradas se cruzaron, cada una en su cama, mientras pensaban lo mismo.

-Te quiero- murmuró Guiomar.


Hayley se dio la vuelta para no mirarla más. Seguía enfadada pero la quería con toda su alma. Tenía miedo de perderla, de perder a una más. De perder a una hermana.

Anna ya no existía y aquello le resultaba imposible. Una amiga menos. Anna no volverá a hablar, no volverá a sentir, a tocar, a sonreír…

Una amarga lágrima se asomó en los ojos de las dos chicas en la oscuridad de la habitación.

                                                                          ~~~


Respiró el aire de su alrededor. El aire de Inglaterra. Olía a humo y a cloro: todo el mundo en agosto iba a la piscina.


Respiró hondo por última vez y tiró de su carro para entrar al gran aeropuerto de Londres. Ahí dentro estaba llenísimo. Familias extranjeras correteaban de un lado a otro, amigos que se abrazaban al estar tanto tiempo separados, novios besándose preparados para su nueva aventura… Y directioners. Las directioners se habían enterado del improvisto viaje de One Direction.

Guiomar bufó. Le caían bien las directioners, nunca la habían molestado, para nada. Pero a veces eran tan obsesionadas que daban miedo. Se rió, ella había sido una de ellas.


No llevaba gorro ni chaqueta, ni siquiera gafas de sol. No tenía nada para taparse así que intentó ocultarse con su pelo. Las directioners la conocían por “la gran amiga de One Direction”. Pero por suerte, hoy no llevaba maquillaje, algo raro en ella, y además tenía ojeras y marcas de lágrimas. En resumen: iba horrible. Así que rezó para que no la reconocieran. Y así fue.

Torció en una esquina, dirigiéndose a la sala privada. Caminó durante un largo rato, cruzándose con varias personas de distintas idiomas. Distinguió el español, ya que adoraba la serie española La que se avecina. Lo veía en una página de su querido ordenador en versión original pero subtitulado al inglés, obviamente.

Tras divisar un mechón de pelo rojo, apartó aquel pensamiento y se puso a caminar aún más rápido mientras tiraba de su maleta naranja.

-Hey Guiomar- la saludó Bambi con una mueca.


-Hola- la susurró ella angustiada y pasó un brazo por el cuello de su amiga italiana- ¿cómo estás?

-Así así.

-Bueno, iremos a tu tierra, eso te debe de alegrar- comentó Guiomar en un intento de animarla.

Bambi la miró, al borde de las lágrimas y Guiomar lo entendió. Soltó su maleta y la abrazó. Le entristecía el motivo de su marcha.

-Buenos días, chicas- Guiomar y Bambi escucharon la voz de Liam y se apartaron- es hora de que nos marchemos. Las directioners pronto descubrirán que estamos aquí.

Detrás del joven, estaba Hayley sin ningún abismo de alegría. Tampoco iba maquillada y tenía arrugas debajo de los ojos. Los cuatro se adentraron a una puerta, guiados por un señor trajeado y un par de guardaespaldas.

-¿Es necesario esto?- susurró la pelirroja, mientras caminaban en el estrecho pasillo.

-Mucho, créetelo- sonrió su amigo- hace un par de meses, una directioner le rompió el pantalón a Louis. Se puso a chillar cuando consiguió arrancarle un trozo de pantalón.

En otras situaciones, Bambi, Hayley y Guiomar se habrían reído. Siguieron avanzando en silencio hasta que salieron al aire libre. A lo lejos había un pequeño avión privado. Donde viajaban los chicos para irse de gira.

Había varios señores más trajeados alrededor del avión. Al acercarse, varios señores se dirigieron a ellos para coger sus maletas.


-Vamos- les guió Liam.

Las tres se subieron al pequeño y cómodo avión. Ahí dentro, las chicas pudieron ver las caras de sus otros tres amigos.

El interior del avión privado de One Direction era reconfortante. Había un sillón de tres plazas que a simple vista parecía cómoda, Niall se había sentado allí y pronto Hayley se sentó con él. Al lado del sillón había dos asientos blancos y lujosos donde en el centro había una mesita. Bambi se sentó enfrente de él y empezaron a charlar. A su lado, Liam se sentó en otro asiento y sacó un libro llamado Luna Nueva. Al final del todo estaba Zayn. Guiomar se acercó a él.

-Buen viaje- les dijo otro señor a todos ellos.

Guiomar se dio cuenta de la vida de sus amigos. Desconocidos les trataban, les ayudaban y les respetaban. ¡Desconocidos! Y sólo por ser famoso. Era extraño.

Guiomar miró a su compañero. Zayn no miraba a ninguna parte y estaba muy callado. Nadie decía nada. La chica suspiró y se sentó en el asiento de al lado, frustrada. Se puso los auriculares, enseguida escuchó la melodía de She will be loved de Maroon 5. Era una de sus canciones favoritas, ojalá ella se sintiera así algún día: amada. Miró por la ventanilla del avión.

Ya estaban en el aire. Se levantó un poquito del asiento para mirar el suelo, kilómetros la alejaban de su tierra. Siguió así en todo el trayecto hasta que le pesaron los ojos.

                                                                          ~~~

Empezó a machacar el turrón realmente contenta. ¡Hacía un día que no veía a Allanah! Eso ya era un gran logro desde que la conoció.

Dejó el turrón a un lado y cogió un bol mientras mezclaba dos huevos con un tenedor. Estaba realmente contenta, aunque un poquito preocupada por Guiomar. Estaba segura de que Marcos y ella lo iban a arreglar.

-Buenos días, menudo humor que traes hoy.


Emma se giró, con una gran sonrisa, para ver a su novio entrar a la cocina. La besó en los labios suavemente y susurró:

-¿Te ayudo?

-No, no. Déjame a mí- sonrió ella.

Harry asintió y se sentó en una silla. Empezó a ver los movimientos hábiles de Emma para la cocina. Mezcló la yema líquida con los turrones. A continuación echó nata montada.

-¿Qué preparas?

-La especialidad de mi mamá- contestó ella, concentrada en mezclar los tres ingredientes- Mousse de turrón de jijona.

-Nunca lo he probado- admitió Harry.

-Cuando termine lo pruebas y puntúas- dijo la muchacha. Pero Harry no le hizo caso porque su móvil empezó a sonar. El cantante prácticamente se tiró encima de él y leyó el mensaje que le habían enviado.

De: duende.  Para: el más mejor.  Hora: 09:23.
Acabamos de salir de Inglaterra

El cantante cerró el móvil un poco triste y suspiró, llevándose ambas manos a la cabeza.

-¿Pasa algo?

-No, nada- disimuló Harry. Cerró los ojos mientras sentía la apuñalada en el estómago cada vez que mentía a Em.

Emma paró de batir y miró a su novio, que tenía la cara gacha.

-¿Nada? ¿Quién te ha mandado el mensaje?

-Niall. ¡Hoy nos vamos de excursión!- exclamó el cantante, levantando la cabeza mientras enseñaba su dentadura blanca.

Emma arrugó la nariz, iba a decir algo pero su instinto dijo que era mejor dejarlo pasar.

-¿Adónde vamos?

-Iremos en bici de nuevo e iremos a un pueblo muy cerca de aquí. Hay una cueva que llueve- explicó Harry.

-¿Que llueve?- se extrañó la chica. Echó el mousse en varios cuencos pequeños, concretamente cinco y los metió en la nevera.

-Sí. Cuenta la leyenda de un joven pobre y de una duquesa millonaria en la edad media. Los duques nunca dejaron a su hija, Práxedes, salir de su palacio. La joven, al cumplir sus dieciocho años se escapó del palacio, harta de las continuas órdenes de sus padres y de la vida lujosa y aburrida en la que vivía.

Emma escuchó, conmovida, la leyenda de aquella cueva donde iba a ir dentro de unas horas.

-Al escaparse se dio cuenta de la mísera vida de sus ciudadanos. Práxedes no podía creer que sus padres dejarían a su pueblo en ese estado de máxima pobreza. En su camino se topó con un muchacho, Magin. La duquesa, al estar perdida, le pidió ayuda a aquel chico que le daba confianza. Él era huérfano y no tenía familia. Práxedes escuchaba, apenada, la vida de su amigo Magin. Estuvieron juntos varios meses, recorriendo lugares fantásticos. ¡Parecía un sueño! Más tarde se enamoraron. Su amor era tan fuerte que ambos huyeron del país. La chica estaba dispuesta a renunciarlo todo por su gran amor.

Harry se calló en la parte más interesante y Emma salió de su ensimismamiento.

-¿Y cómo sigue?

-El resto de la historia es muy triste- dijo el chico poniendo una mueca.

-¿Magin se muere?

-Aún peor… Antes de conocer a Práxedes, estaba casado con otra mujer. Abandonó a su mujer embarazada al conocer a la duquesa. De camino a Irlanda, su futuro viaje, ellos se toparon con la mujer con el niño.

Emma se quedó boquiabierta.

-¿Entonces, sólo la quería por ser la hija del rey?

-No claro. Magin se enamoró de ella también. Estaba tan enamorado que renunció su antigua vida sólo por estar con ella, su verdadero amor. Le ocultó aquella parte de su vida porque sabía que Práxedes le dejaría tiempo atrás para no destrozar una familia, pues, la conocía muy bien.

Hubo un gran silencio en la cocina. Emma siguió esperando para que Harry continuara, si es que había un final.

-Al estar varios meses engañada, la joven muchacha huyó de él. Magin se quedó cuidando del niño, no había ningún día en el que no pensaba en ella. No había ningún minuto en el que no pensaba en ella. Su hijo, al cumplir los seis años, Magin salió en su busca.

Emma se limpió las lágrimas tras escuchar aquella triste historia. Pobre Práxedes. Pobre Magin.

-Magin se enteró de que Práxedes emprendió un viaje a Irlanda. Estuvo veinte años buscándola, pueblo por pueblo. Veinte. Hasta que se encontró con un anciano pastor que la conocía. Ella vivía en una cueva donde lloraba de día y cantaba de noche, a la espera de su regreso. Él caminó hasta la cueva y la vio. Muerta.

-Vaya. ¿Y qué pasó con Magin?

-Nadie volvió a saber nada más de él.

Emma se quedó petrificada, apoyada en la mesa de la cocina. Menuda leyenda más triste.

Harry, por su parte, se quedó pensativo. Su madre siempre le contaba aquella historia cuando él era pequeña. Lo había oído por lo menos cincuenta veces. Hasta ahora, nunca valoró el significado de la leyenda. Se identificaba con Magin. Él también engañaba a Emma a todas horas. Sabía que Emma se enteraría tarde o pronto pero… ¿le perdonaría? Eso era un gran misterio por resolver.

Una hora después, la familia y Emma estaban sentados alrededor en la mesa de la cocina.

-Mmmmm, Dios Emma, me tienes que decir la receta de este mousse- saboreó Anne, comiendo una de las especialidades de Amy, la madre de Em.

-Cierto. Está buenísimo- comentó el marido de Anne.

-Ojalá mi mamá cocinara bien- se quejó Gemma mientras saboreaba el mousse de turrón.

Anne le lanzó una mirada asesina y Gemma se rió.

-Gracias- sonrió Emma mientras pasaba una cuchara por su mousse. Era cierto que echaba de menos la comida de su madre pero lo cierto era que la madre de Harry no cocinaba nada mal.

Harry no dijo nada, pero disfrutó mucho del mousse de Emma.

-Querida, ¿en qué universidad estudiarás?- la preguntó Anne.

-En la Universidad Sheffield.

-Uy, esa es una universidad muy prestigiosa- corroboró el padrastro de los chicos.

-Sí, he oído que es muy buena- respondió Emma con delicadeza- dentro de nada empezaré. Estoy nerviosa.

-Es normal- dijo Gemma- yo dentro de poco me graduaré.

-Qué suerte- sonrió Em.

Al terminar el desayuno, Emma ayudó a Anne a limpiar los cuencos. En seguida, Mike y Anne se fueron de compras y Gemma se encerró en su cuarto a escuchar música.

-Harry, ¿cuándo nos iremos a Londres?- preguntó Emma, una vez solos.

-No lo sé. ¿Unos días antes de la universidad?- respondió él con una nota de autoridad. Quería retrasar la mala noticia lo más posible.

-¡Harry! Me tendré que preparar un poco, no he tocado los libros durante todo el verano y esto está mal- protestó ella- por favor.

Emma no tenía ningunas ganas de marcharse, pero notaba un peso en el estómago por no haber hecho nada este verano. ¡Y pensar la cantidad de libros que tendría que estudiarse!

-Está bien. Entonces, ¿cuándo?

-En menos de una semana, Harry. Se acerca el cumpleaños de Liam, además.

Harry bufó. Unos días más… Y el encubrimiento de la muerte de Anna quedará al descubierto.

Maldita sea.

                                                                          ~~~

Al día siguiente, Guiomar, Hayley, Bambi y One Direction se despertaron muy temprano. Amanecía un caluroso día en Italia.

Nadie dijo ni una palabra. Todos se dirigieron al armario para ponerse sus prendas más negras. Las chicas se maquillaron un poco y los chicos se pusieron un clavel en la chaqueta negra.

Una vez allí, todos tenían el corazón partido en millones de trozos. Vieron a la madre de Anna sollozar desesperadamente mientras pronunciaba el precioso nombre de su hija. Una señora, a su lado, la abrazaba mientras lloraba también.

A cinco metros de las dos señoras había un corro de varios señores mayores, todos trajeados de color negro, mientras consolaban y le daban el pésame al padre de Anna, que parecía muy afectado.

Varias personas más había a sus alrededores, todas desconocidas. Aunque las chicas vieron a Benjamin con una rosa en la mano.

-Al fin habéis vuelto- habló una voz conocida.

-¡Zac!- gritó Bambi, lanzándose a sus brazos para luego llorar sobre su hombro.

Media hora después empezó el funeral. El cura habló durante un largo tiempo en italiano, aunque decía también varias palabras en inglés. No paraba de decir cosas bonitas a Anna, lo cual era un detalle por su parte pero… ¿Por qué hacía eso? ¡Si ni siquiera la conocía! No podía juzgarla cuando no sabía ni cómo era su aspecto. Y eso a Guiomar la cabreaba bastante.

Todos estaban rodeados de un gran hoyo excavado. Ahí dentro podían ver el ataúd de madera con flores.

Los padres de Anna después empezaron a hablar en italiano. Todos los presentes empezaron a llorar por las palabras de ellos aunque los chicos no entendían ni una palabra de lo que decían. Se limitaron a escuchar palabras ininteligibles mientras pensaban en su amiga fallecida.

Posteriormente, el hermanito pequeño de Anna se acercó al gran hueco de la tierra y tiró la rosa que sostenía en la mano. Se cayó lentamente hasta posar en la tumba de su querida hermana.

-Sempre nel mio cuore- vocalizó él. Pequeñas lágrimas se asomaron en sus ojos y corrió a abrazar a su padre. <<Siempre en mi corazón>>

Guiomar dio un paso del gran círculo de seres queridos de Anna. Tragó saliva y respiró hondo.

-Sé que no me estás viendo, pero estaré ahí para ti. No tengo muchas palabras para ti, ya sabes que no se me da muy bien expresar mis sentimientos- soltó una risa amarga mientras varias lágrimas brotaban de sus ojos. Anna estaba dentro de aquel ataúd. Estaba dentro, su cuerpo sin vida estaba enterrado allí- esa es Emma. Pero… Lo siento mucho, ella no está aquí- escuchó un llanto de la madre de Anna. Aquello le partió el corazón y por un momento no supo que decir pero pronto recuperó la calma tras un leve asentimiento por parte de Liam, que tenía la cara llena de lágrimas- no se lo hemos querido decir para no estropear el verano de su vida. Espero que nos perdones.

Se giró para ver a la multitud. Todos lloraban. Se centró en el hermanito pequeño de Anna, Benjamin, llorando a lágrima viva en los brazos de su padre. Apartó eso de su vista y miró a Hayley que se acercaba a ella con el rímel corrido.

-Te hemos traído una cosa para ti, Anna.

Guiomar sacó de su bolsito tres pulseras de plata y se lo tendió a Hayley.

-Antes de irme de Inglaterra pasé por la casa de los padres de Emma y me dieron la pulsera <<mejores>>. Les costaron buscarlo pero finalmente lo encontraron, estaba debajo de la almohada donde dormía Emma.

Hayley se sorbió los mocos. Sabía que tenía la cara completamente húmeda. Al sonreír un poco experimentó una rigidez en los músculos de la cara. Miró la pequeña pulsera que sostenía en una mano y la tiró sobre el abismo.

Se escuchó tintinear al chocarse contra el ataúd.

-Esta es la segunda pulsera. Pone <<amigas>> y es de Guiomar. Lo tenía guardado en su tocador, se lo quitó porque dice que le quedaba mal con las pulseras feas de colorines que siempre lleva.

Guiomar, a su lado, empezó a reírse en silencio y le dio un leve codazo a Hayley.

Hayley sonrió un poco y tiró la segunda pulsera. Sonó otro clic al golpear el duro ataúd de madera bien pulida.

-La tercera es mía. Pone << para siempre>>. He de confesar que lo tenía perdido, pero ayer lo busqué durante horas y lo encontré en una caja de zapatos. ¡Que de cosas se pueden encontrar!- exclamó con una pizca bromista.

Hayley y Guiomar se miraron durante un corto instante y la morena dejó caer su pulsera antes de que el sonido metálico se produjera.

-Estuvimos buscando la tuya. Tus padres no lo encontraron en tu habitación así que lo hemos dado por perdido…- susurró Guiomar.

-Las cuatro pulseras que nos compramos tienen una gran historia de amistad, ¿verdad?- continuó Hayley- nos lo compramos hace cuatro años y juramos una amistad infinita. Pero lo cierto es que las cuatro nos lo acabamos quitando finalmente…- a Hay se le quebró la voz y empezó a llorar.

Guiomar agarró la última pulsera y, visto por todos los presentes, lo tiró al hueco de la tierra. Sonó el tercero y último golpe.

-Eso es todo.

El funeral se terminó y todas las personas vestidas de negras y desoladas se dispersaron. Tiempo después, varios señores echaron tierra encima del ataúd. Y así, Anna se quedó enterrada para siempre.

Pero lo cierto, es que Anna aún tenía su pequeña pulsera plateada alrededor de la muñeca derecha, donde la palabra <<jamás>> estaba grabada.

Mejores amigas para siempre jamás.




                                                                                  ~~~

-¡Y fuimos a la cueva que llueve y era tan preciosa…! ¡Era hermosa, Guiomar, tienes que verlo!- exclamó una chica feliz mientras miraba a su mejor amiga mediante una pequeña pantallita.

-Sí… Ya lo veré. ¿Te has hecho fotos?

-Sí claro, si quieres te lo envío por whatsapp. ¡Esa cueva tiene una leyenda increíble! Ya te lo contaré cuando te vea- explicó Emma entusiasmada.

-Ya me lo explicarás.

Emma, que estaba encerrada sola en la habitación de Gemma, frunció el ceño.

-Guiomar, la pared de ahí atrás no es tu habitación.

Guiomar, mucho más lejos de lo que Emma pensaba, tragó saliva. Estaba en la habitación del hotel, después del funeral.

-Bueno... Estoy en...

-¡En nuestra sala de ensayo!- gritó Louis, entrometiéndose en la conversación. Había estado al lado de Guiomar durante todo este tiempo (fuera de la cámara) y había oído todo.

-Oh, qué guay. ¿Qué tal estáis todos?

-Genial. Aquí todo va de maravilla- musitó la rubia. Louis la apoyó con una falsa sonrisa.

-¿Aún sigues deprimida por lo de Marcos?- preguntó Emma, cuando Louis se escondió detrás de la cámara.

-Emma, dejemos ese tema. No quiero saber nada más de él- respondió ella.

¡Guiomar sí que estaba triste! Eso significaba que había tenido un problema con Marcos, pero de los gordos…

-Dentro de dos días volveré a Londres y me cuentas…

-¿Qué?

-Lo que oyes- Emma se tumbó en la cama inflable mientras rozaba el cuaderno que le había escrito Guiomar por su cumpleaños.

-Pero… Es mejor que te quedes allí un poco más de tiempo…

-No, no. Presiento que ha sucedido varias cosas allí y quiero saberlo- confesó la rubia, sonriendo al ver una foto de ambas amigas del cuaderno que le había regalado Guiomar- además tengo que estudiar un poco antes de comenzar la universidad.

Guiomar se maldijo en voz baja. ¡Será posible…!

-Vale. Pues… En dos días te veré. Un beso, tengo que apagar el ordenador…

Guiomar giró su cabeza para encontrarse a un Louis realmente asustado. Los dos sostuvieron la mirada un rato hasta que el chico rompió el hielo:

-¡Oh no!

-¡¿Qué pasa?!- saltó Niall desde el otro lado de la habitación del hotel- ¿Algún terremoto?

Liam se levantó dejó su libro a un lado y se acercó a ellos con aire interrogante. Hayley, Zayn y Bambi miraron a Louis.

-¡Emma viene dentro de dos días!- dijo finalmente Guiomar.

-¿Qué?- Niall fue el primero en reaccionar.

-¡¡No!! Joder, joder y joder- Zayn exclamó palabrotas sin parar mientras que Liam pedía calma.

-¿Y ahora que vamos a hacer? ¡Necesitamos más tiempo!- se lamentó la pelirroja con un sollozo mientras manoseaba un conejito de peluche con bigote.

-Es el karma- se quejó Louis, molesto.

-La peor parte se lo llevará Harry…- susurró Bambi- no se lo merece.

-¡Te dije que deberíamos habérselo dicho cuando casi nos pilló en la cámara!- exclamó Hayley enfadada. Niall la calmó un poco y acarició su brazo para seguir tranquilizándola.

-Chicos, por más que nos quejemos no vamos a conseguir nada. Tenemos dos días para manejar la situación y…- Liam se interrumpió- bueno, le daremos tiempo a Emma para que asimile todo esto.

                                                                             ~~~


-¡¡Bienvenida a casa!!- gritó Marcos muy contento.

Hoy Cass por fin salía del hospital. El tratamiento había terminado y volvía a casa sana y salva. Gracias a Dios que se había recuperado rápidamente y ahora podía caminar y hablar como si nada hubiera pasado aunque la cicatriz seguía allí…

Helena sonrió y abrazó suavemente a su mejor amiga.

-¡Vayámonos de compras!- gritó llena de alegría mientras alzaba los pulgares.

Bella y Marcos sonrieron por la actitud de Helena y fueron a limpiar la casa, que la tenían un poco abandonada de tantos días fuera.

-Dentro de dos días tendremos la casa. Aún falta que se amueble todo- informó Bella entretanto.

Cassandra asintió con una sonrisa. Al fin y al cabo, Bella parecía una buena chica aunque no le acababa de convencer eso de ser la novia de su hermano…

-¿Y Justin?- le preguntó la rubia a su amiga.

-¡Hoy nada de chicos!- exclamó ella con su habitual alegría. Cogió su bolso y enseñó su tarjeta de crédito.

Cassandra sonrió ampliamente y cogió la suya, regalada por Bella. Salieron de su casa cogidas de la mano.

Cinco minutos después aproximadamente, alguien llamó al timbre.

-Voy yo- dijo Marcos mientras dejaba una caja de cartón encima de la mesa. Bella, a su lado, que limpiaba la encimera de la cocina con una bayeta asintió. Él se dirigió a la puerta y al abrirla vio a la persona menos esperada.

-Eh... Hola, ¿está tu hermana? Me enteré lo de... Ya sabes- la chica frunció el ceño.

Marcos parpadeó, ¿verdaderamente estaba ella o era un sueño?

-Cuánto tiempo...

-No he venido para hablar contigo, sino con Cassandra- espetó Guiomar.

-No está aquí- Bella se asomó al marco de la puerta. El chico agachó la cabeza y puso una mueca, después de mucho tiempo sin ver a... Su amiga, le apetecía hablar con ella.

-Oh, bueno. Pues me marcho, dile que se mejore- se despidió ésta.

Marcos la vio alejarse. No, no podía dejar escapar su oportunidad... Al sobrepasar los cinco metros de distancia, el joven gritó:

-¡Espera!

La interpelada se giró, asombrada y se acercó de nuevo. Bella, detrás de él, suspiró y puso los ojos en blanco.

-¿Qué?- contestó la muchacha.

-¿No estabas en Italia? Justin me dijo que...

-Acabo de volver- intentó sonreír para no llorar.

-Me he enterado lo de tu mejor amiga. Lo siento.

Guiomar apretó los labios tan fuertemente que saboreó el amargo sabor de la sangre. Dejó de morder y aguantó las lágrimas que la amenazaban por salir. Sintió unos brazos alrededor de su cuerpo y en un acto reflejo se soltó.

-Yo... Adiós Marcos.

Esta vez Guiomar sí se fue, pero corriendo. En un minuto ya había cruzado el bosque hasta llegar a su casa. Marcos frunció los labios y cerró la puerta.

Bella estaba enfrente de él. Le miró a los ojos y negó con la cabeza, dolida. Acto seguido se fue corriendo a su habitación con lágrimas en los ojos, tal y como lo había hecho Guiomar.


jueves, 13 de febrero de 2014

70- No puedo con tanto secretismo.



-¿Si?- respondió Liam a la llamada, un poco molesto.

-Liam- contestó una voz sin rastro de alegría en el otro lado de la línea.

-¿Harry? ¿Ha pasado algo?- estaba tremendamente preocupado y su mano empezó a temblar. La única vez que escuchó aquella voz vacía fue cuando su mejor amigo acababa de romper con Em. Estaba devastado, destrozado y se consumía en la tristeza, como ahora. ¿Y si habían roto de nuevo? No podía ser, pensó, la pareja estaba en su momento más feliz- Harry, responde.

Le escuchó titubear.

-Liam…

-Di, Harry.

-¿Qué pasa? ¿Quién es?- inquirió Marii. Se frotó los brazos. Estaban en el bosque de noche y empezaba a hacer frío.


Liam hizo un ademán con la mano, diciendo que no pasaba nada y le preguntó de nuevo a Harry. La respuesta duró varios segundos y mientras se produjo ese silencio, Liam sintió, por primera vez desde que había llegado a aquel bosque con su amada, miedo. No por Harry, sino, por el bosque en el que se encontraban ellos dos. Era de noche y los búhos empezaron a lanzar voces escalofriantes.

-Anna ha muerto.

                                                                                          ~~~

Entró como una bala al hospital y se asustó aún más.

En la entraba estaba atestada de personas con batas blancas, que supuso que eran doctores o algo por el estilo. Todos atendían a personas. En la esquina, uno de ellos abrazaba a una señora cuarentona que chillaba con dolor "mi hijo, mi hijo". Apartó la mirada de aquella escena horrible y se fijó en una de las sillas, donde una doctora atendía a un joven con una herida en el ojo. En una puerta que había en el lateral izquierdo salía una madre con semblante triste mientras acunaba a una niña pequeña que lloraba. Aquello la hizo destrozar aún más y cuando creía que no podía más, un doctor cruzó rápidamente, casi chocándose con ella, con una camilla donde se encontraba un señor con el rostro quemado.

-Helena.

Su novio entró detrás de ella y la agarró por los brazos.


La muchacha rompió a llorar y escondió su cabeza en el pecho de Justin. Al chico se le partió el corazón tras escuchar el llanto lleno de dolor y furia de su novia.

-Helena, va a estar bien. Vayamos a la recepción.


-No quiero- gimió ella, aún con la cara escondida- no quiero ver cómo se muere.

Al joven se le contrajo la cara y aguantó las ganas de llorar para no empeorar a Helena.

-Ella va a estar bien. Ya verás.

Aunque verdaderamente, no lo creía.

El chico la tomó del brazo y la animó a caminar. La pareja se acercaron a la recepción. Helena todavía tenía la cara húmeda y no podía hablar así que Justin fue el que comentó:

-Cassandra Anderson.

La recepcionista, una mujer de unos sesenta años de edad con unas gafas de pastas de color azul tecleó en su ordenador.

-Habitación 113.

Helena masculló un “gracias” inteligible y los dos llegaron a la dicha habitación en un pis pás.

-No se puede entrar- les bloqueó un enfermero en la puerta de la habitación. Helena estiró su cuello para ver el estado de Cassandra. No pudo llegar a verla y se llevó una gran decepción, aún tenía el corazón encogido.

El enfermero cerró la puerta tras sí y a Helena se le agotaron todas sus esperanzas.

-Por favor- suplicó su novio tras ver el estado de la muchacha.

-Están operándola. Tienen que hacer un lavado. Se tragó muchas pastillas- les explicó el chico.

Helena se sorbió los mocos y preguntó, con la voz quebrada:


-¿Qué tal está ella? ¿Lo superará?

-No lo sabemos. La acaban de traer- contestó él, sin piedad ni compasión- muchos jóvenes se suicidan hoy en día tomándose pastillas y sólo sobreviven el 30%.

La muchacha rompió a llorar y abrazó a Justin de nuevo, sollozando sin parar. El enfermero les miró con lástima y se fue.

-¿Dónde está su hermano?- preguntó Justin.

Helena se soltó del abrazo y miró alrededor, temblando de pies a cabeza. El pasillo del hospital, estaba atestado de personas: algunas lloraban, otras estaban pensativas y una parte reían por la buena noticia que les acababan de dar. Ojalá ella fuera una de esas personas.

-Ahí está.

Marcos estaba sentado en una silla. Al lado de él, se encontraba Bella que no le paraba de hablar. Él no la escuchaba, guardaba silencio, con la cara cubierta de lágrimas.

-Se recuperará, ya verás. Le sacarán todas las pastillas que tiene en el estómago- oía Helena decir a Bella.

Marcos levantó la cabeza al oír los pasos de Helena. Justin caminó detrás de ella, sintiéndose fuera de lugar.

-Helena- susurró él aliviado a la vez que se levantaba. Se abrazaron.

-Cassandra estará bien- le reconfortó ella. Notó cómo Marcos negaba con la cabeza.

-Ha sido mi culpa- empezó a llorar de nuevo con la cara contraída de dolor y angustia- no estuve con ella cuando me necesitaba.

Bella y Justin se mantuvieron al margen mientras que Helena y Marcos intercambiaban palabras y se abrazaban continuamente.

-Familiares de Cassandra Anderson- anunció otro hombre en el pasillo.

Los cuatro se levantaron de las sillas de golpe y se acercaron al señor, que sostenía una hoja de papel.

-¿Cómo está mi hermana?- medio gritó Marcos, temblando.

-Le han tenido que hacer un lavado en el estómago y…

-Eso ya lo sé- atacó Marcos- sólo quiero saber cómo está mi hermana.

Helena agarró la mano de su novio fuertemente y con la otra mano acarició la espalda de Marcos. Bella frunció el ceño, impaciente, ¡¿por qué el doctor tardaba tanto en responder a la maldita pregunta?!

El doctor levantó su cabeza tras leer la hoja que sostenía y miró a Marcos.

                                                                             ~~~


He estado fuera durante mucho tiempo. Pero creo que tengo todo lo que necesito. He dado vueltas a las páginas. He escrito en mi memoria. Me siento como si estuviese soñando. Oh sé, que nunca voy a dejarlo todo. No, no me iré de aquí
- susurró Harry su solo de Don’t forget where you belong.


-¡Aquí estoy!- chilló Emma entrando en el salón y tirándose en el sofá donde estaba Harry. Olía a coco y tenía el pelo húmedo- he oído mi móvil mientras me duchaba.

Harry la miró. Ella sonreía pero al verle, se desvaneció.

-¿Harry? Tienes muy mal aspecto…- le dijo a él mientras le tocaba sus ojos y le acariciaba la cara con dulzura- ¿has llorado?

Él apartó sus manos de la cara y miró a otro lado. No podía decirle que había muerto su mejor amiga, no cuando ella estaba en Holmes Chapel con él.

-Te llamó Zac- respondió, sin mirarla.

Ella frunció el ceño y le agarró la barbilla para obligarle a que la mirase directamente a los ojos.

-¿Qué dijo?

El labio de Harry temblaba. Intentó disimularlo pero no valió la pena.

-Te llamó para decirte que…- tragó saliva y se frotó los ojos. Emma ladeó la cabeza, preocupada. Aquel comportamiento no era usual en Harry. ¿Qué había pasado?- quería saber qué tal estabas.

La había mentido. Otra vez.

-¿Ah sí?- se extrañó ella. Se dijo que era mentira, ya que Zac jamás la llamaba y mucho menos para preguntarle aquello. Pero, ¿por qué mentiría Harry? No era la primera vez, pero no encontraba verdaderos motivos para mentirla así que pasó del tema. No debería rallarse- nunca me había llamado anteriormente. ¿Y qué le respondiste?

-Le dije que estabas muy bien y colgué.

Ella empezó a reírse. Ahora lo entendía más o menos.

-¿Y por qué esa cara?- le preguntó ella.

Justamente, la imagen de una cara juguetona de Anna le vino en mente.

Harry titubeó. ¿Ahora qué le diría? Ella aún mantenía su sonrisa picarona y no quería arruinarlo con una frase. “Anna está muerta”. No podía hacerlo, no él. No le podía decir a su propia novia que acababa de morir inesperadamente su mejor amiga.

No en este momento porque ni él se lo podía creer. Tardaría varios días en asimilarlo. Quizá semanas.

-¡Ya sé!- saltó Emma- ¡Estás celoso de que me haya llamado Zac!

¿Qué?, formuló su pregunta en mente. De pronto se acordó de que Zac estaba secretamente enamorado de su novia. Asintió la cabeza para seguirle el juego aliviado. 

Estaba salvado, de momento.

Su novia rió y le abrazó cariñosamente mientras le daba golpecitos en el pecho.

-Sabes que yo sólo te quiero a ti- murmuró ella con una alumbrante sonrisa.

Harry la apretó fuertemente entre sus brazos. No podía hacerla llorar.

-Yo también te quiero, pase lo que pase.


                                                                                   ~~~


Zayn llegó a la casa de Niall tan pronto como pudo. Le abrió Belén. Ella tenía los ojos rojos y Zayn empezó a asustarse.

Sabía que algo malo acababa de pasar. Varios minutos antes Niall le llamó de nuevo. Tan sólo dijo "ven a mi casa" y Zayn entendió de que tenían que hablar seriamente.

Oyó que alguien arrastraba los pies y zapatos que rechinaban el suelo. Un golpe sordo.

-¡No!

Y, después, un gemido que le heló la sangre y le puso los pelos de punta. Apartó la puerta de un empujón y entró corriendo a la mansión. Se acercó al sonido poco a poco.

 Un grito así debería de salirse del fondo del estómago y extenderse por cada centímetro de su cuerpo. Era doloroso oírlo.

-Guiomar, no llores, por favor…- oyó que susurraba Niall.

Por fin les localizó. Todos estaban en el salón: Niall, Marii, Liam, Bambi, Guiomar, Louis y Hayley. Belén entró detrás de él.

-¿Qué ha pasado?- gritó Zayn realmente asustado.

Se temió lo peor. ¿Le había pasado algo a Harry?  ¿O a Emma? ¿A los dos? ¿Un accidente?

Niall le había llamado sin explicaciones. Zayn se había perdido en un momento y se sentía fuera de lugar. Todos estaban llorando menos él, ¿qué coño había pasado?

-¡No puede ser!- gritó Guiomar en el suelo. Niall estaba acurrucado junto a ella. 

Zayn comprendió de que el grito era de Guiomar. Se sorprendió visiblemente, ella nunca mostraba debilidad y jamás había oído semejante grito por parte de ella. La había visto llorar pocas veces, pero jamás así.


Hayley lloraba en brazos de Louis mientras negaba con la cabeza continuamente. A Bambi se le escaparon varios llantos mientras respiraba por la boca, no paraba de mirar a la ventana, concretamente, a la luna. Liam estaba de pie, caminando de un lado a otro, con la cara llena de lágrimas. Marii estaba sentada, tapándose la boca con ambas manos mientras que varias lágrimas caían y se hundían en la mano.

Guiomar lloraba sin parar en el suelo. Niall la sostenía en sus brazos mientras le acariciaba su pelo. Él también lloraba, pero en silencio.

Por instinto, Zayn abrazó a Bambi que apenas podía respirar.

-Respira… Respira hondo. Vamos, Bambi- la susurró en el oído.

-No puedo- gritó ella mientras se lanzaba a sus brazos. Se le escapó unos cuantos llantos más- no ha podido suceder.

-¿Alguien me puede explicar lo que está pasando?

Bambi cerró los ojos mientras varias lágrimas caían por su mejilla. Por una vez, estaba tranquila en el pecho de Zayn.

-Anna ha muerto.

Volvió a llorar tras soltar semejante noticia. A Zayn se le heló la sangre.

Sintió un cosquilleo raro en el estómago que se subía lentamente a su pecho. Y después, sin esperarlo, una paliza de la realidad le azotó en toda la cara.

-¡Anna no puede estar muerta!- gritó Hayley llena de dolor. A Louis se le escapó otra lágrima más mientras que los dos se abrazaban.

Niall acallaba a Guiomar mientras la acunaba. Los llantos de ella cada vez eran más silenciosos.

-Ha sido culpa mía- afirmó Liam.

Marii se levantó del sillón, sabiendo que se culparía a sí mismo de un momento a otro. Se acercó a él y le abrazó.

-No ha sido tu culpa, no Liam.

-¿Por qué iba a ser tu culpa?- masculló Louis con la voz quebrada, abrazando fuertemente a Hayley.

-Anna vino anteayer a Inglaterra- confesó Marii, mirando a Liam. Él asintió lentamente, sabía que se ganaría una buena bronca por parte de sus amigos pero no le importaba. Ya no.

-¿Qué?- escupió Guiomar, incrédula.

Se zafó del abrazó de Niall con brutalidad y se levantó para acercarse a Liam y Marii.

-Le pedí una cita…- farfulló el cantante entre lágrimas- sólo quería saber a quién quería.

Guiomar se quedó en silencio tras escuchar las palabras de Liam. No hacía falta que él la explicara más porque ya sabía lo que había ocurrido.

-¡Hijo de la gran puta!- explotó ella, lanzándose a él. Y no precisamente para abrazarle.

Le propinó un sonoro puñetazo. Guiomar le había pegado con todas sus fuerzas, desprendiendo así su rabia y dolor. Había perdido a una persona muy querida y ya no podía recuperarla. Marii chilló al ver a Liam sangrando. Todos se levantaron rápidamente para parar a Guiomar, que seguía pegando a Liam como una loca.

-¡Asesino! ¡Tú eres… un asesino!- lloró ella mientras que Zayn la apartó de su amigo de un empujón. A continuación, Louis la sujetó para alejarla de Liam- ¡Mira que estupidez has cometido! ¡Y ya no hay vuelta atrás! ¡Anna está muerta por tu culpa! ¡Está muerta y ya no puedes evitarlo!

-¡No es culpa de nadie! ¡A Anna no le gustaría ver esto!- gritó Louis, colocando a su amiga contra la pared.

-¡Anna ya no puede ver nada! ¡Está muerta, Louis, muerta! ¡Ya no siente, ya no se mueve, jamás podremos volver a escuchar su voz!

Todos se quedaron en silencio. Aquella frase fue como una jarra de agua fría. Era la triste realidad y ellos aún lo habían asimilado. Bambi se dejó caer en el sillón de nuevo para seguir lamentando su pérdida.



A Liam se le contrajo la cara. Marii le limpió toda la sangre, pero a él ya no le importaba el escozor que sentía en la parte inferior de la nariz, si no, el dolor de las palabras de su amiga.

-¿Estás bien, Liam?- preguntó Niall tristemente, rompiendo el silencio, acercándose a él. El rubio tenía ojeras de tanto llorar.

Liam asintió con la cabeza. Aunque, como bien sabían todos, no era verdad.

Hoedown Throwdown de Miley Cyrus sonaba en todo el salón, empezando por un "bum, bum, clap, clap" muy marchoso. Todos pusieron mala cara.

Zayn se dio cuenta de que era su móvil, alguien le estaba llamando. Tanteó su bolsillo y lo sacó.

-¿Quién es?- descolgó él.

Nadie le prestaba atención. Ahora todos estaban en su mundo.

-No te entiendo, Harry.

Guiomar salió de su trance y escuchó atentamente la conversación de Zayn.

-Lo sé- suspiró el moreno.

Guiomar se levantó de su sitio y le quitó el teléfono de sus manos. Zayn gritó, molesto. Guiomar no le hizo caso y se encerró en una habitación con el móvil de Zayn en la mano.

-Harry. Harry.

-Guiomar. Oh, Guiomar, no sabes cuánto lo siento. Me gustaría estar ahí con vosotros, contigo.

-Harry, eso no importa- ahogó un llanto y cerró los ojos- por favor, hazme un favor.

-Lo que quieras, Guiomar.

Cerró los ojos. Todo se le acumulaba. Primero la decepción que sintió al enterarse de la traición de Marcos y ahora esto... ¿Por qué a ella? ¿Es que había sido tan mala que Dios tenía la necesidad de castigarla cruelmente? Se dijo a sí misma que eso no podía ser porque Anna había salido peor parada y ella no había hecho nada.

-¿Emma lo sabe?

Le escuchó tragar saliva.

-No. Yo no quiero…

-No se lo digas por nada del mundo- dijo ésta, interrumpiendo a Harry. El alivio se extendió por su cuerpo, Emma todavía no lo sabía... Conocía muy bien a su amiga y sabía que recorrería el mundo por cualquier tontería. Aunque aquello no era ninguna tontería- no se lo digas, Harry. Lo pasará muy mal. Acaba de superar el cáncer y no debe…- empezó a llorar, recordando las imágenes de la cara dañada de Emma en una de las camillas del hospital. Daría lo que fuera para no volver a verla así- no quiero saber ni cómo reaccionará. Por favor, Harry.

-No se lo diré. No por el momento.

Guiomar se sorbió los mocos y asintió, era lo mejor.

-Guiomar.

-Dime, Harry.

-¿Tú que tal estás?

Guiomar empezó a llorar. Intentó ahogar sus llantos. Se limpió las lágrimas y se obligó a sonreír. Anna había tomado su decisión, había preferido morir en vez de seguir viviendo entre ellos. Si Anna lo había querido, si Anna verdaderamente había vomitado toda aquella comida... Seguramente quería estar en paz en el cielo. Guiomar sabía que su amiga italiana jamás dejaría de observarles desde el cielo. Nunca había creído en Dios, durante toda su vida se había pasado riéndose de los creyentes pero ahora... Otra lágrima más salió. Dios, ¿cuándo parará? ¿Es que las lágrimas nunca acabarían? ¡Se iba a deshidratar si siguiera así!

-¿Estás llorando?- preguntó una voz apagada.

-No.

-¿Estás mintiendo?

Guiomar se limpió las lágrimas de los ojos y sonrió.

-Sí.

-Cuéntame.

-Estoy mal, Harry. Muy mal- confesó ella- acabo de pegar a Liam.

Escuchó una risa amarga por parte de Harry.

-¿Sangró?

-Sí.

-Buen puñetazo- bromeó su mejor amigo.

Guiomar sonrió de nuevo, aunque varias lágrimas más se deslizaron por las mejillas. Soltó un bufido.

-Ojalá estuviera allí para ti- dijo Harry. Después cambió bruscamente de conversación- Emma sospechará de que tardo tanto en el baño. Adiós, Guiomar.

-Harry, mantén la promesa.

Hubo un largo silencio. Guiomar sabía que podía confiar plenamente en su mejor amigo.


-Te lo prometo.

Guiomar mantuvo su sonrisa. Agradeció de todo corazón a Harry y colgó. Se giró para ver a sus amigos y su sonrisa se desvaneció.

                                                                      ~~~

Últimamente me noto muy rara y presiento mi muerte pronto. O a lo mejor es que exagero demasiado, no lo sé.

Mamá, papá si habéis leído esto es que no estoy aquí. No tenéis que llorar, sé que está mal decirlo pero tenéis una boca menos a la que alimentar. Saldréis de esta, estoy segura. Espero que encontréis un nuevo trabajo y tengáis el dinero suficiente para dar lo que Benjamin quiere.
Benjamin, mi tesoro, siento no haber sido una buena hermana. Te abandoné demasiado pronto y quizás cuando seas mayor no me recuerdes. Pero que sepas que siempre estuve ahí para ti. Espero que nunca olvides nuestras tardes viendo Bob Esponja. Nunca dejes de ser un héroe, tú eres mi héroe, mi campeón. Te quiero mucho.
Hayley, Guiomar, Emma… Sólo puedo deciros que lo siento. Lo siento por marcharme tan pronto. Pero no os he abandonado ahora. Os abandoné tiempo atrás, cuando volví a Italia. Chicas, ¿para qué engañarnos? No éramos las mismas amigas, nos prometimos hablar cada día pero… Sólo hablábamos una vez al mes. Lo siento muchísimo chicas, os necesitaba, pero estabais lejos, muy lejos. Emma, acabo de llamarte y me alegro muchísimo de que estés bien. Siempre te deseé lo mejor pero creo que Harry es mucho mejor de lo que siempre deseé para ti. Te lo mereces. Por todo lo que has pasado. Estoy contenta de haber escuchado tu voz por última vez, sonaba feliz. Guiomar, no me he enterado muy bien lo que te traes entre manos con Marcos, tu profesor particular. Nunca me contaste eso, me lo contó Bambi. Espero que sea el chico adecuado para ti. Aunque, según Bambi, él te quiere mucho. Y, bueno, mi Hayley. Te lo ruego, encuentra a tu media naranja. Encuéntralo. Existe.
Chicos, no os conocí mucho. Pero os quiero mucho, siempre os he querido. Cuidad de vuestras novias, os merecen. Sin embargo, a ti, Liam, sí te conocí mucho. Quiero que sepas que no vomité porque no salí elegida. En parte era por ti, después de la mala racha de nuestra separación. Fui muy tonta al haber montado una fiesta. Nunca lo he hecho pero, te pido perdón, Liam. Fue el error más grande que he cometido. Más que lo que acabo de hacer en el baño. Te amé, y lo sigo haciendo. Y, supongo, que en el cielo también lo haré.
Marii, no te sientas culpable. Sólo sé feliz con Liam. Has tenido suerte. Eres una buena chica y te deseo lo mejor.
Bambi. Mi Bambi. Nunca llegué a decírtelo pero eres mi mejor amiga. Lo sabes todo así que discúlpame por este corto mensaje para ti. No te enfades con Zac pero sé tu secreto. Cantas muy bien, lo oí en un CD que guardabas en tu habitación. Ojalá tuviera tiempo para descifrar lo que siento al escuchar tu voz en una canción. Estoy muy orgullosa de ti, por todo lo que hiciste por ellos.
Zac. Hola Zac, no sé porqué, pero algo me dice que tú serás el primero el leer esto, ya que eres el único que está cerca de mí. Entrégaselo a mis amigos, deja que lo lean. Cuídate de ti mismo y no hagas ninguna tontería más. Mi deseo es que te vayas a Inglaterra. Bambi y tú debéis vivir allí y encontrar una universidad. No os quedéis aquí, vuestros verdaderos amigos están allí. Te quiero, eres mi alma gemela, mi mejor amigo.

Una lágrima se cayó sobre el papel.

                                                                          ~~~

Mientras que Harry estaba en el baño, Em llamó a su hermano.

-¿Sí?

-¡Hola Justin!- saludó Emma por teléfono.

-¿Qué tal?

Emma tardó varios segundos en entender la pregunta de su hermano ya que apenas era un susurro. La chica alzó una ceja, eso era impropio de él. ¡Hoy todo el mundo se comportaba raramente con ella! 

-¿Por qué susurras?

-Estoy en un hospital, Emma. Me has pillado en un mal momento- contestó Justin con tranquilidad.

El corazón de Emma empezó a latir a toda velocidad.

-¿Qué? ¿Te ha pasado algo? ¿A mamá? ¡Oh no, Aroa ha vuelto a hacerse daño con sus travesuras!

-No, Emma, no. Estoy aquí por Cass.

-Oh, vale. Está bien- respondió ella, aliviada- espera… ¿Cass? ¿Cassandra Anderson?

-La misma.

Justin empezó a contarle lo ocurrido. Cassandra se había intentado suicidar en su casa, encerrándose en el baño para tragarse varias pastillas hasta el punto de ser mortal. Emma suspiró, ¿qué le había pasado a su antigua enemiga para que tenga la necesidad de suicidarse?

Durante toda su vida, siempre pensó que las pastillas era el mejor remedio para adelgazar, para la ansiedad, para dormir, para no soñar... Pero hasta ahora descubrió que la gente de hoy en día lo usa para no volver a despertar.

-Oh santo bendito. ¿Cómo está ella?

-Mejor. Acaba de venir un doctor a decirnos que sobrevivirá a esto. Le han hecho un lavado en el estómago. La ambulancia llegó a tiempo- le explicó él. Emma escuchó una voz femenina de fondo, supuso que era Helena- oh, me tengo que ir. Se están permitido las visitas.

-Adiós Justin, dale recuerdos de mi parte a Cass.

-Lo haré. Te quiero.

Emma fue la que colgó y se tumbó en el sillón, esperando a Harry. Agradeció a Dios por no haberse llevado a Cassandra, ni a ninguno de sus seres queridos.

-¡Hey, tienes puesta la camiseta de Liam!- exclamó Harry, entrando al salón. Emma dio un salto debido al susto. El chico se colocó al lado de ella y la rodeó el cuello con los brazos.

Harry, por dentro, quería confesarle todo a Emma. Quería llorar y llorar; y consolarla. No podía verla tan inocente, radiante de alegría cuando... Su mejor amiga acababa de morir.

Pensó en si la situación fuera al revés. Si hubiera muerto Liam o alguno de sus otros hermanos y Emma le ocultara el secreto bajo llave... Jamás se lo perdonaría.

Solo esperaba que ella sí le perdonara a él.

Emma miró la ropa que llevaba puesta. Se le había olvidado que se había puesto la camiseta en el que ponía “I love Liam Payne” que le regaló su amigo por su cumpleaños.

-Sí, lo llevaba puesto antes- rió Emma. Se centró en Harry y frunció el ceño: no le prestaba atención, estaba pensando en otra cosa. Pero eso no era lo que le llamó la atención- tienes los ojos rojos.

-Eso no importa.

-Me da la impresión de que es importante, Harry- respondió la chica, fríamente- te conozco.

El chico tragó saliva. Se había prometido a sí mismo no confesar nada a Emma que se le había olvidado ser un buen actor para convencerla.

-¡¡Estaaaaamos en caaaaaaaaasa!!- chilló una chica.

Harry dio un suspiro de alivio. Por primera vez en la vida, agradeció los gritos ensordecedores de Gemma. Le había salvado.

-¿Estamos?- inquirió.

-Allanah también viene, por supuesto- le respondió su hermana entrando en el salón con su amiga. Dejó el bolso en el suelo y se dejó caer en el sillón de al lado. Allanah se quedó de pie.

Gemma estaba agotada por su salida de compras nocturna. Al parecer, Allanah también.

-¿Por qué la necesidad de chillar al entrar?- preguntó Emma.

-Bueno, por si estabais haciendo algo que no quiero ver- dijo ella con indiferencia. Allanah carraspeó y la pareja enrojeció.

-No estábamos haciendo nada- atacó Harry.

-Bueno, hermano, llevo toda una vida viviendo contigo y sé cómo eres.

-¿Qué estás insinuando?

Gemma miró a Allanah de reojo. Emma se encogió, decidió no meterse en la discusión.

-Creo que lo sabes perfectamente- añadió la hermana del cantante.

Harry miró a Gemma. Sus ojos estaban tan inexpresivos que daban miedo. Por primera vez en la vida, a Emma le pareció unos cuantos años más mayor.

-No puedo más- finalizó Harry con la voz rota. Se subió por las escaleras para irse a su cuarto después de mirar a Emma. Una mirada de culpabilidad.

Harry cerró la puerta de su habitación de un portazo y se tiró a la cama. Odiaba a Gemma de todo corazón, le había tenido que recordar por undécima vez lo que pasó con Allanah.

Solo que esta vez delante de Emma.

Y, para rematar, había engañado a la persona que más quería en este mundo. Sabía que era por su bien, pero aún así, cada mentira que decía, más cruel se sentía. Una relación llena de mentiras siempre acababan mal.

Sintió mucha pena. No sólo por Anna, sino, por lo que estaban pasando sus amigos por esos momentos. Cerró los ojos y se preparó para llorar.

-Harry.

Era la voz de su hermana. Se tragó las lágrimas y se cambió de posición, tapándose la cara con la almohada.

-Lárgate.

Gemma estaba en su puerta, en su mirada no había más que arrepentimiento.

-No.

Su hermana se acercó a la cama. Se sentó en ella y acarició la pierna de Harry.

-Guau, estás más cachas que antes.

Su hermano apartó la pierna de un tirón y se levantó de la cama.

-¿Podrías, por una vez, no bromear?

Gemma bajó la cabeza. Ya no había rastro de alegría.

-¿Siempre lo chafo todo, verdad?

Harry la miró. No le daba pena. Su hermana no le daba pena.

-¡Sí!- exclamó realmente cabreado con ella.

-Sabes que no lo hago aposta, Harry. A veces…

-Ahórrate las disculpas. Sólo vete de mi cuarto.

Al ver que Gemma seguía sentada en la cama, Harry se sentó en la silla, de espaldas. No era la primera vez que ella le hacía eso. Siempre le había humillado delante de sus amigos, siempre. Y él, tan ingenuo, la perdonaba siempre. Aquello no podía continuar así.

-Harry, mírame, por favor.

-Gemma, por el amor de Dios, ¡vete!

A Gemma le temblaron los labios. Harry estaba de espaldas, pero ella sabía que estaba sufriendo. Que estaba dolorido. Por su culpa.

-Siempre he tenido miedo de perderte. Siempre lo estropeo. Deberías odiarme.

Harry se mantuvo rígido. No respondió, aunque deseaba decir, con todas sus fuerzas, que la odiaba. Pero sabía que no era verdad. Al fin y al cabo, era su hermana.

-Perdóname.

Harry se dio media vuelta, aún sin mirarla.

-Sé que ser famoso te ha cambiado, Harry. Eres mejor. Te has sentado la cabeza y has visto el mundo.

Él se levantó de la silla y se quedó de pie, mirándola sin piedad. Su hermana se puso blanca como la tiza y empezó a rogarle.

-Lo siento mucho, Harry. Yo…- Gemma estuvo a punto de llorar, pero contuvo las lágrimas- no controlo lo que digo. Lo siento, tengo mucho miedo de perderte. Eres una de las pocas personas importantes para mí… Y perderte sería…- a Gemma se le formó un nudo en la garganta.

-Gemma...

-Harry. ¡Siempre te he envidiado! Siempre has sido el mejor hermano, el mejor hijo, el mejor en todo- explotó Gemma, al borde de las lágrimas- todos te adoraban. Ahora eres famoso y todo el mundo te quiere... Yo... Yo no quiero perderte Harry porque...

Harry se acercó a ella sin decir palabra y la abrazó. Ella le devolvió el abrazo, compungida.

-No. Me has empujado a dar el paso- susurró él en el oído de Gemma- tengo que contarle a Emma lo que sucedió con Allanah. No más mentiras.

Gemma torció la cabeza a un lado y vió, en la mesilla de noche de Harry, una foto. Una foto de ellos dos juntos. Sonrió.

-Envidia de mí... La que se va a graduar dentro de nada...

Harry se fue de la habitación con paso vacilante, dejando a Gemma sola. Se dirigió a la habitación de Gemma, sabiendo que su novia estaría allí.

Nada más entrar, Emma dejó el libro que se estaba leyendo a un lado y apagó el reproductor de música rápidamente. Harry no conocía la canción que acababa de escuchar, aunque sólo lo escuchó tres segundos... Aquella voz le resultaba vagamente familiar.

-Harry, siento mucho lo que acaba de pasar. Tu hermana parecía verdaderamente arrepentida…

-Lo sé, lo sé- la interrumpió- ¿qué libro te estabas leyendo?

-Oh, el de Crepúsculo- contestó ella, tomando el libro de nuevo para colocar el marcapáginas en el lugar donde había dejado de leer- el que me regaló Marii por mi cumpleaños.

Harry asintió con la cabeza. Tragó saliva y cerró los ojos.

-Emma, tengo que contarte una cosa- fue directo al grano.

-¿Qué cosa?- interrogó ella, muy nerviosa. Se dio cuenta de que Harry movía las manos continuamente.

¿Sería aquella cosa que le hacía llorar a Harry? 

Él se sentó en la cama y dio un golpecito al hueco libre para que se sentara ella. Y así fue.

-Sé que sabes que ha pasado algo entre Allanah y yo- susurró él- y sé que sabes que no es mi prima.

Emma se revolvió en el sitio, emocionada. Por fin. Por fin, Harry le contaría la verdad. En vez de estar enfadada, estaba conmocionada.

-No quiero que pienses… Que pienses que te haría lo mismo. Ese Harry ya no existe, te lo prometo.

Emma frunció el ceño. ¿Qué quería decir?

-Verás, yo… Hubo un tiempo en el que me acostaba con todas las chicas del pueblo. Fue antes de ser famoso, claro. Era avaricioso y un estúpido cretino, un creído. No sé porqué, pero las chicas veían algo en mí y todas cayeron en mis redes. Allanah fue una de ellas.

Los labios de Emma formaron una “O” y le empezaron a escocer los ojos. Sabía que Harry no era virgen y que se había acostado con varias chicas anteriormente pero nunca pensó… esto.

Entonces, Harry sí fue un mujeriego una vez. La prensa tenía razón.

Harry supo lo que estaba pensando Emma y sentió una opresión en el pecho.

-Me temía la reacción que tienes ahora- él bajó la cabeza.

Emma salió de su trance. Sabía que Harry se estaba disculpando y lo único que hacía era afectarle aún más. Aguantó las lágrimas que le amenazaban por salir y tomó el mentón de su novio para que la mirara a los ojos.

-Siento haberte mentido, Emma. No quería perderte, sin ti… Mi vida ya no tendría sentido- Emma esbozó una sonrisa al oír las palabras de Harry- te juro que cuando me acostaba en la cama cada noche… No paraba de sentirme culpable por haberte mentido- los ojos azulados de Emma le miraban con una intensidad... que tuvo la necesidad de cerrar los suyos. Había contado la mentira que le estuvo persiguiendo los últimos días, pero sabía que le iba a perseguir otra: la muerte de Anna. Empezó a tartamudear, realmente nervioso- Emma, de verdad, tengo miedo de que me dejes y pienses mal de mí. Ya no soy el mismo… yo… jamás te haría algo así. Nunca querría hacerte daño, tú…

Emma apretó sus labios con los suyos con extrema rapidez. No podía ver a Harry así, rogando por una disculpa estúpida. Ella sabía que él no le haría tal cosa.

-Estás perdonado- susurró Emma cerca de sus labios. Sus ojos se encontraron y la joven sonrió- ¿me oyes? No pasa nada.

-Pero te mentí…

-Por miedo a las consecuencias- siguió ella. Apoyó su cabeza en el pecho del joven y le acarició suavemente.

-Te amo.

Emma se estremeció al escuchar las dos simples palabras. No era la primera vez que oía esa frase, pero siempre sentía escalofríos.

Emma levantó la cabeza y le besó, con las manos en su pecho. Ambos se pusieron de rodillas en la cama. Harry puso sus manos en la cadera de la chica y…

-¡Que me haya disculpado de ti no quiere decir que lo tengáis que hacer en mi cama!

No era Emma. No era Harry. Era Gemma, gritando desde el pasillo.

Emma se apartó de él, riéndose y se levantó de la cama.

-Tu hermana tiene razón.

Harry puso los ojos en blanco.

-Vayamos de paseo. Holmes Chapel de noche es muy bonita- inquirió Harry.

Emma le sonrió y Harry se dio la vuelta. Aún se sentía culpable, ¿debería decírselo? No la podía ver destrozada y, además de eso, rompería la promesa que le había hecho a Guiomar. Si se lo contara a Em, estaría engañando a su propia mejor amiga, que además, también era la de Emma.




                                                                               ~~~


Con la cara empapada, Zac le contó con detalles la muerte de Anna en cámara.

-Aún no me lo creo- gimió Bambi, limpiando su cara. Ella, al igual que su primo, tenía la cara llena de lágrimas.

Niall, que estaba a su lado, la abrazó. Zac quiso hacer lo mismo, pero tenía que limitarse a estar de brazos cruzados, pues, estaba muy lejos de su prima aunque la cámara le demostraba lo contrario.

-Dentro de dos días es el funeral- susurró Zac. Bambi se soltó del abrazo y le miró- y os tengo que entregar una cosa a todos.

Zac agarró fuertemente la hoja de papel en el que había escrito Anna sus últimas palabras. Bambi y Niall no lo notaron, pues, la pantallita del ordenador no les mostraba todo el campo de visión.

A Bambi se le formó un nudo en la garganta. Había estado lamentándose de la muerte de Anna que ni se había acordado del funeral.

-Iremos- afirmó Niall.

-Me imagino lo mal que estarán todas…- dijo Zac, bajando la cabeza. Anna fue su mejor amiga, pero las chicas la conocían desde hacía más tiempo.

Bambi y Niall se miraron.

-Emma no lo sabe aún- respondió el cantante.

-¿Cómo?

-Zac… Ella está en Holmes Chapel con su nov… Harry- rectificó Bambi. No quería seguir recordándole su amor no correspondido.

-¡Ella debería saberlo!- gritó él, fuera de sí.

-Lo sabrá- se adelantó Niall, con voz calmada.

Zac hizo un puño con las manos. Cerró los ojos y dejó que más lágrimas pasearan por su mejilla.

-Es tarde, Zac. Son las dos de la mañana, debemos descansar- repuso Niall.

Los dos primos se miraron y, en silencio, compartieron su tristeza. Anna fue la persona que los había unido y, actualmente, ella no existía.

                                                                                 ~~~


Marcos tomó la mano de su hermana con fuerza. Helena, en cambio, se tiró encima de ella (que estaba tumbada en la camilla, consciente) con delicadeza.

-Cass, Cass, Cass…- gimoteó su amiga. Era muy de noche y seguramente sus padres estarían preocupándose de su desaparición, pero a ella no le importaba eso ahora. Cassandra era la única persona a quien quería ver.

La interpelada no podía hablar demasiado, todo su cuerpo estaba dormido y se sentía sin fuerzas. Miró alrededor: estaban Marcos, Helena, Justin y Bella. Aunque esquivaron las miradas de todos.

El mundo no había acabado aún para ella.

-No lo vuelvas a hacer, Cassandra. Me asustaste muchísimo- ahora fue Marcos quien la abrazó y la chica se apartó.

-¡Cassandra, si te sentías mal, podrías haberme avisado!

La rubia intentó mover su mano para acariciar la piel de su mejor amiga. La sentía, estaba viva, y no era ningún sueño.

Helena la sonrió con afecto y tocó la mejilla de su mejor amiga.

Ella, movió la cabeza lentamente y vio el rostro de su hermano.

-Marcos…- intentó disculparse pero le fallaba la fuerza.

-No digas nada- susurró él en su oído- lo importante es que estás bien. No me dejes de nuevo.

Ella trató de sonreír pero no lo logró, le dolía cada músculo del cuerpo. Hizo caso omiso al dolor y se sentó en la camilla. Puso una mueca y todos los presentes se acercaron a ella, preocupados.

-Lo siento- masculló ella con la fuerza que le quedaba. Dejó caer su cuerpo para posarse en el pecho de Marcos. Él la estrechó con fuerza, tenía miedo de perder a la persona que más quería en el mundo y Cass le devolvió el abrazo.

                                                                                 ~~~

De: Emma.  Para: Guiomar.  Hora: 02:42
Si estas despierta, abre skype

Como era de esperar, en menos de un minuto, su mejor amiga abrió el skype.

Emma sonrió al ver el icono de Guiomar: salían ellas dos con caras extremadamente épicas. Esa foto fue tomada por Anna el año pasado, cuando aún no conocían a los chicos.

-¡Hola!

Emma desvió su mirada del perfil a la pantallita: en ella salían Guiomar y Hayley sonriendo, aunque sus aspectos mostraban lo contrario. Emma se alegró de que Hayley estuviera allí, a ella también le apetecía verla.

-¡Chicas!- saludó Emma con una inmensa alegría- ¿qué tal estáis?

-Oh, hablemos de ti- bromeó Guiomar- ¿qué tal la luna de miel?

Emma empezó a reírse, se sentía bien bromear con sus mejores amigas.

-Bueno, ¿cuál es el motivo de tu llamada?- preguntó Hay.

Emma se puso algo más seria y miró a sus amigas. Ellas se miraron de reojo, ¿sospecharía Em de la muerte de Anna?

-Llamé a Justin y me contó que estaba en el hospital acompañando a Helena porque Cass intentó suicidarse.

-¿Qué?- soltó Guiomar.

-Sí, por eso te he llamado. Deberías hablar con…

-No- Guiomar negó rotundamente. Hayley la miró con pena.

-¿Por qué?

A Guiomar se le olvidó completamente que Emma también ignoraba todo lo que pasó con Marcos y Bella. Hayley le dio un codazo disimulado en las costillas y Guiomar sonrió.

-Quería decir que sí. Sí, iré a visitarle por la mañana- se excusó Guiomar. Hayley le siguió la corriente asintiendo con la cabeza- me pregunto cómo se sentiría Marcos… Oh, pobre.

Lo cierto es que no sentía ninguna pena por él, sino, por Cassandra.

Emma alzó una ceja. Iba a replicar algo cuando…

-¿Sabes qué? ¡He recibido la beca para la universidad Sheffield oficialmente!

Hayley consiguió su propósito: distraer a Emma. Pues, empezó a felicitarla y darle la enhorabuena.

Emma y Guiomar no consiguieron la beca así que tenían que pagar de su bolsillo, bueno, en el caso de Emma, del bolsillo de Harry.

-Cuéntame qué habéis hecho allí- dijo Hayley, evitando tantas enhorabuenas.

-Síiii, ¿alguna novedad que deba saber?- preguntó Guiomar con una sonrisa picarona.

-Si te refieres a que Harry y yo nos hemos acostado de nuevo, sí- sonrió ella.

-¿Quéeee? Wooow, cuenta cuenta- empezaron las otras dos.

Emma les relató la noche anterior de su marcha a Holmes Chapel. Quitando algunos detalles, claro.

-Ohh, que bonito- Hayley y Guiomar se esforzaron por poner las mejores de sus sonrisas.

-¿Y vosotras? ¿Algún chico?- Emma subió y bajó las cejas.

-No, qué va- negaron las dos.

-¡Venga ya!- rió Emma.

Alguien llamó a la puerta, Emma se dio la vuelta y murmuró un “adelante”.

-¿Qué haces?- preguntó Harry al entrar al cuarto.

Emma se apartó, mostrándole el ordenador. Harry se puso tenso, ¿Emma notó algo…? Pero vio que Guiomar negaba imperceptiblemente.

-¡Hola, Harry!- sobreactuó Hayley. Guiomar se limitó a saludarle con la mano.

Estuvieron hablando durante un buen rato los cuatro. Entre bromas, risas y recuerdos, Emma se retiró un momento para tomarse un vaso de leche.

-¿Ha sospechado algo?- preguntó Hayley.

-No, creo que no- negó Harry susurrando por si la oía Emma.

-Emma no es tonta- respondió Guiomar- creo que sí que se ha dado cuenta.

Harry les explicó, resumidamente, lo que pasó con Allanah y la reacción de Em.

-Bueno, eso sirvió de distracción- afirmó Hay.

-¿Estáis seguras de que Emma no notó nada al hablar con vosotras?

-Dime Harry, ¿parecemos tristes?- inquirió Hayley. Las dos amigas sonrieron falsamente, mostrando sus dientes.

La verdad es que actuaban pésimamente. Guiomar tenía ojeras de tanto llorar y Hayley aún tenía marcas de haber llorado.

-Muy buenas actrices- respondió, sarcástico.

-Vale, Harry. Ella no tiene que enterarse de nada, tu actúa como si nada hubiera pasado y…

Pero un ruido de cristales rotos interrumpió a Hayley. Emma estaba en el umbral de la puerta, con la taza del colacao en el suelo.

-¿Qué es lo que me estáis ocultando?

Harry tragó saliva y empezó a sudar, nervioso, no por el hecho de que Emma se iba a enfadar con él por haberla engañado, sino… Por su segura pena infinita que sentiría al enterarse un día después de la muerte de una de sus mejores amigas y haber sido engañada por su novio y sus mejores amigos.

A continuación, miró a Guiomar a los ojos. Para su sorpresa, Hayley hizo lo mismo. Guiomar cerró los ojos con tanta presión acumulada.