viernes, 27 de marzo de 2015

96- Dieciocho años después.

Transcurrieron dieciocho años desde el concierto de One Direction. La gente había cambiado. Habían crecido, habían madurado y habían afrontado cualquier obstáculo que Dios les había propuesto. Habían tenido que vivir el día a día.

Emma Smith había cumplido su sueño de ser escritora. Terminó la carrera Escritura Creativa con veinticinco años y desde entonces trabajó en una novela basada en su vida y en la de sus amigas durante diez años ya que le costó muchísimo escribir algunas escenas, como la muerte de Anna y Elisabeth o el cáncer de riñón que padeció. Con tan solo 35 años, diecisiete años después, lanzó la novela titulada “Lo que en un minuto podría cambiar”. Había sido un éxito rotundo e incluso se convirtió en un bestseller. Más tarde, donó gran parte del dinero a las asociaciones de ayuda a los niños con cáncer para ofrecerles operaciones, tratamientos e incluso pelucas gratis. Había invertido muchísimo dinero y se había convertido en la principal donante de niños con cáncer. Con frecuencia, acudía a hospitales para mostrarles su apoyo y charlar con los niños enfermos. A los veinte años se había casado con Harry Styles, con el que había tenido cuatro hijos.

Guiomar Brandon había llegado a ser abogada. Tenía una gran labia para hablar en la Tribuna y convencer al jurado; pronto se convirtió en una abogada popular y conocida por mucha gente. Hacía un gran equipo junto con el policía Avon para investigar casos y, finalmente, acabó enamorándose de él a pesar de que se llevaban cinco años. A los veintiocho años, nueve años después, se casó con él. Walter y Guiomar tuvieron una hija. Amaba a Walter con toda su alma pero en un rinconcito de su corazón se situaba Marcos.

Hayley Lekker había encontrado el amor con su compañero Garrett Woods. Se hicieron novios un mes después del concierto pero su noviazgo se vio fragmentado después de tres años. Ambos habían seguido sus propios caminos pero olvidaron una cosa: el mundo era redondo por lo que, siete años después, volvieron a reencontrarse y se enamoraron de nuevo, esta vez, siendo el amor más maduro y formal. Cuando cumplieron los treinta años, se casaron. Hayley llegó a ser geóloga, su afición.

Bambi lo Blue tuvo un gran éxito como cantante. Al principio, Harry Styles, su mejor amigo, le daba clases de guitarra y canto. Durante tres años practicando y desarrollando su voz, Bambi se convirtió en la telonera de One Direction, que fue el detonante para alcanzar la fama. Consiguió su propia carrera de cantante pop y triunfó. Pero en cuanto al amor no había tenido demasiada suerte. Bambi tuvo unos cuantos novios y rolletes pero ninguno de ellos había llegado a tocar su corazón. Su relación con su primo Zac no volvió a ser la misma desde que él se mudó a Italia y cuando alcanzó la fama, Bambi no volvió a saber nada de él.

Belén Smith se convirtió en otra persona. Ya no era la chica pesimista y cerrada a causa de su sordera. Ya no. Fue una gran defensora de sordos y ayudó a muchísimos niños africanos a conseguir implantes y audífonos. Creó eventos y cadenas para denunciar al Estado cosas como la falta de subtítulos en algunas cadenas o la reducción de intérpretes para niños sordos en cuanto a la educación. Se convirtió en una figura importante en la comunidad sorda. A los veintiún años contrajo matrimonio con Niall Horan y al año siguiente tuvo a la primera de sus dos hijas.

Nicole Ellis no consiguió terminar la universidad pero no se rindió. Con sus habilidades con la ropa y el maquillaje, logró ser una diseñadora de moda que poco a poco ascendía de categoría hasta fundar su propia marca: “Nicole Ellis”. El nombre estaba lejos de ser original pero tuvo cierto prestigio en las tiendas de Londres. Tuvo una hija con Thomas accidentalmente y seis años después se casaron.

Thomas Wells, siguiendo el ejemplo de Guiomar, se cambió de carrera en el mismo año y cursó Periodismo. Cinco años después, se convirtió en periodista en la sección de deportes. Era un trabajo movidito y siempre tenía que transportarse de un país a otro pero pese a ello, Nicole y él consiguieron conservar su fuerte amor.

Beth Blummer logró ser directora de TVGuide, una cadena de televisión donde antes era tan solo una periodista más. Los primeros años de su matrimonio con Zayn Malik fueron puro sufrimiento. Beth se convirtió en la diana de muchos fans de One Direction por tener un hijo con un miembro del grupo. Se rumoreaba que había tenido un hijo con Zayn a propósito para arruinar la banda del momento y tener a Zayn atado a ella. Beth consiguió salir adelante junto con su marido y después de unos años dejó de ser odiada cuando las directioners se dieron cuenta de que la banda seguía adelante a pesar de que uno de ellos tenía un hijo.

Justin Smith terminó su carrera de Artes y consiguió una plaza como profesor de Dibujo en una escuela. Se casó con Helena Legendre a los veintitrés años. Un año después, tuvieron su primer hijo y la relación se fragmentó un poco. Justin siempre había sido un chico vago e inocente y Helena no sabía cómo cuidar a un niño pequeño por lo que tuvieron algunas dificultades con su primer niño. Juntos, superaron los problemas y aprendieron a madurar y conllevar un matrimonio con hijos. Más tarde, tuvieron otro niño.

Helena Legendre, que estudiaba Artes junto con Justin, logró un puesto en el National Gallery de Londres, el principal museo de artes de todo Reino Unido. Era el guía de los turistas y se encargaba de explicar a los visitantes del museo todo lo que sabía sobre los cuadros. Estuvo en depresión durante un tiempo cuando su matrimonio con Justin no iba nada bien y cuando su mejor amiga Cassandra se marchó de Londres para siempre porque aquel lugar le traía tristes recuerdos sobre su hermano. Se fue a vivir a Islandia, con su padre, donde conoció a un chico y contrajo matrimonio con él. A pesar de vivir a miles de kilómetros, seguían visitándose y mandándose cartas.
 
April Smith estudió la carrera de moda y trabajó en la tienda de marca “Nicole Ellis”. En el trabajo, conoció a otro diseñador de moda, Jordan Carter, del que se enamoró de él y se hicieron novios.

Aroa Smith siempre había estado enamorada del novio de su hermana, Jason. A los dieciséis años, ella le declaró su amor (cuando Jason ya había roto con April) y desde entonces empezaron a salir juntos. Se casó con él a la edad de veinticinco años y tuvieron un hijo juntos.

One Direction nunca dejó de ser una banda. Las directioners habían crecido con ellos y habían madurado y conocido a chicos por lo que la fama de los chicos había disminuido notoriamente. La banda seguía lanzando discos cada dos pares de años aproximadamente ya que los chicos tenían mujeres y niños a los que atender.

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HARRY Y EMMA

    

Julie Styles, 15 años.    |  Nathan Styles, 14 años. | Elisabeth y Anna Styles, 4 años.


WALTER Y GUIOMAR                                                                             
   
Gwendolyn Avon, 8 años.                                                                                



NIALL Y BELÉN

 

 Sofía Horan, 15 años  |  Maura Horan, 9 años.  



 ZAYN Y BETH          

            

Zath Malik, 18 años    |   Aisha Malik, 13 años



THOMAS Y NICOLE




Heaven Wells, 13 años.



 JUSTIN Y HELENA

  

Colin Smith, 13 años      |    Andrew Smith, 4 años



HAYLEY Y GARRETT (sin hijos)  |  BAMBI LO BLUE (sin hijos)  |  LIAM PAYNE (sin hijos)



OTROS


Frankie Thompson, 15 años. Es la mejor amiga de Julie Styles.


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-¡Buenos días, familia!- exclamó Julie entrando en la cocina.

Su madre Emma estaba dando de comer a sus dos hijas mellizas de cuatro años, Anna y Elisabeth Styles. Julie sabía que aquellos dos nombres eran en honor a dos amigas de su madre. Hacía muchos años le dijeron que habían muerto pero nunca le habían contado cómo. Anna y Elisabeth eran tan distintas por fuera pero tan iguales por dentro. Elisabeth había heredado el color del cabello y de los ojos de su madre Emma y mientras que Anna tenía el pelo castaño al igual que Harry pero los ojos marrones. Ambas congeniaban con todo el mundo y saludaban a todas las personas, incluido los paparazzis.

Su hermano mediano, Nathan, estaba dándole vueltas a su colacao algo cabizbajo. Le faltaba muy poco para cumplir los quince. Últimamente había estado muy triste y pensativo y Julie pensaba que era debido a que estaba madurando. El nombre de Nathan también tenía un motivo: era el nombre de un niño muerto que había visto su madre en un cementerio, durante el funeral de un tal Marcos. Emma podía ser a veces tan dramática...

Nathan era la envidia de muchos chicos. Era alto, fuerte, un rostro perfecto con unos dientes blanquísimos y un cuerpo que dejaba muy poco a la imaginación. Tenía el pelo de color castaño claro y los ojos marrones. Pero como todo el mundo bien sabía, nadie era perfecto: Nathan era uno de los más populares del instituto gracias a su prestigiada familia y, por consiguiente, era un mujeriego a la edad de catorce años.

Julie, en cambio, era todo lo contrario a sus hermanos. Ella era tímida y no le gustaba ser el centro de atención por lo que siempre se escaqueaba de las miradas en el instituto. En absoluto aprovechaba la fama de su padre para ser popular. Julie tenía los ojos verdes de Harry y el pelo castaño.

Su padre Harry se encontraba de pie tachando el calendario de la cocina. Julie vio qué día era: 1 de septiembre de 2032. No había coches volando ni robots como imaginaba la gente del pasado. Simplemente aparatos tecnológicos mejores y poco más.

-Veo que te has levantado de buen humor- comentó su padre Harry guardando el rotulador rojo para prepararle el desayuno a su hija mayor. 

-¿A qué se debe?- le preguntó su madre mientras limpiaba la boca manchada de su hermana Anna.

Julie no podía ocultar su amplia sonrisa. Se había levantado media hora antes para vestirse y maquillarse adecuadamente. Era algo inusual en ella pero hoy era un día especial. Se sentó en su asiento habitual y su padre le tendió una taza de colacao. Tenía quince años pero aún no le gustaba el café. Tomó un cruasán de la mesa y lo mordió, saboreándolo.

-A nada- contestó Julie con la boca llena.

Emma frunció el ceño mirándola de arriba abajo.

-No te creo- negó ésta. Julie rodó los ojos, su madre era muy persistente y muy difícil de engañarla- hoy es tu primer día de clases y ya te has vestido. Estás deslumbrante y contenta, hay algo detrás de todo esto.

Julie se encogió de hombros y se comió todo el cruasán. No le apetecía responder a sus padres, si ellos descubrían la causa de su alegría estaba definitivamente muerta.

Rápidamente se acabó el colacao y un cruasán más. Después subió a cepillarse los dientes y, tras coger su mochila en su habitación, bajó de nuevo.

-Me voy al instituto. Hasta luego- se despidió Julie alzando la mano.

-¿Ya? Pero si es pronto- comentó su hermano Nathan desde la cocina, que aún estaba desayunando.

Julie maldijo a su hermano en su fuero interno: siempre la cagaba. Oyó que su madre la llamaba y se asomó a la cocina de nuevo.

-¿Adónde vas tan pronto? Walter y Guiomar van a venir aquí- le dijo ella.

Walter y Guiomar vivían a cinco minutos andando de la casa de los Styles y no eran los únicos. Todos los amigos de su madre vivían cerca y ella podía ir a todas las casas a pie. Vivían en Lostfield, un barrio privilegiado donde sólo había casas grandes y personas adineradas situado en un pueblo de Londres.

Julie adoraba infinitamente a Guiomar. La consideraba como una segunda madre.

-He quedado con Frankie- se limitó a decir Julie y, tras la aprobación de sus padres, se marchó de su casa con la mochila cargada en el hombro.

Frankie era su mejor amiga. Tenía quince años, iba a la misma escuela que ella y también vivía en Lostfield. Frankie era la hija de una antigua amiga de la universidad de su madre, Grace. Grace tuvo un novio en la universidad que la abandonó nada más dejarla embarazada. Frankie era una chica extrovertida y feliz a pesar de haber crecido sin padre.

Grace, teniendo una hija a la que cuidar, luchó día y noche para sacar muy buenas notas en la universidad. Después de eso, se convirtió en una famosa arquitecta por lo que se hizo lo bastante rica para poder comprar una casa en el barrio más rico de todo Londres. Grace siempre le decía que nunca se hubiera esforzado tanto si no hubiera tenido a Frankie.

Julie sintió una punzada de culpabilidad en cuanto vislumbró la casa a la que iba a ir. Había mentido a sus padres: no había quedado con Frankie sino con Zath Malik, el hijo de Zayn y Beth. Ella había estado secretamente enamorada de él desde hacía un par de años hasta que Zath se le declaró un mes antes. Desde entonces, habían estado saliendo en secreto pues sabían que no tendrían la aprobación de sus padres.

En cuanto se plantó en el umbral de la casa de los Malik, se colocó el pelo y comprobó, desde la cámara de su móvil, si lucía bien.

-Estas igual de guapa que siempre, tonta- le dijo una voz y Julie se sobresaltó al girarse y ver a Zath en el umbral de la puerta, apoyado en él. Enrojeció, súbitamente avergonzada.

-Hola, Zath- le saludó ésta como si aquella situación le era indiferente.

Julie se acercó a él y, poniéndose de puntillas, le plantó un beso en los labios. Zath le sonrió (Julie siempre se derretía al ver su sonrisa) y cerró la puerta tras ellos.

-Mis padres no están- anunció él sin borrar su sonrisa- mi madre ha ido a trabajar y mi padre está en la casa de Niall y Belén. Y mi hermana Aisha se quedó a dormir en casa de Heaven.

Aisha Malik y Heaven Wells tenían trece años y eran mejores amigas. Heaven era la única hija de Thomas y Nicole, que pertenecían a la lista de los mejores amigos de su madre.

A Julie el corazón le dio un vuelco en cuanto se dio cuenta del significado de las palabras de Zath. Era la primera vez que se encontraban a solas en una casa puesto que siempre habían quedado en algún lugar del pueblo.

-Vayamos al salón.

Julie le siguió, temblando de pies a cabeza, y ambos se sentaron en el sofá. Para desgracia de ella, Zath empezó a besarla.

Julie le devolvió el beso con fervor sin eliminar aún el miedo que sentía. Le encantaban los besos de Zath, era un chico guapísimo y aún no se creía que se hubiera fijado en ella.

Él era moreno, como su padre Zayn, y sumamente atractivo pero no era como su hermano Nathan. Zath era muy respetuoso con las personas y sobretodo simpático.

El corazón le empezó a palpitar rápidamente cuando Zath colocó una mano en su muslo y empezó a hacer círculos en él. A continuación, Zath se levantó un poco de su asiento sin despegar sus labios de los de ella y Julie tuvo la sensación de que se iba a poner a horcajadas sobre ella.

-Por favor... No- le dijo ella apartándose de él con los labios temblorosos. Tenía miedo de su reacción.

Zath tenía dieciocho años y era todo un experto, había tenido novias con figuras de modelo con anterioridad mientras que Julie sólo tenía quince años y no tenía ni idea de nada relacionado al sexo.

-¿Qué pasa?- se cuestionó él, sorprendido.

Julie cambió de postura en el asiento sin apartar la mirada de Zath.

-Yo no... No estoy preparada para...- tragó saliva. Tenía muchísima vergüenza de admitirlo y pronunciar aquellas palabras. ¿Qué diría Zath de ella? Julie era toda una inexperta.

-¿Para...?- repitió él con las cejas arqueadas, sin entender.

Julie abrió los ojos. Los chicos podían ser tan ingenuos a veces...

-Quiero tomarlo con calma- finalizó ella rápidamente y añadió- no estoy preparada para perder mi...

-¡Jules!- le interrumpió Zath alzando la voz.

Julie sintió una descarga eléctrica cuando Zath pronunció su nombre. Él y su mejor amiga Frankie eran las únicas personas que la nombraban “Jules”. Miró a su novio, que estaba visiblemente horrorizado.

-¿Qué pasa?

-Siento mucho que te hayas sentido así yo no pretendía...- a Zath se le veía nervioso. Se quedó callado durante unos segundos para meditar las próximas palabras. En cuanto abrió la boca, acarició la mejilla de su novia con la mano para tranquilizarla- Jules, hasta que no estés preparada no voy a presionarte. Entiendo que...- Zath la miró de soslayo y dudó si decir lo que pensaba pero lo hizo- seas virgen y tengas miedo.

Julie suspiró de alivio. Era tan afortunada de tener un novio como aquél, que no la obligara a hacer cosas que no quería. No de momento. Pero de pronto frunció el ceño.

-Entonces, ¿por qué te has levantado?- le interrogó ella.

Zath empezó a reírse a carcajadas y Julie arqueó una ceja.

-¡Me estaba doliendo el culo!- acto seguido Zath cogió su móvil de la mesa y se lo mostró- me había sentado encima de esto.

Julie alzó ambas cejas ante el malentendido y empezó a reírse con él.

-Creo que ya es hora de que te vayas. ¿Te llevo al instituto?

Zath iba a la universidad mientras que a Julie le quedaban dos años. Julie miró el reloj y vio que era la hora de marcharse. Suspiró de angustia, no le apetecía nada comenzar su primer día de clases. ¡Con lo bien que se estaba en verano!

-No, gracias- le contestó Julie levantándose del sillón y cogiendo su mochila- podrían sospechar.

-Cierto- respondió él rascándose la parte trasera de la cabeza. Miró a Julie y le sonrió- pásalo bien.

Ambos se dirigieron a la puerta de entrada para despedirse. Se dieron un beso corto.

-Seguro que me lo pasaré bomba en clase con mi tío- se burló ella despidiéndose con la mano y bajando las escaleras que había entre la puerta y el jardín.

Se refería a su tío Justin, el hermano de su madre, que era profesor de Dibujo en su escuela. Era un profesor muy estricto y detallista en cuanto a los trabajos que mandaba. Julie le medio odiaba desde que le suspendió Dibujo hacía dos años.

De camino al colegio se topó con su prima segunda Sofía Horan. Era la primera hija de Niall y Belén y una de las chicas más guapas del colegio. Acudían a la misma clase y estaban muy unidas pese que Sofía era la cara opuesta de Julie.

Sofía tenía los ojos azules y era rubia, como sus dos padres. Era una chica muy abierta con todo el mundo y tenía muchísimos amigos. Le encantaban las fiestas. Julie la conocía muy bien y sabía que era muy buena persona.

-¿Por qué vienes de la casa de Zayn y Beth? Te he visto salir por la puerta hablando con Zath- le dijo Sofía con la mochila en el hombro.

Julie palideció. No le gustaba mentir pero tenía que hacerlo por segunda vez en un día.

-A mi padre se le ocurrió una canción y quería mostrárselo a Zayn así que me mandó a entregárselo- se excusó Julie evitando la mirada de su prima.

Sofía frunció el ceño. Obviamente no la creyó.

-Pero si Zayn estaba en mi casa.

A Julie se le paró el corazón. Zath le había dicho que Zayn se encontraba en la casa de Niall y Belén... ¡Mierda! Se le había olvidado completamente.

-Eh... Sí pero... Como no estaba se lo entregué a Zath- tartamudeó Julie, muy nerviosa.

-¡Vamos! Ambas sabemos que estás mintiendo- exclamó ella amigablemente sin perder su sonrisa.

-Es la verdad- contestó Julie terminantemente.

Estaba claro que Sofía no se había tragado la mentira pero no siguió perseverando.

Julie suspiró, aliviada. Frankie, su mejor amiga, era la única persona que estaba informada sobre el noviazgo que mantenía con Zath. Confiaba en Sofía pero ella era parte de la familia y temía que se le escapara en cualquier momento. Si sus padres se enteraban de la relación que tenían Zath y ella seguramente no podrían verse más... Principalmente porque Zath era casi tres años mayor que ella y también porque era el hijo del mejor amigo de su padre y si entre ellos había problemas también afectaría la relación entre Harry y Zayn.

Llegaron al instituto en cinco minutos. En el pasillo vio a su hermano con su primo Colin, el hijo mayor de Justin y Helena, Aisha Malik y Heaven Wells. Iba a saludarles cuando su mejor amiga Frankie se acercó a ella con su habitual alegría.

-¡Primer día de clases! ¡Nuestro penúltimo año!- gritó ella dándole un abrazo un poco exagerado.

Julie sonrió. Frankie siempre la hacía sonreír. Miró a su alrededor y vio que su prima Sofía se había ido, seguramente para juntarse con sus populares amigas.

-Hola, Frankie- le dijo Julie con tranquilidad.

En seguida su mejor amiga compuso una sonrisa de complicidad y le bombardeó a preguntas.

-¿Qué tal con Zath? ¿Qué habéis hecho?

-¡Baja la voz, Frankie!

Su amiga se tapó la boca y miró a alrededor por si alguien la habían escuchado pero no había nadie por lo que volvió a sonreír y miró a Julie, a la espera de información. La muchacha rodó los ojos.

-Nada. Fui a su casa y nos besamos.

-A su casa y os besasteis...- repitió Frankie con un ojo cerrado- ay, Jules, a este paso perderás muy pronto la...

-Ni se te ocurra decir esa palabra- le amenazó Julie alzando un dedo para acallarla.

Frankie levantó las dos manos para señalar su inocencia. Julie se rió.

-Después se ofreció llevarme pero le dije que no- siguió explicándole Julie. Frankie abrió la boca y empezó a dar saltitos de alegría; era muy extrovertida y se notaba a leguas.

-Ay, qué mono...- comentó ella con voz soñadora. Después le brillaron los ojos y Julie comprendió que se le había ocurrido una idea, probablemente una descabellada. Frankie sonrió genuinamente- ¿y si le damos una sorpresa?

El megáfono sonó para avisar a todos los alumnos que tenían que regresar a sus respectivas clases. Julie se dio cuenta de que todo el mundo se movía a diferentes sitios con libros en mano.

-¿De qué hablas? ¿Darle una sorpresa a quién?

Frankie puso los ojos en blanco y le chasqueó los dedos enfrente de sus ojos.

-¡Jules, despierta! Estamos hablando de tu querido y hermoso novio- bromeó ella- digo que si vamos a la universidad donde estudia para darle una sorpresa.

-Pero ahora tenemos clase- señaló Julie, algo confundida.

-Ya lo sé.

Julie abrió los ojos como platos cuando por fin entendió lo que quería decir Frankie. Instintivamente, negó con la cabeza.

-Ni hablar. No pienso hacer pellas; no soy una pellera- le respondió ella con el ceño fruncido.

Su prima Sofía era una famosa pellera pero nunca la habían pillado. Aún así, Julie no quería seguir su ejemplo.

-Sólo es una vez, Jules. Venga, seguro que tu novio se pondrá muy contento. ¡Imagínate la cara que pondrá en cuanto te vea!- insistió Frankie buscando cualquier método para convencer a Julie.

Julie se dio cuenta de que estaba pensando en que no era tan mala idea. Apartó aquel pensamiento de la cabeza.

-No, Frankie. Además, las clases están apunto de comenzar- rechazó echando un vistazo al pasillo. Estaba casi vacío.

-Te perderás el beso que te daría...- comentó ella dándose la vuelta con los libros en la mano.

Julie alargó la mano y tocó el hombro de su amiga. Ella paró en seco y Julie supo que estaba sonriendo victoriosamente, la conocía muy bien.

-Está bien. Vamos deprisa antes de que nos vea cualquier profesor- le metió cizaña Julie. Frankie aplaudió.

Metieron los libros que tenían en la mano en la mochila. Se la colgaron al hombro y se dirigieron en la puerta principal del colegio, dispuestas a marcharse.

-¿Vais a hacer pellas?
 
Julie frenó de golpe cuando escuchó la voz de su hermano Nathan. Tenía ganas de darle una bofetada a su hermano por fastidiarla por segunda vez en lo que llevaba de día.

-Qué va- se negó Frankie poniéndose un poco nerviosa. Miró a Julie pidiendo ayuda.

Julie suspiró. Llevaba varias mentiras ya pero era su hermano y, por tanto, menos doloroso.

-Frankie se encuentra un poco mal y la voy a llevar a casa. Después vuelvo.

Inmediatamente, Frankie se colocó una mano en la tripa para simular su enfermedad. Julie puso los ojos en blanco: su amiga no sabía actuar bien.

Nathan se rió y Julie comprendió que no las creía.

-Por favor, Nathan, no le digas nada a mamá...

-No lo diré- afirmó éste y Julie suspiró de alivio, destensando sus hombros- pero con una condición.

Lo debería de haber supuesto, pensó Julie con amargura.

-Me tenéis que ayudar con mi tarea de Dibujo que mandó para verano. El tío Justin me matará en cuando vea el dibujo que le he hecho. Es para mañana.

Julie miró a su amiga Frankie y asintió con la cabeza, se imaginaba una propuesta algo peor.

-Las dos- detalló él.

-¿Las dos? Yo no dibujo tan bien- intervino Frankie- será mejor que te ayude tu hermana solo.

Nathan se giró al escuchar la voz del megáfono anunciando que faltaba un minuto para que cerraran las puertas.

-Si no, no hay trato.

Frankie bufó.

-Odio a tu hermano- susurró.

Ambas amigas salieron del instituto corriendo antes de que las puertas cerraran. Afortunadamente, ningún profesor las vio. Julie sonrió ampliamente cuando se dio cuenta de que dentro de poco vería a Zath.

-Dentro de una hora empiezan sus clases- comentó ella mirando su reloj de pulsera- tenemos que caminar deprisa.

La universidad donde estudiaba Zath quedaba un poco lejos. No se situaba en Lostfield, donde vivían, y se tardaba casi una hora andando.

~~~

Emma y Guiomar se dirigían a la escuela para dejar a sus hijas. Anna y Elisabeth estaban agarradas de la mano de su madre. Gwendolyn, la única hija de Guiomar, que tenía ocho años, iba al lado de su madre sin darle la mano, como los mayores.

Walter Avon y Harry Styles estaban justo detrás de ellas, conversando. Se habían convertido en buenos amigos.

-Esta mañana he recibido un mensaje de Hayley- le informó Guiomar sacando su móvil para enseñárselo a Em- se lo está pasando en grande.

Hayley Woods se había ido de viaje a Australia con su marido Garrett. Viajar era una de las grandes ventajas de no tener hijos.

-Qué suerte tiene- murmuró Emma sintiéndose muy contenta. Aquella misma mañana había recibido una foto por parte de ella. Estaba en la playa y tenía un rostro lleno de felicidad.

Guiomar echó un vistazo hacia atrás, donde estaba su marido, y después miró a Em.

-¿Qué pasa?- preguntó. Emma la conocía muy bien. Habían sido amigas durante veintisiete años.

-Te tengo que contar una cosa- dijo Guiomar con una sonrisa- eres la primera persona a la que le cuento eso.

Emma miró discretamente a Gwendolyn, que caminaba con ellas.

-Gwen, ve con papá, por favor- pidió Guiomar.

La niña de ocho años entrecerró los ojos.

-¿Por qué?

Gwendolyn era tan cabezota como su madre o si no más. Emma estaba segurísima de que Gwen iba a ser exactamente igual a ella de mayor. Era la viva imagen de Guiomar.

-Haz lo que te digo- ordenó su madre y Gwen cruzó de brazos, enfadada.

-Si me compras una muñeca- pidió Gwendolyn, chantajeándola.

Guiomar se mordió el labio; su hija tenía un montón de peluches, incluso llevaba uno amarillo ahora mismo pero si decía que no, su hija no se marcharía y no quería que Walter se enterara de que escondía algo. Era una sorpresa.

-Vale, cariño, te compraré una muñeca esta tarde.

Gwendolyn le ofreció su dedo meñique y Guiomar juntó su dedo meñique con la de ella. Era una promesa de meñiques, Gwen no se fiaba de la palabra de su madre.

Después de la promesa de meñiques, Gwendolyn volvió con su padre y Emma, Guiomar, Anna y Elisabeth se quedaron solas. Las mellizas no eran conscientes aún puesto que sólo tenían cuatro años así que podían hablar sin problemas.

-Adelante- cedió Emma, que se moría por saberlo.

-Estoy embarazada.

Emma abrió los ojos como platos. Guiomar tenía treinta y siete años pero aparentaba una chica de veinticinco. Estaba en buena forma y aún tenía rasgos pícaros, propios de una joven y no de una madre de una hija casi dos.

Sonrió abiertamente mientras miraba a su mejor amiga. No podía creérselo.

-¡No me digas!- Emma soltó a sus dos hijas y abrazó a Guiomar- ¿en serio? ¡Ayy!

Guiomar la hizo acallar y volteó la cabeza hacia atrás por si sus maridos se habían dado cuenta pero los dos seguían hablando, ajenos a lo que estaba ocurriendo. Sólo Gwen se había dado cuenta y tenía los ojos entrecerrados por el comportamiento extraño de Emma pero era imposible que hubiera escuchado algo puesto que estaba muy lejos.

-Sí. De dos meses- respondió Guiomar con una amplia sonrisa.

Emma volvió a agarrarse de sus hijas, que estaban hablando entre ellas alegremente sin darse cuenta de lo que estaba pasando.

-Oh Dios, estoy muy contenta- afirmó Em.

-Yo también.

-¿Ya tienes pensado el nombre?- interrogó ella.

Guiomar pareció pensárselo durante un rato y después asintió.

-Si es niña, Brooke- dijo ella.

Emma compuso una sonrisa para demostrarle su acuerdo. Brooke era un nombre muy bonito y se lo hubiera puesto a Julie de no haber conocido a una chica odiosa con ese nombre: la hermana de Guiomar.

-¿Y si es niño?- preguntó.

Guiomar cambió el semblante por uno más serio y miró hacia el suelo.

-Marcos.

A Emma se le paró el corazón. Hacía muchísimo tiempo que no escuchaba aquel nombre.

Marcos había muerto hacía dieciocho años pero a pesar de ello Guiomar no le había olvidado aún y Emma lo sabía. Quería a Walter, lo veía en sus ojos, pero Marcos había sido su primer amor y se hubiera casado con él de no haber muerto.

-Buenos días- les saludó una voz y Emma agradeció mentalmente por su interrupción.

Vio que se trataba de Belén y Helena con sus hijos pequeños. Belén iba agarrada de su segunda hija, Maura, y Helena de Andrew, que también era su segundo hijo.

Guiomar y Emma sonrieron y las saludaron con la mano. Ellas también estaban llevando a sus hijos al colegio.

-¿Cómo está Justin?- le preguntó Em a su cuñada.

-Está loco- sonrió y encogió un hombro mientras movía la cabeza hacia la izquierda- No sabéis las ganas que tiene de empezar a enseñar de nuevo- comentó Helena con sorna- Colin está harto de su padre y no lo culpo. Me compadeceré de él cuando crezca- siguió diciendo mirando a su hijo menor Andrew, que tenía cuatro años.

Em, Guiomar y Belén se rieron.

Belén soltó a su hija Maura, de nueve años, y dejó que jugara con Gwen, que sólo tenía un año menos que ella. Anna y Elisabeth empezaron a jugar con su primo Andrew también; los tres iban a ir juntos a la misma clase por primera vez.

La madre de Niall había muerto once años atrás por un paro cardíaco. Niall lloró la muerte de su madre durante mucho tiempo, la quería muchísimo. Dos años después, tuvo a su segunda hija que la llamó Maura, en su honor.

‘Hoy Niall y Zayn se han reunido’- les explicó Belén a las otras tres- ‘al parecer, a Zayn se le ha ocurrido una canción muy buena’.

Emma se alegró por ello. La última vez que One Direction había lanzado un disco había sido hacía cinco años, cuando Harry, Niall, Liam y Zayn tenían treinta y tres años y Louis treinta y cinco. Durante todo ese tiempo habían estado trabajando un poquito y de momento sólo tenían seis canciones. No tenían tanto tiempo y su mente musical ya no era como la de antes, todos ellos casi alcanzaban los cuarenta años actualmente.

‘¡Qué bien!’- signó Guiomar, también contenta por ellos- ‘espero que sea una canción muy buena’.

Por fin llegaron al colegio. Era algo más pequeño que el instituto donde acudían sus hijos más mayores pero aun así era enorme. Era el primer año de Anna, Elisabeth y Andrew.

Maura se acercó a su madre Belén y la abrazó con fuerza.

Maura era una niña muy activa e inteligente, aunque tranquila. A Emma le recordaba Julie cuando era más pequeña. Maura era sorda, al igual que su madre pero hacía amigos con suma facilidad gracias a su desparpajo y sagacidad.

'No hagas muchas travesuras'- le avisó Guiomar, que ya dominaba la lengua de signos.

Maura se rió, mostrando sus dientes.

'No te prometo nada'.

'La última que llegue es tonta'- signó Gwen con rápidez y agilidad.

Gwendolyn y Maura no se lo pensaron ni un segundo y corrieron hacia el colegio. Estaban muy ansiosas por ver a sus amigos.

-Cómo crecen...- susurró Guiomar con nostalgia y tristeza en su voz. Acto seguido, acarició su barriga- Gwen ni se ha despedido de mí.

A Emma casi le tembló el labio cuando vio a su sobrina segunda Maura y su ahijada Gwen alejarse de sus madres. Sus hijos mayores, Julie y Nathan, ya no acudían a ella cuando tenían problemas. Además intuía que su hija mayor les ocultaba algo al irse tan pronto y tan alegre de casa, Emma sospechaba que se trataba de un chico... ¿Quién sería? Habían crecido y Emma no quería creérselo. Miró a sus dos hijas pequeñas y deseó que nunca crecieran. Su marido Harry se acercó a ella, le puso una mano en el hombro y lo apretó.

-Os veo luego, ¿vale?- les dijo Em a sus dos mellizas, agachándose para estar a sus alturas.

-Tengo miedo- confesó Elisabeth.

-Estarás con tu hermana- le dijo Em mirando a su otra hija.

Anna y Elisabeth abrazaron a su madre con fuerza, nerviosas. Harry se inclinó hacia abajo, imitando a su mujer, y sus hijas le abrazaron a él también.

-Adiós, mamá. Adiós, papá- se despidió Anna agarrada de la mano de su hermana.

-Hasta luego, hijas mías- dijo Harry con un hilo de voz.

Emma las siguió con la mirada hasta que desaparecieron de su vista. Suspiró.

Su sobrino Andrew se le acercó.

-Te quiero, tía. ¡Adiós!

Emma sonrió tristemente y se despidió de su sobrino con la mano. Él desapareció en la multitud de niños.

-Es muy triste ver a tus hijos crecer.

-Ni que lo digas- concordó Helena enjugándose una lágrima.


~~~



Nathan Styles estuvo toda la primera hora de clases feliz y su primo Colin lo notó.

Nathan iba a las clases de Dibujo con su primo Colin Smith y sus amigas de toda la vida, Aisha Malik y Heaven Wells. Ellos tenían un año menos que Nathan pero impartían las mismas clases de dibujo.

-Tienes una sonrisa tonta en tu cara, ¿qué chica ha sido hoy? - bromeó Colin, que le había estado observando durante todo este tiempo.

Colin era el hijo mayor de sus tíos Justin y Helena. Cualquiera pensaría que Colin tenía más ventaja por ser el hijo del profesor de Dibujo pero eso no era cierto. Justin era exigente con todos, incluso con su propio hijo y sobrinos. De hecho, suspendió a Julie, que se confió.

-Ala, qué bruto eres- murmuró Aisha Malik riéndose, que había escuchado toda la conversación.

-No, no me he liado con ninguna tía- le contestó Nathan, centrado en la figura geométrica del libro de texto.

Nathan era todo un mujeriego a sus catorce años. Las chicas le deseaban por ser el hijo de Harry Styles y porque era muy guapo. Su hermana Julie y Aisha no tenían esa suerte; no había muchos fans varones.

Se había besado con muchísimas chicas pero nunca había sentido nada por ellas excepto por una, que nunca se había liado con ella aunque se moría por sus huesos. Durante este verano, Frankie había acudido muchas veces a su casa para visitar a su hermana y Nathan se había enamorado de ella. Lo malo era que tenía un año más que él.

Por eso mismo engatusó a su propia hermana y a su amiga a que le ayudaran con sus deberes de Dibujo sólo para pasar un rato con Frankie.

-¿Y por qué estás tan contento?- le preguntó Heaven. Era muy tímida, como su padre Thomas, pero a pesar de ello era la mejor amiga de Aisha, que era todo lo contrario a ella. Nathan la quería muchísimo.

-Porque he pillado a mi hermana haciendo pellas. Con su amiga Frankie.

-¡Qué malota la prima!- exclamó Colin bromeando- pero, ¿por qué estás contento?

-Pues porque puedo chantajearla cuando quiera para no chivarme- contó Nathan buscando una excusa perfecta sin hablar acerca de Frankie.

Nadie, y cuando decía nadie era nadie, sabía de su enamoramiento.

-Qué malo- dijo Heaven.

-¿Por qué hará pellas?- preguntó Aisha Malik, interesada.

-A saber...- susurró Nathan cuando vio a su tío cerca.

~~~


-Estoy... Agotada.

Julie y Frankie habían recorrido un largo camino. Era la primera vez que caminaban hacia la universidad y no sabían que había mucho relieve. De haberlo sabido, Julie no hubiera aceptado ir a visitar a su novio Zath.

-¡Eres muy débil, Jules!- le gritó su amiga Frankie sin jadear.

Julie le dirigió una mirada asesina, envidiándola. Su amiga no estaba cansada mientras que a Julie se le debilitaban las piernas.

-Ya estamos- dijo Frankie señalando un edificio a lo lejos. Julie vislumbró la universidad.

La Universidad Halob era una facultad creada en 2018. Era la universidad más célebre de todo Reino Unido y los estudiantes que estudiaban allí solían ser ricos y famosos. Durante toda su vida, Julie había querido estudiar allí.

De forma inmediata, Julie se sintió ansiosa y dejó a un lado el cansancio. Miró su reloj de pulsera: faltaba diez minutos para que comenzaran las clases de la Universidad Halob.

-Venga, vamos- se espabiló Julie.

Julie y Frankie se acercaron a la universidad. Había cientos de estudiantes mayores paseando por allí y allá cargando con libros o mochilas. Julie sintió una punzada de añoranza, tenía muchas ganas de estudiar en la universidad.

Entraron al jardín de la universidad y buscaron a Zath con la mirada. De pronto, Julie se sintió muy nerviosa, ¿qué le diría en cuanto la viera? ¿Se pondría contento o se enfadaría por haber hecho pellas? Estaba segura que lo primero.

-¡Ahí, ahí! ¡Ya le veo!- gritó Frankie con una renovada alegría. Le señaló.

Julie le siguió con la mirada y vio a Zath. Estaba guapísimo y el pendiente que llevaba en una oreja le daba un aire malote. Su novio daba grandes zancadas con la mochila colgando en un hombro. Julie vio que sonreía y se preguntó del motivo de su sonrisa.

-Venga, vamos a saludarle- dijo Julie e inmediatamente caminó hacia Zath. Frankie le siguió por detrás.

Zath siguió avanzando hasta que paró en seco. Julie hizo lo mismo para observar lo que hacía y se dio cuenta de que una chica preciosa, con el pelo larguísimo y rubio con cuerpo de modelo, se acercaba a él.

-¿Quién es ésta?- le preguntó Frankie, sorprendida.

A Julie se le revolvieron las entrañas cuando vio cómo le sonreía la chica a su novio. Quería separarles de inmediato por lo que volvió a caminar hacia él pero en cuanto dio cinco pasos se quedó paralizada.

Después de intercambiar unas cuantas palabras, Zath y la chica se besaron. No fue un beso corto o un beso de amigos sino que fue uno apasionado, como si fueran novios. Zath le puso una mano en el culo.

-Oh, Dios mío...- susurró Frankie detrás de Julie.

Julie se sintió mareada. No podía creer lo que estaba viendo. Siempre había creído que Zath era especial, un chico generoso y amable que la quería. Incluso le quiso un poco más cuando Zath dijo que esperaría por ella. De pronto lo entendió todo, se había aprovechado de ella. Zath no era un chico especial, era como todos los demás. Un idiota.

Sintió cómo se le desgarraba el corazón. Se le inundaron los ojos de lágrimas. Apartó la vista de ellos, que cada vez se besaban más intensamente. Había reconocido a la chica: Madison McMahon.

-Julie, yo...

-No digas nada- le espetó Julie alzando una mano y dando media vuelta para volver a casa.

Se sentía traicionada y muy triste. Sobre todo triste. Quería a Zath y estaba segura de que él a ella también. ¿Por qué le hacía esto? ¿Por qué Zath había jugado con ella? A Zath no le importaba que ella no perdiera su virginidad con tal de tener a aquella chica con cuerpo de modelo.

-¡Eres un cerdo bastardo! ¡¿Cómo has podido hacerle esto a Jules?! ¡Pensé que la querías! ¡¡Incluso te di el visto bueno, idiota!!

Julie escuchó cómo Frankie le gritaba esas palabras a Zath. Maldijo a su amiga, no quería que Zath supiera que lo había visto todo. Corrió lo más deprisa que pudo para no tener que verle. Pronto, perdió de vista la universidad.

~~~

Frankie se dirigió a la escuela a las dos, cuando terminaban las clases de su instituto. Vio salir a Nathan, el hermano de Julie, y le llamó a voces. Nathan les dijo algo a sus amigos, Frankie reconoció a una de ellos, era la hermana de Zath, Aisha. Apretó los puños de pura rabia.

-No podías esperar para ayudarme con Dibujo, ¿eh?- comentó Nathan amigablemente en cuanto se plantó enfrente de ella.

-¿De qué hablas?- le espetó ella con aspereza.

Nathan se puso algo más serio y Frankie se dio cuenta de que había herido su orgullo. Carraspeó y dijo suavemente:

-¿Has visto a tu hermana?

-¿No se había ido contigo?- inquirió él y Frankie percibió una nota de preocupación en su voz.

Frankie no sabía qué responder a eso. Había metido la pata al fondo. Murmuró unas cuantas palabras ininteligibles y le dio la espalda a Nathan, dispuesta a marcharse.

-Frankie, ¿dónde está mi hermana? ¿Adónde habéis ido?- insistió Nathan.

Frankie suspiró. No se le daba tan bien mentir como a Jules.

Estaba muy preocupada. Cuando perdió de vista a su amiga la había buscado por todas partes. Supo que no había ido a su casa ya que estaban sus padres por lo que se pasó las últimas horas buscándola por las calles pero no la había encontrado. Había llegado a la conclusión de que había vuelto al instituto pero se equivocaba.

-Seguramente esté en casa- respondió Frankie viendo la hora en su móvil- iré contigo.

Nathan la sonrió y empezó a caminar, con Frankie a su lado. La chica frunció el ceño al verle tan feliz, ¿a qué se debía?

-¿Te has liado con alguna tía?- le preguntó.

-¿Qué? ¡No! Ya van dos- suspiró Nathan, ofendido- ¿qué os hace creer eso?

Frankie se rió. Conocía a Nathan durante toda la vida y siempre había sido un niño muy guapo. Cuando Julie y ella eran pequeñas, siempre jugaban con Nathan pero a medida que iban creciendo Frankie y él se alejaron. Sabía que había sido popular siempre por su belleza y su familia pero desde que cumplió los catorce Nathan había sufrido increíbles cambios y aparentaba un muchacho de dieciséis en vez de catorce. Incluso había chicas mayores que se morían por estar con él.

-Porque te conozco- dijo finalmente.

-Al parecer, no tanto- rebatió el chico con la mirada fija en el suelo.

Frankie le observó por el rabillo del ojo y se dio cuenta de que había herido su orgullo de nuevo. Decidió cambiar de tema para suavizar el ambiente.

-¿Eres el mejor amigo de Aisha, verdad?

Nathan alzó la mirada.

-Sí- contestó él sin dudar. Acto seguido arqueó una ceja- ¿por?

Frankie tragó saliva. Les quedaban muy poco para llegar a la casa de los Styles y quería sondearle sin que él sospechara nada.

-¿Aisha se lleva bien con su hermano?

Nathan se encogió de hombros, cada vez más sorprendido.

-Sí.

-¿Y sabes algo acerca de Zath?

Frankie notó que Nathan sustituía su semblante atónito por uno más triste. Nathan volvió a bajar la cabeza, algo pensativo. Frankie se quedó algo confundida, ¿qué demonios le pasaba?

-Tiene novia, si eso es lo que quieres saber- sentenció él con voz áspera sin apartar la vista del suelo.

Frankie se sorprendió por la facilidad que había llegado hasta el tema que ella quería saber.

-¿Tiene novia?- actuó parecer algo sorprendida- ¿quién?

-No lo sé- suspiró él terminantemente. Frankie se sorprendió por lo serio que sonaba su voz- Aisha nunca me lo ha mencionado. Ni siquiera me interesa.

Nathan y Frankie llegaron por fin a casa. El chico sacó las llaves y abrió la cancela de su casa. Ambos cruzaron el jardín en silencio y después entraron a la mansión de los Styles.

-¿Hay alguien en casa?- chilló Nathan nada más entrar a su propia casa y tiró la mochila al suelo. Frankie cerró la puerta tras ellos.

Silencio. No había nadie.

-Julie no está aquí- contestó Nathan mirando a Frankie. Se cruzó de brazos.

Los dos adolescentes se situaban en el hall de la casa, cara a cara. 

-No lo sé- Frankie se mordió la lengua, un poco preocupada- me voy de aquí- contestó ella. No se sentía muy cómoda estando con un chico a solas en una casa, aunque fuera el hermano pequeño de su mejor amiga.

-No hasta que me ayudes con el trabajo de Dibujo- dijo Nathan y le cerró el paso.

Frankie bufó, derrotada. Se había olvidado completamente del juramento que le había hecho a Nathan aquella mañana. Se suponía que Julie también estaba implicada pero ella estaba desaparecida y probablemente triste, por lo que Frankie decidió ayudarle ella sola.

Nathan recogió su mochila y subieron a la habitación del chico. Era un cuarto varonil y muy espacioso. Frankie apenas había entrado al cuarto de Nathan y se sintió extraña cuando se sentó en una silla con él. Nathan salió un rato y trajo unos tuppers con comida.

Frankie adoraba a los padres de Jules. Harry y Emma eran millonarios gracias al dinero que ganaba él como cantante y ella como escritora pero a pesar de que les sobraban dinero no contrataban mayordomos ni seguridad (en Lostfield sólo había ricos así que no era necesario la presencia de guardias en una casa). Harry y Emma trabajaban como si fueran personas normales, cocinaban y limpiaban la casa (a veces con ayuda del servicio provisional ya que la casa era enorme). Cuando se enteró de que Em había donado muchísimo dinero a las asociaciones de niños con cáncer se preguntó a sí misma si había una mujer más buena que ella.

-Empecemos...- murmuró Nathan, que sacaba su bloc y su caja de lápices de colores. Frankie salió de su ensimismamiento y se centró en él.

En ese momento, se oyó la puerta de abajo abrirse. Frankie se puso de pie inmediatamente y aguzó el oído. Supo que se trataba de Jules al escuchar la forma de caminar.

-¡Jules!- gritó ella saliendo de la habitación del muchacho. Se la encontró con los ojos rojos en el pasillo.

-¿Qué haces aquí?- inquirió la chica sin mirar a su amiga a los ojos. Entró a su habitación y Frankie la siguió por detrás.

-¿Adónde fuiste? ¿Qué pasó, Jules?

-No me llames Jules. Lo odio- contestó ella tajantemente.

Nathan entró a la habitación y ambas chicas lo ignoraron.

-¡Eh! Yo te llamaba Jules primero, desde los cinco años- se defendió ella.

-¿Acabas de llorar?- preguntó su hermano intranquilamente en cuanto vio a su hermana.

Julie se sorbió los mocos y miró a su amiga, haciendo caso omiso al comentario de su hermano.

-¿Estabas con Nathan?

Frankie observó a Nathan y asintió con la cabeza.

-Por la maldita promesa- comentó y Julie abrió los ojos como platos, acordándose- da igual, ya le ayudo yo.

Frankie se moría de ganas de hablar con su amiga pero sabía que no podían conversar sobre Zath estando Nathan delante. Le dirigió una sonrisa cerrada y le apretó el hombro para apoyarla mientras se levantaba.

Vio que Jules se tumbaba en la cama, probablemente para dormir, y Frankie acompañó a Nathan de vuelta a su habitación.

~~~


Los tres amigos, Colin Smith, Aisha Malik y Heaven Wells se dirigieron a sus casas después de terminar el instituto.

-¿Visteis la cara que puso Nathan cuando Frankie la llamó?- inquirió Aisha con una mochila colgada en un hombro.

-A mi primo le mola esa chica- confirmó Colin, rodando los ojos y suspirando como si pensara "ya ha caído en la tentación del amor".

Heaven caminaba al lado de ellos en silencio, sin perderse ni un diálogo.

-Es mayor que él- dijo Aisha, que compuso una mueca.

Llegaron a la casa de Colin. Los tres se pararon.

-Pero está buena- confesó el chico, encogiéndose de hombros, antes de entrar a su casa y despedirse de ellas con la mano.

Aisha rodó los ojos y empezó a caminar junto con su mejor amiga.

-Todos los chicos son iguales- gruñó Aisha.

Heaven asintió con la cabeza tristemente y miró al suelo. Aisha lo comprendió y la abrazó.

-Nathan se lo pierde- le susurró en el oído.

Heaven estaba colada por el chico Styles desde los once años pero él sólo la había visto como una amiga. Nathan la apreciaba muchísimo y la protegía de personas que se metían con ella por ser una niña tímida e inteligente.

-Tranquila, Frankie nunca se fijará en él- afirmó Aisha después del abrazo. Se sentía muy mal por su amiga.
 
-Y Nathan nunca se fijará en mí- le contradijo Heaven.

Aisha se mordió el labio. Quería animar a su mejor amiga pero no mentirla. Estaba segura de que Nathan nunca se fijaría en ella; no porque Heaven fuera fea, al contrario, ella era muy guapa, tenía rasgos extravagantes y el pelo de color fuego, sino porque Nathan se inclinaba por las chicas sociables y divertidas.

-¿Vamos a tu casa y charlamos un rato?- Aisha quería a su amiga con toda su alma y no soportaba verla tan triste así que se le ocurrió una tarde de chicas. Heaven era una chica muy frágil y le tocaba el corazón si la veía triste.

Heaven asintió y sus labios se torcieron para arriba.

Primero se dirigieron a la casa de los Malik, que les pillaban de camino, para que Aisha pudiera dejar su mochila del colegio. En cuanto llegaron, Aisha llamó al timbre ya que sus llaves estaban al fondo de la mochila y no le apetecía sacarlo de allí.

-No sé para que mamá te ha comprado unas llaves si nunca las utilizas- le espetó Zath con desdén cuando le abrió la puerta.

Aisha abrió la boca, atónita a la crudeza del tono de voz que había empleado su hermano. Heaven también se sorprendió.

-Eh, si has tenido algún problema con alguna chica no la tomes conmigo- le rebatió su hermana Aisha sacando su fuerte carácter. Había salido a su madre Beth.


Beth y Aisha eran como dos gotas de agua. Se parecían muchísimo tanto por dentro como por fuera. Aisha era una chica fuerte, valiente y no se dejaba asustar por nadie, que lo había aprendido de su madre.

Zath resopló, parecía angustiado. A Aisha le pareció ver unas bolsas debajo de los ojos de su hermano pero antes de comprobar si había visto bien, su hermano se marchó.

-Si sólo ha tenido que mover su perezoso culo- comentó Heaven aún con los ojos como platos por la mala contestación del hermano de su mejor amiga.

-Ya. Conociéndole, se habrá peleado con alguno de sus amigos o con su novia- comentó Aisha despreocupadamente mientras dejaba su mochila en el suelo del salón. 

-¿Dónde está el mayordomo?- preguntó Heaven. La familia Malik disponía de servicio de limpieza, cocineros y un mayordomo.

-A esas horas estará hablando con los cocineros para pedir la cena de hoy- contestó Aisha.

Cogió sus llaves, para no enfurecer a su hermano de nuevo, y su móvil y lo guardó en el bolsillo de sus vaqueros negros.

Ambas salieron y se dirigieron a la casa de los Wells, que estaba a un minuto de la de Aisha.

-¿Sabes quién es su novia ya?- preguntó Heaven caminando lentamente.

-Sí. Madison McMahon.

Heaven soltó un gritito de sorpresa.

-¡No flipes! ¿En serio?

Madison McMahon era la chica más guapa y popular de todo Lostfield, que estudiaba en la Universidad Halob. Todas las chicas la envidiaban y querían ser como ella. Madison era la hija de un famoso y guapo antiguo actor, Zac Efron y, como la mayoría de los habitantes de Lostfield, era una chica privilegiada y rica.

-Sí, escuché a Zath y a sus amigos hablar de ello en su habitación- contestó Aisha- pero creo que tiene otra novia. No sé, es algo raro.

A Aisha no le parecía bien que su hermano Zath saliera con Madison. Principalmente porque sabía que su hermano iba a salir perjudicado. Sobre todo temía que se enamorara de ella ya que gracias a su belleza y cuerpo no era tan difícil hacerlo. Madison había salido con miles de chicos en el último año y, por lo que sabía, tenía también gran fama por poner los cuernos.

Pero había escuchado hablar a su hermano sobre otra chica. ¿Estaría poniendo los cuernos él? Aisha eliminó inmediatamente aquel pensamiento. Era imposible.

-Cotilleando, ¿eh?- bromeó Heaven y ambas se echaron a reír.

Llegaron al hogar de Heaven. La casa de Thomas, Nicole y Heaven Wells no era tan grande (en comparación con las otras casas del pueblo Lostfield). No disponía de piscina propia y sólo había cinco habitaciones. Tampoco tenían servicio propio, sólo una señora de limpieza.

Heaven no era tan perezosa como su amiga y sacó las llaves de su mochila. Se dirigieron directamente al salón, donde se encontraron con Nicole, la madre de Heaven, que miraba la televisión.

-Hola mami- la abrazó.

Nicole sonrió pero Aisha se dio cuenta de que su sonrisa no le llegaba a los ojos. Heaven y ella comentaban mucho sobre eso; su amiga estaba seriamente preocupada por su madre. Un año atrás, a su padre Thomas le ascendieron y había tenido que mudarse a Estados Unidos, tenía un contrato de tres años. Su padre venía siempre que podía pero cada vez se veían menos por la agenda llena de Thomas. Nicole decidió quedarse en Lostfield, pensando que soportaría la distancia pero Heaven y Aisha sabían que eso no era cierto. Nicole se sentía terriblemente sola y era por eso que Heaven solía quedarse los sábados en casa para hacerla compañía.

-¿Qué tal el día de hoy?- le preguntó Nicole a ambas niñas.

-Normal- respondió su hija en nombre de las dos.

-Ay, eres como tu padre- dijo Nicole con voz soñadora y Heaven supo de inmediato que estaba pensando en él- yo a tu edad era justo lo contrario. Menos mal que no eres como yo era.

Heaven sonrió. Su madre se lo había contado muchas veces, incluso había leído la novela Lo que en un minuto podría cambiar de Emma Styles, la madre de Nathan. Ahí había podido conocer a su madre adolescente y cómo había comenzado la relación de sus padres. Se saltó la parte del sexo, por supuesto.

-Como Sofía- intervino Aisha refiriéndose a Sofía Horan, la hija de Niall y Belén.

-Yo era peor- declaró con una risita Nicole.

Las dos adolescentes subieron a la habitación de Heaven. Era un cuarto humilde y no muy grande.

Heaven sacó su móvil y comprobó que tenía dos mensajes.

Papá: Hola cariño, ¿cómo estás?

Nathan: Heeeeeeeeeeeeaven, pdes hacerme un favor??

Heaven no supo si se había alegrado más por el mensaje de su padre o de Nathan.

Heaven: estoy muy bien, papá, pero tengo que hablar contigo. Podemos hablar a las diez de la noche de aquí por Skype?

Heaven pensó que sería un buen horario. Serían las seis de la tarde allí cuando se conectara a las diez de la noche para hablar con su padre. De inmediato, su padre le respondió con un “ok”.

-Escribe a Nathan- perseveró Aisha, que había leído todos los mensajes de su amiga.

Heaven obedeció y le escribió:

Heaven: sí, claro. Dime.

Nathan: puedes preguntarle una cosa a Frankie? :/

Heaven: a Frankie? Para qué?

A Heaven le latía el corazón muy deprisa. Sabía que Nathan había acudido a ella porque Julie y Frankie la adoraban por su timidez y sinceridad. Era como su niña.

¿Qué querrá Nathan? Aisha apretó la mano de su amiga para darle ánimos.

Nathan: quiero que le preguntes a Frankie si le gusta Zath

Heaven: Zath? Por qué a Frankie le iba a gustar Zath? Además, qué te importa? O.o

Eso fue como una puñalada directa a su corazón para Heaven. Nathan la estaba utilizando. ¿Le ayudará? En cuanto se planteó la pregunta, inmediatamente Heaven pensó que sí. Le gustaba Nathan pero no era tan mala persona como para rechazar su petición.

Nathan: o podrias preguntarle a Zath. Si, mejor a Zath

Heaven: lo haré.

Nathan: muchas gracias, como te quiero!! Ya me diras q tal te ha ido :P

Ese “te quiero” por parte de Nathan tuvo el efecto contrario para Heaven. Sabía que se lo decía como amiga y no como algo más. Suspiró y dejó en móvil en la mesa.

-Le gusta Frankie- aseveró Heaven y Aisha, con una mueca de disgusto, asintió.

-¿Se lo preguntamos a mi hermano?- interrogó Aisha. Se moría por saber por qué Nathan había relacionado a su hermano con Frankie. No les había visto juntos en la vida- vayamos a mi casa de nuevo.

Heaven estuvo de acuerdo, con la misma pregunta rondándole en la cabeza. 

Un minuto después, Aisha abrió la puerta de su casa sacando las llaves del bolsillo trasero de sus vaqueros. Trató de hacer el menor ruido posible para no molestar a Zath. Una vez dentro, las dos jóvenes subieron a la primera planta y llamaron a la puerta del cuarto de Zath.

Su hermano estaba tumbado en la cama con los cascos a todo volumen. Aisha frunció el entrecejo y le dio unos golpecitos a su hermano en el pie, pues sabía que no le iba a oír aunque le gritara.

Zath se sobresaltó y, al verlas, se quitó los cascos.

-¿Qué pasa?- preguntó el chico ariscamente, sentándose en la cama.

Aisha y Heaven se miraron.

-¿Tienes el período o qué te pasa?- corroboró Aisha.

Heaven se rió y Zath la fulminó con la mirada.

-¿Has estado llorando?- le preguntó Heaven, curiosa, al ver marcas de lágrimas en la cara de Zath.

-No. Y por favor, id al grano. ¿Qué queréis?

Aisha supo que su hermano mentía pero no iba a insistir. Conocía Zath y sabía que él no iba a contarle sus problemas amorosos o lo que fuera que le estuviera pasando. Pensó en la súplica de su amigo Nathan y decidió dirigirse directamente a él.

-¿Conoces a Frankie Thompson?

En seguida supo que él estaba relacionado de alguna manera con Frankie al ver la cara de sorpresa de su hermano. Pronto logró ocultar su palidez.

Aisha tuvo el presentimiento de que Zath estaba saliendo con Madison y Frankie a la vez.

-La amiga de Julie- precisó Heaven.

-Sé quién es, joder. ¿Qué pasa con ella?- les medio gritó Zath, furioso.

Aisha se escandalizó por el vocabulario de su hermano. No le gustó nada su tono, nunca la había tratado tan mal.

-¿Te gusta?- siguió insistiendo Aisha sin perder la calma para sonsacarle algo de información.

Por segunda vez, Zath se quedó sin palabras. Se quedó mirándolas con pena durante unos segundos hasta que volvió a la realidad.

-No sé de qué me estáis hablando- eludió Zath.

Aisha entrecerró los ojos, mirando fijamente a su hermano. Tenía pinta de haber llorado durante horas y justo en ese momento su cabeza hizo clic. Aquella mañana, Frankie había hecho pellas y se había ido quién sabe a dónde. Más tarde había vuelto con la cara empapada de sudor y con la tristeza plasmada en el rostro y había llamado a Nathan a gritos. Seguramente le habría contado algo y Nathan había deducido que era Zath por lo que se lo preguntó a ellas. Mientras, su hermano había estado llorando y se había puesto pálido al escuchar el nombre de Frankie.

Entre ambos había podido haber algo.

Pero eso no era lo que más le sorprendía. Zath había salido con varias chicas desde que tenía catorce años y nunca había llorado por ellas. Es más, estaba segura de que no había querido a ninguna. Sin embargo, Zath tenía sentimientos por Frankie.

Aisha miró a su amiga y sabía que ella había llegado a la misma conclusión. Ambas se largaron del cuarto e, inmediatamente, Heaven sacó su móvil para escribirle algo a Nathan.


~~~


-Cariño, ¿qué hace Frankie en la habitación de tu...?

Emma se interrumpió en cuanto vio el rostro demacrado de su hija mayor al abrir la puerta de su habitación. Sintió un pequeño desgarrón en su corazón al verla de esa manera. Julie intentó por todos los medios limpiarse las lágrimas pero supo que su plan había fracasado cuando Em se sentó en la cama, donde estaba ella, con el semblante preocupado.

-¿Es por un chico?

Julie suspiró de angustia y se sentó en su cama con las piernas cruzadas. Miró a su madre.

-Sí- dijo con un hilo de voz pero su madre la oyó.

A Emma le sorprendió la confesión de Julie, pues pensaba que lo iba a negar. Le acarició las manos para reconfortarla un poco.

-¿Qué ha pasado?

-Me ha engañado con otra chica.

Emma se quedó atónita por segunda vez. No se esperaba para nada esa respuesta, no tenía ni idea de que su hija había llegado a tanto con un chico.

-Te entiendo.

Julie miró a su madre y sonrió tristemente, enseñando sus ojos anegados en lágrimas.

-No, no lo entiendes- desmintió- papá nunca te ha engañado.

Emma apretó las manos de su hija. Nunca la había visto tan rota por dentro.

-No, es cierto que tu padre nunca me ha engañado pero sé lo que estás sintiendo, cariño.

Julie miró directamente a los ojos de su madre. Em observó los ojos verdosos de su hija, que los había heredado de Harry. Se sentía tan bien cuando veía rasgos del hombre al que amaba en sus hijos.

-¿Qué pasó?- preguntó Julie refiriéndose a la respuesta de su madre.

-No has leído mi novela, ¿verdad?- inquirió su madre con otra pregunta sin ocultar su sonrisa triste.

Julie se sintió aún peor al ver que había ofendido a Emma. Se sentía avergonzada por no haber leído el libro que había publicado su propia madre. Todos sus amigos y primos, incluso Nathan, habían leído Lo que en un minuto podría cambiar pero ella no se había molestado en preguntarles de qué iba la historia. Había deducido que la vida de su madre había sido muy aburrida y que lo único interesante era que se había enamorado de uno de los cantantes más famosos de aquella época.

-No- admitió ella y su madre asintió con la cabeza como para decirla que no pasaba nada- lo siento.

-Tranquila- Em quiso añadir algo para animar a Julie pero se dio cuenta por la expresión de su hija que la suplicaba cambiar de tema así que lo hizo- el sábado hay una fiesta en la casa de los Reynolds, ¿te vienes?

Se refería a la familia de Dan Reynolds, el cantante principal de una banda antigua llamada Imagine Dragons. Ya estaba pasado de moda, como One Direction, pero aún así Dan Reynolds seguía siendo famoso y popular como su propio padre. La hija de Dan era una de las más populares del instituto por ser guapísima y era la mejor amiga de Sofía Horan, su prima. La familia vivía en Lostfield, como ellos, y siempre celebraban fiestas muy famosas donde acudían todo tipo de famosos.

A Julie no le apetecía para nada toparse con los hijos mimados y ricos de los famosos. Ella era uno de ellos pero tenía sentido común y no intentaba por todos los medios ser popular.

-No me apetece- respondió Julie, desganada.

-Frankie irá- contestó su madre sin sorpresa en su voz. Julie solía rechazar aquellas ofertas sobre fiestas.

-¿Frankie?- se asombró Julie con el entrecejo fruncido. La familia de Frankie no pertenecía a la élite pues su madre Grace no era famosa ni nada por lo que no estaba invitada a las fiestas de famosos o millonarios- ¿mi Frankie?

Su madre asintió, tan desconcertada como ella.

-Fui a la habitación de tu hermano para informarle de la fiesta- explicó ella. A Nathan le encantaban aquellas fiestas pues siempre aprovechaba aquella ocasión para coquetear con las chicas- Nathan dijo que sí e invitó a Frankie.

Su madre señaló a la derecha donde al otro lado de aquella pared se situaba la habitación de su hermano, donde estaba él con su mejor amiga.

-¿Y Frankie dijo que sí?

-Con una única condición: si tu vas.

Instintivamente, Julie iba a decir que no pero se paró a pensar. Había invitado a Frankie miles de veces para no tener que acudir ella sola a aquellas populares fiestas pero su amiga siempre había rehusado la invitación educadamente. Frankie, al igual que ella, detestaba las fiestas donde sólo iban los famosos a presumir.

Pero aquella vez Frankie había aceptado la propuesta, algo extraño en ella. Julie supuso que algo le hacía ilusión por lo que decidió ir.

-Vale- aceptó Julie, resignada.

-¡Perfecto!- exclamó su madre, emocionada- hace tiempo que no vienes con nosotros.

Julie le dedicó una sonrisa cerrada y su madre se marchó de la habitación sin cerrar la puerta. De inmediato, escuchó las risas provenientes del cuarto de su hermano. Identificó las voces: eran Nathan y Frankie.

Ellos se estaban divirtiendo a pocos metros de Julie mientras que ella lloraba a moco tendido. Conocía mucho a Frankie y sabía que ella nunca se reía siempre y cuando Julie estaba triste.

Un pensamiento que nunca había llegado a replantearse le asaltó en la cabeza: ¿y si a Frankie le gustaba su hermano?


~~~

Ella estaba llorando de risa, literalmente.

-¡Ay, Dios, basta!- consiguió decir Frankie entre carcajadas. Se apretó con fuerza la barriga para que no le doliera.

Nathan y ella habían intentado hacer un retrato de la cara del chico. Eran malísimos pintores y lo habían demostrado en el dibujo. En el papel había un Nathan deformado y el chico trataba de empeorarlo aún más para hacer reír a Frankie.

-¡Se desangrarán los ojos de tu tío cuando vea esto!- chilló Frankie.

Nathan se rió también y dejó a un lado el dibujo. La miró con una sonrisa cerrada.

-Qué guapa eres cuando te ríes- comentó él sacando valor.

Frankie enrojeció a la velocidad de la luz y apartó la mirada de la de él. Acto seguido, el móvil de Nathan sonó: era un mensaje. Frankie no dudó en cogerlo y en ver de quién se trataba.

-Tienes un mensaje de Heaven- le informó ella dispuesta a abrir el mensaje. Era muy curiosa.

Nathan se lo arrebató de las manos con rapidez para que Frankie no leyera los mensajes que se habían mandado entre ellos. Abrió el mensaje y lo leyó.

Heaven: confirmado. Entre Zath y Frankie ha habido algo.

El mensaje había sido como una jarra de agua helada sobre él. Se sentía traicionado. Frankie y él habían pasado la tarde entre risas y verdaderamente se lo había pasado genial con ella. La había podido conocer un poco más y, de hecho, se había enamorado de ella aun más si era posible. Se enfureció con Frankie.

-Ya arreglaré yo el dibujo- contestó él eliminando todo rastro de alegría.

Frankie lo notó.

-Te puedo ayudar.

Nathan negó con la cabeza, centrándose en su dibujo. El retrato de él mismo ya no le parecía tan gracioso como antes. Sabía perfectamente que no podía competir contra Zath. Él era un amigo de la familia y el ahijado de su padre. Se llevaba muy bien con él. Además, Zath era más mayor y más maduro mientras que él sólo era un niño a los ojos de Frankie.

Notó que Frankie se revolvía en su asiento, algo incómoda por el cambio repentino del ambiente. Nathan la miró y ésta se puso de pie.

-Me voy a casa. Espero que te salga bien- contestó ella algo arisca por el trato que había recibido en los últimos minutos.

-Hasta mañana.

Frankie no le respondió y se marchó de allí.

En cuanto oyó la puerta de su habitación cerrarse, Nathan escondió su cabeza entre sus brazos, apoyándose en su escritorio. ¿Por qué Frankie se había fijado en alguien mejor que él?

Suspiró, desazonado, y sacó la carpeta que estaba en su mochila. Sacó de ella el dibujo que había hecho durante el verano.

Se había esforzado con esmero en aquel dibujo y le había salido a la perfección. Simplemente había engañado a su hermana y a Frankie para pasar más rato con ella. Sabía que lo único que había hecho era empeorar las cosas. Incluso la había invitado al baile y ahora mismo se estaba arrepintiendo.

                                                                                                           ~~~


Eran las nueve y media cuando un tal Will Bergman le llamó por Skype. Heaven aceptó la llamada.

-¿Qué haces aceptando videollamadas de desconocidos?- Heaven pudo vislumbrar a su padre con gafas. Sonrió, hacía una semana aproximadamente que no veía a su padre a través de una cámara. Y hacía más de un mes que no le veía en persona.

Realmente le echaba muchísimo de menos.

-¡Papá!- gritó ella muy emocionada por poder hablar con él- de alguna forma supe que eras tú- contestó con sinceridad, encogiéndose de hombros- ¿por qué me has llamado con otra cuenta de Skype?

-Es el Skype de un compañero mío. Estoy en su casa- se explicó su padre- dentro veinte minutos tengo que irme, es urgente, por eso te he llamado media hora con antelación.

La sonrisa de Heaven desapareció inmediatamente. Ella solía dormir muy pronto, a las nueve y media aproximadamente, y había esperado con todas sus fuerzas estar despierta a las diez para poder charlar con su padre mínimo tres horas, no veinte minutos.

Heaven apartó la vista de la cámara para mostrarle a su padre cuán cabreada estaba con él.

-Cariño... De verdad que quiero hablar contigo pero el trabajo...

-¿El trabajo es más importante que nosotras, papá?

La cara de Thomas se congestionó de dolor.

-¿Qué? No, Heaven, por supuesto que no. Te quiero muchísimo. Sólo quiero trabajar para sacar a esta familia adelante.

Heaven sabía que eso no era cierto. Con la marca de ropa "Nicole Ellis", su madre ganaba cuatro veces más que un empleado normal. Se podría decir que eran ricos. Heaven sabía que su padre trabajaba en periodista porque era su afición y no lo hacía por dinero.

-Yo también te quiero, papá- Heaven optó suavizar el ambiente y hablar con su padre calmadamente. No quería colgarle estando enfadada.

-Siempre, cariño- le susurró él y Heaven aguantó las lágrimas que le amenazaban por salir. Quería abrazarle en ese momento. Envidiaba a todos sus amigos que tenían a sus dos padres en casa- bueno, ¿hoy has empezado el instituto, verdad?

-Sí. Todo muy bien- contestó la pelirrojita con una sonrisa.

-¿Algún chico? A esta edad ya debería de gustarte alguno- comentó él con una sonrisa picarona. Heaven rodó los ojos, era igual que su madre.

-¿Tú tenías novia a mi edad?- interrogó Heaven con sorna.

-No- admitió Thomas aunque ella ya lo sabía- tu madre fue la primera. Hablando de tu madre, ¿cómo está?

Heaven había intentado retrasar aquello pero supo que era el momento de decírselo. Le resultaba muy duro pues sabía cuánto amaba su padre el trabajo.

-Mal, papá, muy mal... De eso precisamente quería hablarte.

Thomas puso cara de preocupación y miró a su hija. A Heaven se le enterneció el corazón al ver la inquietud de su padre. Le gustaría encontrar a un chico que se preocupara por ella tal y como su padre se preocupaba por Nicole.

-¿Qué le pasa a Nicole?

Heaven tragó saliva.

-Últimamente está muy mal. Está muy sola y te necesita, de verdad. Y yo también, te necesitamos papá- confesó ella con lágrimas en los ojos- por favor, vuelve. Mamá no te quiere decir nada para no preocuparte pero yo como soy una egoísta...

-No eres ninguna egoísta, Heaven. Has hecho bien en decírmelo- le dijo su padre con la voz quebrada.

La niña se sorbió los mocos e intentó limpiarse las lágrimas.

-Ahora que he comenzado las clases, ¿que hará mamá por las mañanas? Beth, Emma, Guiomar y las demás llaman a mamá para quedar pero ella nunca va. Creo que está deprimida.

Su padre rompió a llorar y Heaven comprendió que también él había intentado contener las lágrimas durante toda la llamada. Ambos lloraron a miles de kilómetros de distancia. Heaven daría todo por tocarle a través de la pantalla pero sabía que eso era imposible.

-Has hecho bien en decírmelo- contestó él al final.

-Entonces, ¿vendrás?- le preguntó Heaven, esperanzada.

Su padre iba a contestar cuando su compañero entró al cuarto y llamó a su padre.

-Eh... Tengo que colgar, cariño. Otro día hablamos- le dijo él con prisa- te quiero.

-Te quiero- contestó ella con un murmullo.

"Otro día hablamos". Eso quería decir que no iba a venir.

Apagó el ordenador y se tiró a la cama a llorar. Se acordó de que, cuando era pequeña, Aisha lo pasaba muy mal cuando su padre Zayn se iba de gira con los otros cuatro. Heaven se veía en la misma situación pero al menos Zayn se iba durante unos meses y no a vivir durante tres años seguidos.

Empezó a tener sed y bajó a la cocina para beber de la nevera. En la mesa donde comían estaba el móvil de su madre. Lo encendió para ver la hora que era pero frunció el entrecejo al ver que había recibido un mensaje.

Carl te ha mandado un mensaje.

Heaven no conocía ningún amigo de su madre llamado Carl. Quiso ver de qué se trataba el mensaje pero necesitaba dibujar el patrón para entrar a los datos del móvil. Ella no tenía ni idea por lo que lo volvió a dejar en la mesa con una pregunta rondándole en la mente: ¿quién demonios era Carl?