Cerró
el libro que sostenía en las manos y lo dejó a un lado. Miró al techo sin parar
de suspirar.
Se
sentía tan estúpida. Lo único en lo que podía pensar era en que había sido tan
tonta. Había estado lloriqueando delante de su madre porque Zath le había puesto
los cuernos y además le había echado en cara que no podría comprender cómo se
sentía. Pero acababa de darse cuenta de que era una boba.
Después
de tres días, había terminado de leer Lo que en un minuto podría cambiar. Había
podido conocer la historia de su madre desde los diecisiete hasta los casi
diecinueve. Le había pasado mil cosas pero ella había luchado contra viento y
marea para ser feliz. Y eso que Julie la había tomado como una aburrida.
Siempre
había sabido que sus padres se querían muchísimo pues, a diferencia de muchos
padres de sus compañeros, se daban besos en público y muestras de cariño
delante de ellos para demostrarles cuánto se querían. Después de leer la
historia comprendía porqué su padre se había enamorado de Emma.
Entre
las páginas del ejemplar que tenía su madre guardada en su habitación había visto
dos fotografías. No le hacía falta preguntar a sus padres quiénes eran pues con
las descripciones del libro había asumido que se trataban de Anna y Elisabeth, las
personas que habían dado nombre a sus hermanas mellizas. Ambas chicas poseían
una belleza natural admirable y ambas habían tenido una muerte desastrosa, una
asesinada y la otra de anorexia.
-¡Buenos
días, Jules!
La
puerta de su habitación se abrió de golpe y de ella salió una Frankie incuestionablemente
contenta.
-Lo serán
para ti- gruñó Julie levantándose de la cama para colocar la novela de su madre
en la estantería. Acto seguido, volvió a la cama, donde se sentó y miró a su amiga- porque para mí no, desde luego.
Frankie
puso los ojos en blanco ante el pesimismo de Julie.
-¿Qué
haces en pijama aún?- protestó Frankie mirándola con el ceño fruncido y la
nariz arrugada- son las doce de la mañana.
-¿Y qué
quieres? ¿Que lleve un vestido de seda?- ironizó alzando el brazo para coger su
cepillo.
-Pues
sí. Hoy es la fiesta de Reynolds, ya lo sabes- le recordó.
Julie
cerró los ojos y resopló mientras se peinaba el pelo.
Por primera vez en su vida deseó que nunca llegara el sábado. Pero era hoy.
-Oh,
Dios. Sigo teniendo la esperanza de que abandones esa absurda idea de ir- rezó
Julie.
Frankie
sonrió malévolamente y abrió la puerta del armario para observar todas las
prendas que tenía Julie.
La puerta del dormitorio de Julie se abrió ruidosamente y por ella salió su hermano.
-Oye,
¿vas a ir a...?- su hermano Nathan se calló al notar la presencia de Frankie.
Ésta se giró, algo asustada, y se miraron nerviosamente. Julie alzó una ceja
ante la tensión de ambos.
-Sí,
voy a ir- le respondió Julie ante la mirada inquisidora de ambos, como si estuvieran
aliviados por mirar otra cosa que no fueran ellos.
Su
hermano formó una línea recta con sus labios y volvió por donde había venido.
Frankie, por su parte, volteó la vista hacia el armario.
-¿Qué
os pasa?- se cuestionó Julie al ver la extraña escena.
Frankie
se encogió de hombros y sacó un vestido del armario con dificultad.
-No lo
sé. Después de ayudarle con la tarea como que se enfadó conmigo- le contó
Frankie indiferentemente, como si no le importara. Puso el vestido delante de
sus ojos para apreciarlo- ¡qué bonito!
-¡Eso
es un disfraz charlestón de los años 20!- exclamó Julie con burla.
Su
amiga frunció el ceño.
-Bueno,
si quitas la cinta de plumas, la boquilla y los guantes negros quedaría
perfecto. ¿Me lo dejas?
Julie
entrecerró los ojos y rompió a reír. En ocasiones su mejor amiga podía ser un
tanto rara pero eso la hacía especial. Tenía unos gustos realmente extraños.
-Te lo
regalo- afirmó Julie.
En ese
momento, alguien llamó a la puerta y Julie giró la cabeza para ver de quién se
trataba. En el umbral de la puerta estaban su madre Em y su tío Justin.
-¿Podemos
hablar contigo?- inquirió su madre.
Frankie
comprendió al instante la situación, le dirigió una sonrisa alentadora a su
mejor amiga y después la besó en la mejilla.
-Te
veré después. Adiós- le susurró antes de marcharse.
Una vez
solos, Julie se sentó y su madre cogió la silla donde hacía los deberes para sentarse también. Justin prefirió quedarse de pie con los brazos cruzados, mirando a su
sobrina fijamente.
-¿Qué
pasa?- preguntó Julie para romper el hielo.
Olía a
peligro.
-Julie...-
su madre respiró hondo antes de continuar y supo de inmediato que estaba
decepcionada por algo- Justin me ha dicho que faltaste el primer día de clase.
A la
aludida se le heló el corazón. Ni por un momento se le había pasado por la
cabeza que su tío, que era profesor de su instituto, podría advertir su
ausencia. ¡Qué tonta había sido! Miró a su madre y a su tío sin saber qué
decir. Se había quedado muda.
-Eh...
Bueno...- tartamudeó y Julie se sintió muy tonta. No valía la pena mentir, esta
vez no había excusas- sí, he faltado.
Al ver
la expresión de su madre se sintió como una inútil. Siempre la defraudaba y al
leer todo lo que había sufrido su madre durante su adolescencia, se sentía
peor.
-¿Por
qué?- intervino Justin.
Julie
le fulminó con la mirada.
Empezaba
a pensar que Justin tenía algo contra ella. Primero le suspendía Dibujo y
después iba detrás de Emma para chivarse. Pero Julie sabía que su propio tío lo
hacía por el bien de ella, al fin y al cabo, era la hija de su hermana.
Sintió
una punzada de envidia al acordarse de su prima segunda Sofía Horan. Ella había
faltado a clase un millón de veces pero nunca la habían pillado: su prima
no estaba inscrita a la asignatura Dibujo. Qué suerte tenía.
-Faltaste
con aquel chico, ¿verdad?- le preguntó su madre- aquel chico por el que
lloraste.
-No,
mamá- negó ésta para sacarla de aquel terreno peligroso. No quería que empezara
a sospechar, podía ser muy intuitiva- no había hecho los deberes de matemáticas
y por eso no fui. Me arrepiento un montón. Lo siento.
Emma se
levantó de la silla e intercambió una mirada con Justin.
-No
vuelvas a faltar- le reprendió su tío. Y salió de su habitación.
Julie
suspiró de alivio hasta que Em abrió la boca.
-Estás
castigada- murmuró su madre y Julie cerró los ojos con fuerza al escuchar
aquellas dos palabras que tanto le infundía miedo- a partir de ahora saldrás a todas las fiestas de Lostfield o a cualquier gala de premios que inviten a tu padre.
Se marchó de la habitación con el rostro decepcionado.
Julie
se tapó la cara con las dos manos y se cruzó de piernas. Sentía muchísima rabia
pero no podía culpar a su madre, ella misma había traicionado su confianza. En su opinión, merecía un castigo muchísimo peor. A partir de ahora, tendrá que aguantarse.
-Ey-
escuchó una voz femenina y la reconoció. Era su prima segunda, Sofía Horan.
Levantó
la vista (había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba así) y la vio
acercarse a ella.
-Hola.
¿Irás a la fiesta?- inquirió Julie y la mayor de los Horan se tumbó a su
lado.
-Eso
era lo que te iba a preguntar hoy. Me he encontrado con Frankie en el camino y
me ha dicho que irás. ¿Tienes fiebre o algo?- bromeó ella con una sonrisa.
Julie
se rió. Se sentó en la silla donde se había sentado su madre antes puesto que Sofía ocupaba toda su cama, tumbada cómodamente.
-Algún
día tenía que sorprenderte- le siguió el juego.
Las dos
se rieron durante un par de segundos hasta que de repente Sofía se puso seria.
Miró a Julie directamente, alzando un poco la cabeza, y fue al grano.
-El
miércoles te vi con Zath.
Julie
hizo memoria. Era el día en que salió de la casa de Zath y se encontró a Sofía en
el camino al instituto, que empezó a hacerla preguntas. ¿Qué querría esta vez?
-Ya me
lo has dicho- respondió secamente.
Sofía
negó con la cabeza y la miró más seria aún. Julie empezó a enfadarse por hablar
de ese tema.
-No era
eso lo que quería decir. Vi cuando os despedisteis.
-¿Y?
Sofía perdió la paciencia y abrió los ojos, echando la cabeza hacia delante.
-¿Los
amigos se besan en la boca, Julie?
Aquella
contestación la pilló totalmente por sorpresa. Se quedó como una tonta durante un minuto
con la cabeza hacia delante hasta que consiguió de nuevo la compostura. Miró a
su prima, atónita.
-¿Nos
despedimos con un beso?
-Venga
Julie, haciéndote la tonta no sirve para nada. ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me
dijiste que estabais saliendo en secreto? Zath tampoco me lo ha dicho- dijo
ella un poco ofendida.
A Julie
le alegró saber que Zath no le había comentado nada a Sofía sobre su noviazgo
secreto: ambos eran muy amigos. Pero después la imagen de Zath besando a
Madison volvió a su cabeza y la ira recorrió por sus venas.
-Lo
siento- suspiró Julie finalmente, contándole toda la verdad- fue una tontería.
Ya no estamos saliendo.
-¿Qué?
¿Por qué?
Julie
meditó durante unos segundos. Confiaba en Sofía, por supuesto, pero no quería
romper la amistad que tenían Sofía y Zath sólo porque el chico le había puesto
los cuernos. Sabía que su prima la defendería y Julie no quería eso. Era un problema entre
Zath y ella.
-Decidimos
que era mejor cortar. Sólo fue un par de besos- mintió ella, ignorando el nudo que se le había formado en la garganta.
-¿Seguro?-
insistió la rubia alzando una ceja.
-Seguro.
~~~
Nathan
Styles se dirigió al lago de Lostfield, que estaba lleno de patos, y allí se
encontró con sus mejores amigos: Colin Smith, Aisha Malik y Heaven Wells.
-Menuda
nochecita nos espera- murmuró Aisha, muy sonriente, refiriéndose a la fiesta de
la familia Reynolds.
-¿Vosotros
vais a venir?- inquirió Nathan mirando a su primo y a Heaven.
Colin
negó con la cabeza sin apartar la vista de los patos que había en el lago.
-No,
tío. Sabes que no me molan esas fiestas- comentó el chico, encogiéndose de
hombros- además mis padres no pertenecen a la élite.
Nathan
sonrió imperceptiblemente. Sabía perfectamente porqué su primo Colin rehusaba
aquellas fiestas pues, hacía dos años, le invitó a una celebración muy
importante del futbolista (ya jubilado) Cristiano Ronaldo y prácticamente la lió bien parda
por sus “modales” y su lenguaje coloquial. Colin pertenecía a una familia
normal, a pesar de vivir en Lostfield, y no sabía precisamente cómo se
comportaban los millonarios.
-¿Y
tú?- le preguntó Nathan a Heaven.
-No-
contestó ella algo alicaída- ahora no estoy para fiestas.
Heaven
Wells pertenecía a la élite desde hacía cuatro años, cuando la marca de su
madre “Nicole Ellis” triunfó y se convirtió en una empresa famosa.
Nathan
la miró con pena. En los últimos días, Heaven había estado muy desanimada y
apenas hablaba (incluso menos que antes). Aisha le contó que era porque su
padre Thomas no había querido regresar a Lostfield. Nathan no pudo evitar
sentir un arrebato de cariño hacia Heaven al verla tan triste y desilusionada.
-Precisamente
por eso- la abrazó cuando lo dijo. Heaven le miró con sorpresa y Nathan sonrió
al verla tan sonrosada- la fiesta podría animarte. Estaremos Aisha y yo
contigo.
Heaven
pareció dudar y miró a su mejor amiga de reojo.
-Venga-
insistió Nathan echando un poco la cabeza hacia atrás.
Heaven
se soltó de su agarre con suavidad y miró a sus dos amigos.
-Está
bien- suspiró y después compuso una sonrisa.
-¡Bien!-
gritó Aisha y, para sorpresa de todos, abrazó a Nathan- ¡gracias!
-¿Eh?
¿Gracias por qué?- se cuestionó Nathan, atónito.
Aisha
soltó una risita y negó con la cabeza. Después agarró a su amiga del brazo,
haciéndola levantarse.
-¡Vamos
a elegir vestido! Y que sea de “Nicole Ellis”, tu madre...¡Todos los chicos babearán por
ti y lo sabes!- chilló Aisha con euforia y se alejó de ellos alzando una mano
para despedirse.
Nathan
miró a su primo, que estaba tan pasmado como él por el comportamiento de Aisha,
y ambos rompieron a reír.
-Esa
Aisha... Nunca cambia- susurró Colin con admiración.
Nathan
observó, maravillado, el lago. Era su sitio favorito de todo Lostfield, había
tanta paz y silencio... Su primo y él se quedaron cinco minutos en silencio
hasta que Colin habló.
-¿Te
gusta Heaven?
Nathan
miró a su primo con los ojos entrecerrados por el sol.
-Que
va. Es mi amiga.
Colin
le miró con desdén.
-Sabes
que a ella le gustas, ¿no?
Claro
que lo sabía. Heaven era muy tímida y casi nunca expresaba sus sentimientos
pero aun así era un libro abierto. Cuando Nathan se aproximaba, ella se ponía
roja como un tomate e incluso a veces tartamudeaba. Nathan nunca le había dicho
nada por no herir sus sentimientos.
-Lo sé.
-Entonces,
¿por qué te dirigiste a ella cuando querías saber cosas sobre Frankie y Zath?
-¿Te lo
ha contado Heaven?- inquirió Nathan cada vez más enfadado por el tono que
estaba usando Colin.
-Me lo
ha contado Aisha- le espetó él, ésta vez mirándole directamente- dime, ¿por
qué?
-Porque
sé que Heaven haría todo lo que le pidiera- contestó el chico entre dientes.
Al
instante, se arrepintió de sus palabras; sonaban muy cruel. Colin le miró
horrorizado por lo que acababa de decir.
-Nunca
vas a cambiar. Eres una persona horrible, Nathan- le escupió su primo sin
eliminar la cara asqueada.
-Colin...
-Sabemos
que te gusta Frankie- dijo y Nathan abrió muchos los ojos- y sabes que a Heaven
le gustas. ¿Por qué no te lo guardas para ti mismo y no le dices a Heaven nada?
-¡No
era mi intención hacerla daño! Sólo quería saber si Zath y Frankie...
Colin
se levantó con premura y Nathan hizo lo mismo, enfrentándose a su primo.
-¡Sólo
piensas en ti mismo! ¿No has pensado, ni por un segundo, que harías daño a
Heaven?- le gritó su primo. Estaba muy enfurecido.
-No ha sido
para tanto...- a Nathan le temblaba la voz.
Estaba
muy cabreado con él; y también dolido. Pero la verdad era que no sabía hasta
que punto estaba Heaven enamorada de él como para hacerla tanta daño por
intentar saber algo de la relación Zath-Frankie.
-¿Cuándo
dejarás de ser así? ¿Cuándo tratarás bien de una vez por todas a las personas
que se lo merecen?
-¿Te
gusta Heaven?- Nathan también alzó la voz- parece que sí- se burló.
A Colin
se le agrandaron las aletas de la nariz.
-No me
gusta- afirmó Colin y Nathan supo que estaba diciendo la verdad- la quiero
mucho y me importan sus sentimientos.
Nathan
decidió tranquilizarse para no pelearse con su primo. Se alejó un poco de él.
-¡A mí
me importan sus sentimientos! Simplemente no había pensado en...
-¡¡Nunca
piensas, Nathan!! Eres un engreído, un mujeriego.
Al oír
la última palabra, Nathan perdió los estribos y, por primera vez en su vida, le
propinó un puñetazo a su propio primo con todas sus fuerzas.
-Estás
celoso de que todas las chicas me quieran- manifestó Nathan lanzándose a él de
nuevo.
Colin
se balanceó hacia atrás a causa del golpe pero consiguió estabilizarse para
intentar pegar a Nathan, acertando de lleno.
-¡¿Celoso?!-
gritó Colin riéndose a carcajadas mientras esquivaba un empujón de Nathan- ¡No
me hagas reír! Me das asco.
La
cólera circulaba por sus venas. Nathan cogió a su primo del cuello de la
camiseta y levantó el brazo, dispuesto a darle un codazo. Iba a hacerlo cuando
alguien le cogió desde atrás y le alejó de Colin.
-¿Pero
qué cojones estáis haciendo?- exclamó una voz grave y familiar. Nathan cayó al suelo por la fuerza del tirón.
Nathan se enfureció con Zath por haber interrumpido su pelea. Más tarde, la ira que sentía se convirtió en arrepentimiento: había estado a punto de destrozar la cara de su primo. Había perdido el control y Zath lo había evitado.
Pero aun así odiaba a Zath.
-Es un
imbécil- murmuró Colin dando media vuelta para dirigirse a su casa.
Zath y
Nathan se quedaron solos. Nathan volvió a estar cabreado al acordarse que
Frankie estaba enamorada de él. Se puso de pie y se dio la vuelta bruscamente.
-Eh,
eh. ¿Qué pasa?- le preguntó el moreno al ver la irrespetuosidad con que le
había tratado.
-Espero
que Frankie y tú duréis- le escupió Nathan con desprecio y se fue a su casa.
Una vez
a solas, Zath susurró:
-¿Frankie
y yo? ¿Qué?
~~~
-¿Has
elegido vestido?- le preguntó Frankie, mirándose distraídamente en el espejo.
Julie
había llamado a Frankie para que volviera después de haber acabado la charla
con su madre y su tío Justin. Ahora estaban ella, Frankie y Sofía hablando
sobre la fiesta a la que iban a asistir esa misma noche.
-No. Me
lo pensaré más tarde.
-¡Yo
sí!- saltó Sofía- tengo muchísimas ganas de que llegue ya.
Julie y
Frankie no se sorprendieron. Sofía amaba las fiestas y más si iban personas
famosas.
-¿Alguien
en especial?- preguntó Julie. La conocía a la perfección y sabía que se trataba
de algo más.
-Sí. Va
a ir Flynn Bloom...- susurró ella con aire soñador aunque pronto tocó tierra
firme y volvió a mirar a su prima- es el hijo de Orlando Bloom y de la ex
modelo Miranda Kerr. ¡Imaginad lo bueno que está!
-No le
he visto por la escuela- dijo Frankie con una ceja alzada. Seguía mirando el reflejo del espejo, inspeccionando su barriga.
Julie
había conocido a la modelo Miranda Kerr cuando tenía doce años. Hubo un rumor
que Harry Styles le había puesto los cuernos a su madre con la modelo tras
haber participado en un videoclip de One Direction. Su padre y Miranda se
unieron para negar rotunda y personalmente la falsa noticia.
-Claro
que no, tonta- rebatió Sofía altivamente. Frankie rodó los ojos por su
fanfarronería- tiene veintiún años. Lo tengo un poco
difícil.
-¿Veintiún
años?- exclamó Julie con los ojos abiertos- ¿adónde vas tú, chica? ¡Tienes
quince años!
-Dentro
de unos días cumplo los dieciséis- le espetó su prima segunda. Estaba algo
ofendida por la contestación de Julie- y te recuerdo que tu te besuqueaste con
uno de dieciocho.
-¡Pero
él tiene veintiuno! Es casi cinco años mayor que tú- profirió Frankie. Después compuso una mueca. No por lo de Flynn Bloom sino porque no le gustaba lo que veía en el espejo.
Sofía
suspiró, derrotada. Miró al suelo, algo triste, y murmuró cosas como que tenía
que estar guapísima en la fiesta.
Julie
estaba segura de que su prima conseguía todo lo que se proponía, incluso más
cuando se trataba de un chico. Flynn podría caer perfectamente en sus redes,
con lo guapa que era. Pero lo que le preocupaba era que podía hacerla daño
física o moralmente. Es decir, él tenía veintiún años y ella tan solo casi dieciséis. Y ni siquiera se conocían muy bien.
Quizás
estaba siendo muy exagerada, como su madre.
-Pero
la edad no es lo más difícil- Sofía retomó de nuevo la conversación y las otras
dos la miraron fijamente. Frankie por fin apartó la mirada del espejo- él está saliendo con Madison McMahon.
Frankie
y Julie intercambiaron una mirada de desconcierto.
-¿La hija
de Zac Efron?- inquirió Frankie con una vocecita aguda por los nervios y la
sorpresa.
-Sí.
Ahora que lo pienso, me pregunto porqué tiene el apellido de su madre Alexia
McMahon...- murmuró Sofía sin darse cuenta de lo que pasaba- quedaría mejor
Madison Efron.
Pero
eso no le importaba a Julie.
-¿Estás
segura de que están saliendo? ¿Cómo lo sabes?
Sofía
la miró como si fuera tonta.
-¡Es la
pareja del año! Ahora entiendo porqué sois tan raritas... Han estado saliendo
desde febrero.
Julie
no podía creérselo. Lo más probable era que Flynn estuviera estudiando en la
Universidad, y aunque no lo estuviera, lo más seguro era que se hubiera
enterado del romance que tenía su “novia” con Zath Malik.
-Madison
es una perra- murmuró Frankie con odio. Volvió a mirarse en el espejo, algo que impacientó a Julie aún más.
-Oh,
eso lo saben todos- se rió Sofía- pero Flynn no se da cuenta.
-Entonces
debe ser idiota- dijo Frankie.
Julie
asintió con la cabeza pero pronto se dio cuenta de que ella misma también lo
era. Zath había estado engañándola, probablemente desde el inicio de su relación, y ella no se había dado cuenta. Pero ella no tenía muchos amigos de la élite y
mucho menos de la universidad, así que era normal que no se hubiera enterado, a
diferencia de Flynn Bloom.
-Lo que
pasa es que la quiere- contestó Sofía con asco- y piensa que le es fiel. Es un
chico que no hace caso a los rumores y confía en todo el mundo.
-En
conclusión, es idiota- repitió Frankie.
Sofía
se encogió de hombros, sin negárselo.
Lo más
probable era que Zath supiera el amorío que mantenían Flynn y Madison. ¿Cómo
podía entrometerse en una relación? ¿Cómo podía rebajarse a un nivel tan...
bajo? No sólo la hacía daño, sino que a Flynn también.
A Julie le dieron ganas de arrancarse el pelo, de tirar todas las cosas al suelo y de gritar, pero no hizo nada de eso por la presencia de Sofía y Frankie. La
verdad era que jamás había conocido a una persona tan cruel. Odiaba a Zath Malik.
-¿Creéis que estoy gorda?- inquirió Frankie, con el espejo delante, con un murmullo muy bajito y agudo, como si tuviera vergüenza de preguntarlo. Se levantó la camiseta negra de tirantes, de modo que tenía la barriga al descubierto. Se la frotó con suavidad.
-¿Desde cuándo te importa tu aspecto?- preguntó Julie. Estaba realmente alucinada por el comentario de Frankie.
Su mejor amiga se encogió de hombros, restándole importancia.
-Hombre...- susurró Sofía, con una cabeza inclinada a la derecha- tienes un poquito de barriga... A lo mejor estás embarazada.
Frankie puso los ojos en blanco. Nunca había mantenido relaciones sexuales con un chico, al igual que Julie, y Sofía lo sabía por lo que siempre las chinchaba con ese tema.
Justo
en ese momento, escuchó un golpe brutal y Julie supo que se trataba de la
puerta principal cerrarse. Oyó las protestas de sus padres ante tal golpe y más
tarde percibió que alguien corría por las escaleras y después en el pasillo.
Frankie, con un sobresalto, se bajó la camiseta para volver a taparse la tripa.
-¡Eh,
Nathan!- le gritó Sofía cuando el chico cruzó el pasillo justo por delante de
la puerta de la habitación de Julie.
El
chico frenó de golpe y se asomó al cuarto, mirando a las presentes. Su mirada
se detuvo un segundo en Frankie aunque pronto la apartó.
-Hey,
Sofía- le saludó Nathan con una sonrisa- tus padres y tu hermana están abajo,
¿vais a comer aquí?
Julie
se dio cuenta de que Frankie evitaba mirar a Nathan.
-Sí.
Van a venir tus hermanas gemelas por lo que han decidido comer en familia.
También vendrán tus tíos- le informó Sofía.
Nathan
agrandó los ojos y susurró unas cuantas palabras malsonantes. Julie frunció el
ceño.
-Está
bien- dijo él finalmente, intentando ocultar sus palabrotas.
Se
marchó de la habitación. Pero más tarde oyeron que Nathan retrocedía sobre sus pasos y pronto apareció de nuevo en la habitación.
-Frankie-
dijo él y la aludida le miró por primera vez, sorprendida y ruborizada-
¿vendrás a la fiesta?
-Claro.
Tú me has invitado, ¿recuerdas?
Nathan
sonrió y asintió con la cabeza.
-Lo recuerdo.
Sofía silbó.
~~~
A las
dos del mediodía llegaron sus tías gemelas Aroa y April.
Sofía,
Julie y Frankie bajaron corriendo a saludarlas y Nathan les pisó los talones.
Sus tías de treinta años recién cumplidos les abrazaron a los cuatro.
-¡Cómo
has crecido, sobrinito!- le dijo Aroa, despeinándole. Su marido desde hacía
cinco años, Jason Lively, le tendió la mano y Nathan aceptó; era su tío
favorito. Con el otro brazo sostenía a su único hijo, Chuck Lively, que tenía
menos de un año.
-¿Te has teñido, tía?- le preguntó su hermana Julie.
Aroa asintió con la cabeza. Se había teñido de rubia y le favorecía. En cambio, su hermana gemela April seguía manteniendo su color natural, el naranja.
-¿Te has teñido, tía?- le preguntó su hermana Julie.
Aroa asintió con la cabeza. Se había teñido de rubia y le favorecía. En cambio, su hermana gemela April seguía manteniendo su color natural, el naranja.
-Sentaos-
les indicó Emma.
April y
su prometido, Jordan Carter, se sentaron junto con Niall y Belén Horan. Harry
colocó una sillita de bebé, que pertenecía a Elisabeth cuando era pequeña, entre
el asiento de Aroa y Jason para el bebé Chuck. Y después, Harry se sentó al
lado de su cuñada Aroa Lively.
Sofía,
Frankie (que había sido invitada por los Styles), Julie, Nathan, Anna,
Elisabeth y Maura se sentaron alrededor de la mesa grande.
Emma
fue a recibir a la siguiente familia, que habían llamado al timbre justo tres
minutos después.
-¡Buenos
días-tardes, familia!- saludó Helena Smith en cuanto se asomó al comedor. La mujer sostenía un plato de lasaña
y se lo tendió a Em para la comida.
Justin entró detrás de su mujer con su hijo menor, Andrew. El niño pequeño estaba boca abajo, cogido por su padre, quien le agarraba las piernas con cuidado para que no se cayera. Andrew saludó a toda su familia con su pequeña mano, sonriente.
Finalmente vio a su mejor amigo-primo, Colin. Al contrario que el resto de su familia, él estaba serio y cabizbajo y Nathan sabía porqué. Él mismo también se sentía tremendamente mal por la pelea de aquella mañana. Su primo Colin se acercó a la mesa en silencio y sin saludar a nadie.
Finalmente vio a su mejor amigo-primo, Colin. Al contrario que el resto de su familia, él estaba serio y cabizbajo y Nathan sabía porqué. Él mismo también se sentía tremendamente mal por la pelea de aquella mañana. Su primo Colin se acercó a la mesa en silencio y sin saludar a nadie.
Justin,
Helena y Emma se sentaron en los únicos asientos libres que había en la mesa
grande. Andrew corrió hacia la otra mesa y se sentó al lado de su prima segunda
Maura y su prima Anna. Colin se quedó de pie.
-Te he
guardado un sitio al lado de Nathan- le dijo Julie señalando la silla vacía.
A
Nathan le entraron ganas de lanzarle una mirada asesina a su hermana. Notó que
su primo Colin se sentaba al lado suya sin decir ni una palabra.
-¡Mirad qué rico!- exclamó Emma, volviendo a levantarse para mirar a su marido Harry, que estaba en la otra punta de la mesa. Levantó la tapa del plato que sostenía en la mano y dejó ver una ensalada de frutas- ¡lo ha hecho Harry!
-¡Ooooh cuidado!- comentó su hermano Justin con sorna- ¡una ensalada de frutas!
Todos los de la mesa se rieron a carcajadas menos Harry, que le lanzó una mirada amenazante a su cuñado en broma.
-¡Cállate!- le reprendió Em dejando la ensalada en el centro de la mesa. Volvió a sentarse- que a Harry le haya salido bien un plato tiene mucho mérito. Él es muy torpe en la cocina.
-Al menos se le da bien cantar- intervino Niall, zampando la lasaña de Helena.
-En la cama también soy muy bueno- bromeó Harry. Emma le tiró el bote de mostaza, acertando de lleno en la cara de su esposo.
-¡Dios mío, papá!- chilló Julie, horrorizada.
-Tranquila, Julie, tú también lo serás, cariño- le dijo Harry sin borrar su sonrisa sarcástica. A Em le dieron ganas de lanzarle más cosas pero no tenía nada de plástico a su alcance- al fin y al cabo, eres una Styles.
Julie agachó la cabeza y se centró en su plato, avergonzada.
-Eres imposible- le dijo a su padre pero Nathan se dio cuenta de que estaba aguantando la risa.
Todos se sirvieron un poco de la ensalada de frutas que había hecho Harry. Aroa fue la primera en expresar su opinión.
-¡Está buenísimo!
Harry le dio un mega abrazo y la susurró:
-¡Por eso eres mi cuñada favorita!
-¡Mirad qué rico!- exclamó Emma, volviendo a levantarse para mirar a su marido Harry, que estaba en la otra punta de la mesa. Levantó la tapa del plato que sostenía en la mano y dejó ver una ensalada de frutas- ¡lo ha hecho Harry!
-¡Ooooh cuidado!- comentó su hermano Justin con sorna- ¡una ensalada de frutas!
Todos los de la mesa se rieron a carcajadas menos Harry, que le lanzó una mirada amenazante a su cuñado en broma.
-¡Cállate!- le reprendió Em dejando la ensalada en el centro de la mesa. Volvió a sentarse- que a Harry le haya salido bien un plato tiene mucho mérito. Él es muy torpe en la cocina.
-Al menos se le da bien cantar- intervino Niall, zampando la lasaña de Helena.
-En la cama también soy muy bueno- bromeó Harry. Emma le tiró el bote de mostaza, acertando de lleno en la cara de su esposo.
-¡Dios mío, papá!- chilló Julie, horrorizada.
-Tranquila, Julie, tú también lo serás, cariño- le dijo Harry sin borrar su sonrisa sarcástica. A Em le dieron ganas de lanzarle más cosas pero no tenía nada de plástico a su alcance- al fin y al cabo, eres una Styles.
Julie agachó la cabeza y se centró en su plato, avergonzada.
-Eres imposible- le dijo a su padre pero Nathan se dio cuenta de que estaba aguantando la risa.
Todos se sirvieron un poco de la ensalada de frutas que había hecho Harry. Aroa fue la primera en expresar su opinión.
-¡Está buenísimo!
Harry le dio un mega abrazo y la susurró:
-¡Por eso eres mi cuñada favorita!
Todos
empezaron a hablar y comer a la vez. En la mesa pequeña sólo hablaban Andrew,
Maura, Anna y Elisabeth. Maura Horan, la más mayor de todos (tenía nueve años), decía una palabra en signos y los demás tenían que signar otra palabra que empezara con la última letra que había dicho la pequeña de los Horan. De ese modo, jugaban a palabras encadenadas.
-He
oído que te liaste con Nora Spears, la hija de Britney Spears, la semana
pasada- le dijo Sofía a Nathan, para iniciar conversación.
Ambos
eran los únicos populares de la mesa pequeña.
-Que
va. Pero me lié con ella hace un par de meses- comentó él, algo orgulloso.
-¿Alguna
chica con la que no te hayas liado?- interrogó con desprecio Frankie.
Julie
miró a su hermano pequeño. Sabía que él se había besado con el cincuenta por
ciento de chicas de la escuela pero escuchar comentarios sobre aquello le
resultaba algo desagradable. Ella sólo se había enrollado con dos chicos en su
vida.
-Huelo
a celos- susurró Nathan en voz baja pero todos le entendieron.
-¿Y te
sientes orgulloso por ello?
Nathan miró
fijamente a Frankie después de que ella formulara aquella pregunta.
-¿Algún
problema? ¿Quieres que te enseñe a besar?
-Es
verdad. Apuesto a que Zath te ha enseñado.
Julie
miró inmediatamente a la zona donde comían los mayores; afortunadamente nadie
les había escuchado.
-¿Quéeee?
¿Frankie también?- preguntó Sofía mirando alternativamente a Frankie y Julie.
Julie
le dio un puntapié disimulado a Sofía y ella se mordió la lengua. Cuando
quería, Sofía era muy astuta.
-¿Y tú
tienes algún problema con Zath y conmigo?- respondió Frankie, siguiéndole el juego para defender a su mejor amiga.
Nathan
se la quedó mirándola. De alguna manera, había esperado que ella se lo negase,
que le dijera que le quería a él pero sabía que eso era imposible. La verdad
era que Zath y Frankie estaban saliendo y lo mejor era alejarse de ella. Se le
retorció el estómago con tan sólo pensarlo.
-He
perdido el apetito- comentó Nathan en voz muy alta, levantándose del asiento, y
todos se le quedaron mirando, incluido los mayores.
-Pero
Nathan...- susurró su madre poniéndose de pie.
-Lo
siento, mamá. Creo que me encuentro mal- se disculpó el muchacho y Emma se
sentó de nuevo con una mueca de tristeza.
Una vez
allí arriba, Nathan se encerró en su habitación.
-¿Pero
por qué se ha puesto así?- preguntó Frankie, atónita por el comportamiento del
hermano de Julie. Sofía, Julie y Colin la miraron con una ceja alzada.
-¿Es
obvio, no?- respondió Colin- va detrás de ti.
-Claro-
asintió Sofía, tan altanera como siempre- Nathan siempre consigue lo que quiere
y seguro que tú eras la siguiente de su lista así que se ha cabreado porque se supone que sales con Zath.
-¿Se supone?
¿Cómo que se supone?- intervino Colin, un poco confundido- ¿no están saliendo,
entonces?
Julie
abrió los ojos por la metedura de pata de Sofía.
-Sí, sí
que están saliendo- contestó.
Frankie
bajó la mirada.
-¿Así
que él sólo quería aprovecharse de mí?- habló con un hilo de voz.
Julie
dudó. Quizás no estaba muy unida con Nathan pero conocía a su hermano mejor que
nadie. Tuvo sus dudas durante todo el verano por cómo miraba a su amiga cada
vez que ella venía a su casa y sus dudas se incrementaron aún más cuando Nathan la
invitó a la fiesta de Reynolds. Pero sus dudas se vieron confirmadas cuando
Nathan había reaccionado de esa manera al oír que Frankie afirmaba estar saliendo con
Zath.
Pero no
quería decírselo a su amiga. No quería que ella la dejara de lado mientras
salía con su hermano y, además, sabía que todo acabaría mal si
salían y ella no quería un enfrentamiento entre su hermano y su mejor amiga.
-Él
quería aprovecharse de ti- confirmó Julie al final.
Colin
puso una mueca y Sofía asintió con la cabeza. Frankie se limitó a masticar la
comida sin mirar a nadie.
-He
terminado. Voy a ver a Nathan- anunció Colin y nadie le dijo nada.
Ya en
el piso de arriba, Colin abrió la puerta del dormitorio de Nathan sin llamar.
-Lárgate-
impugnó Nathan.
Estaba
sentado en la cama con las piernas cruzadas e intentaba ocultar su rostro
mirando hacia otro lado. Colin supo que estaba rojo de furia, él nunca lloraba.
-Mira,
Nathan, siento mucho lo de antes- se disculpó su primo sentándose enfrente de
él. El chico le miró con los ojos cargados de arrepentimiento.
-Yo
también siento haberte dado una paliza.
Colin
sonrió.
-No te
lo creas tanto- bromeó.
Nathan
se rió en bajito y volvió a mirar a su primo directamente a los ojos. Se
quedaron un rato mirándose entre ellos hasta que Nathan le abrazó con fuerza.
-Lo
siento mucho. Tienes razón, soy un mujeriego.
-No,
soy yo el que me he equivocado. Te gusta esa chica de verdad.
Nathan
bajó la cabeza, un poco avergonzado al oír la verdad.
-Sí,
creo que sí.
-Tío,
ve a por ella. No olvides que eres Nathan Styles.
-Está
saliendo con Zath Malik, Colin. Él es mi amigo- rebatió el joven, desesperado.
-Me da
igual. Hoy será tu noche- le aseguró Colin.
~~~
Emma,
Helena, Belén, April y Aroa (con el bebé Chuck en brazos) se transportaron al salón y se encontraban sentadas cada una en
un distinto sillón. Sus respectivos esposos estaban en la cocina haciendo café
para todos.
El salón de los Styles era sumamente blanco y moderno. Los ventanales acababan en forma de arco. El salón no era muy recargado y había muy pocos adornos pero tenía un toque especial que lo hacía precioso. Había un piano enorme en una esquina de la habitación, donde Harry y Emma tocaban de vez en cuando juntos.
El salón de los Styles era sumamente blanco y moderno. Los ventanales acababan en forma de arco. El salón no era muy recargado y había muy pocos adornos pero tenía un toque especial que lo hacía precioso. Había un piano enorme en una esquina de la habitación, donde Harry y Emma tocaban de vez en cuando juntos.
-Esta
mañana Justin me ha informado que Julie ha faltado el primer día de clase- le
dijo Helena a su cuñada mientras se quitaba las botas para estar más cómoda.
‘¿Julie?
¿Nuestra Julie?’- inquirió Belén, sorprendida.
-Ya
ves. Yo también estoy muy sorprendida- respondió Emma con melancolía. Su hija
mayor ya no era tan inocente como ella creía. Había estado criándola durante
quince años y no soportaba verla crecer.
-¿Y
sabes el motivo?- le preguntó April, preocupada por el bienestar de su sobrina.
-Un
chico. Estoy segurísima.
‘Mi
hija esta colada por Fynn Bloom’- signó Belén con una sonrisa pícara- ‘tiene
cinco años más que ella. Está loca’.
-Sofía
es Sofía- se rió Helena- Colin tiene ya trece años... Siempre he pensado que se
enamoraría de Heaven o de Aisha.
-Yo
también lo he pensado. Nathan siempre ha sido muy cariñoso con Heaven... Aunque
sé que sólo son mejores amigos.
-Yo solo espero que mi niño nunca crezca- murmuró Aroa mirando a su hijo Chuck, que estaba durmiendo.
-Yo solo espero que mi niño nunca crezca- murmuró Aroa mirando a su hijo Chuck, que estaba durmiendo.
En ese
momento, Harry entró con una bandeja. Había diez tazas de café en ella y
también un bizcocho de chocolate que había hecho Em aquella mañana. Justin, Niall y Jason se sentaron al lado de sus mujeres. Jordan, el novio de April, fue el último en venir. Él llevaba sacarina y azúcar, por si lo necesitaban, y lo dejó en la mesa.
‘¿De
qué hablabais?’- le preguntó Niall a su esposa Belén después de darle un beso
en la frente.
‘De lo
creciditos que están nuestros hijos’.
-Ay... Parece que fue ayer cuando Julie era tan solo un bebé- comentó Harry con nostalgia.
Todos asintieron con la cabeza. Aquellos dieciocho años habían pasado volando, como un suspiro. Definitivamente, una vida con hijos era una vida más corta.
-Ay... Parece que fue ayer cuando Julie era tan solo un bebé- comentó Harry con nostalgia.
Todos asintieron con la cabeza. Aquellos dieciocho años habían pasado volando, como un suspiro. Definitivamente, una vida con hijos era una vida más corta.
-Ya ves. A Sofía le gusta el hijo de Orlando y Miranda- informó Niall de nuevo- y se me hace tan raro...
Harry
se rió antes de sentarse junto a Em.
-He
oído que está saliendo con Madison McMahon, la hija de Zac Efron.
Justin
rodeó la cintura de su mujer Helena y echó el cuerpo hacia atrás para mirar a
los presentes mejor.
-A esa
chica le di clases durante cuatro años. Es una engreída- opinó Justin.
-Tiene
mala fama- apoyó Emma. Decidió no ir por ese camino y cambió de tema- a
propósito, ¿cómo va vuestra canción nueva?
-Genial-
respondió Niall, de repente alegre- ¿a que no sabes qué? Zath nos está
ayudando. Es un buen compositor.
-¿Zath
escribe canciones?- se interesó Helena- guau. De tal palo, tal astilla.
-Ya me
gustaría a mí que Julie o Nathan cantaran- apostilló Harry. Emma, al lado de
él, asintió entusiasmada con la idea.
-O
escribieran- añadió.
Los diez se rieron a carcajadas. Después, Emma miró a su hermano y le preguntó:
-A
propósito, ¿cómo están Miley y Ryan?
Los dos
mejores amigos de Justin se habían casado la semana pasada y ahora mismo
estaban de luna de miel en Egipto. Una gran aventura.
-Me han pasado fotos- le informó él y, acto seguido, sacó su móvil.
-¡¿En serio?!- chilló Jason, el esposo de Aroa y hermano de Miley- ¡yo le he mandado miles de mensajes y no me ha respondido ni uno!
-¿Debería ponerme celosa?- bromeó su mujer.
-Tranquila. Claramente no me quiere- le dijo él con un puchero.
-A mí me quiere más- comentó Justin con sorna. Abrió el móvil.
April, que estaba mirando la pantalla de su móvil a lo lejos, gritó:
-¡Aww, me tienes a mí como fondo de pantalla!
Justin asintió, sonriendo. Levantó el móvil para enseñárselo: en ella salían ambos hermanos con cara feliz. Justin, apuesto como siempre, estaba detrás de su hermana pequeña.
Emma y Aroa se indignaron.
-¡Cómo nos quieres a nosotras!- bromeó Aroa.
-Me han pasado fotos- le informó él y, acto seguido, sacó su móvil.
-¡¿En serio?!- chilló Jason, el esposo de Aroa y hermano de Miley- ¡yo le he mandado miles de mensajes y no me ha respondido ni uno!
-¿Debería ponerme celosa?- bromeó su mujer.
-Tranquila. Claramente no me quiere- le dijo él con un puchero.
-A mí me quiere más- comentó Justin con sorna. Abrió el móvil.
April, que estaba mirando la pantalla de su móvil a lo lejos, gritó:
-¡Aww, me tienes a mí como fondo de pantalla!
Justin asintió, sonriendo. Levantó el móvil para enseñárselo: en ella salían ambos hermanos con cara feliz. Justin, apuesto como siempre, estaba detrás de su hermana pequeña.
Emma y Aroa se indignaron.
-¡Cómo nos quieres a nosotras!- bromeó Aroa.
La
puerta del salón se abrió de golpe y Anna y Elisabeth entraron en el salón corriendo. Elisabeth sostenía un periódico y se lo tendió a su madre.
-¡Mami,
mira!- le señaló la niña con su dedo índice diminuto una palabra del periódico-
se llama como yo.
Emma
leyó la palabra “Elisabeth” grabada en la hoja el periódico y de inmediato fue
a ver de qué se trataba la noticia, olvidándose por completo de Ryan y Miley.
Raquel Carrington, condenada el seis de
junio del 2014 por dos asesinatos, un secuestro y una agresión, será liberada
dentro de dos meses después de estar dieciocho años y tres meses en la cárcel.
La
muchacha Carrington secuestró a Elisabeth Stone, su compañera de habitación
mientras estudiaba en la Universidad de Sheffield, el día uno de febrero.
Más
tarde, concretamente el día uno de junio, mientras se celebraba una fiesta en
dicha universidad, secuestró a otra compañera, Guiomar Brandon, tras ser
descubierta. Aquella misma noche, horas después, asesinó sin querer a la joven
Elisabeth Stone, de dieciocho años. También agredió a un componente de la banda
One Direction, formada en 2010 y famosa en aquella época, que era el novio de
la mejor amiga de Guiomar Brandon.
Sumida
en la desesperación, llevó a su compañera Brandon, de diecinueve, a Liverpool
después de haber robado, meses antes, la llave de la casa de una antigua amiga
de su pueblo, Castle Combe.
El
cuatro de junio, los amigos de la adolescente Brandon acudieron a su rescate,
Marcos Anderson (profesor de Historia de la Universidad de Sheffield, donde
estudiaban las jóvenes. Se rumoreaba que tenía un romance con Guiomar Brandon)
y Walter Avon (policía nacional de Reino Unido y su actual esposo).
En
un momento de distracción, Carrington disparó contra el profesor Anderson,
quien murió al instante.
Emma
paró de leer y tragó saliva. No se dio cuenta que estaba llorando hasta que
su marido Harry la abrazó con fuerza y le limpió las lágrimas con suavidad.
Había unos cuantos párrafos más pero Emma no pudo continuar. Sus ojos estaban arrebatados de lágrimas.
Había unos cuantos párrafos más pero Emma no pudo continuar. Sus ojos estaban arrebatados de lágrimas.
-¿Qué
pasa?- le susurró él arrebatándole el periódico. Él palideció conforme leía las
páginas- ¡dos
meses!- chilló él de la angustia, lívido y tembloroso.
Los otros ocho se preocuparon por las expresiones de Harry y Em. El
cantante irlandés se levantó para leer la noticia que tanto les había afectado.
-¿Pero qué pasa?- inquirió April, asustada. Miró a su hermana con expresión seria. ¿Se trataba de una broma? ¿Qué noticia le afectaría tanto?
La expresión aterrorizada que se formó en el rastro de Niall les preocupó aún más.
-Raquel- susurró él.
Todos se quedaron de piedra.
-¿Pero qué pasa?- inquirió April, asustada. Miró a su hermana con expresión seria. ¿Se trataba de una broma? ¿Qué noticia le afectaría tanto?
La expresión aterrorizada que se formó en el rastro de Niall les preocupó aún más.
-Raquel- susurró él.
Todos se quedaron de piedra.
-¡Sale
mi nombre!- repitió Elisabeth en un intento de llamar la atención. La niña
nunca había conocido a otra persona con su mismo nombre pues no era muy habitual en
Inglaterra el nombre de “Elisabeth” con “s” en vez con “z”.
La niña
señaló de nuevo la línea donde ponía Elisabeth Stone. Sólo tenía cuatro
años y sabía leer algunas palabras monosílabas y su propio nombre.
-Sí,
cariño, sí- le contestó Emma para animarla, forzando una sonrisa- ahora ve a
jugar con tus primos y tu hermana.
Elisabeth
asintió enérgicamente y cogió la mano de Anna para tirar de ella y salir del
salón corriendo para volver a jugar con Maura y Andrew.
-No me
puedo creer que haya pasado dieciocho años desde entonces- susurró Niall, que
se llevó una mano al pelo, desalentado.
-Me
había olvidado completamente que saldría alguna vez de la cárcel- dijo Harry,
tan intranquilo como su amigo- había asumido que esto sería para siempre.
El
silencio consumió el salón de la casa.
~~~
Ya de
noche, cuando los Styles (menos sus dos hijas menores) y Frankie Thompson
llegaron a la fiesta de jardín, el mayordomo de los Reynolds los recibió en la cancela de la mansión, que estaba ambientada en la selva.
Era aún más grande que la de Harry y Emma.
Julie
visualizó el jardín y el piso inferior de la casa. Estaba petado de gente
importante con esmóquines y vestidos, hablando y bebiendo champán en copas de
cristal. Notó que varias personas se acercaban a su padre y su mujer. Harry Styles seguía imponiendo a sus treinta y ocho años.
Julie
no sabía qué hacer, ni Frankie tampoco, pues nadie se interesaba por ellas. La
chica decidió acompañar a su hermano Nathan, que tenía bastante fama, pero vio
de pronto que estaba rodeado de chicas de su edad o más.
A lo
lejos visualizó a su prima Sofía Horan, rodeada de sus amigos. Optó por
acercarse a ella y tomó el brazo de su mejor amiga para tirar de ella.
Sofía llevaba un vestido demasiado pomposo para ella. La parte de arriba, sin tirantes, era de color blanca con rayas rojas mientras que la de abajo era completamente roja. Tenía un collar muy grande, de color negro y con corazones a su alrededor. Iba en exceso de maquillaje y con el cabello rubio a un lado. Demasiado empalagoso para su gusto, pensó Julie. Pero decidió no hacer ningún comentario.
Sofía llevaba un vestido demasiado pomposo para ella. La parte de arriba, sin tirantes, era de color blanca con rayas rojas mientras que la de abajo era completamente roja. Tenía un collar muy grande, de color negro y con corazones a su alrededor. Iba en exceso de maquillaje y con el cabello rubio a un lado. Demasiado empalagoso para su gusto, pensó Julie. Pero decidió no hacer ningún comentario.
-No sé
para qué he venido. No pinto nada aquí- susurró Frankie, observando al corro de
chicas que se había formado alrededor de Nathan, visiblemente arrepentida.
-¡Emma,
Frankie!- las saludó Sofía con voz melosa. Julie supo de inmediato que
estaba un poco borracha- ¿Por qué te has puesto ese vestido?- señaló ella con
una mueca de disgusto mirando a su prima Julie.
Sofía no era tan reservada como Julie.
Sofía no era tan reservada como Julie.
Julie
observó su vestido. Finalmente, se había decantado por una prenda cómoda y
sencilla, a diferencia de Sofía, Frankie y probablemente de toda la fiesta. Se
trataba de un vestido de color turquesa rojizo con manga francesa y tacones
negros. No llevaba ningún
complemento, pues no le apetecía estar muy arreglada.
Pero el más cantoso era el de Frankie. Era el mismo vestido que había escogido aquella mañana. Más que un vestido, era un disfraz. Pero Frankie estaba muy feliz con su traje. Afortunadamente, Sofía no hizo ningún comentario sobre su "vestido".
Pero el más cantoso era el de Frankie. Era el mismo vestido que había escogido aquella mañana. Más que un vestido, era un disfraz. Pero Frankie estaba muy feliz con su traje. Afortunadamente, Sofía no hizo ningún comentario sobre su "vestido".
-Es de
“Nicole Ellis”- dijo Julie finalmente, refiriéndose a su vestido, y Sofía sonrió con aprobación: era su marca de ropa
favorita.
-Pues
te queda genial- intervino uno de los amigos de Sofía, con una enorme sonrisa
plasmada en su cara.
Emma le
miró con los ojos entrecerrados. Le sonaba muchísimo su cara y sabía que le
conocía de antes. El chico le sonreía abiertamente por lo que dedujo que él la
había reconocido.
Era
alto, rubio de ojos azules y, como era de esperar, guapo. Vestía elegantemente,
como todos los demás, pero tenía el pelo largo echado para un lado. Le echaba unos veinte años.
Pronto
le vino un nombre a la cabeza que, casualmente, había leído numerosas veces en
los últimos días en el libro de su madre.
El
chico amplió su sonrisa y le tendió la mano.
-El
mismísimo- le dijo con cierta chulería.
Julie
le devolvió la sonrisa. Hacía años que no le veía, la última vez fue hacía...
¿cinco años? Se llevaba muy bien con él cuando su madre la llevaba a
celebraciones de famosos, la había tratado como si fuera una hermana pequeña.
No podía evitar cierto rechazo por los Swift después de haber leído lo mucho que había sufrido su madre por la madre de Tom aunque sabía que él no tenía la
culpa y que Taylor, su madre de cuarenta y dos años, ya no era la misma.
-¡Cómo
has cambiado!- se admiró ella.
-Lo
mismo digo- comentó él observándola de arriba abajo. Ella se sonrojó- y pensar
que la última vez que te vi fue cuando tenías diez años.
Frankie,
al lado de ella, carraspeó mal disimuladamente para captar la atención de
ambos. Julie abrió los ojos al acordarse de ella.
-¡Oh!-
exclamó en susurro y le pidió disculpas con la mirada- Tom, te presento a mi
mejor amiga: Frankie Thompson. Y Frankie... Bueno, ya sabes quién es él.
-Encantada-
sonrió ella educadamente y ambos se estrecharon la mano.
Se dio
cuenta de que a su prima Sofía se le iluminó la cara. Pronto una pareja se
acercó a ellos. Julie reconoció inmediatamente a Madison McMahon agarrada a un
chico muy guapo. Supuso que se trataba de Flynn Bloom, el nuevo fichaje de
Sofía Horan.
-Hola
Sofía- le dijo el joven cortésmente. Y le dio un beso en la mejilla a la chica,
para sorpresa de todos.
Flynn tenía cara de chico bueno, aunque como bien sabía Julie, las apariencias engañaban. Flynn Bloom tenía el pelo castaño y largo, nada propio para un chico rico; le llegaba hasta el hombro.
Flynn tenía cara de chico bueno, aunque como bien sabía Julie, las apariencias engañaban. Flynn Bloom tenía el pelo castaño y largo, nada propio para un chico rico; le llegaba hasta el hombro.
Julie
notó la rabia interior al estar en frente de la mismísima Madison, la chica con la que su novio le había puesto los cuernos. Notó que Frankie la agarraba con
fuerza para que no hiciera ninguna tontería.
Su
rabia explotó cuando Zath Malik apareció ante todos con una anchísima sonrisa.
Madison le abrazó con efusividad, Flynn le estrechó la mano amistosamente y Tom
rodó los ojos sin ningún disimulo.
Julie
se apartó de ellos y Frankie la siguió. Se dio cuenta de que en el último
momento Zath había advertido su presencia y eso la hizo alejarse con más
rapidez. Ella y su amiga anduvieron hacia un rincón para esconderse de ellos.
Lo que
más le había molestado era que Zath estaba muy feliz mientras que ella había
pasado los últimos cuatro días llorando. Y para colmo, él y Madison se habían
abrazado cariñosamente delante de sus narices.
-¡Jules!-
gritó alguien a sus espaldas y supo inminentemente que era la voz de Zath.
Frankie
dio media vuelta y le espetó con agresividad:
-Aléjate
de ella.
Supo
que Zath no la había hecho caso porque sintió unas manos grandes y calientes
alrededor de su muñeca desnuda. Julie se estremeció por el contacto y se le
escapó unas pocas lágrimas.
-Por
favor, déjame hablar contigo.
En
contra de su voluntad, Julie se soltó de su agarre con brutalidad.
-Vete
con tu querida Madison- replicó ella acentuando el nombre con repugnancia.
-No
quiero estar con ella, sino contigo- rebatió él.
Julie
abrió los ojos y sintió que todo su cuerpo hervía de ira. Por primera vez en su
vida quería darle una bofetada a alguien pero se contuvo.
-¡Pero
serás...!
Julie zarandeó el hombro de Frankie para acallarla. Sabía que el comentario
también la había enfurecido y, como era más valiente que ella, insultaría a
Zath. Julie estaba encantada con la idea pero no quería llamar la atención. La
descubrirían si eso ocurriera por lo que miró a su mejor amiga y ella lo captó.
Asintió con furia, respiró hondo y les dejó solos.
Zath
suspiró de alivio. La miró y Julie vio en su mirada arrepentimiento y dolor
pero eso no disminuía ni un poquito su enfado. Lo que había hecho Zath no tenía
perdón.
Julie
se cruzó de brazos para sentirse más segura. Estaban en un sitio bastante
apartado, por suerte.
-Lo
primero de todo... Lo siento muchísimo- dijo el chico con la voz torturada- lo
que viste... Dios, Jules, no sabes cuanto me arrepiento.
La
chica mantuvo su postura fría. Había estado imaginando esos días la manera en que se
disculparía Zath y había acertado. ¿De verdad pensaba que le perdonaría
después de unos cuantos lo sientos? Definitivamente, Zath no conocía a Julie
Styles.
Al ver
su rostro indiferente, Zath se mostró más desesperado y cambió de postura,
cargando con su peso en la pierna izquierda.
-Madison...
Lo que viste...
-¿Fue
un malentendido y no es lo que yo pienso?- ironizó ella con apatía.
Estaba
destrozada y se sentía muy vulnerable delante de él pero el recuerdo de Madison
y Zath besándose aparecía una y otra vez en su cabeza. También estaba muy
enfadada consigo misma por sentirse triste por él después de lo que la había
hecho. Él merecía eso y más.
-No-
admitió Zath, angustiado.
-Bien.
Ya no tenemos nada de qué hablar.
Julie
movió el pie izquierdo a la derecha para dar media vuelta pero Zath la agarró
firmemente el brazo.
-Maldición,
Jules. Perdón, de verdad. No sé que decirte...- susurró él apartando la mano
tras la mirada amenazante de Julie.
-¿Qué
no sabes qué decirme?- le espetó ella con acritud. Estaba furiosa- he visto
cómo le comías la boca a otra chica mientras salías conmigo. Dime, Zath,
¿estabas jugando conmigo? Sé sincero y te dejaré en paz.
Zath
empezó a tartamudear de puro nerviosismo. Si eso era un teatro, Zath era muy
buen actor.
-Jules...
Me equivoqué. No sé en qué estaba pensando- le tembló el labio inferior y su
tez morena adquirió palidez- sabía que lo que estaba haciendo con Madison era
un error pero me dejé llevar.
-¿Tan
tonto eres?- preguntó ella, desconcertada.
-Sí,
Jules, sí. Necesitaba contacto con alguna chica...- tragó saliva.
-¿Contacto?
-Ya
sabes lo que quiero decir, Jules. No quería presionarte por lo que decidí
esperar- confesó él- pero... Madison se ofreció y me sentí tentado.
Julie
abrió los ojos como platos ante la confesión.
-Estás
enfermo- le escupió.
La cara
de Zath se contrajo de dolor.
-Lo sé.
Me di cuenta en cuanto te perdí- dijo él con un hilo de voz- de verdad que no
sabía en lo que estaba pensando. No sabes de lo que me arrepiento.
-No
parecías muy triste cuando te vi- repuso ella, impertérrita.
Zath
bajó la cabeza.
-No sabes
lo triste que estoy, Jules- susurró él y, de alguna manera, Julie sabía que
decía la verdad. Lo había dicho con un tono que parecía sacado desde el
corazón- pero se me da bien ocultar mis sentimientos.
-Madison
tiene novio, Flynn Bloom. ¿De verdad que eres capaz de romper una relación?
-Flynn
no merece estar con Madison.
Se
sentía muy decepcionada. Siempre había pensado que Zath era un chico muy
especial, diferente a los demás, diferente al mujeriego de su hermano. Pero no.
Él era exactamente igual que Nathan, o incluso peor. Desesperado, había acudido a otra
chica para satisfacerle porque su novia era una novata.
-No
puedo creer que haya perdido el tiempo contigo mientras tú estabas con otra
chica mil veces mejor que yo.
-Dios,
no. Tú eres la chica más... Jules, ni se te ocurra compararte con Madison. Ella
es... asquerosa. Pero me sucumbí a sus encantos y me arrepiento de ello, me he
dado cuenta cuán malvada puede ser. Me avergüenzo de mí mismo.
-¿Y
pensaste que nunca me iba a enterar? Zath, eres horrible. ¿Qué he hecho yo para
que me humilles de esta manera? Lo sabía todo el mundo menos yo. Por eso
querías mantener nuestra relación en secreto. Querías aprovecharte de mí.
Más
daño se hacía a sí misma con cada frase que pronunciaba. Le dolía el pecho, como si
la hubieran acabado de golpear.
-Jules,
quería mantenerlo en secreto por nuestros padres. Lo de Madison fue después.
-¿Por
qué yo?- Zath se irguió, invadiendo su espacio personal, y Julie se puso
nerviosa. El joven alargó un brazo hacia ella para limpiar sus lágrimas pero ésta
echó la cabeza hacia atrás. Zath la apartó con una mueca de disgusto- ¿por qué
no otra chica mejor que yo?
Sabía que estaba horrible. Seguramente se le había corrido el rímel y tenía la cara contraída de dolor. Pero Zath la miraba como siempre, con ternura, aunque esta vez mezclado con dolor.
Sabía que estaba horrible. Seguramente se le había corrido el rímel y tenía la cara contraída de dolor. Pero Zath la miraba como siempre, con ternura, aunque esta vez mezclado con dolor.
-¿Aún
no te enteras? Te quiero, Jules. Te quiero con todo mi corazón y estoy
enamorado de ti. Por nada del mundo quería que te sintieras presionada por mí
por lo que acudí a Madison... para no tener que forzarte a ti. No quería que te
sintieras obligada por mí.
Era la
primera vez que Zath la decía que la quería. Pero le parecía más importante el
hecho de que Zath y Madison habían tenido relaciones sexuales mientras salía
con ella.
Había
sido una ciega.
-Si me
quisieras de verdad, no me harías daño. No saldrías con otra.
Zath
tenía los ojos húmedos. Abrió la boca para decir algo pero la chica le interrumpió.
-Olvida
lo nuestro, Zath. No volverá a suceder- afirmó ella con impasibilidad.
Zath la
miró con aflicción y vio la decisión en los ojos de Julie por lo que prefirió
no insistir. Pero sacó un folio a cuadros muy arrugado y se lo dio.
-Léelo, es para ti- le dijo él con una sonrisa triste- espero
que te guste. Que sepas que te quiero, Julie Styles, y estoy seguro que será
así por mucho tiempo.
Julie
decidió no responder. Cogió el papelito sin desdoblarlo y lo agarró en el puño
con fuerza. Se alejó de él sin mirarle por última vez y se adentró en la
fiesta.
Alejada
del campo de visión de Zath, rompió a llorar como si fuera un flan. Sus piernas
flaquearon y se sentía débil y mareada. Estaba rodeada de gente bailando y
bebiendo pero ni una sola persona se dio cuenta de que una adolescente estaba
llorando a lágrima viva. Excepto una.
Tom
Swift apareció entre la multitud y la estrechó entre sus brazos.
~~~
Frankie
se separó de Zath y Julie para darles algo de privacidad. Esperaba que Jules fuera una chica lista.
Cruzó
la muchedumbre de personas que la ignoraban olímpicamente hasta que algo la
llamó la atención. Visualizó en un rincón a Aja Reynolds, la hija del dueño de
la mansión de dieciséis años y mejor amiga de Sofía, y Nathan besándose intensa
y puerilmente. Frankie, aturdida, observó el beso. Aja, que se llamaba igual
que su madre Aja Volkman, estaba apoyada en la pared de su casa mientras que
Nathan estaba encima de ella, con las manos en las caderas de Aja. Estaban a
oscuras, por suerte.
Incómoda,
Frankie apartó la mirada y miró a un punto al azar. Casualmente, vio a Emma
Styles signar con su prima Belén Horan. Se acercaban hacia donde se situaba
Nathan.
Frankie
sintió pánico y la necesidad de salvar a su amigo. No era agradable que una
persona fuera descubierta por su madre besándose con alguien.
Finalmente
optó por sacarle de aquel apuro y corrió hacia ellos para después tirar hacia
Nathan, alejándole de ella. Nathan perdió el equilibrio un momento y la
miró, atónito. Aja la miró con furia.
-¿Qué
haces, niñata?
Nathan no ocultó su sonrisa nada más verla. Seguro que pensaba que se había puesto celosa al ver el beso. Frankie estaba muy avergonzada como para hablar. Señaló a Emma, que avanzaba peligrosamente cerca de ellos.
Nathan no ocultó su sonrisa nada más verla. Seguro que pensaba que se había puesto celosa al ver el beso. Frankie estaba muy avergonzada como para hablar. Señaló a Emma, que avanzaba peligrosamente cerca de ellos.
-Ostras,
¡mamá!- exclamó Nathan como si hubiera visto un monstruo marino.
Como si
le hubiera oído, Emma giró la cabeza hacia ellos y sonrió. Paró de signar con
su prima un momento y se acercó.
-¡Ey!
¿Qué tal os lo estáis pasando?- inquirió la mujer observando a los tres
adolescentes con curiosidad.
-Genial,
mamá- le dijo Nathan indulgentemente, como si unos minutos antes no había
devorado la boca de la chica de al lado.
-Me
alegro. ¿Dónde está Julie, Frankie?
Frankie
se puso en tensión. Obviamente no le iba a decir que estaba con Zath, si tenía
suerte de que no la viera, claro... Y además, como bien todo el mundo sabía, no
se le daba muy bien mentir.
-Esto...
No me acuerdo. Creo que con...- rebuscó en su mente- Tom.
-¿Tom
Swift?
-Sí.
Nathan
suspiró de alivio en cuanto su madre volvió con Belén Horan. Pero, en su lugar,
llegó Sofía Horan para llevarse a su mejor amiga Aja.
-Gracias.
Me has salvado- le agradeció él a solas.
La
chica se encogió de hombros, sin darle importancia.
-No
sabía que te gustaba Aja- comentó ella para cambiar de tema.
-Es
guapa.
Frankie
puso los ojos en blanco al oír el comentario indirectamente machista de Nathan.
Para mirar a otra parte, buscó a Jules con la mirada y la encontró en el mismo
sitio donde la había dejado con Zath. Diez segundos después, Julie le dejó solo
con expresión seria.
Más
tarde se dio cuenta de que sus pies la guiaban hacia Zath. Pronto se situó enfrente de él.
-Espero
que la dejes en paz, asqueroso- dijo ella con odio.
Al oírla, Zath la miró.
Al oírla, Zath la miró.
-Frankie...
La quiero de verdad.
Le miró
con desprecio. Le aborrecía profundamente.
Con la
rabia circulando por sus venas, se puso de puntillas y acercó su cara de la de
él para demostrarle su aversión hacia Zath. El chico se la quedó mirándola, con
el arrepentimiento plasmado en su cara.
-No sé
cómo una chica como ella ha podido enamorarse de ti. Infiel- remarcó ella con
centímetros de distancia de su cara con los ojos entrecerrados. Se apartó de él
con lentitud y se alejó de allí.
Volvió
al mismo sitio donde había encontrado a Aja y Nathan besándose pero el chico se
había ido.
~~~
Emma no
estaba en su mejor momento. Después de leer la noticia del periódico la había
dejado exhausta y entristecida pero aún así encontró fuerzas para ir a aquella
fiesta.
Su
prima Belén había ido a tomar el aire con una amiga suya por lo que se había
quedado sola. Ojalá estuviera Guiomar con ella en la fiesta pero su mejor amiga no
pertenecía a la élite pues sólo era abogada por lo que texteó a Nicole.
Emma: donde estás? No te veo por ninguna parte
A Emma
no le gustaban mucho esas fiestas, pues la gente falsa y aprovechada se
acercaba a ella sólo por ser la esposa del cantante Harry Styles. No los
soportaba pero aún así les sonreía y daba conversación. Era su obligación ir a
las odiosas fiestas de famosos o si no, circularían desagradables rumores de
una ruptura y eso era lo que menos le apetecía. Al menos tenía los pies en la
tierra, como todos sus amigos.
-¡Emma!
Em
guardó el móvil en su bolso y sonrió a Eleanor y a su única hija, Phoenix
Tomlinson de once años.
-¡Anda!
¿Es la primera vez que Phoenix viene a una fiesta, no?- le preguntó Emma
mientras las dos chicas se abrazaban a modo de saludo.
Eleanor
Tomlinson asintió con su típica sonrisa cerrada y miró a su querida hija.
Phoenix le mostró la misma sonrisa de su madre. Era una niña muy
agradable, en ocasiones tímida pero cogía cariño a la gente con suma facilidad.
Emma la adoraba infinitamente.
Phoenix estaba espectacular con su vestido. Era de color dorado con transparentes flores disimuladas por todo el vestido. Se había rizado el pelo y le quedaba genial. Tenía una mano en la cadera, enseñando así sus uñas pintadas de rojo.
Phoenix estaba espectacular con su vestido. Era de color dorado con transparentes flores disimuladas por todo el vestido. Se había rizado el pelo y le quedaba genial. Tenía una mano en la cadera, enseñando así sus uñas pintadas de rojo.
-Sí. Es hora de que conozca el mundo real- sonrió Eleanor.
-¿Y te está gustando?- le preguntó Em a la niña.
Ella puso una mueca, destrozando la sonrisa igualita a la de su madre.
-No, mucho.
Ella puso una mueca, destrozando la sonrisa igualita a la de su madre.
-No, mucho.
-Emma, estás preciosa- le alabó Eleanor.
Emma sonrió, dejando relucir su deslumbrante sonrisa. Le había maquillado y peinado la estilista de One Direction, Lou Teasdale, y una vez más, Emma se quedó admirada por el talento de Lou.
-No me hagas la pelota, anda- bromeó- cada vez que te veo estás más joven.
-Ojalá. Pero el tiempo pasa volando y cada vez me salen más arrugas- dijo Eleanor con tristeza- por cierto, he visto a Beth por ahí, vayámonos.
Emma
siguió a Eleanor y a su hija. Encontraron a Beth con los chicos de One
Direction y Bambi lo Blue.
-Hola
cariño- le dijo Emma a su marido y le besó cortamente. Harry sonrió.
-¿Dónde
estabais?- les preguntó interesada Eleanor. Su marido Louis cogió en brazos a
su hija Phoenix y la dio besitos por toda la cara.
-Hemos
estado hablando con gente de la discográfica- le explicó Liam- parece que
tendremos gira pronto. El disco está acabado, con nueve canciones. Son pocas pero muy
buenas.
-¡Ayy!
Qué ganas de escucharos después de tanto tiempo- comentó Beth con alegría y
abrazó a Zayn por detrás- a ti también, Bambi.
-Eso-
añadió Em- que hace un año que no lanzas ningún disco.
Emma estaba orgullosísima de su amiga Bambi. No había conocido a otra persona que hubiera cambiado tanto como ella. Bambi había pegado un enorme salto hacia el buen camino, como un angry bird en una catapulta. Había llegado a ser de una chica vengativa que mandaba mensajes anónimos para destrozar una relación a ser una joven hermosa por dentro, humilde, abnegada. Había sido una simple telonera de One Direction a ser la reina del pop.
Emma estaba orgullosísima de su amiga Bambi. No había conocido a otra persona que hubiera cambiado tanto como ella. Bambi había pegado un enorme salto hacia el buen camino, como un angry bird en una catapulta. Había llegado a ser de una chica vengativa que mandaba mensajes anónimos para destrozar una relación a ser una joven hermosa por dentro, humilde, abnegada. Había sido una simple telonera de One Direction a ser la reina del pop.
La
pelirroja (Bambi había mantenido su cabello de color rojo) sonrió.
-Estoy
componiendo canciones también. De hecho, cantaré en uno de los conciertos de
One Direction como cantante invitada.
Belén
se unió a ellos. Niall le agarró de la cintura y le empezó a hacer un resumen
de lo que estaban hablando.
-¡Qué
guay!- exclamó Eleanor, admirándola.
Bambi
asintió, feliz, y miró a Belén.
‘Iré a
España a cantar como invitada’- signó ella comentándolo al grupo. One
Direction, que ya lo sabían, sonrieron ante la gran idea de la cantante- ‘en
Barcelona y Madrid’.
‘¡Los
españoles se alegrarían tanto de tenerte!’- se emocionó Belén- ‘yo me apunto al
concierto. Compradme una entrada’- declaró y su esposo se rió a carcajadas.
Emma admiraba profundamente la pareja que formaban Niall y Belén. Se acordaba perfectamente de las rupturas que habían tenido y las veces que había dicho Belén que la relación no iba a funcionar. Y qué resultado: habían tenido dos hijas hermosas y se querían tanto como en el primer día.
Emma admiraba profundamente la pareja que formaban Niall y Belén. Se acordaba perfectamente de las rupturas que habían tenido y las veces que había dicho Belén que la relación no iba a funcionar. Y qué resultado: habían tenido dos hijas hermosas y se querían tanto como en el primer día.
Bambi y
Belén, enemigas por conseguir el amor de Niall, se habían convertido en grandes
amigas. Es más, todos se habían hecho íntimos amigos durante esos dieciocho
años y se habían convertido en familia.
-¿Cómo
están los niños?- le preguntó Harry en un susurro.
Emma
compuso una sonrisa triste.
-Vi a
Nathan besarse con la hija de Reynolds... No me cae bien- compuso una mueca
triste. Las típicas adolescentes que sólo les importaban su rostro no eran
buena influencia y temía que su hijo fuera por ese camino.
Harry
le acarició la mejilla.
-A su
edad era así- se rió él acordándose de su adolescencia- no te preocupes. Madurará
y cambiará. Al fin y al cabo, es un Styles.
El
comentario reconfortó a Em, que sonrió.
-Y a
Julie la vi hablando con Zath.
-¿Con
mi ahijado? Me alegro que sean amigos- aceptó el cantante.
-Dudo
que sean amigos...- susurró Em pero Harry no la oyó.
Una
chica veinteañera guapísima con el pelo rubio ondeando a su alrededor se acercó
a ellos. Harry la abrazó con cariño.
-¡Lux!
Cuánto tiempo- le saludó Liam, que la abrazó también. Los demás hicieron lo
mismo.
-Lo
mismo digo. ¿Qué tal, chicos? ¡Mi madre me ha dicho que pronto haréis una
gira!- gritó ella entusiasmada con la idea.
Lou
Teasdale seguía siendo la estilista del grupo y Lux seguía acompañándoles a
cualquier lugar que iban. Siempre sería “baby Lux” para ellos a pesar de que
actualmente tenía casi veintiuno.
-Está
en lo cierto- afirmó Zayn, muy contenta de verla de nuevo.
Siguieron
hablando durante unos cuantos minutos más sobre la gira que pronto tendría
lugar hasta que a Lux se le oscureció el rostro.
-¿Habéis
leído el periódico?- les preguntó sin hacer ninguna referencia.
Harry
agarró con fuerza a su mujer para poder transmitirla calma.
-Sí-
susurró Bambi, mordiéndose el labio.
-Y
pensar que fue mi niñera...- repuso la joven Lux con temor.
Un
escalofrío le recorrió en todo el cuerpo de Emma.
~~~
Aisha y
Heaven estaban hablando animadamente con tres chicas de su edad, hijas de una
actriz, una cantante y un empresario multimillonario, hasta que Nathan llegó.
-Hola
chicas- saludó él, arrastrando las palabras. Parecía que le costaba hablar-
¿habéis visto a mi hermana?
Las
tres chicas se pusieron algo nerviosas al notar al chico Styles cerca e
intentaron en vano que se percatara de la presencia de éstas. Incluso una de
ellas, llamada Dana, empezó a arreglarse el cabello y a pestañear
descaradamente.
Heaven
se acercó a su amigo y frunció el ceño tras olisquear el horrible hedor que
emanaba Nathan.
-¿Has
estado bebiendo?
-Noooooooo-
meneó la cabeza alargando el “o”, cosa que se hizo más evidente.
London,
la hija del empresario multimillonario, se acercó a Nathan peligrosamente. Él
la sonrió y la iba a corresponder pero Aisha, poniendo los ojos en blanco, le
apartó de ella y, muy enfadada, le arrastró hacia un rincón de la fiesta.
Heaven la siguió.
-¿En
qué estabas pensando? ¡Tus padres están aquí!- le reprendió Aisha.
Nathan
no parecía escucharla y si lo hacía, le daba totalmente igual.
-Bla,
bla, bla...- se trabó con sus propias palabras. Tragó saliva y volvió a
preguntar- ¿dónde está Julie?
A
Heaven y a Aisha le costaron un poquito entenderle, pero lo hicieron.
-No lo
sé- le dijo Heaven, después de intercambiar una mirada con su amiga- solo sé
que no está con Frankie, a ella la he visto con Zath.
Nathan
levantó la cabeza bruscamente.
-Eso no
me interesa- negó él como si se lo dijera a sí mismo.
Nathan
perdió el equilibrio un momento y Heaven le sujetó del brazo para que no se
cayera. El chico rompió a reír como si fuera un niño pequeño.
-¡Ay!
Casi me caigo. Gracias Heaven, eres la mejor.
-Como
si te hubiera salvado la vida- bromeó ésta al verle alejarse dando tumbos.
-Está
realmente borracho- observó Aisha.
Las
chicas tuvieron un segundo de pánico al ver a dos personas acercarse al
borracho Nathan pero advirtieron que eran dos chicos, amigos de Nathan.
Suspiraron, ninguna chica que pudiera aprovecharse de Nathan a la vista.
-Debería
controlarse un poco más la próxima vez- se preocupó Aisha, que en un minuto ya
había perdido de vista a su amigo.
-Nunca
se ha emborrachado con sus padres delante. Esto sí que es raro- admitió la
pelirroja.
Aisha
asintió, dándole la razón. Iba a abrir la boca hasta que una mujer se les
acercó. Las chicas la reconocieron de inmediato.
-¡Qué
guapas vais con el vestido!- se admiró Emma Styles.
Ambas
llevaban uno de los últimos vestidos de “Nicole Ellis”. Heaven llevaba un
vestido blanco mayoritariamente adornado con flores coloridos que le llegaba
por debajo del muslo. Aisha, por su parte, llevaba un vestido rosa con bordados
negros que era escuetamente corto.
-Muchas
gracias. Tú también- sonrió Aisha a su ídola número uno, aparte de su madre
Beth.
-Oh,
gracias, pero las tres sabemos que con la edad pierdo encanto- bromeó Emma y se
echaron a reír.
Emma
ensombreció su semblante.
-A
propósito, ¿quién te ha traído?- le preguntó Em expresamente a Heaven.
La
pelirroja señaló a su mejor amiga Aisha con la barbilla, sin necesidad de
palabras. Emma puso una mueca y las dos niñas supieron en seguida a qué se
refería Emma.
-Mamá
me dijo que estaba muy cansada y que no le apetecía venir- contestó Heaven con
una pizca de tristeza.
-Ya.
Hace días que no sale de casa, Heaven... Estoy muy preocupada por tu madre-
confesó Em- ni siquiera me ha respondido al mensaje que le envié.
Aisha
tomó la mano de su mejor amiga para mostrarle su apoyo silenciosamente.
-Lo sé.
Ella lo intenta ocultar pero todo el mundo sabe que está triste por mi padre...
-Todas
nosotras llevamos semanas llamándola para quedar a hablar un rato pero ha
rechazado todas y cada una de nuestras llamadas. El otro día fuimos a visitarla
pero nos dijo que estaba bien- le contó Emma sincerándose.
Heaven
reprimió las ganas de llorar y le contó a Emma la llamada de Skype que había
tenido con su padre. Em se sorprendió visiblemente al contar la parte en que
Thomas se negaba a irse de Estados Unidos.
-¿Conoces
a algún amigo llamado Carl?- soltó la pelirroja para quitarse de encima la
pregunta que le llevaba varios días rondándole en la cabeza.
Emma
alzó una ceja.
-Esto...
¿Carl Cox?
Heaven
conocía a Carl Cox. Tendría aproximadamente 70 años, era de raza negra y un
importante disc jockey en Reino Unido. Era amigo de su madre pero estaba
totalmente descartado. Heaven estaba segurísima de que Carl no sabría manejar
un móvil actual.
-No.
Déjalo, no le conoces- se excusó Heaven y Em dejó el tema al instante, sin
darse cuenta que había algo detrás.
-¿Habéis
visto a Nathan?
-No,
qué va- mintieron las dos y se escabulleron para huir de la mirada astuta de
Em.
~~~
Después
de estar en los brazos de Tom Swift durante media hora, Julie se tranquilizó y
paró de llorar, algo avergonzada por haberla visto tan vulnerable. Tom la había
llevado a un lugar sereno donde no pasaba nadie y ahora estaban algo más
calmados.
Después,
Tom la abordó con el tema:
-Zath
no merece que llores por él- le comentó éste rodeando su cuello con el brazo y
la sonrió tranquilizadoramente- es un palurdo.
Julie
no le había contado nada acerca de Zath, ni siquiera había mencionado su
nombre. Supuso que había sido demasiado obvia y Tom lo había adivinado sin
ninguna dificultad.
-Déjame
adivinar: es un palurdo porque está liado con Madison, el sueño de todo hombre-
dijo Julie con voz cansada. Después de haber llorado tanto, su voz se había
quebrado y seguramente se quedaría afónica al día siguiente.
Julie sentía furia porque Dios le había ofrecido una cara bonita a Madison para estropear relaciones. Ella era preciosa, con un cuerpo espectacular mientras que por dentro no era más que una cabeza hueca y una fulana.
Julie sentía furia porque Dios le había ofrecido una cara bonita a Madison para estropear relaciones. Ella era preciosa, con un cuerpo espectacular mientras que por dentro no era más que una cabeza hueca y una fulana.
Tom
apretó el dedo pulgar e índice en cada ojo y soltó una risotada. A Julie le
flaquearon las piernas al escuchar su risa, era tan musical y bonita... Supuso
que lo había heredado de su madre, Taylor Swift. Desafortunadamente, la voz de
Julie se asemejaba a la de su madre Emma.
-Venga
ya. No todos los chicos somos así- se defendió Tom entre risas- lo único que
quiero es que a Madison la manden lejos de Lostfield. Si te contara la cantidad de
parejas que ha roto por aquí...- miró a Julie.
La
chica tragó saliva al acordarse del beso de Zath y Madison. Incluso el chico le
había tocado el culo y tenía cara de pasárselo genial.
-¿Y a
qué se debe tu odio?
El
joven no vaciló en responder.
-Su
actual novio- comentó con repugnancia aunque pronto recuperó la compostura-
Flynn Bloom, el chico al que le está poniendo los cuernos... Es mi mejor amigo.
Bueno, lo era.
-¿Por
qué?- preguntó Julie, curiosa, al oír el verbo en pasado.
Esta
vez sí que dudo pero Tom respondió. A Julie le caía cada vez mejor.
Y eso que se suponía que era el hijo de su padre hacía diecinueve años.
-Porque
es un idiota. En serio, está ciego de amor- reprochó Tom con rencor- le he
dicho mil veces que Madison le está poniendo los cuernos y cada vez que se lo
menciono se enfada.
Julie
se quedó estupefacta.
-Pues
sí que debe de ser tonto.
-Muchísimo.
Y odio a Zath por ello, sin ofender- agregó él con cuidado.
-Oh,
por mí puedes decirle todas las palabrotas que quieras- se guaseó Julie con una
sonrisa. Tom se rió- estaría encantada.
Silencio
incómodo. Julie se sonrojó un poco y bajó la vista para que Tom no lo notara.
Se llevó una mano al pelo y se colocó un mechón detrás de la oreja. Oyó
suspirar a Tom y le miró, interrogante.
En un
principio, aquel comentario molestó a Julie, pues le pareció hiriente que Tom
no quisiera ser su hermana. Pero después captó su segundo significado y
enrojeció aún más.
-Mmmm,
¿gracias?
Tom se
desternilló de risa.
-Qué
mona- comentó él.
~~~
Frankie
buscó a su mejor amiga por todas partes pero había desaparecido y nadie la
había visto. Se enfadó con ella en su fuero interno por haberla dejado tirada.
Ahora estaba completamente sola y seguramente era la única pringada de la
fiesta.
Finalmente,
se resignó para seguir buscándola y decidió unirse a los mayores, con los
padres de Emma, para, al menos, entablar conversación con alguna persona de la
fiesta. Pero alguien la llamó.
-Frankie.
La
aludida compuso un semblante muy serio al ver que se trataba de Zath Malik. ¿Es
que no había tenido suficiente con su amenaza? Al parecer no, Zath medía metro
ochenta mientras que ella apenas llegaba al sesenta y cinco. Qué risa.
-¿Qué?
-Tienes
que creer cuando te digo que quiero a Jules- le confió él en un susurro.
Las
personas bailaban a su alrededor con copas en manos. Estaban, prácticamente, en
medio de la pista pero aún así Frankie entendió a Zath.
-Sí, y
yo soy un extraterrestre procedente del planeta Saturno- le espetó Frankie con
ironía y de mala manera.
El
chico no perdió los estribos y la miró con paciencia.
-Por
favor. Eres muy importante para Jules y su confidente. Te necesito para volver
con ella.
-¿Y que
te hace pensar que quiero que vuelvas con ella? ¡Te odio!- declaró ella sin
temor ni vergüenza. Era la verdad y no tenía ningún escrúpulo para ocultarlo.
-Oh,
Dios mío, Frankie. Quiero a Jules. De verdad que la quiero. Dios, la quiero
muchísimo y he cometido un error irreparable. Por favor- le suplicó él con la
voz cascada. A Frankie le resultó doloroso escucharle de esta manera pero se
mostró impasible, no merecía su perdón después de todo lo que le había hecho a
su mejor amiga- sé que me crees, Frankie. La quiero y lo sabes.
Efectivamente,
Frankie le creía. Lo veía en sus ojos y sabía que Zath la quería incluso al ver
el beso entre el chico y Madison. Se sintió algo confusa e incrédula pero a
pesar de eso sabía que quería a su mejor amiga.
Pero
aún no entendía porqué le había puesto los cuernos a Jules si tanto la quería.
Iba a
abrir la boca para decir su opinión hasta que escuchó el típico estrépito de un
vaso de cristal al golpear con el suelo. Frankie y Zath voltearon la cabeza
hacia la derecha, lugar donde provenía el desagradable sonido.
Nathan
estaba de pie, atónito, con un brazo en alto como si sujetara algo. Frankie
entendió que fue él el que había dejado la copa caer. Nathan movió la cabeza,
como si volviera de la tierra, y desapareció entre el alboroto.
-¡Nathan!-
le llamó Frankie que, sin saber por qué, de pronto se sentía angustiada.
Pero el
chico no reapareció y Frankie no le volvió a ver.
-¿Pero
qué...?- se cuestionó Zath a medias al ver que la muchacha se alejaba corriendo
en busca de Nathan.
Frankie
corrió (todo lo que le permitía su vestido) hacia la dirección adonde había ido
Nathan. Frenó de golpe al ver la cancela de la mansión. Suspiró y buscó a su
alrededor. Identificó una cara conocida.
-¡London!
Hola- le saludó Frankie, acercándose a una chica. Sabía que era hija de un rico
empresario y amiga de Aisha y Heaven. Iba a dos cursos por debajo de ella- ¿has
visto a Nathan?
La
chica pareció sorprendida por quién la había hablado pero a pesar de eso ocultó
su asombro y, con una sonrisa, respondió:
-Le he
visto irse de aquí corriendo.
Frankie
no supo si decía la verdad. Vio a un mayordomo con una bandeja justo al lado de
la cancela. Se acercó a él.
-Perdone,
¿ha visto usted a Nathan?- preguntó no sin antes carraspear educadamente.
El
mayordomo, que no podía tener más de cincuenta años, la miró amablemente.
-¿Un
chico alto y rubio aproximadamente de tu edad? ¿El hijo de Harry Styles?- al
ver el asentimiento de Frankie, agregó- acaba de salir a la calle.
-Muchas
gracias, señor- agradeció la joven tratándole como a un igual. Su madre Grace
la había enseñado durante toda su vida a ser educada con todo el mundo.
No tuvo
que estar mucho tiempo buscando. Nathan estaba de pie, donde el césped, más
allá del aparcamiento. Frankie avanzó hacia él en silencio.
-¿Nathan?-
inquirió, algo asustada por el abrumador silencio, en cuanto estuvo lo
suficientemente cerca de él. La música de la fiesta parecía lejana.
Nathan
avanzó unos pasos más y Frankie advirtió que estaba muy borracho. Le agarró del
brazo para ayudar a sostenerle pero él se zafó de ella groseramente. Frankie
sintió su corazón en un puño al ver la reacción del chico.
-¿Qué
haces aquí?- le espetó él sin dejar ver su cara- vete.
-Es
obvio que te pasa algo conmigo. ¿Qué he hecho mal?
Nathan
se giró bruscamente hacia ella pero Frankie siguió sin ver su rostro con
claridad a causa de la oscuridad. Sólo pudo notar que le fulminaba la mirada.
-Has
estado todo el día con el estúpido de Zath- habló él con odio, como si
justificara su enfado. Eso volvió más confusa a Frankie.
Eso no
era verdad. Sólo había estado con el mayor de los Malik en dos ocasiones, en la
primera tan solo medio minuto... Pero no quiso replicar.
-Te
recuerdo que fuiste tú el que me invitó a esta maldita fiesta. ¿Y tú dónde
estabas? Por lo que veo, pillando copas y enrollarte con chicas- le espetó
ella. Sabía que era ella la que tenía razón.
Nathan
se quedó mudo.
-No
quería meterme en vuestra relación- señaló él, claramente contradiciéndose.
Nathan bajó la mirada y Frankie supo que estaba entre triste y avergonzado. Incluso así, con esa postura y gesto seguía tan guapo como siempre.
Nathan bajó la mirada y Frankie supo que estaba entre triste y avergonzado. Incluso así, con esa postura y gesto seguía tan guapo como siempre.
-¿Por
qué te molesta tanto, Nathan?- exclamó ella de una vez por todas, explotando.
Se moría por saberlo y quería escuchar la respuesta de una maldita vez- ¿por
qué reaccionas así cada vez que escuchas una sola mención de Zath? ¿Por qué te
pusiste así al vernos juntos en la fiesta? ¿Y durante la comida?
Nathan
dio un paso con gracia, acortando a distancia de ambos. Tomó aire y Frankie
supo que también él quería zanjar aquel asunto que tanto les confundía a ambos.
-¿Es
qué no lo entiendes? ¡Odio veros juntos!- exclamó con un arrastre de palabras,
típico de los borrachos.
-¿Qué?
¿Por qué?- aquello sólo consiguió confundir más a Frankie. Si no conociera a
Nathan, pensaría que estaba celoso pero, desgraciadamente, le conocía muy bien-
¿crees que no soy lo suficiente buena para Zath?
-¡Diablos,
no! ¿Cómo puedes ser tan... estúpida? Me dolió aquí cuando os vi juntos, tan
cerquita...- murmuró él con dolor, señalándose el pecho.
-¿El
corazón?
-No
actúes como si no tuviera sentimientos- dijo un dolorido Nathan.
Estaba
claramente ofendido. Frankie le miró sin escrúpulos para pedirle perdón.
-¿Puedes
decirme por qué te duele? Quiero entenderte.
Frankie
sabía que Nathan jamás se lo diría si no estuviera tan borracho. Se sentía
fatal por aprovecharse de su vulnerabilidad pero se moría por saberlo. Quería
saberlo. Lo sospechaba pero quería confirmarlo.
-Frankie...
Es un secreto.
La
joven se acercó más a él y acercó su oído a su cara.
-Entonces
susúrramelo- respondió ella.
Pero lo
que hizo Nathan la pilló totalmente por sorpresa. El joven colocó ambas manos la mejilla de ésta y la acercó hacia él con fuerza y rapidez. Los labios de
Nathan y Frankie se encontraron irremediablemente, como dos imanes.
Frankie
estaba muy aturdida para reaccionar así que dejó que Nathan hiciera todo el
trabajo. La besaba con fervor y eso hacía que se sintiera bien, que se sintiera
querida. Sabía a alcohol pero eso a ella le dio completamente igual. Se atrevió
a dar el paso y entrar en acción, empezando por abrir su boca.
Sentía
una llama en su interior, en la zona de la barriga. Era la primera vez que
sentía eso y sabía a la perfección que eso lo había causado Nathan. Estaba
como en una burbuja donde lo único que le interesaba era sentirle. Sentir esos
labios, que la besaban sin ningún reparo. Colocó una mano en el cuello de Nathan para
apretujarse más a él y con la otra mano acarició su cadera.
Nathan
gimió y Frankie se sintió poderosamente bien por causar aquella sensación. Pero
después recordó algo.
Nathan
era el hermano de su mejor amiga. Nathan tenía un año menos que ella. Y, sobre
todo, Nathan era un mujeriego y lo más probable era que estuviera disfrutando de
ella.
Nathan siempre consigue lo que quiere y
seguro que tú eras la siguiente de su lista.
Se
acordó de lo que le había dicho Sofía Horan aquella misma mañana, mientras
comían. Aquello la hizo frenar un poco. La llama que sentía en el estómago
había desaparecido y la intensidad con que le besaba también. Y después de la
lujuria daba paso al dolor.
La voz
seria de su mejor amiga la hizo frenar en seco y separarse de él bruscamente.
Nathan la miró, sorprendido, y con la respiración a cien. Frankie también
jadeaba pero le dio una bofetada con todas sus fuerzas.
-¡Ay!-
gritó Nathan, cayéndose hacia atrás sin tocar el suelo. Su ebriedad había
desaparecido tras el beso- ¿por qué demonios me pegas?
Frankie
no sabía qué cara tenía pero sabía que estaba húmeda por las lágrimas. Nathan
la miraba con preocupación y no dudó en acercarse a ella con los brazos en
alto. Ella dio un paso hacia atrás y le miró con odio.
-Ni te
atrevas a besarme de nuevo.
Nathan
se quedó sumamente aturdido mientras la veía marchar. Había llegado a sentir
júbilo, después confusión y finalmente pesar en menos de un minuto. ¿Qué acababa
de ocurrir y por qué le había pegado?
Más
enfadado que antes, volvió a entrar en la fiesta y no dudó en dirigirse a la
mesa de los vasos de alcohol. Se sirvió vozka a palo seco y tragó ferozmente,
hirviéndose la garganta. Se sirvió un segundo pero mezclándolo con zumo de piña
para que no le estallara la garganta. Con el tercer y cuarto vaso hizo lo
mismo.
-¿No
crees que llevas suficientes vasos?- le reprendió una voz conocida pero su
ebriedad no le permitía identificarlo. Con su vista borrosa vislumbró a su
amiga pelirrojita Heaven.
-Eh,
pelirroja- le saludó él con voz de dormido. Sonrió, o al menos eso intentó,
pero solo consiguió que su amiga se enfadara tanto hasta el punto de arrancarle
el vaso de las manos para dejarlo en la mesa, fuera de su alcance.
Heaven
estaba verdaderamente enojada como para hacer eso. La dulce Heaven.
-Enfadada
sigues guapa- murmuró Nathan, que ni siquiera sabía lo que decía. Nada tenía
sentido ahora.
Notó
que le tiraban del brazo y, a ciegas, la siguió hacia un lugar desconocido para
él. Aguzó el oído y no escuchaba música ni voces por lo que su ebria cabeza
pudo deducir que estaban bastante lejos de la mansión. Heaven le hizo sentarse
en un banco.
-¿Quieres
matar a tus padres del disgusto, Nathan?
Su
cerebro dio una vuelta y Nathan consiguió un poquito de sentido común. ¡Sus
padres! Peligro. Sintió algo que pronto identificó que era arrepentimiento.
-Oh...
Mis padres no deben... Verme, ¿sabes?
-Sí,
sé- contestó ella de mala manera, sin renunciar a su enfado- por eso te he
traído hasta aquí. ¿En qué pensabas, Nathan?
-Yo...
Necesitaba beber... Calmar penas, Heaven- murmuró él intentando pronunciar una
maldita frase coherente. Ahora le daba igual que su amiga la pelirroja supiera
sus sentimientos.
-Siempre
piensas en ti mismo, Nathan- dijo ella, apoyando el codo en la pierna para sujetar su cabeza. Miró hacia el suelo, algo avergonzada por lo que acababa de decir.
Eso fue
un puñal directo hacia su corazón. Su primo Colin le había dicho lo mismo
aquella mañana y, dolorosamente, sabía que tenía razón. Pero escucharlo en boca
de su amiga Heaven, que casi nunca expresaba lo que pensaba, dolía más. Sintió
ganas de llorar pero él nunca lloraba.
-Perdona.
Te he decepcionado- dijo el chico esforzándose por no arrastrar las palabras ni
hacer pausas. Lo consiguió más o menos.
Oyó de
nuevo a su amiga resoplar y notó que se sentaba al lado de él. Sintió su
calidez y tuvo ganas de apoyar su cabeza en el hombro de la chica o abrazarla.
Hizo ambas cosas y eso calmó su tristeza. Al menos tenía compañía de alguien
que le quería.
-Nos
sentaremos media hora aquí hasta que se te pase un poco la borrachera. Después
tendrás que controlarte, ¿vale? Falta poco para que termine la fiesta y tienes
qu...
Nathan
impulsó su cabeza hacia delante y la besó para acallarla de una vez por todas.
En cuanto ambos labios se tocaron, los dos chicos se quedaron rígidos sin saber
qué hacer. El sentido común y la ebriedad libraban una batalla en el interior
de Nathan pero venció la ebriedad, que le empujó a abrir la boca y rodear los
labios de Heaven. La inocente Heaven.
Sabía
que esto estaba mal. Sabía que ese era el primer beso de Heaven y que estaba
estropeando algo muy especial para ella. Iba a apartarse hasta que Heaven
correspondió su beso abriendo sus labios también.
~~~
-¡Julie!
Julie
paró de reírse y le lanzó a Tom una mirada aterrada. Su voz interior murmuró “oh,
oh” al ver en su reloj de pulsera que eran las dos de la mañana.
Se
formó la silueta de su padre Harry en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de
ellos. Tom y Julie habían estado bastante apartados del jardín y de la pista y,
con esta oscuridad, Julie dedujo que su padre había estado minutos buscándola.
O quizás horas.
-Hola,
papá- dijo ella tratando de parecer inocente. No quería que la regañara como a
una niña pequeña enfrente de Tom.
Tom
carraspeó y se puso en pie con cierta galantería.
-Buenas
noches, señor Styles. Siento que nos haya encontrado en este lugar pero le
aseguro que no...- Harry alzó una ceja, dejando claro que no había llegado a
pensar nada de eso y que confiaba plenamente en su hija por lo que Tom, algo
avergonzado, retomó la conversación cambiando de tema- soy Tom Swift.
El
rostro de Harry se suavizó y observó los rasgos del muchacho, algo que le
pareció tierno a Julie.
-Oh, Tom. Cuánto has cambiado, hacía años
que no te veía- sonrió Harry rechazando la mano de Tom para abrazarle.
Harry,
Julie y Tom volvieron a la pista y, en el camino, se les unió una mujer
corriendo.
-¡Tom,
al fin te encuentro!- chilló ella con voz preocupada.
Los
tres frenaron en seco y vieron enfrente a la mismísima Taylor Swift. Julie no
pudo evitar quedarse boquiabierta por la belleza de la madre de su amiga. Con
cuarenta y un años, Taylor seguía siendo una bella dama. A Julie le recordó a
su tía Guiomar.
-¡Mamá!-
exclamó Tom avanzando unos cuantos pasos para besar en la mejilla a Taylor, que
estaba algo anonadada al ver a Harry y a su hija.
-Hace
mucho que no te veo- murmuró Harry con una sonrisa. Taylor se la devolvió y
ambos se fundieron en un abrazo como si fueran amigos de toda la vida.
Hacía
mucho tiempo que Harry y Taylor habían superado sus diferencias. Incluso Harry
la había perdonado por todos sus intentos en romper su relación con Emma.
Aquellas amenazas le hicieron darse cuenta de cuánto quería a Em por lo que,
por una parte, estaba agradecido.
No
quedaban como unos viejos amigos puesto que el recuerdo seguía allí, inminente.
Pero sí que se saludaban cuando se veían en las galas de entrega de premios o
simplemente en fiestas como aquellas.
En
cambio, a Julie se le revolvieron las entrañas al verla. Siempre la había adulado,
pues era una excelente cantante, pero al leer la novela de su madre... No podía
evitar tener cierto rencor hacia ella. Lo mismo le pasaba con Bambi, una de las
personas que más quería en el mundo.
Decidió
ignorar sus sentimientos y sonreír angelicalmente. Taylor era una simple
adolescente en aquellos tiempos, como ella, y le había pedido perdón a sus
padres en más de una ocasión. No podía odiarla por lo que hizo hacía
diecinueve años.
-¡Tus
rizos siguen ahí!- señaló Taylor con una risita, refiriéndose el cabello de Harry.
Tom y
Julie se miraron de reojo y tuvieron que sofocar las risas.
De
repente y sin venir a cuento, se acordó de Frankie. ¿Dónde estaría? Empezó a
preocuparse por ella y le mandó un mensaje:
Jules: dónde estás? :[
-Por
supuesto- contestó Harry como si eso era obvio. Se giró hacia Julie y tiró de
ella para acercarla a la cantante- Mira, Taylor, te presento a mi hija mayor.
La conocías cuando era pequeña- explicó.
Taylor
la taladró con la mirada pero Julie no se sintió intimidada ni nada de eso.
-¿Julie,
verdad? Es preciosa, me recuerda a su madre aunque tiene tus ojos- se aventuró
la rubia sin perder su enardecimiento- hablando de Emma, ¿cómo está?
Julie
se dio cuenta de que a Harry le brillaron los ojos al oír hablar de su madre.
Julie deseó que a un chico le pasara lo mismo cuando escuchara su nombre.
-Genial.
Aunque seguramente me mate en cuanto me vea por tardar tanto en buscar a esta
petarda- y señaló a Julie. Tom soltó una risa sin ningún disimulo.
-Venga,
os dejo- sonrió Taylor y miró a su hija de refilón- ¿cuántos hijos tenéis?
-Cuatro.
-¿Y
pensáis tener más?- preguntó Taylor, intrigada.
Harry
se rió a carcajadas y Julie enrojeció un poco. Olvidó su sonrojo cuanto notó
una vibración en la palma de su mano. Abrió el móvil.
Frankie: os espero en vuestro coche.
Julie
lo cerró. Sería más fácil encontrarla allí que buscarla.
-Con
las mellizas tengo más que suficiente- contestó él y colocó una mano en la
espalda de Julie- hasta otro día. Un gusto veros.
Tom
acercó su cara a la de Julie y ésta notó cómo la mano de su padre se ponía
rígida en su espalda. Lo ignoró.
-Dile a
tu madre que soy su fan número uno. Me encantó el libro que escribió- declaró
él, susurrándole al oído sin que le oyera nadie más que Julie- aunque mi madre
no esté en una buena posición en Lo que en un minuto podría cambiar-
bromeó, tomándoselo a bien.
Un
minuto después, Harry y Julie se reunieron con Emma y Nathan. En cuanto vio la
cara de su madre, supo de inmediato que no presagiaba nada bueno. Y sabía que
su padre sospechaba lo mismo al verle la cara.
-¿Qué
ha pasado?
Emma
miró a Nathan y los otros dos la imitaron. Julie suspiró de alivio al ver que
no se trataba de ella sino de su hermano.
-Borracho
como una cuba- se rió Julie al ver su aspecto. Él sonrió al escucharla, como
atontado. Si estuviera estado un poco más sobrio, la hubiera atestado un
puñetazo.
-Por el
amor de Dios- murmuró Harry, de alegre a enfadado. Agarró a Nathan del brazo
con brutalidad y tiró de él, sacándole de la casa. Varias personas se acercaron
a ellos pero la familia Styles se despidió educadamente.
-Sólo
tiene catorce años- habló Em, angustiada, al ver a su hijo tropezar torpemente.
Julie
sonrió imperceptiblemente. Si ellos supieran... Actualmente, había niños que
empezaban a beber a los once. En caso de su hermano Nathan, a los doce.
Siguieron
caminando hasta alejarse del tumulto. Las voces y la canción de la pista de
baile fueron apagándose poco a poco hasta que se sumieron en silencio. Llegaron
al coche y en seguida distinguió el contorno de su mejor amiga en la oscuridad.
-¡Frankie!-
chilló Julie y la abrazó. No la había visto desde que se largó a hablar con
Zath.
Su
padre desactivó la seguridad de las puertas del coche con el mando a distancia
y Frankie dio media vuelta para intentar subir al automóvil. Desafortunadamente, se chocó con el
propio coche de sus padres.
-¿Pero
qué...?- susurró Julie al ver el extraño balanceo de Frankie. Vio que su amiga
rectificaba incorporándose y abriendo la puerta con cierta torpeza- ¿tú
también?
Estaba
atónita. Nunca había visto a Frankie borracha. Aunque su amiga no estaba tan
ebria como su hermano Nathan, que estaba tirado en el suelo literalmente.
Sus
padres ya habían entrado al coche por lo que le tocó a Julie levantar a su
hermano para meterle dentro del automóvil. Cuando se dispuso a hacerlo, Frankie
habló con voz seria:
-Ponte
tú en el medio, por favor.
Julie
sospechó de que algo malo había pasado pero sabía que no era un buen momento
para preguntárselo con sus padres delante y con Frankie bebida.
-Está
bien- cedió.
Entro
ella primero y después tiró con todas sus fuerzas la camiseta de su hermano
hasta que le sentó en condiciones. Él estaba profundamente dormido, ajeno a lo
que estaba ocurriendo a su alrededor, con la cabeza apoyada en la ventanilla
del auto. Julie se situó en medio de su mejor amiga y su hermano menor.
-Frankie,
¿qué tal te lo has pasado?- inquirió Emma en el asiento de copiloto en cuanto
su esposo arrancó el coche.
-Muy
bien.
Julie
suspiró de alivio al ver que Frankie no arrastraba las palabras. Al menos, ella
sabía disimular.
-¿Por
qué has bebido?- le interrogó en un susurro. Se puso el cinturón y Frankie la
imitó.
-¿Qué
pasa?- le espetó ella un poco más alto de lo que pretendía. Por suerte, los
padres de Julie no se dieron cuenta- ¿lo tengo prohibido o qué?
Julie
advirtió que su amiga no estaba en su mejor momento. Normalmente, Frankie nunca
era así de arisca con ella. Se recordó que debería preguntárselo al día
siguiente.
-Técnicamente,
sí. Eres menor de edad- corroboró Julie. Frankie puso los ojos en blanco y miró
hacia el otro lado, observando el paisaje desde la ventanilla.
De
forma inmediata, recibió un mensaje y vio que se trataba de su prima segunda.
Así tenía una excusa para olvidarse del mal humor de su amiga.
Julie
se rió en voz baja y meneó la cabeza. Le hubiera gustado haber estado presente.
No era por que le gustaban las peleas, al contrario, las odiaban pero detestaba
a Madison con toda su alma así que no le vendría nada mal un poco de
sufrimiento. Se lo merecía.
Julie: y tú tienes algo que ver en la pelea? :O
Sofía: eso es lo
mejor: NO. No hice nada y tengo vía libre para conquistar a Flynn ASDFGHJKLÑ
Sonrió tras
leer el mensaje. Eso de “vía libre” era totalmente falso. Sofía se hubiera
acercado a Flynn estando con Madison o con la mismísima reina de Inglaterra.
Julie: entonces
por qué rompieron? Y quién dejó a quién?
Se moría de
la intriga. Estaba bastante contenta por dos cosas: la primera, y más
importante, era que por fin Madison había tenido su merecido; la segunda, era
que su prima tenía más facilidades para conseguir lo que ella quería. Estaba
segurísima de que Flynn caería bajo su encanto. Sofía era Sofía.
Sofía: eso te va a
dejar de piedra, CHAN CHAN!! Venga, dejo la suspense xd. Zath le confesó a
Flynn que se acostaba con Madison y él empezó a pegarle a ostias. Se volvió
loco! Fue un gran espectáculo.
Irremediablemente,
Julie se preocupó por Zath. ¿Estaría bien? Aquella misma tarde había visto
físicamente a Flynn Bloom y había podido notar sus definidos músculos. Zath
también lo era, por supuesto, pero una persona enfadada siempre era más fuerte.
Pronto se
dio cuenta de que le embargaba otro sentimiento. Alegría. Zath lo había
confesado de una vez por todas y eso significaba que estaba arrepentido. ¿Y si
la quería y simplemente había sido un error garrafal? Se descubrió a sí misma
pensando en aquello y lo apartó inmediatamente con una clara respuesta: un no
rotundo. Él se había acostado con Madison mientras estaba con ella.
Sofía: por qué no
contestas? Lo sabías?
Julie: me he
quedado en shock. Zath y Madison? Qué extraño.
Sofía: que no te
sorprenda. Zath es como los otros tíos y Madison les da lo que quieren
Aquello le
sentó como una puñalada. Hasta su prima sabía que Zath era como los demás
chicos mientras que ella había estado ciega de amor por él. Había sido una
estúpida. ¿Cómo había podido pensar que él era especial y diferente?
Julie: y qué pasó
después? No detuviste la pelea? Zath es uno de tus mejores amigos!
La
respuesta de Sofía tardó en llegar. Pero llegó.
Sofía: mira,
Julie. Puede que parezca una pija idiota pero no lo soy. Sé lo que vi. Sé que
os besasteis en la puerta de la casa de Zath porque estabais saliendo. Y sé que
hiciste pellas para ir a verle. También sé que te enteraste de lo suyo con
Madison y rompiste con él. Soy Sofía Horan, Julie, y a mí nadie me engaña (:
Julie
contuvo la respiración mientras leía el mensaje. Lo leyó cuatro veces más y
siguió sin saber qué decir.
Julie: gracias por
mantenerlo en secreto. Te quiero xx
Harry
aparcó por fin y sus padres salieron del automóvil. Su padre abrió la puerta
izquierda y como Nathan no llevaba puesto el cinturón, se desplomó al suelo
como si fuera un juguete.
-Qué Dios
le bendiga- susurró Harry alzando la vista hacia el cielo con los ojos en
blanco. Julie dejó escapar una risita.
Su padre se
agachó para coger en brazos a su hijo moribundo. Emma abrió la puerta principal
de la mansión con las llaves y Harry entró en ella, llevándose a Nathan.
Julie se
giró para comentar con su mejor amiga de lo que acababan de presenciar pero vio
que estaba dormida. Se mordió el labio y la llamó con cuidado.
-Frankie-
susurró.
A pesar de
sus intentos en llamarla con suavidad, la aludida se despertó sobresaltada.
Miró a su alrededor para ubicarse y salió del coche para dirigirse a su casa
sin dirigirle la palabra. Julie se quedó sorprendida pero decidió que era mejor
no molestarla. Quizás estaba en sus días.
Se bajó del
coche de un salto y su madre Emma volvió a activar la seguridad del coche.
En ese
momento, recibió un nuevo mensaje.
Sofía: yo también
te quiero, prima <3 <3
Apagó el
móvil con una sonrisa plasmada en su cara.
-Mamá- se
apresuró a llamarla en cuanto vio que Em se disponía a entrar en la mansión.
La aludida
dio media vuelta y la miró con sus intensos ojos azules, como los de su hermana
pequeña Elisabeth.
-Dime,
cariño.
Julie se aproximó
a ella con prisa y la abrazó con muchísima fuerza, como si no hubiera un
mañana. Emma se sorprendió pero, encantada, le devolvió el abrazo a su hija.
Hacía mucho tiempo que no se abrazaban una a la otra.
-Te quiero.
Sé que nunca te lo digo pero quiero que lo sepas, mamá. Te admiro muchísimo.
Aunque
Julie no la veía, supo que su madre estaba sonriendo. Y quizás llorando.
-Yo
también, Julie. Pero, ¿a qué viene eso? No he hecho algo heroico o algo por el
estilo.
-¿Qué no
has hecho algo heroico?- respondió su hija bruscamente, zafándose del abrazo.
Miró a su madre- eres la mejor. He leído Lo que en un minuto podría cambiar-
se explicó.
Se dio
cuenta de lo mucho que había alegrado a su madre al decir aquello.
-Me alegro
de que te hayas animado a leerlo- admitió ella.
-Te admiro.
No sabía que te habían hecho tanto daño...- Julie sabía que jamás olvidaría tres nombres, grabadas en su corazón. Marcos, Elisabeth y Anna... Le
hubiera encantado poder conocer a algunos de ellos. Sin embargo, habían
fallecido dieciocho años atrás. En el caso de Anna, diecinueve.
Pero eso no
era lo único que admiraba de su madre. Sufrió acoso por parte de Taylor, Bambi
y Raquel por salir con su padre pero a pesar de ello, Emma siguió hacia
delante. En ese momento, veía con otros ojos a sus padres. No podía creer todo
lo que habían tenido que luchar por seguir juntos.
Lo que más
le puso la carne de gallina es que su madre vivía con un riñón de su padre. De
hecho, había escuchado aquello un par de veces pero haberlo leído con las
emotivas palabras de su madre no tenía precio. Harry se había puesto en riesgo
su vida para salvar a la de su madre, que padecía cáncer de riñón. Ni siquiera
el cáncer logró separarles.
-Sólo
espero que no pases por lo mismo que yo- le susurró su madre, mirándola
directamente a los ojos- pero que encuentres a un chico que te ame como tu
padre me quiere a mí. Y viceversa.
Ojalá,
pensó. Pero sabía que era imposible de superar a sus padres.
-Quiero
pedirte perdón por lo que te dije el otro día- aclaró Julie refiriéndose a la
tarde en que su madre la descubrió llorando- lo de que no podías entender lo
que sentía. Ahora me siento tan tonta, tus problemas fueron mil veces peor.
Se
fundieron en un abrazo de nuevo. Un minuto después, Julie subió al primer piso
en silencio.
Mientras
cruzaba el largo pasillo, abrió sigilosamente la habitación donde habitualmente
dormía su mejor amiga. En efecto, Frankie estaba tendida en la cama sin haberse
cambiado de ropa siquiera. Se la veía triste. Cerró la puerta con cuidado y
abrió la siguiente, la de su hermano.
Nathan
también estaba profundamente dormido. Incluso tumbado se notaba a leguas que
estaba borracho. Dormía con una posición incómoda y Julie estaba segura de que
al día siguiente le dolería el cuello.
Abandonó el
pasillo y entró a su habitación. Se quitó el vestido con tacto y se puso un
pijama de manga larga, que ya empezaba a hacer frío por la noche. Se dejó caer
en la cama y al instante vio un papelito arrugado en el suelo. Frunció el ceño, ella era muy ordenada y no solía dejar nada tirado. Pronto comprendió qué era aquel papel.
Se le debió de caer mientras se desvestía ya que lo tenía guardado en el sujetador (la prenda no tenía bolsillos).
-Léelo, es para ti- le dijo él con una sonrisa triste- espero que te guste. Que sepas que te quiero, Julie Styles, y estoy seguro que será así por mucho tiempo.
Se trataba de la hoja que le había dado Zath en la fiesta de Reynolds.
La nota le carcomía por dentro y la cogió del suelo. La observó durante unos segundos entre sus manos, dudando si desdoblarla o no. Tenía miedo de su contenido, tenía miedo de cambiar de opinión. Se moría por saber qué le había escrito para ella. Finalmente, se decidió.
Decidió coger un mechero del cajón de su escritorio y quemar la nota hasta quedar reducida a cenizas para después tirarlo por la papelera.
Quitándose un gran peso de encima, se tumbó en la cama y cerró los ojos mientras se preguntaba qué demonios había ocurrido entre Frankie y Nathan.
Se le debió de caer mientras se desvestía ya que lo tenía guardado en el sujetador (la prenda no tenía bolsillos).
-Léelo, es para ti- le dijo él con una sonrisa triste- espero que te guste. Que sepas que te quiero, Julie Styles, y estoy seguro que será así por mucho tiempo.
Se trataba de la hoja que le había dado Zath en la fiesta de Reynolds.
La nota le carcomía por dentro y la cogió del suelo. La observó durante unos segundos entre sus manos, dudando si desdoblarla o no. Tenía miedo de su contenido, tenía miedo de cambiar de opinión. Se moría por saber qué le había escrito para ella. Finalmente, se decidió.
Decidió coger un mechero del cajón de su escritorio y quemar la nota hasta quedar reducida a cenizas para después tirarlo por la papelera.
Quitándose un gran peso de encima, se tumbó en la cama y cerró los ojos mientras se preguntaba qué demonios había ocurrido entre Frankie y Nathan.
~~~
Nicole
estaba al borde de los nervios. Cada dos por tres, revisaba la hora del reloj
del salón hasta que dio las dos de la mañana. El timbre sonó, puntual.
Hacía
cuatro meses había conocido a un chaval de veinticinco años llamado Carl, doce
años menor que ella. Él era uno de sus trabajadores de su empresa y le conoció
ahí mismo. Carl era un chico con una gran labia a la hora de convencer y animar
a las personas por lo que Nicole se mantuvo muy apegada a él. Siempre se
olvidaba de todos sus problemas estando con el joven, que la hacía reír. Tanto
como hacía Thomas. Sin embargo, su marido no estaba allí, a su lado, para
hacerla feliz.
Había
un único problema en la amistad con Carl: él quería algo más que eso. Nicole no
estaba enamorada de él, por supuesto que no, ella estaba rendida en los pies de
Thomas, el amor de su vida. Pero tenía que admitirlo, era atractivo y la hacía
reír.
Nicole
no veía nada malo la amistad que mantenía con el muchacho pero temía caer bajo
sus encantos. Él había intentado más de una vez besarla pero Nicole siempre le
había apartado bruscamente, recordándole que tenía marido y que le quería con
toda su alma.
Desgraciadamente,
el contacto con su esposo se enfrió y cada vez se hablaban menos. A su vez,
Nicole estaba cada vez más deprimida y sola. Le necesitaba, él era como un
pilar de apoyo. Estaba las 24 horas del día temiendo que la abandonara. Por eso
se mantenía aferrada al cariño y amabilidad de Carl.
Ahora
mismo estaba muy asustada. Acababa de recibir un mensaje urgente de él
diciéndola que iba a visitarla ahora mismo. Eso era muy usual en él, pues
siempre la veía sin ningún aviso, pero que fuera a verla a las dos de la mañana
no era precisamente muy normal.
-¡Voy!-
gritó ella, sobresaltada, al oír el timbre por segunda vez. Se había quedado
algo atontada.
Se
levantó con prisa y le abrió la puerta.
Pero no
era Carl.
-¡Sorpresa!-
gritó él y alzó ambas manos. Después, al parecer no aguantó las ganas y se
lanzó a besarla.
Nicole
sintió chispas nada más sentir los labios de su esposo en los suyos. Le besó
con frenesí y sintió más adrenalina en ese momento que en los últimos dos meses
juntos.
-Oh,
Dios mío- murmuró Nicole, asombradísima al verle enfrente de ella.
-Lo sé,
lo sé- sonrió él.
Antes
de decirla cualquier explicación, Thomas entró a su casa con la maleta. Ambos
se dirigieron al salón. Nicole se sintió muy feliz al ver que la maleta estaba
completamente llena. Thomas volvía a casa.
-He
dejado el trabajo- le explicó él cuando la pelirroja le observó con
detenimiento. Ella sonrió, emocionadísima, y le abrazó con fuerza- me tomó dos
días en dejarlo puesto que el director de la empresa no paraba de insistirme en
que lo pensara pues, tendría un futuro brillante como periodista.
-Thomas...
No deberías de haberlo hecho- susurró Nicole, arrepentida, al haber oído sus
palabras.
De
repente, se sintió terriblemente mal. Ella no había pedido eso. Lo que más
deseaba en el mundo era que su marido y su hija fueran felices. Thomas estaba
apunto de cumplir su sueño pero ella lo había destruido.
-Nicole.
Prefiero un brillante futuro con vosotras. No podía aguantar más, de verdad-
confesó Thomas y Nicole se echó a llorar, entre sus brazos. Por fin podía sentir
su piel y oler su aroma tan familiar- pasaba todas las noches en vela pensando
en Heaven y en ti. He decidido volver para siempre. Con mis niñas- recalcó.
Nicole,
con lágrimas en los ojos, se lanzó a los brazos de Thomas de nuevo para besarle
pero pronto el beso se vio interrumpido. El timbre sonó de nuevo.
-Voy
yo- dijo Thomas inmediatamente, separándose de ella para dirigirse a abrir la
puerta.
Nicole
se quedó petrificada. Sabía quién estaba detrás de aquella puerta. ¿Qué debía
hacer? Antes de que detuviera nada, Thomas abrió la puerta para encontrarse con
un chico joven de veinticinco años.
-Nicole,
yo...- empezó Carl hasta que notó que el de enfrente no se trataba de la aludida.
Thomas
abrió los ojos como platos. Se mostró confuso en un principio y la miró para
pedirle una explicación. Carl imitó la dirección de la mirada de Thomas para
encontrarse con los ojos de Nicole.
-Eh...
Hola, Carl- murmuró Nicole, sin saber qué hacer. Ella no había hecho nada malo,
simplemente era un amigo...
Carl se
animó a pasar hasta que Thomas le estampó la cara con la puerta con rapidez y
fuerza.
-¿Quién
demonios eres?
-Es un
amigo mío- respondió Nicole agudamente, intentando sonar tranquila sin éxito. Había hablado demasiado rápido.
Había estado un año viviendo lejos de Thomas, viéndose de vez en cuando, por lo que había perdido la confianza que tenían en un principio. No sabía qué decir, eso era muy duro para ella.
Había estado un año viviendo lejos de Thomas, viéndose de vez en cuando, por lo que había perdido la confianza que tenían en un principio. No sabía qué decir, eso era muy duro para ella.
-¿A las
dos de la mañana, Nicole?- le preguntó Thomas con la voz sofocada.
Las
lágrimas de Thomas no tardaron en salir. La miró horrorizado y Nicole sintió
una puñalada directa al corazón. Se sintió tan estúpida, no tenía ni idea de
cómo explicarse.
-¿De
verdad que él es tu marido?- murmuró Carl con desprecio y Nicole sintió terror
por las próximas palabras que iba a pronunciar- ¿ve a un tío contigo a las dos
de la mañana y deduce que le estás poniendo los cuernos? Menuda confianza.
Esta
vez, Thomas cerró la puerta de un portazo. Resonó por toda la casa. Nicole
suspiró, asustada, y se calmó al recordar que Heaven no llegaría hasta más
tarde a casa.
-Explícate-
le ordenó su marido, cruzado de brazos. Seguía donde estaba, delante de la
puerta principal, aunque esta vez en dirección a ella.
A
Nicole le fallaron las piernas.
-Es un
trabajador de “Nicole Ellis”. Nos hemos convertido en buenos amigos y nos vemos
de vez en cuando... Thomas, nada más, por Dios- suplicó Nicole.
Thomas
relajó los hombros al oír de una vez una explicación de su mujer. Respiró hondo
y se acercó a ella para, probablemente, darle un abrazo pero Nicole le apartó
de un manotazo.
-Él
tiene razón. ¿Cómo que es que no confías en mí? ¿De veras piensas que soy capaz
de esto?
Él la
miró con una expresión extraña.
-Te
recuerdo que hace dieciocho años no tenías una bonita reputación- le espetó él.
Nicole
sintió marearse al escuchar aquello. Le dolió el pecho como si la hubieran
apuñalado directamente al corazón. La frase en sí dolía, y más si lo decía su
marido. ¿Cómo había podido decir algo así de ella? Notó las mejillas húmedas y
vio en el rostro de Thomas culpabilidad y arrepentimiento pero ella estaba tan
furiosa que le dio igual.
-Vete
de casa.
-¿Qué?
Nicole...
-¡Llevo
meses sin verte y un año sola, soportando continuamente que tú estés cumpliendo
tu sueño en Estados Unidos! ¿Cómo has podido decir eso? ¡¿Cómo has podido
juzgarme de esta manera?!
Estaba
alzando muchísimo la voz y lo sabía. Lo bueno de Lostfield era que las casas
estaban lo suficientemente separadas para que el vecino de al lado no oyera los
gritos.
-Siento
haber dicho aquello- se disculpó Thomas. Pero Nicole estaba harta.
-No. No
lo sientas- le replicó la chica. Estaba más rota de lo que demostraba- está
claro que este matrimonio no funciona. No confías en mí y me acabas de llamar a
la cara puta. Y en mayúsculas.
-Yo
no... Nicole, sé que has cambiado. No eres la misma. ¡Sólo tuve un momento de
miedo y lo primero que se me ocurrió fue aquello...! ¿Y es que, quién va a ver
a alguien a las dos de la mañana?
Nicole
siguió llorando. Aquello le había afectado, pero no tanto como haberla
insinuado por lo que había sido dieciocho años atrás.
No
sabía si era buena o mala suerte, pero la puerta se abrió y Heaven, algo
somnolienta, salió de ella. Acababa de venir de la fiesta y estaba totalmente cansada. Tardó varios segundos en darse cuenta que tenía
a su padre delante. Se puso boquiabierta, sin poder creérselo, y más tarde
corrió para abrazarle.
-¡Papá!-
en cuanto pronunció aquellas palabras, Heaven rompió a llorar.
Thomas
miró de reojo a Nicole (Heaven estaba de espaldas de su madre) para volver a
disculparse pero Nicole le ignoró ariscamente.
Después
de unos minutos llorando, Heaven se percató de que algo ocurría.
-¿Qué
pasa?
Thomas
le puso una mano en el hombro de su hija.
-No es
nada. Súbete a dormir.
Nicole
supo que su hija no les había creído. Ella era sumamente inteligente a pesar de
ser, en ocasiones, muy inocente. Puso una mueca y no dijo nada al respecto. La
niña decidió cambiar de tema, algo ingenioso.
-¿Duermes
conmigo?- le pidió la niña con cara de cachorrito.
-Duérmete
con ella. Hasta mañana- se despidió ella fríamente. Al menos, tenía una excusa
para no tener que volver a hablarle.
Subió
por las escaleras hacia su dormitorio sin dirigirles una última mirada. Estaba
segura de que su única hija se preocuparía por la reacción que había tenido
pero era mejor que se preparara, pensó. Después de aquellas duras palabras, la
relación se había desestabilizado un poco.
En
cuanto vio su cama, se tiró en ella como si fuera un muñeco de plomo. En
seguida, se echó a llorar desconsoladamente.
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Este blog cumplió dos años el día 12 de abril <3 ¡Parece que empecé hace mil años! Han pasado tantas cosas desde entonces... Tanto en mi vida personal como en la de la novela.
¡Os quiero y comentad, porfi!
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Este blog cumplió dos años el día 12 de abril <3 ¡Parece que empecé hace mil años! Han pasado tantas cosas desde entonces... Tanto en mi vida personal como en la de la novela.
¡Os quiero y comentad, porfi!