Todos
pudieron apreciar por un segundo la cara más asustada de Emma, aunque parecía
que había pasado siglos.
Nadie
sabía que decir, ni siquiera Emma, que estaba a la espera de información. En
ese momento se podía oír a una aguja caer.
Emma
miró primero a Harry. Los ojos verdosos de él no tenía el brillo usual que
tanto adoraba. Desvió su mirada hasta posarla en su amiga Hayley, ella apartó
la suya al instante, avergonzada. Finalmente, los ojos de Emma se cruzaron con
los ojos azules de Guiomar que en ese momento abrió la boca:
-Emma,
yo… Verás…
Harry
cerró los ojos. No estaba preparado para escuchar la historia de nuevo, ni
mucho menos ver la reacción de su novia. No, no, no.
-Marcos
tiene una nueva novia, Bella- respondió finalmente.
Harry
abrió los ojos y miró a su amiga. No sabía si era correcto usar otra
mentira para convencer a Emma de una vez por todas.
A Emma
se le relajaron los hombros. Pensaba que la noticia era peor…
-Fui
una tonta. Me volví loca cuando me besó y resulta… Resulta que me engañó.
A
Guiomar se le escaparon varias lágrimas convincentes. Hayley la miró, un poco
enfadada. No le parecía justo que su amiga siguiera viviendo entre mentiras.
-¿Por
qué no me lo has contado…?- Emma se entristeció de golpe. ¡Por eso Guiomar
actuó de una forma muy rara cuando mencionó el nombre de su profesor
particular!
-Lo
siento, no quería que te preocuparas por mí.
Emma se
sentó en la silla enfrente del ordenador para tranquilizarla. Harry mientras,
sintiéndose más culpable de lo que había sentido nunca, recogió los cristales
de la raza rota.
-Emma,
debo acostarme, es muy tarde ya- musitó Guiomar, llevándose una mano al pelo.
Hayley la dedicó una mirada asesina.
-Vale.
Nosotros también debemos dormirnos- respondió, a su vez, Em, refiriéndose a
Harry y ella.
Nada
más cerrar el ordenador, Hayley chilló realmente enfurecida:
-¡No
debiste mentirla de nuevo! ¡No nos perdonará jamás!
Guiomar
suspiró mientras apagaba rápidamente la computadora.
-Lo
siento.
-No,
Guiomar, esto no puede seguir así- negó Hayley, decidida a contárselo.
-¿Cómo
que no puede seguir así?- exclamó la rubia- ¡ni siquiera ha pasado un día desde
la muerte de Anna!
Hayley se quedó petrificada al oír las palabras de su amiga. Se quedó quieta durante un minuto mientras asimilaba la dura realidad. En la
habitación se habitó un silencio sepulcral. A
Hayley se le llenaron los ojos de lágrimas y Guiomar la abrazó.
-No
quería decir eso.
-Es
imposible. Quiero despertarme de esta maldita pesadilla…
Guiomar
cerró los ojos al oír la frase de Hayley. Ojalá. Ojalá esto
fuera sólo una pesadilla de su cruel imaginación.
-Vayamos
a dormir- susurró- quizás nos despertemos mañana y todo vuelva a la normalidad.
Hayley
asintió, mientras se limpiaba las lágrimas de las mejillas. Se levantó de la
silla, y sintiendo cada músculo de su cuerpo rígido, se dirigió a la cama
inflable que se situaba al lado del lecho de Guiomar. Se
tumbó en el blandito colchón y espiró aire. Aunque costara admitirlo, era real.
Todo el aire que respiraba, todo el dolor que sentía era real.
Sus
miradas se cruzaron, cada una en su cama, mientras pensaban lo mismo.
-Te
quiero- murmuró Guiomar.
Hayley
se dio la vuelta para no mirarla más. Seguía enfadada pero la quería con toda
su alma. Tenía miedo de perderla, de perder a una más. De perder a una hermana.
Anna ya
no existía y aquello le resultaba imposible. Una amiga menos. Anna no volverá a
hablar, no volverá a sentir, a tocar, a sonreír…
Una
amarga lágrima se asomó en los ojos de las dos chicas en la oscuridad de la
habitación.
~~~
Respiró el aire de su alrededor. El aire de Inglaterra. Olía a
humo y a cloro: todo el mundo en agosto iba a la
piscina.
Respiró hondo por última vez y tiró de su carro para entrar al
gran aeropuerto de Londres. Ahí dentro estaba llenísimo. Familias extranjeras
correteaban de un lado a otro, amigos que se abrazaban al estar tanto tiempo
separados, novios besándose preparados para su nueva aventura… Y directioners.
Las directioners se habían enterado del improvisto viaje de One Direction.
Guiomar bufó. Le caían bien las directioners, nunca la habían
molestado, para nada. Pero a veces eran tan obsesionadas que daban miedo. Se
rió, ella había sido una de ellas.
No llevaba gorro ni chaqueta, ni siquiera gafas de sol. No tenía
nada para taparse así que intentó ocultarse con su pelo. Las directioners la
conocían por “la gran amiga de One Direction”. Pero por suerte, hoy no llevaba maquillaje, algo raro en ella, y además tenía
ojeras y marcas de lágrimas. En resumen: iba horrible. Así que rezó para que no
la reconocieran. Y así fue.
Torció en una esquina, dirigiéndose a la sala privada. Caminó durante
un largo rato, cruzándose con varias personas de distintas idiomas. Distinguió
el español, ya que adoraba la serie española La que se avecina. Lo veía en una página de su querido ordenador en
versión original pero subtitulado al inglés, obviamente.
Tras divisar un mechón de pelo rojo, apartó aquel pensamiento y se
puso a caminar aún más rápido mientras tiraba de su maleta naranja.
-Hey Guiomar- la saludó Bambi con una mueca.
-Hola- la susurró ella angustiada y pasó un brazo por el cuello de
su amiga italiana- ¿cómo estás?
-Así así.
-Bueno, iremos a tu tierra, eso te debe de alegrar- comentó
Guiomar en un intento de animarla.
Bambi la miró, al borde de las lágrimas y Guiomar lo entendió.
Soltó su maleta y la abrazó. Le entristecía el motivo de su marcha.
-Buenos días, chicas- Guiomar y Bambi escucharon la voz de Liam y
se apartaron- es hora de que nos marchemos. Las directioners pronto descubrirán
que estamos aquí.
Detrás del joven, estaba Hayley sin ningún abismo de alegría.
Tampoco iba maquillada y tenía arrugas debajo de los ojos. Los cuatro se
adentraron a una puerta, guiados por un señor trajeado y un par de
guardaespaldas.
-¿Es necesario esto?- susurró la pelirroja, mientras caminaban en
el estrecho pasillo.
-Mucho, créetelo- sonrió su amigo- hace un par de meses, una
directioner le rompió el pantalón a Louis. Se puso a chillar cuando consiguió
arrancarle un trozo de pantalón.
En otras situaciones, Bambi, Hayley y Guiomar se habrían reído.
Siguieron avanzando en silencio hasta que salieron al aire libre. A lo lejos
había un pequeño avión privado. Donde viajaban los chicos para irse de gira.
Había varios señores más trajeados alrededor del avión. Al
acercarse, varios señores se dirigieron a ellos para coger sus maletas.
-Vamos- les guió Liam.
Las tres se subieron al pequeño y cómodo avión. Ahí dentro, las
chicas pudieron ver las caras de sus otros tres amigos.
El interior del avión privado de One Direction era reconfortante. Había un sillón de tres plazas que a simple vista parecía cómoda, Niall se había sentado allí y pronto Hayley se sentó con él. Al lado del sillón había dos asientos blancos y lujosos donde en el centro había una mesita. Bambi se sentó enfrente de él y empezaron a charlar. A su lado, Liam se sentó en otro asiento y sacó un libro llamado Luna Nueva. Al final del todo estaba Zayn. Guiomar se acercó a él.
-Buen viaje- les dijo otro señor a todos ellos.
Guiomar se dio cuenta de la vida de sus amigos. Desconocidos les trataban, les ayudaban y les respetaban. ¡Desconocidos! Y sólo por ser famoso.
Era extraño.
Guiomar miró a su compañero. Zayn no miraba a ninguna parte y
estaba muy callado. Nadie decía nada. La chica suspiró y se sentó en el asiento de al lado, frustrada. Se puso los
auriculares, enseguida escuchó la melodía de She will be loved de Maroon 5. Era una de sus canciones favoritas, ojalá ella se sintiera así algún día: amada. Miró por
la ventanilla del avión.
Ya estaban en el aire. Se levantó un poquito del asiento para
mirar el suelo, kilómetros la alejaban de su tierra. Siguió así en todo el
trayecto hasta que le pesaron los ojos.
~~~
Empezó a machacar el turrón realmente contenta. ¡Hacía un día que
no veía a Allanah! Eso ya era un gran logro desde que la conoció.
Dejó el turrón a un lado y cogió un bol mientras mezclaba dos huevos con un tenedor.
Estaba realmente contenta, aunque un poquito preocupada por Guiomar. Estaba
segura de que Marcos y ella lo iban a arreglar.
Emma se giró, con una gran sonrisa, para ver a su novio entrar a
la cocina. La besó en los labios suavemente y susurró:
-¿Te ayudo?
-No, no. Déjame a mí- sonrió ella.
Harry asintió y se sentó en una silla. Empezó a ver los
movimientos hábiles de Emma para la cocina. Mezcló la yema líquida con los
turrones. A continuación echó nata montada.
-¿Qué preparas?
-La especialidad de mi mamá- contestó ella, concentrada en mezclar
los tres ingredientes- Mousse de turrón de jijona.
-Nunca lo he probado- admitió Harry.
-Cuando termine lo pruebas y puntúas- dijo la muchacha. Pero Harry
no le hizo caso porque su móvil empezó a sonar. El cantante prácticamente se
tiró encima de él y leyó el mensaje que le habían enviado.
De: duende. Para: el más mejor. Hora: 09:23.
Acabamos
de salir de Inglaterra
El cantante cerró el móvil un poco triste y suspiró, llevándose
ambas manos a la cabeza.
-¿Pasa algo?
-No, nada- disimuló Harry. Cerró los ojos mientras sentía la
apuñalada en el estómago cada vez que mentía a Em.
-¿Nada? ¿Quién te ha mandado el mensaje?
-Niall. ¡Hoy nos vamos de excursión!- exclamó el cantante,
levantando la cabeza mientras enseñaba su dentadura blanca.
Emma arrugó la nariz, iba a decir algo pero su instinto dijo que era mejor dejarlo pasar.
-¿Adónde vamos?
-Iremos en bici de nuevo e iremos a un pueblo muy cerca de aquí.
Hay una cueva que llueve- explicó Harry.
-¿Que llueve?- se extrañó la chica. Echó el mousse en varios
cuencos pequeños, concretamente cinco y los metió en la nevera.
-Sí. Cuenta la leyenda de un joven pobre y de una duquesa millonaria en la edad media. Los duques nunca dejaron a su hija, Práxedes, salir de su palacio.
La joven, al cumplir sus dieciocho años se escapó del palacio, harta de las
continuas órdenes de sus padres y de la vida lujosa y aburrida en la que vivía.
Emma escuchó, conmovida, la leyenda de aquella cueva donde iba a
ir dentro de unas horas.
-Al escaparse se dio cuenta de la mísera vida de sus ciudadanos.
Práxedes no podía creer que sus padres dejarían a su pueblo en ese estado
de máxima pobreza. En su camino se topó con un muchacho, Magin. La duquesa, al
estar perdida, le pidió ayuda a aquel chico que le daba confianza. Él era
huérfano y no tenía familia. Práxedes escuchaba, apenada, la vida de su amigo
Magin. Estuvieron juntos varios meses, recorriendo lugares fantásticos.
¡Parecía un sueño! Más tarde se enamoraron. Su amor era tan fuerte que ambos
huyeron del país. La chica estaba dispuesta a renunciarlo todo por su gran
amor.
Harry se calló en la parte más interesante y Emma salió de su
ensimismamiento.
-¿Y cómo sigue?
-El resto de la historia es muy triste- dijo el chico poniendo una mueca.
-¿Magin se muere?
-Aún peor… Antes de conocer a Práxedes, estaba casado con otra mujer. Abandonó a su mujer embarazada al conocer a la duquesa. De camino a Irlanda, su futuro viaje, ellos se toparon con la mujer con el niño.
Emma se quedó boquiabierta.
-No claro. Magin se enamoró de ella también. Estaba tan enamorado que renunció su antigua vida sólo por estar con ella, su verdadero amor. Le ocultó aquella parte de su vida porque sabía que Práxedes le dejaría tiempo atrás para no destrozar una familia, pues, la conocía muy bien.
Hubo un gran silencio en la cocina. Emma siguió esperando para que
Harry continuara, si es que había un final.
-Al estar varios meses engañada, la joven muchacha huyó de él. Magin se quedó cuidando del niño, no había ningún día en el que no pensaba en ella. No había ningún minuto en el que no pensaba en ella. Su hijo, al cumplir los seis años, Magin salió en su busca.
Emma se limpió las lágrimas tras escuchar aquella triste historia.
Pobre Práxedes. Pobre Magin.
-Magin se enteró de que Práxedes emprendió un viaje a Irlanda. Estuvo veinte años buscándola, pueblo por pueblo. Veinte. Hasta que se encontró con un anciano pastor que la conocía. Ella vivía en una cueva donde lloraba de día y cantaba de noche, a la espera de su regreso. Él caminó hasta la cueva y la vio. Muerta.
-Vaya. ¿Y qué pasó con Magin?
-Nadie volvió a saber nada más de él.
Emma se quedó petrificada, apoyada en la mesa de la cocina. Menuda
leyenda más triste.
Harry, por su parte, se quedó pensativo. Su madre siempre le contaba aquella historia cuando él era pequeña. Lo había oído por lo menos cincuenta veces. Hasta ahora, nunca valoró el significado de la leyenda. Se identificaba con
Magin. Él también engañaba a Emma a todas horas. Sabía que Emma se enteraría
tarde o pronto pero… ¿le perdonaría? Eso era un gran misterio por resolver.
Una hora después, la familia y Emma estaban sentados alrededor en
la mesa de la cocina.
-Mmmmm, Dios Emma, me tienes que decir la receta de este mousse-
saboreó Anne, comiendo una de las especialidades de Amy, la madre de Em.
-Ojalá mi mamá cocinara bien- se quejó Gemma mientras saboreaba el
mousse de turrón.
Anne le lanzó una mirada asesina y Gemma se rió.
-Gracias- sonrió Emma mientras pasaba una cuchara por su mousse.
Era cierto que echaba de menos la comida de su madre pero lo cierto era que la
madre de Harry no cocinaba nada mal.
-Querida, ¿en qué universidad estudiarás?- la preguntó Anne.
-En la Universidad Sheffield.
-Uy, esa es una universidad muy prestigiosa- corroboró el
padrastro de los chicos.
-Sí, he oído que es muy buena- respondió Emma con delicadeza-
dentro de nada empezaré. Estoy nerviosa.
-Es normal- dijo Gemma- yo dentro de poco me graduaré.
-Qué suerte- sonrió Em.
Al terminar el desayuno, Emma ayudó a Anne a limpiar los cuencos.
En seguida, Mike y Anne se fueron de compras y Gemma se encerró en su cuarto a
escuchar música.
-Harry, ¿cuándo nos iremos a Londres?- preguntó Emma, una vez
solos.
-No lo sé. ¿Unos días antes de la universidad?- respondió él con
una nota de autoridad. Quería retrasar la mala noticia lo más posible.
-¡Harry! Me tendré que preparar un poco, no he tocado los libros
durante todo el verano y esto está mal- protestó ella- por favor.
Emma no tenía ningunas ganas de marcharse, pero notaba un peso en el
estómago por no haber hecho nada este verano. ¡Y pensar la cantidad de libros
que tendría que estudiarse!
-Está bien. Entonces, ¿cuándo?
-En menos de una semana, Harry. Se acerca el cumpleaños de Liam,
además.
Harry bufó. Unos días más… Y el encubrimiento de la muerte de Anna
quedará al descubierto.
Maldita sea.
~~~
Al día siguiente, Guiomar, Hayley, Bambi y One Direction se
despertaron muy temprano. Amanecía un caluroso día en Italia.
Nadie dijo ni una palabra. Todos se dirigieron al armario para
ponerse sus prendas más negras. Las chicas se maquillaron un poco y los chicos
se pusieron un clavel en la chaqueta negra.
Una vez allí, todos tenían el corazón partido en millones de
trozos. Vieron a la madre de Anna sollozar desesperadamente mientras
pronunciaba el precioso nombre de su hija. Una señora, a su lado, la abrazaba
mientras lloraba también.
A cinco metros de las dos señoras había un corro de varios señores
mayores, todos trajeados de color negro, mientras consolaban y le daban el
pésame al padre de Anna, que parecía muy afectado.
Varias personas más había a sus alrededores, todas desconocidas.
Aunque las chicas vieron a Benjamin con una rosa en la mano.
-Al fin habéis vuelto- habló una voz conocida.
-¡Zac!- gritó Bambi, lanzándose a sus brazos para luego llorar
sobre su hombro.
Media hora después empezó el funeral. El cura habló durante un
largo tiempo en italiano, aunque decía también varias palabras en inglés. No
paraba de decir cosas bonitas a Anna, lo cual era un detalle por su parte pero…
¿Por qué hacía eso? ¡Si ni siquiera la conocía! No podía juzgarla cuando no
sabía ni cómo era su aspecto. Y eso a Guiomar la cabreaba bastante.
Todos estaban rodeados de un gran hoyo excavado. Ahí dentro
podían ver el ataúd de madera con flores.
Los padres de Anna después empezaron a hablar en italiano. Todos
los presentes empezaron a llorar por las palabras de ellos aunque los chicos no
entendían ni una palabra de lo que decían. Se limitaron a escuchar palabras
ininteligibles mientras pensaban en su amiga fallecida.
Posteriormente, el hermanito pequeño de Anna se acercó al gran
hueco de la tierra y tiró la rosa que sostenía en la mano. Se cayó lentamente
hasta posar en la tumba de su querida hermana.
-Sempre nel mio cuore- vocalizó él. Pequeñas
lágrimas se asomaron en sus ojos y corrió a abrazar a su padre. <<Siempre en mi corazón>>
Guiomar dio un paso del gran círculo de seres queridos de Anna.
Tragó saliva y respiró hondo.
-Sé que no me estás viendo, pero estaré ahí para ti. No tengo
muchas palabras para ti, ya sabes que no se me da muy bien expresar mis
sentimientos- soltó una risa amarga mientras varias lágrimas brotaban de sus
ojos. Anna estaba dentro de aquel ataúd. Estaba dentro, su cuerpo sin vida
estaba enterrado allí- esa es Emma. Pero… Lo siento mucho, ella no está aquí-
escuchó un llanto de la madre de Anna. Aquello le partió el corazón y por un
momento no supo que decir pero pronto recuperó la calma tras un leve asentimiento por parte de Liam, que tenía la cara llena de lágrimas- no se lo hemos querido
decir para no estropear el verano de su vida. Espero que nos perdones.
Se giró para ver a la multitud. Todos lloraban. Se centró en el
hermanito pequeño de Anna, Benjamin, llorando a lágrima viva en los brazos de
su padre. Apartó eso de su vista y miró a Hayley que se acercaba a ella con el
rímel corrido.
Guiomar sacó de su bolsito tres pulseras de plata y se lo tendió a
Hayley.
-Antes de irme de Inglaterra pasé por la casa de los padres de
Emma y me dieron la pulsera <<mejores>>. Les costaron buscarlo pero finalmente
lo encontraron, estaba debajo de la almohada donde dormía Emma.
Hayley se sorbió los mocos. Sabía que tenía la cara completamente
húmeda. Al sonreír un poco experimentó una rigidez en los músculos de la cara. Miró
la pequeña pulsera que sostenía en una mano y la tiró sobre el abismo.
Se escuchó tintinear al chocarse contra el ataúd.
-Esta es la segunda pulsera. Pone <<amigas>> y es de
Guiomar. Lo tenía guardado en su tocador, se lo quitó porque dice que le quedaba
mal con las pulseras feas de colorines que siempre lleva.
Guiomar, a su lado, empezó a reírse en silencio y le dio un leve
codazo a Hayley.
Hayley sonrió un poco y tiró la segunda pulsera. Sonó otro clic al golpear el duro ataúd de madera
bien pulida.
-La tercera es mía. Pone << para siempre>>. He de
confesar que lo tenía perdido, pero ayer lo busqué durante horas y lo encontré
en una caja de zapatos. ¡Que de cosas se pueden encontrar!- exclamó con una
pizca bromista.
Hayley y Guiomar se miraron durante un corto instante y la morena
dejó caer su pulsera antes de que el sonido metálico se produjera.
-Estuvimos buscando la tuya. Tus padres no lo encontraron en tu
habitación así que lo hemos dado por perdido…- susurró Guiomar.
-Las cuatro pulseras que nos compramos tienen una gran historia de
amistad, ¿verdad?- continuó Hayley- nos lo compramos hace cuatro años y juramos
una amistad infinita. Pero lo cierto es que las cuatro nos lo acabamos quitando
finalmente…- a Hay se le quebró la voz y empezó a llorar.
Guiomar agarró la última pulsera y, visto por todos los presentes,
lo tiró al hueco de la tierra. Sonó el tercero y último golpe.
-Eso es todo.
El funeral se terminó y todas las personas vestidas de negras y
desoladas se dispersaron. Tiempo después, varios señores echaron tierra encima
del ataúd. Y así, Anna se quedó enterrada para siempre.
Pero lo cierto, es que Anna aún tenía su pequeña pulsera plateada
alrededor de la muñeca derecha, donde la palabra <<jamás>> estaba
grabada.
Mejores amigas
para siempre jamás.
~~~
-¡Y fuimos a la cueva que llueve y era tan preciosa…! ¡Era
hermosa, Guiomar, tienes que verlo!- exclamó una chica feliz mientras miraba a su mejor amiga mediante una pequeña pantallita.
-Sí claro, si quieres te lo envío por whatsapp. ¡Esa cueva tiene una leyenda increíble! Ya te lo contaré
cuando te vea- explicó Emma entusiasmada.
-Ya me lo explicarás.
Emma, que estaba encerrada sola en la habitación de Gemma, frunció el ceño.
-Guiomar, la pared de ahí atrás no es tu habitación.
Guiomar, mucho más lejos de lo que Emma pensaba, tragó saliva. Estaba en la habitación del hotel, después del funeral.
-Bueno... Estoy en...
-¡En nuestra sala de ensayo!- gritó Louis, entrometiéndose en la conversación. Había estado al lado de Guiomar durante todo este tiempo (fuera de la cámara) y había oído todo.
-Oh, qué guay. ¿Qué tal estáis todos?
-Genial. Aquí todo va de maravilla- musitó la rubia. Louis la apoyó con una falsa sonrisa.
-Guiomar, la pared de ahí atrás no es tu habitación.
Guiomar, mucho más lejos de lo que Emma pensaba, tragó saliva. Estaba en la habitación del hotel, después del funeral.
-Bueno... Estoy en...
-¡En nuestra sala de ensayo!- gritó Louis, entrometiéndose en la conversación. Había estado al lado de Guiomar durante todo este tiempo (fuera de la cámara) y había oído todo.
-Oh, qué guay. ¿Qué tal estáis todos?
-Genial. Aquí todo va de maravilla- musitó la rubia. Louis la apoyó con una falsa sonrisa.
-¿Aún sigues deprimida por lo de Marcos?- preguntó Emma, cuando Louis se escondió detrás de la cámara.
-Emma, dejemos ese tema. No quiero saber nada más de él- respondió
ella.
¡Guiomar sí que estaba triste! Eso significaba que había tenido un
problema con Marcos, pero de los gordos…
-Dentro de dos días volveré a Londres y me cuentas…
-¿Qué?
-Lo que oyes- Emma se tumbó en la cama inflable mientras rozaba el
cuaderno que le había escrito Guiomar por su cumpleaños.
-Pero… Es mejor que te quedes allí un poco más de tiempo…
-No, no. Presiento que ha sucedido varias cosas allí y quiero saberlo- confesó
la rubia, sonriendo al ver una foto de ambas amigas del cuaderno que le había regalado Guiomar- además tengo que estudiar
un poco antes de comenzar la universidad.
Guiomar se maldijo en voz baja. ¡Será posible…!
-Vale. Pues… En dos días te veré. Un beso, tengo que apagar el ordenador…
Guiomar giró su cabeza para encontrarse a un Louis realmente asustado. Los dos sostuvieron la mirada un rato hasta que el chico rompió el hielo:
-¡Oh no!
-¡¿Qué pasa?!- saltó Niall desde el otro lado de la habitación del hotel- ¿Algún terremoto?
Liam se levantó dejó su libro a un lado y se acercó a ellos con aire interrogante. Hayley, Zayn y Bambi miraron a Louis.
-¡Emma viene dentro de dos días!- dijo finalmente Guiomar.
-¿Qué?- Niall fue el primero en reaccionar.
-¡¡No!! Joder, joder y joder- Zayn exclamó palabrotas sin parar
mientras que Liam pedía calma.
-¿Y ahora que vamos a hacer? ¡Necesitamos más tiempo!- se lamentó
la pelirroja con un sollozo mientras manoseaba un conejito de peluche con bigote.
-Es el karma- se quejó Louis, molesto.
-La peor parte se lo llevará Harry…- susurró Bambi- no se lo
merece.
-¡Te dije que deberíamos habérselo dicho cuando casi nos pilló en la
cámara!- exclamó Hayley enfadada. Niall la calmó un poco y acarició su brazo
para seguir tranquilizándola.
-Chicos, por más que nos quejemos no vamos a conseguir nada.
Tenemos dos días para manejar la situación y…- Liam se interrumpió- bueno, le
daremos tiempo a Emma para que asimile todo esto.
~~~
-¡¡Bienvenida a casa!!- gritó Marcos muy contento.
Hoy Cass por fin salía del hospital. El tratamiento había
terminado y volvía a casa sana y salva. Gracias a Dios que se había recuperado
rápidamente y ahora podía caminar y hablar como si nada hubiera pasado aunque
la cicatriz seguía allí…
Helena sonrió y abrazó suavemente a su mejor amiga.
-¡Vayámonos de compras!- gritó llena de alegría mientras alzaba los pulgares.
Bella y Marcos sonrieron por la actitud de Helena y fueron a
limpiar la casa, que la tenían un poco abandonada de tantos días fuera.
-Dentro de dos días tendremos la casa. Aún falta que se amueble
todo- informó Bella entretanto.
Cassandra asintió con una sonrisa. Al fin y al cabo, Bella parecía
una buena chica aunque no le acababa de convencer eso de ser la novia de su
hermano…
-¿Y Justin?- le preguntó la rubia a su amiga.
-¡Hoy nada de chicos!- exclamó ella con su habitual alegría. Cogió
su bolso y enseñó su tarjeta de crédito.
Cassandra sonrió ampliamente y cogió la suya, regalada por Bella. Salieron de su casa cogidas de la mano.
Cinco minutos después aproximadamente, alguien llamó al timbre.
-Voy yo- dijo Marcos mientras dejaba una caja de cartón encima de la mesa. Bella, a su lado, que limpiaba la encimera de la cocina con una bayeta asintió. Él se dirigió a la puerta y al abrirla vio a la persona menos esperada.
-Eh... Hola, ¿está tu hermana? Me enteré lo de... Ya sabes- la chica frunció el ceño.
Marcos parpadeó, ¿verdaderamente estaba ella o era un sueño?
-Cuánto tiempo...
-No he venido para hablar contigo, sino con Cassandra- espetó Guiomar.
-No está aquí- Bella se asomó al marco de la puerta. El chico agachó la cabeza y puso una mueca, después de mucho tiempo sin ver a... Su amiga, le apetecía hablar con ella.
-Oh, bueno. Pues me marcho, dile que se mejore- se despidió ésta.
Marcos la vio alejarse. No, no podía dejar escapar su oportunidad... Al sobrepasar los cinco metros de distancia, el joven gritó:
-¡Espera!
La interpelada se giró, asombrada y se acercó de nuevo. Bella, detrás de él, suspiró y puso los ojos en blanco.
-¿Qué?- contestó la muchacha.
-¿No estabas en Italia? Justin me dijo que...
-Acabo de volver- intentó sonreír para no llorar.
-Me he enterado lo de tu mejor amiga. Lo siento.
Guiomar apretó los labios tan fuertemente que saboreó el amargo sabor de la sangre. Dejó de morder y aguantó las lágrimas que la amenazaban por salir. Sintió unos brazos alrededor de su cuerpo y en un acto reflejo se soltó.
-Yo... Adiós Marcos.
Esta vez Guiomar sí se fue, pero corriendo. En un minuto ya había cruzado el bosque hasta llegar a su casa. Marcos frunció los labios y cerró la puerta.
Bella estaba enfrente de él. Le miró a los ojos y negó con la cabeza, dolida. Acto seguido se fue corriendo a su habitación con lágrimas en los ojos, tal y como lo había hecho Guiomar.
Cinco minutos después aproximadamente, alguien llamó al timbre.
-Voy yo- dijo Marcos mientras dejaba una caja de cartón encima de la mesa. Bella, a su lado, que limpiaba la encimera de la cocina con una bayeta asintió. Él se dirigió a la puerta y al abrirla vio a la persona menos esperada.
-Eh... Hola, ¿está tu hermana? Me enteré lo de... Ya sabes- la chica frunció el ceño.
Marcos parpadeó, ¿verdaderamente estaba ella o era un sueño?
-Cuánto tiempo...
-No he venido para hablar contigo, sino con Cassandra- espetó Guiomar.
-No está aquí- Bella se asomó al marco de la puerta. El chico agachó la cabeza y puso una mueca, después de mucho tiempo sin ver a... Su amiga, le apetecía hablar con ella.
-Oh, bueno. Pues me marcho, dile que se mejore- se despidió ésta.
Marcos la vio alejarse. No, no podía dejar escapar su oportunidad... Al sobrepasar los cinco metros de distancia, el joven gritó:
-¡Espera!
La interpelada se giró, asombrada y se acercó de nuevo. Bella, detrás de él, suspiró y puso los ojos en blanco.
-¿Qué?- contestó la muchacha.
-¿No estabas en Italia? Justin me dijo que...
-Acabo de volver- intentó sonreír para no llorar.
-Me he enterado lo de tu mejor amiga. Lo siento.
Guiomar apretó los labios tan fuertemente que saboreó el amargo sabor de la sangre. Dejó de morder y aguantó las lágrimas que la amenazaban por salir. Sintió unos brazos alrededor de su cuerpo y en un acto reflejo se soltó.
-Yo... Adiós Marcos.
Esta vez Guiomar sí se fue, pero corriendo. En un minuto ya había cruzado el bosque hasta llegar a su casa. Marcos frunció los labios y cerró la puerta.
Bella estaba enfrente de él. Le miró a los ojos y negó con la cabeza, dolida. Acto seguido se fue corriendo a su habitación con lágrimas en los ojos, tal y como lo había hecho Guiomar.