miércoles, 26 de marzo de 2014

73- ¿Merecen el perdón?

-La mayoría de las palabras españolas que acaban en ón tienen acento en la “o”. ¿Alguien me podría decir un ejemplo?

Habían pasado cuatro días desde el comienzo del curso. Ahora era lunes a primera hora de la mañana y Emma ya estaba agotada. El fin de semana había estado en casa y se dio cuenta de que iba a echar muchísimo de menos aquel hogar. Sólo iba a permanecer dos días a la semana… Aunque, sobre todo, extrañaría a sus hermanitas y a la comida de su madre.

Español era un puro coñazo. Ahora echaba un poco de menos a su antiguo profesor Rodríguez, Guiomar y ella siempre se quejaban de que era un profesor amargado y muy duro; aunque comparado con el profesor Navarro (su actual profesor) no era nada.

-Señorita Smith, ya que usted está muy interesada en mi clase- repuso el profesor con sorna, sobresaltándola de su asiento. Guiomar, que estaba detrás de ella en la clase de Español soltó una risita- dime una palabra en castellano que acabe en ón.

Odiaba a su profesor. Siempre buscaba una excusa para amargarla, aunque ella, como era buena en Español, siempre le atacaba.

-León, camión, avión y aburridón.

-Aburridón no existe- contestó el profesor Navarro.

-Ya lo sé. Palabra nueva- bromeó ella y toda la clase empezó a reírse. Nicole, que estaba a dos asientos más adelante la guiñó un ojo.

El profesor, rojo como un tomate, respiró hondo e iba a decir algo cuando el timbre sonó. Había acabado la primera hora de la mañana. ¡Por fin!

Emma salió a toda pastilla de la clase y Raquel, que también iba a su clase, se le unió rápidamente. Al cruzar la puerta, la rubia miró la alarma y le dio un beso al aire. ¡Le había salvado la vida!

-Te entiendo, Español es un aburrimiento- suspiró su amiga pecosa, cargada de carpetas- soy bilingüe y todo lo que dice me lo sé… Es como si estuvieras aprendiendo inglés.

-Bueno, al menos sacarás dieces- sonrió Emma. Miró su agenda, ahora tenían Educación Física.

De camino al gimnasio, que estaba en el primer piso, dos chicas de segundo año la pararon.

-¿Te puedo pedir un autógrafo?- preguntó una tímidamente. Era muy pálida para su gusto y muy rubia. Su compañera, que era justo lo contrario, parecía estar convulsionándose.

-¿Un autógrafo?- se sorprendió Emma.

-Claro- se rió Raquel- recuerda que eres la novia de Harry Styles. ¡Eres popular en todo el colegio!

La rubia abrió los ojos como platos. ¿Sólo por ser la novia de Harry firmaba autógrafos? Increíble y a la vez espantoso. Además, ya no lo era. Apartó esa idea de su mente y se acercó a las dos chicas para firmarles su cuaderno a la fuerza. Ellas la sonrieron agradecidas y Em se despidió simpáticamente.

Pronto todos los alumnos de primer y segundo año llegaron a la clase correspondiente. Era la única asignatura obligatoria para todos así que todos los estudiantes de cada año entrenaban juntos dos horas a la semana. En este caso, los de primer y segundo año tenían gimnasia los lunes y miércoles. Todos se dirigieron a los vestuarios y se cambiaron de ropa a uno más deportivo.

-¡Hola! Me llamo Talia- saludó la profesora de Educación Física al entrar todos al gimnasio. Era una mujer joven y la piel bronceada. Tenía un cuerpo muy bien cuidado y, había que admitirlo, era guapa. Todos los chicos abrieron los ojos como platos al verla.


-Uy, veo que se te cae una baba…- dijo Nicole sarcásticamente. Thomas, a su lado, comprobó rápidamente si era cierto.

-Cállate- la acalló él en broma al ver que era mentira- está buenísima, y encima con esos tops…

La pelirroja rodó los ojos. Guiomar, a su lado, empezó a reírse.

-Yo pensaba que Thomas era gay- le susurró.

-No es gay- atacó Nicole un poco enfadada- ¿por qué le dices eso a Tommy?

Guiomar se sorprendió por la reacción de su prima. Alzó una mano en señal de paz.

-Vale, vale. Es lo que decía toda la clase. Mi antigua clase- recalcó.

-Yo seré vuestra profesora de porrismo, baile moderno y aerobic - comentó Talia, la profesora, alzando la voz. No servía de nada porque los chicos aún seguían mirando a otra parte- el profesor Dickens, que será vuestro profesor de Gimnasia los miércoles, será entrenador de Voleibol y Fútbol americano.

-¡Joder!- se quejó Thomas en voz baja. Nicole, a su lado, sonrió.

-Emma- la aludida se sorprendió al escuchar su nombre en boca de su profesora. ¿Cómo sabía su nombre si la acababa de conocer?- soy fan de One Direction- se explicó, leyéndole la mente- a lo que iba, debes quitarte la pulsera. En Educación Física está prohibido.

Em se miró la muñeca y su corazón empezó a latir muy rápido. No se había dado cuenta que aún llevaba la pulsera que le unía a Harry, donde ponía “mi tonto”. Por el rabillo del ojo, notó que Guiomar la miraba seriamente. Obedeció a la profesora y se guardó la pulsera en el bolsillo de su chándal.

La hora transcurrió rápidamente. La profesora Talia tenía veinticuatro años y era divertida, aunque a las chicas le cansaban que los chicos la miraran continuamente. Pasaron dos horas más hasta que dieron las dos, hora de comer.

-Todas las chicas se fijan en ti- le susurró Raquel al entrar en el comedor. Y en efecto, varias miradas se centraron en Emma, aunque varios chicos también.

-Me parece una tontería. Sólo soy la novia de Harry, que además es una persona normal y corriente- comentó Emma mientras caminaban a una mesa libre.

-¡Ah!- gritó Elisabeth, que estaba a la izquierda de Raquel- no digas eso. ¡Harry es per-fec-to!- Emma rodó los ojos y las tres se sentaron en una mesa con la bandeja en la mano- ahí viene Guiomar con Hayley.

Elisabeth levantó la mano para llamar a sus dos amigas y Emma cerró los ojos. Mierda…

-¡Hola chicas!- exclamó Hayley, muy alegre. Guiomar, en cambio, no traía buena cara y se le notaba exhausta. Emma se preocupó, pero Raquel la salvó.

-¿Qué te pasa?

-Acabo de tener Historia del Arte- suspiró ésta. Todos arquearon una ceja, sin entender- y Marcos es el profesor- se explicó.

-¿Marcos?- preguntó Raquel de nuevo, abriendo los ojos.

-El señor Anderson- se corrigió la rubia.

-¡Pero es adorable! Es tan guapo…- suspiró Elisabeth, risueña.

-¿Qué?- soltó Emma. Aquello era algo normal en Guiomar pero... ¿En Elisabeth?

 Guiomar miró a la guapa jovencita, incrédula a lo que acababa de oír.

-Bueno, es la verdad- se sonrojó ella.

-Es muy mayor para ti- opinó Raquel.

-No exageres- empezó Elisabeth- yo creo que tendrá veinte como mucho.

-Tiene veintiún años- se adelantó Guiomar. Aunque pronto se arrepintió de abrir el pico. Hayley y Emma la miraron.

-¿Cómo lo sabes?- dijo Elisabeth.

-Eh… Bueno, más o menos se nota…- se excusó Guiomar. Emma empezó a enfadarse en su fuero interno: su amiga actuaba tan mal… ¡Como la descubrieran, la podrían expulsar! Elisabeth se lo tragó, aunque, por otro lado, Raquel frunció el ceño pero no dijo nada.

-¿Qué vais a hacer esta tarde?- preguntó Hay.

-He quedado con mi prima a dar un paseo- comentó Guiomar, contenta del repentino cambio de tema de su mejor amiga- quiere ligarse a un tal Danny y necesita mi ayuda- acto seguido puso los ojos en blanco.

-Yo pasearé a mi gatito fuera de la universidad- comentó Elisabeth- ¿os venís?

Raquel asintió. Emma iba a aceptar de buena gana, necesitaba darse un poco el aire, pero Hayley también se apuntó y las ganas se disiparon.

-Eh, Elisa- dijo de repente una voz nueva, chasqueando los dedos.

Ninguna de las chicas había notado la presencia de Nicole. Estaba delante de la mesa, de pie, con una mano en la cadera.

-Me llamo Elisabeth.

-Lo que sea. Pero aun así sigue siendo igual de feo- comentó ella, parpadeando- a lo que venía, tu demoníaco gato no para de molestarme.

-Otra vez igual. ¡Que mi gata no es demoníaca!- explotó la aludida.

-Paz- intervino Hayley.

-¡Sí! Es tu culpa que sea demoníaca, no haberla llamado así.

-Kitty no es demonio en chino. Eso te lo has inventado- Guiomar se metió en la conversación.

-Ajá. Está en internet. Y no cambies de tema, aparta tu asquerosa gata de mi cama o...- empezó a amenazarla aunque Elisabeth pronto la atacó.

-¿O qué?

-O denunciaré a tu gata. Le daré motivos al director de la Universidad para que la echen a patadas.

Emma y Raquel se taparon con la boca para no reírse.

Y antes de que Elisabeth dijera algo, Nicole se giró, ondeando su pelo rojizo en toda la cara de su enemiga. La chica estaba que echaba humos por las orejas.

Cuando todas las chicas se fueron, Em se subió sola a su habitación y se tumbó en la cama. Necesitaba poner en orden sus pensamientos.

Notaba la mirada de todo el mundo y eso le agobiaba muchísimo. Y todo eso sólo por ser la novia de Harry… Al acordarse de él no pudo evitar preguntarse dónde estaría en aquel momento. Se levantó de golpe de la cama y echó un vistazo al calendario que estaba encima de la cama de Elisabeth (para contar los días que le faltaban para su cumpleaños, el mejor día del año según ella). Hoy era 19 de septiembre, por lo que One Direction estarían de gira en Australia…

Se puso de pie y cogió su mochila, donde estaba el chándal. Sacó el pantalón y cogió su pulsera. Sonrió al verla aunque varias lágrimas se deslizaron en sus mejillas. Se lo compró el día del cumpleaños de Harry, le regaló una pulsera donde ponía “mi pequeña” y ella “mi tonto”, como se llamaban desde aquel entonces. Cuánto lo echaba de menos.

Cogió el móvil y sintió ganas de llamarlo pero pronto recuperó el control de su cabeza y lo tiró al suelo. No podía hacerlo. Habían roto, la había traicionado. Había traicionado su confianza.

Era la segunda vez que rompía con Harry. La primera vez, claramente, fue por culpa de Taylor y la segunda de él mismo. Se sentó en la cama y, por primera vez, meditó cómo era su vida actualmente.

Había perdido a todo el mundo. Todos sus amigos le ocultaron la peor cosa del mundo, algo imperdonable. Había perdido a Anna, a Guiomar, a Harry, a los chicos, a Hayley y a Bambi. El único con quien hablaba era Zac que cada vez se llevaba mejor con él. Era un buen chico y fue el único que no quería ocultárselo.

Guiomar entró en la habitación y se mordió la lengua al verla. De repente, las dos sintieron la tensión en el ambiente.

-¿No ibas con… Nicole?- Em tragó saliva.

-Ya ha conseguido hablar con Danny así que yo no pintaba nada allí- dijo la mayor.

Emma asintió, cohibida, y se sentó en la cama. Debería de salir de la habitación y hacer nuevos amigos pero no le apetecía firmar más autógrafos y mucho menos hablar con gente interesada. Rezó para Guiomar se fuera, pero no lo hizo.

-¿Leíste mi regalo de cumpleaños?- preguntó Guiomar de repente, tras media hora de silencio.

-No.

Era una gran mentira. Lo había leído como unas quinientas veces después de que se enfadara con ella. Se lo sabía de pe a pa, prácticamente.

-¿Podemos hablar?- insistió la rubia. Se acercó a su amiga y se sentó en su cama. Emma se apartó bruscamente al otro lado del lecho.

-Que estemos en la misma habitación no significa que tengas la libertad de hablar conmigo- repuso ella, enfadada y a la vez apenada. No miraba a Guiomar aunque ella, sí.

-¿Alguna vez me perdonarás?

Meditó la respuesta. Ni ella lo sabía. Había pensado en aquello muchas veces. Anna no querría verlas así y ni mucho menos por culpa de ella. No, lo que menos querría Anna es verlas enfadadas después de su muerte. Estaría segura de que si ella estaría viva la estaría gritando todo el día.

-Quizás. Pero no volverá a ser como antes- contestó. Esta vez, Guiomar sí apartó la mirada.

-¿Sabes? Harry no tiene la culpa- Guiomar creía que era hora de sincerarse. Conocía perfectamente a Emma y sabía por lo que estaba pasando. Y después de ver a Harry en pleno ataque de ira y tristeza…- fui yo la que le obligué a que no te lo dijera. Fui yo.

-¿Y él es tu perrito faldero?- contestó la chica cruzándose de brazos.

-Vamos, no seas así- respondió la mayor, alzando la voz- pensaba que era lo mejor para ti. Sabes que él te quiere, y sé que tú le quieres también. Fue el único chico a quien entregaste tu corazón.

Una parte de su cerebro le daba la razón a Guiomar, pero vino la otra parte mala y la rechazó. No podía verle a la cara después de saber lo que le había hecho.

-Y cuando digo que he sido yo, es que he sido únicamente yo- repitió Guiomar lentamente, como si Em fuera tonta. En realidad lo hacía para calmarla- ni Hay ni Bambi tienen la culpa. Ni los chicos.

No quería hablar de ello. Su corazón empezó a palpitar rápidamente y creyó que estuvo a punto de salírsele del pecho. Los ojos le escocían y supo en este momento que iba a echarse a llorar. Se fue de la habitación.

Tras llorar cinco minutos en el baño bajó al jardín. Se encontró con Grace allí y ella le presentó a sus amigos: Shailene y JG (su nombre real era Joachim Gyspyc, como era de esperar, lo odiaba y de ahí su apodo. Dijo que le llamaron así por su tatarabuelo) y ambos eran pareja. Al principio le revolvió un poco el estómago pero más tarde se fue acostumbrando. No eran iguales que Harry y ella, ellos apenas se mostraban cariño, lo máximo era una mano en el hombro.

Por ahí de las once se subió a su habitación. Todas sus compañeras estaban dormidas en su cama correspondiente, menos Nicole, que no estaba en la habitación. A saber dónde se había metido la pelirroja. Se acercó a su lecho, agotada, y nada más tocarla se zambulló la cabeza a la almohada. Pero notó algo rígido.

Con los ojos entrecerrados por la oscuridad, divisó un papelito doblado en la almohada. Cogió su móvil del bolsillo e iluminó el papel, para poder ver cuatro números: 88-20.

Primero frunció el entrecejo y leyó otra vez. Al principio pensó que eran dos habitaciones de la universidad, pero no tenía ningún sentido. Se encogió de hombros, se le habría caído el papel a alguna de sus compañeras. Volvió a tumbarse, sin cambiarse, y en menos de un minuto se sumió en un sueño intenso.

-¡Emma! Llegas tarde a clase- fue el primer chillido que recibió aquella mañana y procedía de Raquel. La vio enfrente de ella nada más abrir los ojos- ¡a Textos Literarios Ingleses IV!

Emma salió pitando de su cama, ayer se había acostado muy tarde, aunque al parecer, no era la única. Nicole también se vestía a toda prisa con cara adormilada. Guiomar, Hay y Elisabeth no estaban, por lo que concluyó que se habían ido a clase ya.

-¿Dónde estuviste ayer?- le preguntó Emma a Nicole mientras se pasaba un cepillo por su sedoso cabello.

-Danny- fue lo único que dijo para que las otras dos lo entendieran. Ella sonrió y sus nuevos pendientes tintinearon- es tan mono.

 Se repasó una vez más los labios de cacao y salió de la habitación como una bala no sin despedirse.

-¡Venga!- la alentó Raquel. A Emma sólo le quedaba cepillarse los dientes, aunque no había desayunado. Su amiga se sentó en la cama y vio el papel arrugado- ¿qué es esto?- preguntó, enseñándoselo a Emma.

-Ni idea. Vamos- le urgió Emma. Ambas salieron de la habitación y se dirigieron a la clase correspondiente ya que hacían la misma carrera.

A tercera hora, Emma y Raquel salieron de su reciente clase: Prácticas de la asignatura Evaluación Psicológica. Era una de sus favoritas, pero sólo porque el profesor era joven y muy simpático.

Se dirigieron a la planta baja donde se encontraron con las demás chicas. Prácticamente, todo el mundo estaba allí. Hoy anunciaban todo sobre las actividades extraescolares. El profesor Dickens, el profesor más mayor de la universidad y con rostro muy severo, se subió a una silla y comentó ante la multitud de toda variedad de años.

-¡Bien! Como ya sabréis, yo seré profesor de Fútbol Americano y Voleibol- anunció, sin una pizca de emoción en su voz- no os penséis que podréis hacer lo que os dé la gana. ¡Sudaréis como perros! ¡Y sufriréis!- al parecer, quería dar miedo a todos sus alumnos, pero ellos se mostraron impasibles.


-¿Ese viejo cincuentón se cree que me va a dar miedo?- le susurró Thomas a Nicole, en la última fila.

-Bien- carraspeó y colocó su chaqueta roja. Todos los chicos esperaron hasta que retomó de nuevo el monólogo- la profesora Memimger…

-Podréis llamarme Talia- interrumpió la profesora, al lado de él, aunque con los pies en el suelo. A su otro lado estaba Marcos.

-Será vuestra profesora de porrismo, aerobic y baile moderno.

Esta vez sí hubo murmullos de chicos protestando. El interlocutor alzó una mano y todos se callaron de golpe.

-El profesor Anderson…- señaló al joven y éste les saludó con la mano- dará Baloncesto.

-Pffff, ¿baloncesto? ¿Es en serio?- se burló Guiomar en voz baja. Hayley, a su lado, se encogió de hombros. A ella sólo le interesaba al profesor que iba a dar teatro que estaría con Raquel.

-Podría haberme apuntado en baloncesto…- comentó Elisabeth en voz baja. Emma, a su lado, se rió.

-Si no sabes jugar…

-Bueno… Pero él me enseñará y podré acercarme más a él… Nos besaremos, nos haremos novios, nos casamos, tendremos hijos…

-Sigue soñando- murmuró una Raquel divertida.

El profesor Dickens nombró a unos cuantos profesores más. La profesora Woodville, que le daba únicamente a Nicole y Guiomar Geometría, enseñaba teatro y patinaje artístico.

Los alumnos se dispersaron. Guiomar, Hayley y Raquel se quedaron un rato más para charlar hasta que Marcos les interrumpieron.

-Perdonad, ¿podría hablar un rato con Guiomar?

Guiomar y Hayley se miraron y la rubia le pidió ayuda con la mirada.

-No hay problema- respondió la morena, dándole un empujoncito leve a su amiga. Miró a Marcos por última vez y arrastró a Raquel hasta la cafetería.

-Menos mal que aquí no está Elisabeth, si no estaría cargada de celos- comentó Raquel.

-Ya ves- sonrió Hayley. Rezó para que le fuera bien a su amiga.

En el otro lado, Guiomar y Marcos enmudecieron, nadie supo cómo comenzar la conversación.

-Ésta me cae mejor- se le ocurrió a Marcos.

-¿De qué me hablas?

-Es más amable que Emma- aclaró mientras subían a la cuarta planta. Ahí aún había alumnos y no quería que nadie le molestara- ayer vino a regañarme.

Guiomar se quedó boquiabierta. Quiso irse de allí y abrazar a su mejor amiga, pero sabía que era una tontería.

-¿Por qué me has llamado? Sabes que así levantarías sospechas, ¿no?

Marcos asintió al entrar a su querida clase, con su mesa. Guiomar se sentó en la silla enfrente del gran escritorio.


-Ya lo sé.

-¿Eres consciente de que si te pillan te expulsarán?- atacó Guiomar fríamente.

-Así es. Aunque a ti también, eres mayor de edad y eres consciente de ello.

La chica se calló. Marcos tenía toda la razón.

-En realidad, he venido para explicarte por qué he venido.

Guiomar asintió desinteresadamente y se acomodó en el respaldo de la silla. Miró a su profesor, sólo y exclusivamente profesor.

No podía engañarse.

-El día que viniste a visitarme- vio que la muchacha arrugó una frente- después de lo de mi hermana.

-Ah, sí- respondió.

-Bella lo supo todo.

-¿Qué todo?

-Que me gustas- comentó con total normalidad. Guiomar casi se cayó de la silla- y cometí un error.

-Mira, si me vas a hablar de tu crisis amorosa mejor me piro de aquí…

-¿Quieres escucharme?- respondió él con voz ahuecada. Dio un golpe a la mesa. Guiomar le miró- bien. Le mentí a Bella.

-Pues vale. ¿Puedo irme ya, profesor?- dijo sarcásticamente. El corazón le palpitaba mil.

Marcos se asqueó por la actitud de Guiomar. La miró. Le parecía que le daba igual, no le interesaba, le había olvidado.

-Dime una cosa- Marcos se encorvó en la silla y la miró fijamente- ¿me sigues queriendo?

Y Guiomar, aún sosteniendo la mirada, contestó:

-No.


                                                                                 ~~~


-Por siempre y para siempre jamás- murmuró.

-Eso me suena a gloria.

Y entonces continuamos apurando con alegría esa pequeña pero perfecta fracción de nuestra eternidad.

Un suspiro más y sería el número cien aproximadamente. Liam cerró la última página del libro, en un mes se había terminado la saga completa. Dejó Amanecer a un lado de la cama y dejó que un amasijo de pensamientos fluyeran por su mente. Marii le hizo leer esta saga por segunda vez y, desde luego, se lo había leído con otros ojos. Ya no se burlaba de los sentimientos de Bella, ya no, aunque le parecían excesivos.


-Ey aguafiestas, ¿salís o qué?


El emisor era Zayn, que se situaba en la puerta de la habitación del hotel donde residían los cinco cantantes. Se dirigía a los tres que estaban tirados en la cama, es decir: Liam, Harry y Niall.


-Estamos en Australia, chicos. ¡En Australia!- intervino Louis, muy contento. Zayn, sonriente y murmurando un "ese es mi chico" en broma, abrazó a su mejor amigo.



-No me apetece salir- masculló Niall, llevándose una mano al flequillo, que le tapaba los ojos. Acto seguido se puso boca abajo, tapándose la cara con una almohada blanca.


-Venga, es la segunda vez que venimos aquí…


-No, Zayn. Estoy cansado- respondió esta vez Liam, menos malhumorado que Niall.


Los miembros más mayores de la banda se miraron y sonrieron tristemente. A sus tres amigos le pasaban lo mismo. Amor. Cuando se fueron, Harry levantó la cabeza por primera vez.


-¿Estamos en Australia?- preguntó en voz alta, frunciendo el ceño.


Liam volteó su cabeza hasta él y Niall hizo lo mismo, apartando su cara de la almohada.


-Harry, ¿en qué mundo vives?- le dijo el rubio, alzando una ceja.


Él les miró con los ojos desorbitados de la sorpresa.


-¿Desde cuándo estamos aquí?


-Harry- habló Liam con una voz muy severa- ¿has notado, acaso, que te has montado en un estúpido avión durante más de 14 horas?


-No.


Niall se acercó a su mejor amigo, sentándose en la cama donde estaba él. A continuación, le frotó la frente con las manos.


-¿Qué haces?



Niall se mordió un labio. No, no tenía fiebre. Liam también se acercó a ellos, últimamente le preocupaba Harry. Niall y él también lo estaban pasando fatal, aunque no tanto como Harry, al parecer.


-¡Os estaba bromeando chicos! Claro que sé que estamos en Australia, no soy tonto- y se echó a reír.


Los otros fruncieron el ceño. Ambos pensaban lo mismo: esa no era la actitud de Harry, hacía siglos que no se reía.


-¿Qué mosca te ha picado?- escupió el irlandés.


-Sólo os quería sacar una sonrisa- admitió el de la cabellera rizada, sonriendo un poco- Zayn y Louis tienen razón.


-Lo sé- suspiró Liam, sonriendo un poco- vamos a salir fuera.


-No me apetece- se negó Harry. Podía esforzarse a hacer bromas y a reírse, pero no a dar un paseo en vista de mucha gente.


-No quiero firmar autógrafos- resopló el irlandés también- ya he tenido suficiente.


-Venga, iremos tapados y además a un lugar donde nadie nos moleste- insistió el más mayor de los tres.


-No sé yo…


-Venga, Harry.

 
-Liam tiene razón.


-Está bien- admitió Harry finalmente, con una gran sonrisa en la cara. Los otros dos se sorprendieron al verle así después de un mes con lágrimas y llantos.


Los tres sonrieron a pesar de que sus corazones estaban hechos pedazos, sobre todo el de Harry y Niall. Un minuto después, tras arreglarse un poco los tres salieron del hotel.

sábado, 8 de marzo de 2014

72- Universitarias.

-¡Somos universitarias! ¡Yuhuuuuuuuuuuu!

-Bueno, yo ya lo era.

-No estropees el momento.

-Vale- contestó la pelirroja con un tono juguetón.

Guiomar y Nicole paseaban por las calles de Londres. La pelirroja sostenía varios globos para la “inauguración de la universidad” y dos bolsitas de colorines donde dentro había varias camisetas nuevas. Guiomar, en cambio, llevaba dos bolsas enormes: había comprado mucha ropa nueva para la universidad. Las dos iban muy alegres y estaban a punto de llegar al edificio donde iban a vivir durante cuatro años.

-¿En qué clase coincidimos?- preguntó la pelirroja cuando empezaron a ver parte de la universidad de Sheffield. Sacó un papelito de su bolso marrón.

Guiomar hizo lo mismo y ambas leyeron el contenido de la otra.

-En Español y Geometría- dijo Guiomar, finalmente- yo tengo Análisis Matemático I mientras que tú tienes Análisis Matemático II.

-Porque yo voy a segundo año- sonrió Nicole mientras guardaba la hoja.


                                                                                    
~~~

-Gracias por traerme- dijo cuando su hermano aparcó enfrente de la universidad.

-Nada. Tus maletas están en la habitación que te reservaron mamá y papá- respondió Justin con su habitual voz de “hermano mayor”.

Emma asintió y sacó la llave de su mochila nueva. Estaba grabado el 153, supuso que era el número de la habitación.

-Ten cuidado- esta vez Justin lo dijo en serio- te quiero.

-Yo también- contestó Emma y le abrazó- venga, me despido que si no llegas tarde tú también a la universidad.

-No hay problema- el rubio sonrió con informalidad- está cerca de aquí.

Emma examinó la llave de nuevo y la guardó en su mochila. Salió del coche sin mucha convicción.

Anduvo hasta la acera de la universidad que estaba abarrotada de universitarios. Menos mal que su chaqueta verde no llamaba la atención. Entró adentro, muchísimos jóvenes iban de un lado a otro.

-¿Dónde está la clase de Lengua y Literatura?

-¡A mí que me cuentas!

-¡La de Historia del Arte está allí!

-¡¡Dije Lengua y Literatura!!

Emma rodó los ojos y cruzó el pasillo con la mochila en el hombro y varios cuadernos en los brazos. Sacó el folio que lo recogió un mes antes y vio que tenía Historia con el señor Anderson a primera hora el jueves, es decir, hoy.

Una vez pasada los baños descubrió el ascensor. La clase de Historia estaba en la planta cuatro, tal y como indicaba el papel. Le dio al botoncito mientras subía con varios estudiantes más y pronto llegó a su destino. Notó que su respiración se acercaba a la hiperventilación cuando se aproximaba a su clase correspondiente.

El aula era bastante grande. Varios jóvenes colgaban sus chaquetas en las perchas y Em les imitó. Después eligió una mesa al azar (en la sexta fila) y colgó su mochila en la silla.

Esperó cinco minutos más mientras que la sala se llenaba de estudiantes.

-Perdona, ¿la mesa de enfrente está ocupada?- le preguntó una chica con una gran sonrisa, mirando al pupitre. Tenía el pelo negro, rizado y era un poco regordeta aunque a Emma le pareció muy guapa.

-No, no. Puedes sentarte- contestó ella amablemente, contenta de haber hecho una amiga nueva.

-Perdona, pero sí que está ocupada- interrumpió una voz. Emma pronto la reconoció y fulminó con la mirada a Guiomar.

-Oh, pues me buscaré otra entonces- contestó la chica del pelo negro.

Guiomar sonrió triunfalmente y se sentó enfrente de Emma. Ella bufó enfadada, por más que lo intentara, no la iba a hablar jamás por su traición.

Vio que su antigua mejor amiga saludaba a otra chica y le pareció escuchar el nombre de “Raquel”. La muchacha, una guapa joven con el pelo de color naranja y rostro alegre, se sentó al lado de Guiomar. Empezaron a hablar hasta que el timbre sonó, dando comienzo la clase. Los alumnos empezaron a sentarse uno a uno.

-Buenos días, clase.

El señor Anderson, tal y como lo indicaba en el papel donde estaba el horario, entró a clase de historia. Su figura era joven solo que no le veía bien porque estaba de lado. Guiomar dio un brinco en el asiento de enfrente.

El profesor se giró para colocar su maletín de cuero en la mesa del profesor y sonrió a sus alumnos. Solo que Emma no se fijó en la sonrisa…

-¡Dios mío!- se le escapó. Todos los presentes la miraron, incluido Guiomar y el señor Anderson.

-¿Tienes algo que decir, Emma?- preguntó Marcos, alzando la cabeza.

Ella tartamudeó con los ojos como platos. Guiomar le dio una patada disimulada en la espinilla y reaccionó:

-Es que tenía una araña en la espalda y Emma se asustó- mintió la mayor mientras se pasaba una mano en la espalda. Emma asintió, tragando saliva.

-Bien- sonrió Marcos, haciéndose el tonto- pues comencemos la clase de Historia.

Una hora después sonó el timbre. Guiomar se giró rápidamente para hablar con Emma pero ella ya había recogido los libros y se fue a la siguiente clase a toda pastilla. Suspiró.

-Después de la segunda hora hay un descanso de veinte minutos. ¿Vamos a la cafetería juntas? Está en la segunda planta- dijo su amiga Raquel, acercándose a ella.

-Sí, sí. Buena idea- asintió la rubia.

Raquel sonrió y esperó a que su amiga recogiera los libros. Guiomar se dio cuenta de lo que quería la pelirroja y respondió:

-Es que tengo una duda y tengo que hablar con el profesor Anderson- dijo excusándose.

-Ah… Vale, tal vez en otro momento- se despidió ella.

La clase empezó a vaciarse hasta que Guiomar se quedó sola. Bueno, con Marcos, que estaba decorando su mesa de profesor.

-¿Qué haces aquí?

Marcos levantó la vista y al verla delante de su mesa, sonrió.

-Lo mismo te digo.

-¡Tú sabías que yo iba a venir aquí!- gritó ella enfadada. No estaba de humor para bromas.

-Bueno, busqué un cargo aquí y me lo ofrecieron- dijo él como si nada. Cogió unos cuantos lápices de su maletín y lo colocó en un bote pintado de acuarela.

¡Pero si ni siquiera tiene título de profesor! Iba a decir algo cuando el timbre sonó y una masa de alumnos de tercer año entró a la clase.

-Llegas tarde a la clase de Trigonometría- sonrió Marcos- está abajo, en el tercer piso.

Guiomar se quedó boquiabierta. ¿Cómo sabía que le tocaba dicha clase? No le daba tiempo a preguntárselo y no quería llegar tarde en el primer día así que salió corriendo.


Después de comer, Emma subió a la habitación por primera vez. Había estado hablando con la chica del pelo negro, que se llamaba Grace, y le cayó muy bien. Ambas sólo coincidían en la clase de Historia y además dormía en la habitación 143, cerquita de la suya.

Entró al ascensor con varias chicas más mayores que ella, tal vez de tercer o cuarto año. Ellas dieron el botón número 7 y Emma sonrió, allí es donde se dirigía ella. Las habitaciones de las chicas estaban en el penúltimo piso.

Al salir del elevador, cruzó el largo pasillo con la mochila colgada al hombro. Había muchísimas puertas en las paredes. ¡Cuántas habitaciones! En un pis pás llegó al 153.

-Hola- sonrió una chica nada más entrar. Aquella debía ser su compañera de cuarto. Tenía el pelo naranja, pecas y pinta de ser amable. Emma también sonrió- me llamo Raquel.

De pronto se acordó, esa era la chica con quien había estado hablando Guiomar en la clase de Historia. Iba a presentarse cuando…

-Sé cómo te llamas- la interrumpió Raquel- me lo ha dicho tu amiga. Además, todo el mundo sabe que la novia de Harry Styles estudia aquí. ¡No os paraban de mirar a ti y a Guiomar!

Emma abrió los ojos. No se había dado cuenta de que toda la clase se fijaba en ella pero olvidó aquel problema cuando alguien la distrajo. Guiomar alzó un brazo y la saludó tímidamente. Estaba sentada en su cama con un montón de ropa a su alrededor.

-¿Tú?- soltó Em.

-Sí, nuestras madres nos reservaron una habitación juntas- Guiomar se encogió de hombros.

Emma se mordió el labio. Su madre no tenía ni idea de la pelea que tuvieron. Ni siquiera sabía que había roto con Harry.

Miró alrededor. La habitación era bonita y había seis camas. Sólo una estaba limpia a pesar de los globos. 

-No preguntes. Es de la prima de Guiomar- se rió Raquel, a su lado. A continuación se fue a su cama correspondiente y empezó a sacar la ropa.

La rubia puso los ojos en blanco. La cama de Raquel era la más cercana a la puerta y la de Guiomar estaba al lado. La única cama libre era la que estaba al lado de su antigua amiga, que estaba cerca al armario. Al otro lado había otras tres camas: la cercana al armario era la de los globos, es decir, la de Nicole. La del medio no sabía de quién era, había una maleta, varios objetos a su alrededor y una jaula cuadrada tapada por una manta rosa, decidió no preguntar qué era porque tenía el presentimiento de que nadie lo sabía. Y la del final era de… Hayley.

¡No la había visto en todo el día!

Apartó esa idea de su mente y se acercó a su cama. Ahí estaba su maleta y sus cosas. Empezó a colocar sus objetos personales y la ropa en el armario. Era enorme y uno solo aunque estaba separado por seis apartados para cada una. Empezó a llenar el apartado de la esquina llena de ropa y zapatos.

-¿Esta es la habitación número 153?- preguntó una chica entrando a su cuarto. Emma se giró tras colocar su blusa roja favorita en una percha.

Raquel señaló el número de la puerta y sonrió.

-Perdona- dijo la nueva con voz temblorosa- es que estoy un poco nerviosa- se le escapó una risa tras mirar a Em.

Emma se sorprendió por el aspecto de la nueva compañera. Tenía los ojos azules brillantes y el pelo liso le caía sobre los hombros. Era muy guapa aunque vestía con ropa muy rockera.

-¿Cómo te llamas?- preguntó Hayley que estaba sentaba en su cama. Ya había terminado de colocar sus cosas.

-Me llamo Elisabeth- dijo ella con su alumbrante sonrisa y voz muy dulce. Se acercó a su cama y abrió su maleta.

-No eres de aquí, ¿verdad? Lo digo por tu acento- respondió Guiomar amigablemente.

-No, soy americana- dijo ésta- y… Oh Dios, ¡me hablaste!

-¿Qué?- le preguntó Guiomar de nuevo.

Emma estaba atenta a la conversación. Le parecía extraño que Elisabeth la estuviera mirando continuamente y que sus manos temblaran.

-Tú eres la mejor amiga de One Direction- señalo ella, más que una pregunta era una respuesta- tú- sus ojos se posaron en Hayley- eres la modelo que salió en la portada de la revista VOGUE y se rumoreaba que salías con Niall Horan y…- la voz le empezó a temblar, parecía realmente conmocionada cuando señaló a Emma, que todavía tenía las prendas en las manos- ¡eres la novia de Harry Styles!

Las camisetas que tenía Emma en la mano se le cayeron y tragó saliva para aguantar las lágrimas. Raquel habló:

-¿A qué es alucinante?- sonrió ella- ¡yo tampoco me lo puedo creer!

Emma escondió su cara en sus prendas y siguió colocando las camisetas en el armario. Pero lo cierto es que estaba llorando. Nadie sabía su ruptura (aparte de sus amigos, claro).

Raquel y Elisabeth empezaron a hablar sobre One Direction. La primera también contó que era la niñera de Lux. Emma no se enteró de mucho ya que estaba desconectada en todo, incluso las camisetas se les resbalaban de las manos.

-Emma, yo colocaré tu ropa.

Notó la respiración de Hayley detrás de ella. Cogió los pantalones que en ese momento sostenía Emma y lo puso en una percha.

A la rubia no le apetecía discutir y se tumbó en la cama mientras oía conversaciones ajenas. Sólo conseguía escuchar palabras como “Harry”, “One Direction” “Directioners” y cosas así.

-¡HE OÍDO UN MAULLIDO!

Emma saltó de su cama y divisó a Nicole en la puerta. Acababa de entrar y estaba horrorizada.

-Yo no he oído nada- respondió Hayley tranquilamente que estaba al lado de Guiomar. Ya habría terminado de colocar su ropa.

-Es mi gato- habló Elisabeth y se dirigió a la jaula rara, que estaba tapada con una manta.

-¡¿QUÉ?! Dime que es broma- Nicole empezó a hiperventilar. Guiomar se acercó a su prima con los ojos en blanco.

-No es broma- respondió Elisabeth inocentemente. Tiró de la manta y dejó entrever a un minino dentro de la jaula. Era bastante espaciosa y al parecer, al gato no le molestaba.

Nicole dejó escapar un gemido y se desmayó en los brazos de Guiomar.

-No es para tanto- exclamó Raquel, aguantando la risa. Se levantó para ayudar a Guiomar a llevar a Nicole a su cama.

-¡Pero si es una cucada!- se jactó Elisabeth- a ver si se va a ofender…

Elisabeth empezó a hacerle mimos a su gatito.

-¿Está permitido mascotas en la universidad?- se atrevió a preguntar Emma desde su cama.

-Sí, claro. Pero no puede salir de la habitación.

-¿Cómo se llama?- Hayley empezó a acariciar al pequeño gato. No debía de tener más de un año. Era de color gris con mechas negras y tenía los ojos azules.

-Es hembra. Se llama Kitty.

-Ahora todo tiene sentido- comentó Nicole al recuperar el conocimiento- Kitty en chino significa Demonio.

-¿Cómo lo sabes?- preguntó Hay.

-Yo la llamé Kitty por la exitosa marca Hello Kitty.

-Cuando era pequeña investigué que la madre de la creadora hizo un pacto con el diablo para salvar a su hija que tenía cáncer de boca. Llamó a la marca Hello Kitty ya que se refería a "hola demonio". De ahí que la gata no tiene boca.

-Menuda historia- repuso Guiomar con sarcasmo.

-¡Pero sigue siendo monísima!- la contrarió Raquel.

-¿Monísima? Es… ¡un bicho malnacido!- pataleó la pelirroja con cara de asco- ¡mantén tu mascota fuera de mi vista! No quiero pelos en MI cama.

-Está bien- suspiró Elisabeth, rodando los ojos.

-Eres una exagerada- Guiomar empezó a reírse.

Nicole le fulminó con la mirada y se levantó de la cama. Se quitó las manoletinas y se puso unos tacones que estaban en el armario.

-¿Adónde vas?- le preguntó su prima.

-De paseo- Nicole le guiñó un ojo- aquí hay muchos chicos guapos.

Todas pusieron los ojos en blanco.

-Sabes que entresemana la hora limitada para salir de la universidad es a las nueve, ¿no?
-Ya lo sé, querida- Nicole le sacó la lengua a Elisabeth, que aún sostenía la gata en su regazo.

Nicole salió de la habitación moviendo las caderas y pisando fuerte el suelo. Una vez fuera, Raquel comentó:

-No me imaginaba que tu prima fuera así. Sois muy diferentes.

-Si tú supieras- bromeó Hayley.



                                                                          ~~~


-¡La habitación es la caña!- exclamó Marii, asombrada.

Sus compañeras, Miley y Jorden (una chica que acababa de conocer que tiene la piel aceitunada) asintieron, dándole la razón.

Las habitaciones de la Universidad Imperial College constaban de tres camas. Era algo más grande que la Universidad de Sheffield ya que éste tenía dos edificios: de ciencias y de artes. Las tres chicas empezaron a decorar la habitación a su gusto y colocaron la ropa, ya que prácticamente vivirían allí. Marii, al terminar de adornar su parte, se tumbó en la cama y empezó a pensar en los hechos del último mes.

El amor chispeante que siempre hubo entre Niall y Belén no había funcionado y esta vez rompieron definitivamente. Ambos sabían que su amor era imposible, no iba a funcionar ya que siempre acababan discutiendo. Belén volvió a España ya que le dolía mucho ver a Niall. Cuánto la echaba de menos…

Ella y Liam no volvieron a hablar sobre su relación desde el bosque, cuando llamó Harry para dar la mala noticia. Liam no volvió a sacar el tema y cada vez que Marii intenta hablar de ello, él cambiaba de asunto. Estaba realmente triste, ¿la muerte de Anna le hizo pensar que no la quería más?

Ya no era como antes. Belén se había ido a España, Emma estaba enfadada con todo el mundo por haber ocultado la muerte de Anna y ahora quedaba de vez en cuando con Guiomar, Bambi y Hayley pero no era lo mismo. Lo sentía.

Los chicos se apartaron bastante de ellas. Harry y Emma no volvieron a hablar desde la vuelta a Holmes Chapel, Niall no volvió a verlas al romper con Belén unos días después, Zayn siempre desaparecía (los chicos decían que era por una chica), Louis siempre estaba ocupado con su enorme familia y con su novia Eleanor y con Liam apenas hablaba, siempre la evitaba. Los únicos que mantenían el contacto eran Harry y Guiomar. Bambi y Zac se buscaron un pequeño apartamento del centro de Londres para empezar de cero. Ellos también seguían manteniendo el contacto.

-¡MARIA JOSÉ LÓPEZ!- gritó Miley. Marii empezó a reírse. Siempre que un británico pronunciaba su nombre se reía. ¡Lo pronunciaban tan mal...!

-¿Qué?

-¡NUNCA EN MI VIDA HE VISTO TANTO MAQUILLAJE JUNTO!- su otra compañera, Jorden, también gritó aunque parecía más contenta que Miley.

Marii se levantó de la cama y se acercó a Miley y Jorden. Al lado de ellas se situaba la gran caja donde había cientos de sombra de ojos.

-¿Qué-es-esto?- tartamudeó Miley.

-Maquillaje de ojos- respondió Marii sin darle importancia.

-¡Guau! ¿Para qué tantas?- interrogó Jorden, intrigada.

-¡Uno para cada día!

-Ocupa mucho en la habitación- dijo Miley.

-Veeeeenga, no seas exagerada- dijo Jorden.

-Venga ya, Miley, si quieres os lo presto a las dos. Podréis utilizarlo cuando queráis- respondió Marii con una deslumbrante sonrisa, acercándose a su "tesoro".

-Está bien- aceptó ella- con todo tu maquillaje y la ropa de Jorden apenas cabe nada más en la habitación.

-¿Qué más da?- comentó Jorden- sólo vamos a utilizar el cuarto por la noche...

Jorden, al parecer, procedía de una familia de mucho dinero. Toda la ropa que poseía era de marca y de buena calidad.

 Miley y ella se habían unido bastante. La morena mostraba un gran interés por la lengua de signos y Marii, de vez en cuando, le “daba clases”.

-Me voy a dar un paseo- murmuró Miley.

Por suerte, el ascensor estaba al lado de su habitación así que no le costó tiempo bajar al patio de la Universidad. Hoy era su primer día y ya adoraba el lugar. Era precioso. Era un campo con una fuente en el centro. Los alumnos del Imperial College se sentaban en el césped mientras estudiaban o charlaban.

Pasó al lado de la cafetería y paró para pedir un café con leche. Una vez pedida la bebida, se fue a pasear de nuevo.

Hoy era septiembre y hacía un buen tiempo. No hacía mucho calor, pero sí lo suficiente para tener una camiseta de manga corta. Vio una cosa que le hizo perder el hilo de los pensamientos.

Justin y Helena se estaban besando en la fuente, justo donde Miley quería ir. Suspiró, con el corazón en la garganta y dio media vuelta para volver a su habitación.

-¡Miley!

Se detuvo al escuchar a su mejor amigo. Justin y Helena ya no se besaban. El chico la sostenía en la cintura mientras la miraba fijamente. Ella le saludó disimuladamente aún con la factura del café en la mano.

-¿Eres tú?

El chico le dijo unas cuantas palabras a su novia y se acercó a Miley. Cada paso que daba se quedaba más boquiabierto.

-Hola- saludó Miley. La última vez que le vio no acabó muy bien pero… ¿Estaba olvidado, no?

-¡Cuánto tiempo!- vociferó Justin, muy contento. Y, sin que Miley lo hubiera esperado, la abrazó fuertemente- te he echado mucho de menos.

-Se te veía bien con Helena.

Justin se soltó del abrazo y levantó una ceja.

-Venga, sabes que te he echado de menos- dijo él con su habitual cálida sonrisa.

Miley sonrió y le abrazó de nuevo. No se había dado cuenta de cuánto echaba de menos uno de sus abrazos.

-¿Qué tal te va?- preguntó.

-Muy bien- respondió Justin- ¿tú?

-Igual. Así que tu novia también viene a esta universidad- comentó.

-Así es- dijo Helena, detrás de Justin. Miley no se había percatado de que estaba allí. Justin sonrió a su novia y le pasó un brazo en su hombro.


-Me alegro por vosotros. Sin embargo, me tengo que ir- habló Miley con voz tersa- he quedado con mi compañera de cuarto en la cafetería.

-Pero si tienes café- habló Helena, arqueando una ceja.

-Pero mi amiga no.

-Vale- se despidió Justin un poco decepcionado. Helena se apegó más a él- Ven más a menudo por aquí y nos vemos.

-Sí, por supuesto.

Miley se alejó y una vez lejos de ellos miró el café. Se lo llevó a la boca y puso una mueca al saborear al café. Estaba frío.

Lo tiró en una papelera cercana.



                                                                                     ~~~

Siguió taconeando en el barrio de la universidad. Pasó de largo el parque puesto que sólo había niños y se fue a pasear en el pequeño lago que había en una colina. Había varios chicos jóvenes que se fijaban en ella y la sonreían. Ella les devolvió a todos y a cada uno la sonrisa.

-¡Nicole!

La pelirroja se dio la vuelta y vio a una persona vagamente familiar.

-¡Tommy, hey!- sonrió ésta. Se acercó a él y le plantó un beso en cada mejilla- ¿qué tal te va?

-Bien- contestó él un poco nervioso. ¿Y ahora qué iba a decir?

-Tommy, ¿puedo pedirte un favor?

-Claro- Thomas empezó a ponerse demasiado histérico y tuvo ideas disparatadas. Decidió morderse las uñas disimuladamente para controlar su temblor.

-¿Conoces a ese chico?- Nicole señaló a un joven con un corto cabeceo- es muy mono.

El muchacho puso los ojos en blanco y miró a al joven que señalaba Nicole. Tenía que superarlo, una chica como ella jamás se fijaría en un chico como él.

-Sí. Se llama Danny y es mi compañero de cuarto- resopló él.

-Gracias- dijo Nicole dejando enseñar sus dientes blancos. Estaba satisfecha- ¿y tú?

-¿Y yo qué?

-¿Te has fijado en alguna chica de por aquí?- preguntó pícaramente, dándole un ligero codazo y guiñándole.

-Pues… La verdad es que no.

-¡Venga, Tommy! Tienes que tener algo de vida sexual a tu edad- la animó ella- ¿qué te parece esa chica de allí?

-Pues que es inalcanzable- respondió él efusivamente. Entrecerró los ojos y miró mejor a la chica rubia- y además tiene tetas de silicona. No me interesa.

Nicole se rió.

-Cierto- contestó la pelirroja y el chico hizo un mohín, ¿se refería a lo primero o a lo segundo?- en la universidad hay varias actividades extraescolares. ¿Por qué no te apuntas? Así podrías ligar.

-¿Qué actividades hay?- de repente se interesó en ello.

Nicole hizo un ademán para que le siguiera y volvieron a la universidad. Una vez dentro, cerca de la secretaría, había un corcho lleno de papeles. Nicole señaló a uno.

ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES DE 17:00 A 18:00.
-DANZA
-BALONCESTO
-TEATRO
-PORRISMO
-PATINAJE ARTÍSTICO
-BAILE MODERNO
-VOLEIBOL
-FÚTBOL AMERICANO
-TRIVIAL             
-AEROBIC
-INFORMÁTICA
-JUDO
-HOCKEY

-¡El trivial está muy bien!- exclamó Thomas. Al lado había un casillero donde apuntarse. Sacó un bolígrafo para poner su nombre al lado de “trivial” pero antes Nicole le arrancó el objeto de la mano de un manotazo.

-No- negó solemnemente- parecerás un friki si lo haces.

-¡Soy un friki!- admitió el joven con orgullo. Sonrió y cogió su bolígrafo con delicadeza.

Nicole le miró con mala cara. Thomas no la hizo caso y se acercó al papel con el bolígrafo, pero sentía que le seguía fulminándole en la nuca.

-¿En qué deporte me apunto?- preguntó Thomas, derrotado.

Ella sonrió victoriosamente y cogió el bolígrafo de nuevo. A continuación le apuntó en fútbol americano.

-¡¿Qué?!- gritó Thomas, llevándose una mano en la cabeza- ¡pero si no sé jugar!- lloriqueó.

-Aprenderás- sonrió ella. Después leyó de nuevo la hoja y se inscribió en porrismo.

-¿En serio? ¿Tú, porrista?

Nicole frunció los labios y le miró.

-¿Qué pasa, no me ves como animadora?- se ofendió.

-No, no… Quiero decir, sí. Te veo como animadora, sería genial.

Sonrió angélicamente y su amiga hizo lo mismo.

-Te animaré en todos los partidos. ¡Hasta luego!

Thomas se despidió con la mano, atontado. Nicole caminó hasta la cafetería, cruzando el patio abarrotado de estudiantes, pero en mitad del camino se cruzó con su prima Guiomar y Raquel.

-¡Hola! ¿Vais a la cafetería?

-No- respondió Raquel- hemos oído que hay varios deportes extraescolares para matar el tiempo y vamos a inscribirnos.

-Ah sí. Yo me he apuntado como animadora. ¿Vosotras?

-¡También!- sonrió la rubia.

-Yo a teatro, creo. En la escuela siempre fui a teatro y me daban el papel de protagonista- contestó la otra.

-Guay. ¡Suerte!- voceó Nicole despidiéndose de sus dos amigas.

-¿De verdad que te vas a apuntar como animadora?

-Probaré suerte- Guiomar se encogió de hombros.

Las dos se acercaron al corcho. Había muchísima gente apuntada en la sección de baloncesto, y para variar, el trivial estaba prácticamente vacío.

-¡Mira!- profirió Raquel de repente, tras echar un vistazo al nombre de las personas apuntadas. Vio un “Emma Smith” en la sección de Voleibol.

Guiomar suspiró tras ver el nombre de su mejor amiga. Ninguna de ellas dos jamás habían jugado al voleibol… ¿Por qué se había apuntado?

-¿Qué haces?- soltó su amiga pecosa tras ver a su amiga apuntarse en Voleibol.

-He cambiado de opinión.

-Vale- asintió su amiga tras poner su nombre en la casilla de teatro- Elisabeth me dijo que la apuntara en patinaje artístico.

Guiomar iba a decir algo cuando Impossible de James Arthur empezó a sonar a todo volumen y todos los universitarios empezaron a mirarla.

La rubia hizo un ademán con la mano a Raquel y se dirigió a su habitación, a sabiendas de que estaba vacía. Sacó su móvil y descolgó.

-¿Digamelón?

-Hola, Guiomar- la chica distinguió la voz suave y ronca de su mejor amigo.

-¡Harry! ¿Has llegado ya a Australia?

Los chicos se iban de gira a Oceanía una semana (concretamente en Melbourne y Sydney).

-Guiomar- respondió Harry aguantando la risa- todavía estamos en el aeropuerto de Londres. El viaje dura 15 horas.

-¿En serio?- Guiomar se quedó boquiabierta, ¿tanto?- quiero decir, oh sí claro, Australia está muy lejos.

-Vale- se rió el cantante- ¿qué tal el primer día de clases?

-No te lo puedes creer. Marcos es el profesor de Historia.

-¿Marcos?- se preguntó- ¿el chico que te mola?

-Molaba- le corrigió Guiomar. Vio que varios estudiantes entraron al ascensor a lo lejos y dieron al botón. Guiomar corrió para pillarlo y logró entrar antes de que cerraran las puertas.

-Flipante. Ya me contarás- habló él con un tono bastante picarón. Guiomar supo que en este momento él estaba arqueando una ceja y se rió- si te hace daño ya me encargaré yo de darle una paliza.

Salió del ascensor (era la única ya que las habitaciones de los chicos estaban en el piso de arriba). Caminó el bonito pasillo, las puertas eran de un color azul chillón y las paredes blancas lo que causaba una gran impresión con el conjunto de colores.

-No hace falta, pero gracias- bromeó la joven abriendo la puerta de su habitación. Estaba cerrada con llave, menos mal que metió su llave de la habitación en el bolsillo de su pantalón…

-Y bueno…- el tono de Harry cambió a serio. Aunque Guiomar detectó un poco de tristeza en su voz- ¿cómo está Emma?

Guiomar se quedó sin respiración, ¿qué le iba a decir?

-Lo está pasando mal- decidió sincerarse, Harry no era tonto.

Harry no contestó. Estuvieron varios segundos en silencio, sólo se oía la jadeosa respiración del chico.

-Odio todo esto.

-Yo también- admitió Guiomar afligida.

Se dejó caer en la cama con el móvil aún pegado al oído.

-¿Crees que nos perdonará algún día?

-No lo sé- Guiomar miró a su lado, la cama donde dormiría Emma todo el año. Iba a estar con ella, en la habitación, en las clases, en el comedor pero… Separadas. La echaba tanto de menos…- no lo sé- repitió.

Se restregó la cara con las manos y se descubrió a sí misma que estaba llorando. Se limpió las lágrimas de golpe.

-La echo de menos- suspiró Harry.

-Yo también, Harry. Muchísimo pero…

Justo en este momento Emma y Elisabeth entraron a la habitación riéndose. Guiomar las miró con cierta envidia.

-Harry, te tengo que colgar.

Al oír su nombre, Emma la miró con los ojos como platos.

-¡ESTÁS HABLANDO CON HARRY STYLES!- chilló Elisabeth. Empezó a dar saltitos por toda la habitación. Su gata, que estaba tranquilamente tumbada en la cama de su dueña empezó a maullar algo asustada- ¡Déjame hablar con él!

La chica corrió hacia ella e intentó coger el móvil para hablar con su ídolo pero Guiomar la esquivó.

-Harry, aquí hay una chica que te ama- bromeó Guiomar riéndose mientras corría de un lado para otro, seguida de Elisabeth. Acto seguido colgó.

-¡Jo! Podrías haberme dejado el móvil para hablar un rato con HARRY- refunfuñó la chica, cruzándose de brazos y diciendo el nombre del cantante con énfasis.

-Tal vez en otro momento- le sonrió Guiomar.

Elisabeth chilló. Emocionada y risueña, se subió a la cama y cogiendo a la gata en brazos, empezó a bailar con ella.

-¡¿PERO QUÉ ES ESTOOOOO?!

Elisabeth paró de bailotear con Kitty y miró a la autora del grito. Guiomar y Emma se rieron a carcajadas al ver la escena.

-¡Estoy feliz, déjame!- le gritó Elisabeth a Nicole, que tenía la mandíbula desencajada y aún seguía en la cancela de la puerta.

-¿Te vas de aquí?- preguntó Nicole mientras cruzaba los dedos. Después, sonrió y cerró un ojo.

-¿Qué? ¡No!- negó ella, frunciendo el ceño. Se bajó de la cama y dejó a su gata al suelo- Guiomar me dejará su móvil para hablar con Harry algún día.

Nicole entreabrió la boca y mirando lentamente a Guiomar, aulló:

-¿Y A TU PROPIA PRIMA? ¡A mí nunca me has dejado hablar con Harry por teléfono!- berreó, enfadada.

-¿He oído bien?- preguntó una voz nueva. Raquel entró a la habitación y se puso al lado de Nicole- ¿Has dicho HABLAR CON HARRY POR TELÉFONO?

-¡SÍ!- afirmó Elisabeth con energía. Se dio un golpe en el pecho con orgullo- ¡YO!

-¡Pero qué dices!- gritó Nicole, acercándose a ella- ¡Harry es mío! Hice un test en una revista y ¿sabéis en que casilla cayó? ¡SOMOS DEL UNO PARA EL OTRO!

-Bah, ¡pero a eso le habrá pasado a muchísima gente!- Raquel se metió en la conversación de las dos- ¡Yo sí que soy perfecta para Harry!

Emma, sintiéndose muy incómoda con la discusión de sus tres compañeras de cuarto, salió de la habitación a toda pastilla. Guiomar la siguió.

-¡Espera!

-¿Qué?- Emma se giró en mitad del corredor. Afortunadamente, no había nadie fuera de sus habitaciones.

-Lo siento. Ellas no saben que…

-Ya lo sé. No las culpo- rebatió Em, encogiéndose de hombros. Dio media vuelta y siguió caminando hacia el ascensor.

-Espera. ¿Podemos hablar un momento?

-Guiomar- notó un cosquilleo cuando nombró su alias- me mentiste. ¡Me dijiste que se trataba de Marcos cuando era de…!- la voz se le quebró y cabeceó para aguantar las lágrimas- no quiero hablar de eso.

-Pero Harry…

-Harry me mintió en la cara. No hay perdón- confirmó con decisión.

-Lo hizo por ti, Emma. Él te quiere y le duele verte triste- debatió su amiga.

-Si tú estuvieras en mi piel, si esto te hubiera ocurrido a ti, ¿nos perdonarías?

Guiomar se quedó en silencio. La respuesta claramente era un “no” y Em lo sabía.

-¿Y si el que hubiera muerto fuera uno de los chicos?- empezó Guiomar, retándola- ¿se lo ocultarías a Harry?

Emma no dijo nada. Se quedaron en silencio mucho tiempo hasta que Guiomar se dio la media vuelta para dirigirse de nuevo a su habitación. Emma, por el contrario, bajó por las escaleras a la clase de Historia mientras trataba de digerir la pregunta de Guiomar. Llegó pronto a la planta cuatro ya que casi todos los alumnos estaban en el comedor cenando. Caminó por el pasillo del cuarto piso hasta dar con la clase de Historia. La puerta estaba cerrada y llamó con los nudillos.

-Pasa- cedió una voz masculina dentro de la clase.

Emma obedeció y entró adentro no sin antes cerrar la puerta tras de sí. Marcos estaba en el escritorio, escribiendo quién sabe qué en el ordenador.

-Hola, Emma. ¿Tienes dudas en la primera clase?- preguntó él en tono burlón.

Ella arqueó una ceja. ¿De verdad es ese chico del que Guiomar se había enamorado? Aun así, en el fondo no se extrañaba. Su amiga era una persona muy impredecible.

-Sabes que no he venido por eso- contestó ella fríamente, haciendo caso omiso a la broma que le acababa de hacer el “señor Anderson”. Le importaba una mierda que era su profesor y le podía regañar, para ella era el chico que le rompió el corazón a su mejor amiga.

-¿Ah, no?- él simuló sorprenderse pero a Em no le engañaba- ¿algún problema?

-Sí.

-Siéntate- contestó Marcos con benevolencia y señaló la silla que estaba enfrente del escritorio- cuéntame tu problema.

Emma bufó, ese tío no se enteraba de nada. Bien cortito que era.

-¿Qué haces aquí?- interrogó la muchacha con los brazos cruzados como si fuera una policía, aún de pie.

-Enseñar- contestó rápidamente, frunciendo los labios.


-¿O romper el corazón de nuevo a Guiomar?- comentó la chica sarcásticamente aunque seria.

Marcos se levantó de golpe y miró duramente a su alumna.

-Soy tu profesor ahora mismo- respondió él irritado- así que trátame con respeto.

-Te trataría con respeto si no hubieras destruido la vida de mi mejor amiga- asaltó Emma con grosería.

-Ella también te ha destruido la vida- objetó él, poniendo las manos sobre la mesa.

Emma se quedó paralizada mientras la frase que había dicho Marcos se le quedaba grabada en su cabeza. ¿Cómo lo sabía? Ah sí, Justin. Se le olvidaba de que era el novio de la mejor amiga de la hermana de Marcos.

-Lo siento- se disculpó él con cortesía. Alzó la mano para acariciar el hombro de Em para deleitarse de ella pero se lo pensó mejor tras ver la dura expresión de su estudiante.

Pero el semblante de Emma se ablandó cuando las lágrimas empezaron a salir. Intentó ocultarlas con la mano pero sabía que Marcos la había visto.

-Voy a bajar a cenar- anunció ella, dispuesta a marcharse y a no aceptar ninguna disculpa de Marcos por muy profesor que fuera.


-Sí, yo también- respondió el maestro, pero la joven ya estaba en el pasillo con los ojos rojos.

                                                                          ~~~


El viaje en avión a Australia era algo incómodo y silencioso. En primera fila estaban Louis y Zayn. El mayor dormía mientras que Zayn jugaba a videojuegos violentos en su consola. Liam estaba detrás de ellos, solo, tenía un aire pensativo y triste. Niall y Harry estaban sentados juntos al final. El rubio daba golpes rítmicos al suelo con el pie.

-El guión fue escrito y no pude cambiar nada. Quiero romperlo en pedazos y empezar de nuevo- susurró Niall para sí mismo la canción de Something great de su último álbum. Era obvio que se refería a la repentina ruptura con Belén.


Harry, a su lado, lo escuchó mientras miraba la ventanilla. No sabía dónde estaba en este momento, sólo veía el océano. El agua estaba muy oscura y daba miedo, parecía tan profunda…

-Un día voy a ir a tu mundo y hacerlo bien. Diré que estamos mejor juntos aquí esta noche- continuó el cantante de la cabellera rizada. Aunque ellos no lo admitían, todas y cada de unas de sus canciones describían sus sentimientos a la perfección. Había aprendido una lección: no mentir de nuevo a tu novia. Había tenido tantas consecuencias peores que lo había pasado tan mal durante el último mes… Ojalá pudiera recuperarla de nuevo- Te quiero aquí conmigo. Como me lo imaginaba, así no tengo que seguir imaginando. Vamos, salta hacia mí; vamos, trae todo. ¿Es mucho pedir algo grande? 

Niall le sonrió y, verdaderamente, aquello le reconfortó. Sabía que, pasara lo que pasara, sus mejores amigos siempre estarían allí, a su lado.


Apoyó su cabeza en la ventanilla mientras se imaginaba la reconciliación de Emma y él. ¿Pasaría eso alguna vez o la había perdido definitivamente? Jadeó para salirse del agujero negro, no quería tener otro ataque de ansiedad. Volvería, estaba seguro de que Emma volvería. No podía marcharse para siempre.

Y tratando de luchar con todas sus fuerzas para no hundirse en la pena y agonía, se quedó dormido. Involuntariamente, empezó a recordar el día que cambió su vida. El que lo estropeó todo.

-¡¡Chicas!!- gritó Emma entusiasmada, bajándose del coche. Acababan de llegar a Londres y pararon en la casa de Harry.

Guiomar y Hayley, que estaban en la puerta de la casa del cantante, se lanzaron a ella y las tres se fundieron en un abrazo.

-¡Chicos, ya han llegado!- gritó Hayley jadeante, soltándose del estrujón. Casi se asfixiaba en el abrazo.


Uno a uno empezó a salir de la casa y abrazaron a los recién llegados. Emma se empezó a preguntar cómo habían entrado en la casa de Harry pero la llave que tenía Zayn en la mano lo explicaba todo.

-¿Zac?- se preguntó Emma.

El aludido se encontraba en el medio de todos, al lado de su prima pelirroja Bambi. Él la sonrió, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos. Ella miró a su alrededor, todos estaban muy nerviosos y había silencio. ¡¡

La rubia arqueó una ceja y abrazó a su amigo, algo extrañada. ¡Menuda sorpresa!

-¿Anna también está aquí?- estalló Em de alegría. Miró a su novio- ¿dónde está?

Pero a él le temblaba el labio inferior. Ella empezaba a impacientarse.

-No está aquí- contestó Bambi en un susurro.

-¿Aquí? ¿No está en Londres?- preguntó Emma mirando uno a uno- ¿y por qué Zac sí?

-Queremos decir que…- Liam empezó a hablar pero al parecer se le había formado un nudo en la garganta- yo no puedo.

-¿Que no puedes el qué?- empezaba a ponerse nerviosa.

-Ella no está aquí…- respondió Louis lentamente- aquí, aquí- señaló el suelo.

-¿Aquí dónde?- comentó Em confundida.

-En la Tierra- dijo Hayley, por fin, la indirecta.

Todos guardaron silencio mientras que Emma parpadeó.

-¿Y entonces dónde está? ¿Viajando en la luna?- respondió Em realmente enfadada. Sus comentarios la confundían y odiaba estar confusa. Si había pasado algo, que se lo dijeran ya. Ya.

-¡Que Anna está muerta!

Todas las miradas volaron hacia Guiomar. Estaba sofocada y la respiración de ella era entrecortada. Sus ojos se cruzaron con los de Emma.

                                                                                   ~~~

-Te toca tender la ropa.

Zac le sacó la lengua y volvió a centrarse en la play. Chilló de frustración cuando un soldado le disparó.

-¡Zac!- repitió Bambi.

-Espera, otra partida y ya. ¡Me han disparado los muy cabrones!- vociferó él, violando con los dedos al mando del videojuego.

Bambi no esperó ni un minuto más y se acercó al enchufe de la televisión.

-¡Noooo!- rogó su primo.

-Pues deja ya la play- dijo ella con una nota de autoridad en su voz.

-Vale, mamá- suspiró Zac, sintiéndose derrotado.

-Soy tu prima- comentó la pelirroja riéndose.

El chico no la hizo caso y se dirigió al montón de ropa para hacer la colada.

-Ahora me toca a mí disfrutar del tiempo libre.

Bambi se sentó en el sillón negro y sopló de gozo.

Bambi y Zac decidieron hacer un año sabático. Tomaron un año de vacaciones para poder retomar una nueva vida y conocer Londres, no tenían prisa para graduarse. Actualmente, Bambi encontró un trabajo en las taquillas del cine y Zac en un McDonald’s del barrio para ganar un dinerillo. Gracias a los chicos, tenían un pequeño apartamento (suficiente para vivir dos personas).

-Ya he terminado con la colada- comentó Zac. Bambi notó un ligero salto en el sofá, señal de que su primo se había sentado- hoy te toca hacer la cena, maja.

-Sí, pero mañana hay que cambiar las sábanas de las camas- respondió Bambi a su vez- tu tarea- añadió, cantarina.

-Sí, señora- respondió Zac sin miramientos. Cogió de nuevo el mando de la play y continuó su partida- ¿has hablado con las chicas?

-Hay y yo hemos hablado un rato por whatshapp. Nada importante.

-¿Y Emma?

-Como siempre- resopló Bambi.

Se quedaron un rato en silencio. Sólo se oían los gritos que pegaban los soldados del videojuego. De nuevo, le metieron una bala a Zac que gruñó por lo bajini.

-A veces- el chico retomó la conversación, acomodándose más en el sofá- tengo la impresión de que es mi culpa.

-¿El qué? ¿La muerte de Anna?

-Sí. Si me hubiera dado cuenta de lo que le estaba pasando…- susurró, sintiéndose tremendamente culpable por undécima vez.

-Soy yo la que me fui de Sicilia y os dejé- negó Bambi con la cabeza- tú estuviste al lado de ella. En fin, olvidémoslo. ¿Palomitas y película?

Su primo asintió con una sonrisa y abrazó a su prima.

-Iré yo a por las palomitas- sonrió Zac dándole un beso en la frente de su prima. Ella también sonrió, agradecida.

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¡He actualizado los nuevos personajes en la sección "personajes secundarios"!