Emma se levantó de la cama y sujetó el portátil, que estaba entre sus rodillas, para que no se cayera. Lo posó en una mesa de su habitación sin apagarlo aún.
-Marchémonos-
sentenció Emma de pronto. Movió el ratón del portátil de modo que la flecha
tocó el X de la pantalla. Antes de darle click, Nicole la interrumpió.
-¿No
crees que deberíamos ver la conversación?- interpeló refiriéndose al chat que
había mantenido Raquel con Chloe y que recientemente acababan de descubrirlo.
Emma
suspiró, mirando la pequeña pantalla del ordenador. Tenía miedo de lo que podía
haber en la conversación. ¿Y si descubría de una vez por todas que ella era la
asesina de Elisabeth y que Chloe, la chica que pensaba que era inocente y le
dio pena, lo sabía y la cubría? Sabía que de un modo u otro no le iba a gustar
lo que iba a leer. Pero no podía ser tan cobarde, se trataba de un caso entre
vida o muerte.
Así que, con lágrimas en los ojos por culpa del miedo y la angustia que cada vez crecía en su interior, cliqueó dos veces la barra de conversación con la mano temblorosa y al instante se abrió el chat de Facebook.
Emma
decidió leer la conversación después de ver la reacción de Nicole y Thomas.
¿Pondrían cara de preocupación? ¿O de miedo? Pero pronto tuvo la respuesta. Un
segundo después de abrir el chat, la confusión se plasmó en el rostro de sus
amigos.
-¿Qué
coño significa esto?- murmuró Nicole, visiblemente desilusionada.
-¿En
serio? ¿Sólo esto? ¡Por un momento pensé que...!
A Em no
le gustó sus reacciones, esperaba algo más. Quizás esperaba descubrir algo
importante. Con unas expectativas muy bajas, leyó la conversación.
No era
una conversación.
Sólo
una simple frase. Gracias por nada.
Se alejó de la mesa un poco para asimilar lo que había leído. Eso le
había mandado Raquel a su antigua mejor amiga hacía 15 días atrás. ¿Qué
significaba todo esto?
Por otro lado, un Thomas muy perplejo miró a su compañera Nicole girando su cabeza media vuelta. Ésta le devolvió otra mirada llena de confusión y terror.
-Tenemos
que marcharnos- repuso Thomas mirando el reloj que adornaba su muñeca. Se
levantó y puso ambas manos en las caderas, mirando directamente a Em- si
tardamos mucho sospecharán. Vayámonos.
-Sí,
esto al final ha resultado ser una birria- comentó Nicole, mostrando así su
decepción- venga, apaga el ordenador y dejémoslo como estaba.
Emma
obedeció sin decir una palabra. Se acercó a la mesa y sin mirar la pantalla siquiera, apagó el ordenador y después de esperar un
minuto a que se cargara el portátil, lo cerró. Thomas lo cogió de sus manos y
lo guardó en la cama en la misma posición. Después todos revisaron la
habitación, estaba tal y como habían entrado.
Nicole
y Em cogieron un par de camisetas para que no sospecharan de ellas.
Se
despidió de Thomas y Nicole ya fuera del edificio y se montó en el Bugatti
Veyron, el carísimo coche que le había regalado Harry casi un año atrás.
Tiró las dos camisetas que había cogido a los asientos traseros y puso el
vehículo en marcha.
Condujo
durante veinte minutos y llegó a un barrio que estaba cerquísima de su casa.
Había pasado mil veces por ese lugar. Conocía ese lugar a la perfección. Podía
nombrar todas las calles y todas las tiendas acertadamente. Y, en efecto, era
el sitio donde vivía Guiomar.
Cruzó
la pequeña carretera que pasaba por el bosque y al minuto pudo observar la
enorme casa de su mejor amiga. Parecía abandonada pero Em supuso que los
padres de Guiomar se encontraban ahí metidos sin consuelo.
Iría a
visitarles pero nunca se había llevado especialmente bien con los padres de su
mejor amiga. Apenas se encontraban en casa, y si lo estaban, ni siquiera se
dirigían la palabra. Además, nunca les cayó bien porque fueron unos malos
padres. Por eso Guiomar era tan estrafalaria, fiestera y no tenía experiencia en casi nada (aparte del sexo, por supuesto). Emma dedujo que, si no fuera por ella, por
Hayley y por Anna, Guiomar no estaría estudiando en la Universidad.
Pero,
si no fuera por ella, tampoco estaría en peligro.
Apartó
inmediatamente aquel pensamiento oscuro y siguió conduciendo, incrementando la
marcha. En menos de un minuto vislumbró la pequeña casa donde vivían Marcos y
Cass hacía tiempo. Pero poco tiempo después vio la mansión donde vivían ahora
con la mujer-novia-ex de Marcos. No sabía qué era de ella ahora. Ni siquiera recordaba su nombre.
Aparcó
el coche en la calle ya que no quería molestar a Marcos con meter su automóvil
en su amplio y lujoso garaje. Salió del coche dejando su bolso ahí (ya que no
lo necesitaba) y pulsó un botón que se encontraba al lado de la puerta. El
timbre.
La
puerta, para sorpresa de Emma, se abrió por sí sola. Alucinada por los
progresos tecnológicos del mundo humano, entró al enorme jardín que le
recordaba al de la Universidad de Sheffield y, posteriormente, a la mansión.
Cerró
la puerta tras sí y miró a su alrededor. Había tantas direcciones y tantas
puertas que no sabía a dónde dirigirse. Menos mal que Cass fue en su busca.
-¡Emma!-
la saludó ella con una educada sonrisa a lo que Em flipó. Ya era la segunda vez
consecutiva- ¿quieres hablar con mi hermano, no?
-Sí- le
respondió ella secamente aunque sonrió y asintió con la cabeza. Cassandra le
devolvió la sonrisa y la guió por la casa hasta dar con el salón. La puerta
estaba cerrada y se distinguían dos voces. Pero Emma no sabía de quiénes eran.
Lo primero que se le pasó por la cabeza era la novia de Marcos y Marcos pero más tarde se
dio cuenta de que eran dos voces masculinas- espera, Emma.
Em
apartó la mano del picaporte y miró a su antigua compañera de instituto.
Recordó cómo la odiaba y cuántas veces había humillado a ella y a sus amigas.
Pero ahora no sentía nada, ni siquiera rencor o frialdad.
-Dime.
-Me he
enterado de... Lo que ha pasado. De verdad que lo siento mucho- empezó la
chica. Con dos simples frases hizo abrirle los ojos a Emma: Cassandra ya no era
la Cassandra popular del instituto, engreída, despiadada y molesta. Ahora era
sencillamente Cassandra.
Eso era
una enorme demostración de que las personas podían cambiar a bien.
Em la
sonrió e intentó ocultar su sorpresa para no ofenderla. Cass le devolvió la sonrisa para reconfortarla.
-Muchas
gracias, significa mucho para mí. Estoy segura de que Harry y Guiomar volverán
a estar con nosotros.
-Claro
que sí- afirmó ésta muy segura de lo que había dicho. Echó un vistazo a la
puerta, como si viera lo que estuviera pasando, y entrecerró los ojos- si te
aburres con mi hermano, ya sabes, ven con nosotras. Helena también está aquí-
le dijo.
Em
asintió agradecidamente y giró el pomo. Por cuarta vez en menos de diez
minutos se asombró de quién estaba ahí dentro.
-Pensé
que eras una amiga de Cass y por eso no fui a buscarte, perdona- se disculpó
Marcos, pero Em ni le oyó. Se centró en el chico que estaba sentado al lado de
Marcos.
-¿Policía
Avon?- le reconoció la chica con una ceja alzada.
Era el mismísimo policía que les ayudó salir de la universidad para poder saber quién había fallecido.
Era el mismísimo policía que les ayudó salir de la universidad para poder saber quién había fallecido.
.
-El
mismo- le sonrió él. Educadamente, se levantó del sofá y le tendió una mano. Em
se la estrechó, algo anonadada, y ambos se sentaron en distintos sillones.
-Me
estaba comentando sobre cómo va el caso- le explicó el profesor. Al ver la cara
interrogativa de Em le respondió sin más miramientos- pues mal, la verdad. No
han descubierto nada aún. Hoy registrarán vuestro cuarto. ¿Has descubierto algo
importante?- le preguntó él sabiendo que habían acordado eso mismo la noche
anterior.
Por la
cara que puso la chica, el policía Avon y Marcos juntaron sus cabezas para
escuchar mejor, intrigados.
-No he
descubierto nada importante- apuntó ella finalmente para decepción de los dos
chicos- pero he descubierto algo.
El
profesor entornó los ojos y dio una cabezada para que Em prosiguiera.
-Di-
respondió, en cambio, el policía, algo intrigado e interesado.
Emma
les contó lo que habían hecho Nicole, Thomas y ella y lo que habían visto en el
Facebook. Acto seguido se dio cuenta de lo que había contado. ¡Estaba delante
de un policía y había investigado ella sola un caso de policías! Se tapó la
boca y miró a Marcos pidiendo ayuda.
-No voy
a arrestarte ni nada- bromeó el policía Avon. Marcos también se rió, como si
fueran amigos de toda la vida- entiendo lo que has hecho, es normal. Además,
los policías han dado el asunto como un caso perdido. Pretendo investigar por
mi cuenta con vuestra ayuda... Y aparte de todo esto... ¿Raquel sólo le dijo Gracias
por nada?
Emma se
admiró por aquel policía pero no le dio tiempo a reflexionar un poco más.
-Pero
Chloe me dijo que no había hablado con Raquel desde hace más de un año y
medio...- consideró Marcos, atónito a lo que acababa de oír.
-Te
mintió- confirmó el señor Avon con una mueca- pero si Raquel le dijo eso a
Chloe significa que habían hablado anteriormente ya que Raquel le dio las
gracias.
-Te
equivocas, no dijo gracias sino gracias por nada- impugnó Emma,
corrigiéndole- al parecer, Raquel le pidió ayuda y Chloe lo rechazó. ¿No es
así? Tiene sentido.
Marcos
tenía razón. ¿Por qué Chloe le ocultó a Marcos que Raquel le había enviado un
mensaje hacía 15 días? ¿O quizás un mensaje pidiendo ayuda? Chloe, al parecer,
no la había ayudado así que no había cometido ningún delito...
-Em, en
el chat de Facebook, ¿sólo diste con esta frase? ¿No había ninguna conversación
de días anteriores?
La
rubia hizo memoria. En efecto, cuando abrió la conversación, sólo encontró la
frase dañina que le mandó Raquel a su antigua mejor amiga. No había nada más en
el chat. No habían hablado anteriormente, y si habían hablado, se había
borrado.
-No, no
había nada más- dijo Emma, finalmente, revalidando con su respuesta.
-¿Te
pondrás en contacto con los demás policías para ir en busca de Chloe?- le
preguntó Marcos al chico, esperanzado.
Pero
Emma ya tenía clara la respuesta. La tenía estampada en la cara del policía
Avon. Era un claro y rotundo “no”. Les lanzó a ambos una mirada triste y se
justificó.
-Lo que
ha hecho Emma es un quebrantamiento grave de la ley- atestiguó el señor Avon
con una voz algo rara e infrecuente- si le decimos lo que hemos descubierto lo
mínimo que pueden hacer es meter a Em en la cárcel.
-Oh,
vamos- masculló la chica, estupefacta- sólo he cotilleado un poco el Facebook
de Raquel.
-Puede
parecerte una tontería pero has violado muchas normas. Has invadido el espacio
personal de una persona, te has sometido en un caso policial indebidamente, has
tocado los objetos de la sospechosa y posible asesina.
Em
levantó una ceja a pesar de que el agente Avon la estaba intimidando. ¿En serio
la meterían en la cárcel sólo por intentar avanzar el caso que llevaba días sin
progresar? Por primera vez en su vida, le invadió un odio hacia la ley inglesa.
¡Qué injusto!
-¿Entonces
que haremos? ¿Quedarnos de brazos cruzados?- inquirió Em llena de rabia-
¡prefiero que me metan en la cárcel!
-No.
Marcos y yo podremos ir a Castle Combe y hablar con Chloe Collins- le
dijo el policía Avon en un intento de calmarla, y lo consiguió.
-Pero...
¿y si os pasa algo?
-Oh vamos, ¿y qué nos va a pasar? Además, soy policía- intervino el policía con un toque irónico- y tengo armas.
-Mañana emprenderemos el viaje- confirmó Marcos, estando de acuerdo con el policía Avon- Em, es de noche, es hora de que te vayas a casa.
-Sí- respondió algo eufórica y llena de adrenalina. Estaba un poquito preocupada por ellos pero, en el fondo, se alegraba muchísimo de que los dos fueran a investigar un poco el caso. ¿Y si descubrían algo? O mejor aún, ¿y si la encontraban? Les daría mil besos a cada uno- ¿puedo ir con vosotros mañana?
-No Emma- le dijo Marcos inmediatamente- podrías poner nerviosa a Chloe y no nos contará nada después- le explicó él tras ver la cara de su amiga. Era una mentira a medias, el principal motivo era que no quería ponerla en peligro ni meterla en líos. Sólo tenía 18 años.
-Venga ya- protestó ella.
-¿De verdad que quieres perder el tiempo discutiendo?- le preguntó Marcos retóricamente. Emma suspiró, enfadada y frustrada.
-Bien- masculló con las venas palpitándole- pero infórmame de todo. De TODO. Aunque no sea importante.
Marcos alzó el pulgar y el policía y Marcos la acompañaron hasta el coche. Em se montó en él y se despidió de ellos sin decir ni una palabra más. Estaba muy enfadada. ¿Por qué siempre la mantenían al margen?
Condujo algo cansada por el día movidito que había tenido. Tardó veinte minutos en llegar a su destino: el hospital. Una vez dentro, optó por subir las escaleras hasta la primera planta, la cafetería.
-Un café con leche, por favor- pidió educadamente a la señora joven que le atendía. Pretendía estar despierta toda la noche para estar con Harry. Se sentía muy mal por haber estado todo el día fuera, aunque fuera para investigar el caso de Guiomar.
-Aquí tiene- respondió la dependienta un minuto después, tendiéndole un vaso pequeño de café caliente.
Emma lo tomó con cuidado para no quemarse y subió por las escaleras a unas cuantas plantas más mientras soplaba el vaso para que el café se enfriara.
Llegó al cuarto de Harry en cuestión de minutos. En la habitación sólo estaban Anne y, desgraciadamente, Allanah.
-Hola, Em- le saludó Anne en cuanto vio a la muchacha entrar con el vaso en la mano. Se levantó del sofá en el que estaba sentada y la abrazó. Allanah se limitó a darla una cabezada en señal de saludo y Em se la devolvió.
-¿Cómo está?- le preguntó Em mirando de reojo a Harry. Parecía un niño dormido, al parecer, respiraba con regularidad. Al verle así, Emma se sintió en paz. Tomó un asiento y la acercó a la camilla para situarse al lado de Harry. Al no obtener respuesta de Anne, la miró.
-¿Podemos hablar fuera un momento?- le respondió, en cambio, con otra pregunta segundos después.
Emma notó que le faltaba el aliento. Tuvo la sensación de que algo malo ocurría y por eso mismo miró a Allanah. La chica no le devolvió la mirada sino que observó el suelo como si estuviera obligada. Un miedo intenso atrapó a Em, que se levantó de la butaca y, con Anne, salió al pasillo.
-¿Qué ha pasado?- le preguntó ella con prisa, temiéndose lo peor. Le escocían los ojos pero Em se obligó a no llorar.
Anne torció los labios y su mirada se posó en un punto fijo.
-Ayer recibí una... Noticia- masculló ella como si fuera ácido. Anne no sabía cómo pronunciar las mismas palabras que le dijo el doctor. Simplemente era imposible. No podía decirle a una chica que amaba a su hijo que éste se iba a morir al día siguiente o al otro si no se despertaba.
Sólo le quedaba dos días. ¿Cómo se lo iba a decir a Emma?
-Anne, por el amor del Dios, me estás preocupando. Dime que está pasando- le rogó ella con suplicia y terror en la voz.
Anne tuvo la tentación de tirarse al suelo y echarse a llorar pero tomó aire para...
-¡¡Anne!! ¡Anne! ¡Emma!- chilló una voz femenina en el interior de la habitación donde dormía Harry. Allanah salió de la estancia y las miró con lágrimas en los ojos- tenéis que entrar.
-Oh vamos, ¿y qué nos va a pasar? Además, soy policía- intervino el policía con un toque irónico- y tengo armas.
-Mañana emprenderemos el viaje- confirmó Marcos, estando de acuerdo con el policía Avon- Em, es de noche, es hora de que te vayas a casa.
-Sí- respondió algo eufórica y llena de adrenalina. Estaba un poquito preocupada por ellos pero, en el fondo, se alegraba muchísimo de que los dos fueran a investigar un poco el caso. ¿Y si descubrían algo? O mejor aún, ¿y si la encontraban? Les daría mil besos a cada uno- ¿puedo ir con vosotros mañana?
-No Emma- le dijo Marcos inmediatamente- podrías poner nerviosa a Chloe y no nos contará nada después- le explicó él tras ver la cara de su amiga. Era una mentira a medias, el principal motivo era que no quería ponerla en peligro ni meterla en líos. Sólo tenía 18 años.
-Venga ya- protestó ella.
-¿De verdad que quieres perder el tiempo discutiendo?- le preguntó Marcos retóricamente. Emma suspiró, enfadada y frustrada.
-Bien- masculló con las venas palpitándole- pero infórmame de todo. De TODO. Aunque no sea importante.
Marcos alzó el pulgar y el policía y Marcos la acompañaron hasta el coche. Em se montó en él y se despidió de ellos sin decir ni una palabra más. Estaba muy enfadada. ¿Por qué siempre la mantenían al margen?
Condujo algo cansada por el día movidito que había tenido. Tardó veinte minutos en llegar a su destino: el hospital. Una vez dentro, optó por subir las escaleras hasta la primera planta, la cafetería.
-Un café con leche, por favor- pidió educadamente a la señora joven que le atendía. Pretendía estar despierta toda la noche para estar con Harry. Se sentía muy mal por haber estado todo el día fuera, aunque fuera para investigar el caso de Guiomar.
-Aquí tiene- respondió la dependienta un minuto después, tendiéndole un vaso pequeño de café caliente.
Emma lo tomó con cuidado para no quemarse y subió por las escaleras a unas cuantas plantas más mientras soplaba el vaso para que el café se enfriara.
Llegó al cuarto de Harry en cuestión de minutos. En la habitación sólo estaban Anne y, desgraciadamente, Allanah.
-Hola, Em- le saludó Anne en cuanto vio a la muchacha entrar con el vaso en la mano. Se levantó del sofá en el que estaba sentada y la abrazó. Allanah se limitó a darla una cabezada en señal de saludo y Em se la devolvió.
-¿Cómo está?- le preguntó Em mirando de reojo a Harry. Parecía un niño dormido, al parecer, respiraba con regularidad. Al verle así, Emma se sintió en paz. Tomó un asiento y la acercó a la camilla para situarse al lado de Harry. Al no obtener respuesta de Anne, la miró.
-¿Podemos hablar fuera un momento?- le respondió, en cambio, con otra pregunta segundos después.
Emma notó que le faltaba el aliento. Tuvo la sensación de que algo malo ocurría y por eso mismo miró a Allanah. La chica no le devolvió la mirada sino que observó el suelo como si estuviera obligada. Un miedo intenso atrapó a Em, que se levantó de la butaca y, con Anne, salió al pasillo.
-¿Qué ha pasado?- le preguntó ella con prisa, temiéndose lo peor. Le escocían los ojos pero Em se obligó a no llorar.
Anne torció los labios y su mirada se posó en un punto fijo.
-Ayer recibí una... Noticia- masculló ella como si fuera ácido. Anne no sabía cómo pronunciar las mismas palabras que le dijo el doctor. Simplemente era imposible. No podía decirle a una chica que amaba a su hijo que éste se iba a morir al día siguiente o al otro si no se despertaba.
Sólo le quedaba dos días. ¿Cómo se lo iba a decir a Emma?
-Anne, por el amor del Dios, me estás preocupando. Dime que está pasando- le rogó ella con suplicia y terror en la voz.
Anne tuvo la tentación de tirarse al suelo y echarse a llorar pero tomó aire para...
-¡¡Anne!! ¡Anne! ¡Emma!- chilló una voz femenina en el interior de la habitación donde dormía Harry. Allanah salió de la estancia y las miró con lágrimas en los ojos- tenéis que entrar.