De
septiembre pasó a octubre y después noviembre. Las chicas estaban muy contentas
con la universidad, llevaban bien todas las asignaturas (aunque cada vez Emma
odiaba más el Español por culpa del profesor Navarro). Raquel y Eli se habían
unido muchísimo más con Hayley, Guiomar y Emma, aunque la tercera no hablaba
con las otras dos. Y, como era de esperar, Elisabeth y Nicole discutían cada
minuto. La gata volvió a molestar a la pelirroja innumerables veces pero
ella no cumplió con su promesa: chivarse al director.
Nicole
y Thomas se habían unido muchísimo más. La chica había tenido dos novios más
después de Danny: Victor y Paul. Ninguno de los dos duraron. Thomas cada vez
estaba más harto por los roces que tenía su mejor amiga, pero siempre se
callaba con tal de estar a su lado. Él también se hizo amigo de Guiomar, a
pesar de que no tenían nada en común.
Miley
se había convertido en una de las mejores amigas de Marii. Siempre paseaban
juntas en la universidad, eran almas gemelas. Hoy en día, Miley casi sabía
signar a la perfección, aprendía rápido debido al interés. Justin y Helena
había tenido un par de discusiones, aunque siempre se acababan comiendo a
besos. La muchacha tenía los fines de semanas reservados para su mejor amiga,
Cassandra. Ella había mejorado considerablemente.
Marcos
aún seguía con Bella aunque soñaba con otra persona. En las clases, evitaba ver a Guiomar y viceversa. El grupo de amigas de
la chica se había dado cuenta, aunque no decían nada.
One
Direction habían vuelto de gira, que había sido excesivamente corta para ellos.
Ya habían lanzado el tercer disco y había sido número uno en América. Harry y
Emma no habían vuelto a verse desde aquel día de agosto, aunque los dos soñaban
con el otro todos los días. Se echaban muchísimo de menos. Cuando One Direction quedaban con las chicas, Harry no perdía oportunidad para preguntar cómo estaba su ex novia. Liam y Marii habían tenido un par de
encuentros, pero siempre se esquivaban, a pesar de que querían hablar. Niall
casi siempre le preguntaba a la chica cómo estaba Belén aunque, muy en el
fondo, no quería saberlo: le dolía hablar de ella. La seguía queriendo.
Muchísimo.
Eran
las cuatro y diez de la tarde y Thomas corría lo más rápido que podía en el
pasillo de la universidad con su equipación del fútbol americano, mientras sus
pulmones pedían aire. Dobló la esquina hasta llegar a la pista, todos sus
compañeros estaban allí y, como era de esperar, Nicole se situaba en las
gradas. Sonrió al ver a su amigo.
-¡THOMAS
WELLS!- chilló su entrenador, el profesor Dickens. Le odiaba tanto como Emma
odiaba al profesor Navarro- ¡¡LLEGAS TARDE!!
-Lo
siento, entrenador, se me pasó la hora…
-¡No me
valen tus excusas!- chilló, escupiéndole toda la cara. Thomas tuvo la tentación
de limpiarse las babas, pero no quería que el profesor se enfadara aún más-
¡Vete a las gradas, maldito perdedor! Hoy no entrenas.
-Está
bien- se resignó. Era la tercera vez que le pasaba aquello, la anterior vez le
mandó limpiar todo el comedor, menos mal que esta vez el castigo era menos
severo…
-Entrenador-
le corrigió él, dándose la vuelta.
-Está
bien, entrenador- habló el chico con cierta repugnancia.
Fue a
correr hacia las gradas y se sentó con su amiga.
-¿Otra
vez tarde?- pero no parecía enfadada. Lo decía con un tono divertido.
-Me
había quedado estudiando- suspiró el chico. Dentro de poco eran los exámenes
finales y temía que algún día se le iba a estallar la cabeza de tanto estudiar.
-Estudias
demasiado. Yo ni siquiera he empezado a estudiar.
-¡Los
exámenes empiezan dentro de catorce días! No quiero que suspendas- se preocupó
el muchacho entre silbato y silbato del entrenador que hoy estaba de muy mal
humor. Aunque prácticamente eran todos los días.
-No voy
a suspender, tengo mis propias tácticas- alzó una ceja al decir esto.
-Pedir
ayuda a un chico durante el examen a cambio de algo, ¿no?- preguntó. Ella
asintió, con una gran sonrisa. Era de esperar, típico de Nicole.
-¡Que
me dejes! Siempre estás igual.
Nicole
y Thomas vieron cómo discutían Guiomar y Emma, que se acercaban a ellos.
-¡Lo
siento! Sólo quiero arreglarlo.
-Pues
cada vez lo estás empeorando- chilló Emma fuera de sí, una vez al lado de
Thomas- me sigues a todas partes.
-¿Qué
ha pasado aquí?- preguntó Thomas, acariciando a Emma el brazo. Ellos dos
también se habían hecho buenos amigos.
-¡Guiomar,
que siempre está con lo mismo!
Los dos
presentes lo entendieron. Ellos estaban al tanto de la pelea entre las dos
mejores amigas. Discutían casi a diario.
-Reconócelo,
se te ha pasado por la cabeza alguna vez perdonarme. ¿Verdad?- suplicó Guiomar,
sentándose al lado de Emma. Eso hizo que la enfureciera aún más.
-¡Que
no! Dios, déjame en paz.
-No te
voy a dejar en paz. Eres mi mejor amiga- negó la rubia. Nicole y Thomas
decidieron callarse y ver hasta qué punto acababa la discusión.
-ERA. Y
ahora, déjame sola.
Emma se
levantó de las gradas y se alejó de allí. En menos de un minuto ya había
entrado al edificio.
-Deberías
dejarla un tiempo- comentó Thomas tras ver la tristeza de su amiga- se lo
pensará mejor y… puede que volváis a ser amigas.
-Es que
la estás siguiendo día y noche, normal que se enfade- dijo Nicole tan
directamente, como siempre. A Guiomar no la ofendió, ya estaba acostumbrada a
las regañinas de su prima.
-Mira,
ahí vienen Raquel y Hayley.
Y
efectivamente, las dos chicas más inteligentes del grupo se acercaban a ellos
después de acabar su clase de teatro.
-¿No
entrenas, Thomas?- preguntó Raquel una vez en las gradas.
-Ha
llegado tarde de nuevo- se anticipó Nicole, burlándose de él.
Guiomar
pondría la mano en el fuego de que a su amiga Raquel le gustaba Thomas. Siempre
que se acercaba a él se sonrojaba e intentaba mantener una conversación con él.
-Oh,
vaya- la chica torció la nariz, con lo que le gustaba verle jugar. Aunque era
extremadamente patoso, como ella- en este caso, me voy a la cafetería a tomar
algo.
-Voy
contigo- habló Guiomar, su estómago rugía de hambre. Nada le apetecía más que
un donut con virutas de chocolate.
-Yo
también- asintió el chico, Thomas. Se sentía culpable por llegar tarde al
entrenamiento y estar con Guiomar siempre le servía de distracción.
Raquel
sonrió y también se levantó, al igual que ellos. Guiomar vio la oportunidad…
-He
cambiado de opinión, me quedo aquí con Hay y mi prima.
-¿Cómo?-
soltó Thomas, avergonzado.
Raquel
no le caía mal, para nada, pero apenas se hablaban y nunca habían estado solos.
No tenía hambre, sólo le apetecía estar un rato con su amiga Guiomar pero si
daba marcha atrás, Raquel podía sentirse mal y era lo último que quería. La
chica pecosa también parecía cohibida.
-Venga,
id vosotros- insistió la rubia.
Raquel
y Thomas se miraron y apartaron la mirada al instante. Asintieron con la cabeza
y, juntos, se dirigieron a la cafetería.
-Hacen
buena pareja- admitió la más pequeña de las tres que quedaban- los dos son algo
torpes, tímidos… Se les ven monos juntos.
-Pues a
mí no me gustan nada.
Guiomar
y Hayley miraron a la pelirroja.
-Bueno,
tú no puedes opinar después de haberte acostado con media universidad-
respondió la rubia.
Era
cierto. Nicole se mordió la lengua y decidió no opinar más sobre la candidata
perfecta para su amigo.
~~~
Cerró
la puerta de su habitación de la universidad de un portazo. Estaba segura de que
se había oído en todo el pasillo pero no le dio importancia. Una figura se
sobresaltó en la cama del medio del lado derecho.
-¡¿Qué
haces, loca?!- chilló Elisabeth, llevándose una mano al pecho, jadeando.
-Lo
siento- se disculpó Emma, roja como un tomate. Caminó muy enfadada hasta
tirarse sobre su cama.
-¿Otra
pelea?
-Sí.
Todo el
grupo sabía lo que había ocurrido. No sólo que Emma se negaba a hablar a sus antiguas
amigas, sino, la ruptura con Harry.
-Por
cierto- Emma se sentó en la cama y frunció el ceño, mirando a su amiga, que
estaba tirada en su cama- ¿no deberías estar en patinaje artístico?
-Me
duele la cabeza- suspiró ella.
Era
facilísimo descubrir cuando Elisabeth mentía, era tan fácil leer su cara.
Estaba triste y fastidiada.
-No es
verdad- le contradijo Emma. Se acercó hasta ella.
-Lo sé-
admitió ella, cerrando los ojos con suavidad- antes de contarte lo que me pasa,
quiero que seas sincera conmigo.
-Siempre
soy sincera contigo.
-Esto
es diferente- se negó Elisabeth. Su gata salió de la nada y empezó a lamerle la
mano- es una pregunta muy personal.
La
rubia empezó a ponerse nerviosa. ¿Una pregunta sobre Harry? Aún así, cedió. Era
su amiga y confiaba plenamente en ella.
-Marcos
y Guiomar se conocían de antes, ¿verdad?
Lo que
le había soltado Elisabeth la dejó paralizada. ¿Tanto se notaba? Tenía que
haber algún remedio y debería decírselo a su amiga inmediatamente antes de que
se entere todo el mundo. O peor, el director.
-Tuvieron
algo- volvió a decir.
En vez
de una pregunta, como la anterior, ésta era una afirmación.
-Sí.
Tuvieron algo- admitió ella finalmente- ¿es por eso por lo que estás triste?-
se atrevió a preguntar.
-Sí. Me
gusta mucho Marcos.
Era la
primera vez que Emma no se reía cuando escuchaba a Elisabeth decir aquello. Y
es que, ¿enamorarse de un profesor? Vale, había que admitirlo, era mono y
enseñaba muy bien Historia pero… Seguía siendo un profesor.
La
verdad es que no entendía nada a Guiomar y a Elisabeth.
-Bueno,
pero si se fijara en ti y los dos tuvierais algo… Te expulsarían, y a él
también- dijo Emma en un intento de animarla. Aunque eso hizo que su amiga se
sintiera peor.
-No lo
entiendo, Marcos es una persona y tengo derecho a enamorarme- obstinó la guapa
joven, quejándose de su corazón.
-Eres
menor de edad.
Y era
cierto, ella cumpliría los dieciocho en diciembre, al igual que Hayley.
-Pues
esperaré hasta diciembre.
-Eli,
te expulsarán- repitió Emma, algo preocupada por la autoestima de su amiga.
Elisabeth
lo sabía. Lo que no sabía era hasta qué punto daría por estar con él. ¿Se
arriesgaría? Lo más probable era que no, ella nunca fue valiente. Además, por
otro lado estaba Guiomar… Estaba segura de que ella seguía sintiendo algo por
él y no quería arruinar su amistad.
~~~
-¿Qué
tal te va?- le preguntó Miley a Justin, mientras sostenía un vaso de plástico
relleno de Cola-Cao: las costumbres de su casa.
A las
cuatro y media, ambos siempre quedaban en el jardín para charlar un rato. A
veces, cuando no tenían que estudiar, salían fuera durante toda la tarde.
-No sé.
¿Tú conoces a un tal Robin de Ciencias?- le preguntó a la chica ya que iba a
Ciencias.
-Conozco
a muchos Robins aquí- afirmó la adolescente.
-Sonrisa
descarada, pelo seta, dientes blancos, un poco de barba…
-Ya sé
quién es- le interrumpió Miley, pensativa- se sienta delante de mí en Filosofía.
¿Por qué lo quieres saber?
-¿En
Filosofía? ¿Qué? Helena también va a esa asignatura- el chico empezó a ponerse
muy nervioso.
-Ya lo
sé. La he visto- asintió Miley. Pero nunca habían cruzado palabras, aunque supo que era mejor no decírselo a su mejor amigo.
-¿Y
hablaba con algún chico?- preguntó él.
-Helena
habla con muchos chicos- ella se encogió de hombros. ¿Por qué le preguntaba
aquello?
Su
mejor amigo bufó. Parecía realmente lastimado e iba a abrazarle pero él se
sentó en un banco. Ella le imitó.
-Es que
últimamente la veo con ese chico, Robin- le explicó llevándose una mano sobre
el pelo, alborotándoselo.
-Esos
son celos.
-Porque la quiero y…
-Los
celos no son amor- negó Miley con la cabeza, enérgica- si tienes celos es
porque no confías en ella.
Justin
iba a replicar. ¡No era justo! En verano Miley y él discutieron precisamente
por los celos y, ¿ahora le va a dar lecciones sobre eso? Prefirió no decir nada
para no enfadar a la chica.
-Sí que
confío en ella- afirmó él, decidido a cambiar pronto el tema. No le gustaba el
camino por donde iban- sólo que se sonríen cada vez que se ven. Parecen amigos muy
íntimos.
-Pregúntaselo
o será peor.
Al
escuchar la respuesta de su amiga se sintió muchísimo mejor. Tenía toda la
razón, debía hacerlo. Se preguntó porqué no lo había hecho antes si tanto le
preocupaba aunque pronto obtuvo una respuesta: tenía miedo de que Helena se hiciera ideas equivocadas.
¡Últimamente discutían tanto!
-Gracias,
Miley- respondió de todo corazón. Abrazó a su amiga de toda la vida hasta
asfixiarla. Sus consejos siempre fueron los mejores, siempre eran la solución.
Aunque todas los consejos se pueden torcer.
~~~
Cerró
el libro que se estaba leyendo fuertemente y se levantó de un salto. Acto
seguido miró a Zayn, que en ese momento le hacía compañía. Él le miró con
interés ante el cambio de humor tan repentino.
-He
decidido hablar con Marii- anunció el joven, con una media sonrisa en la cara.
-Muy
bien, tío. Ya era hora de que hablaras con ella- le felicitó el moreno-
¿jugamos a la play? Deja los libros de una vez.
-No,
quiero hablar con Marii ahora.
-¿Qué?
Ahora está en la universidad, no puedes ir.
-Sí que
podemos ir. Tengo máscaras- estaba decidido ir ahora, temía que otro día
pudiera dar marcha atrás.
-¿Podemos? Precisamente en la universidad
hay muchísimas jóvenes. ¡No quiero morir en una
universidad, Liam! Ni mucho menos aplastado por las directioners.
Liam
rodó los ojos y se fue del salón. Zayn alzó las dos cejas, ¿adónde se había
ido? ¿Se había enfadado? Pero pronto tuvo la respuesta y es que, Liam regresaba
al salón.
-Toma-
le lanzó una máscara veneciana. Era de color verde y había lentejuelas por
todas partes. Y, para colmo, había plumas pequeñas encima de los agujeros de
los ojos.
Prefirió
no objetar nada más. La máscara de Liam era de color blanco con
adornos negros en la frente. Además había una gran pluma de color naranja chillón y una corona de tela negra . Un
completo desastre. Zayn sonrió, al menos la misión de su amigo tenía una parte
buena: vería a Liam hacer el ridículo en medio de una montaña de guapas
jóvenes.
~~~
-Un
cruasán, por favor- le pidió a la rechoncha camarera. Ella le sonrió y pronto
le tendió lo pedido.
-Yo
quiero un sándwich vegetal con zumo de naranja- requirió Raquel. Sus pedidos
tardaron algo más que el de Thomas.
Los dos
jóvenes, algo azorados, se sentaron en una mesa redonda de tres. Todas las de
dos estaban ocupadas.
-No
sabía que te gustaba el cruasán- comentó Raquel. Aunque pronto se arrepintió y
se maldijo en su fuero interno, ¡qué contestación más estúpida!
-A todo
el mundo le gusta el cruasán- dijo él con tranquilidad, pegando un mordisco a
su merienda.
-Sí,
ya.
Ni
Thomas ni Raquel supieron qué decir, así que entre ellos hubo un silencio algo
incómodo.
-¿Te
gusta leer?- Thomas reforzó la conversación. No le apetecía nada quedar como un
tonto delante de Raquel.
-¡Me
encanta leer!- de pronto se sintió muy complacida, ahora sí que sabía que
decir- Mi saga favorita es Harry Potter.
Soy muy fan. ¿Y a ti?
-A mí
me encanta, pero me quedo con la saga Temblor.
-¿Temblor? No me suena.
-Ya, no
es muy conocida- se rió el chico- oye, ¿de dónde viene el nombre Raquel?
-Soy
española- aclaró la chica- puedes llamarme Rachel si te cuesta pronunciarlo.
-Bien,
Rachel- sonrió él, con la cabeza sujetada por una mano.
Se acordó del día en que le dijo aquello mismo a su amiga Guiomar, aunque ella siguió llamándola por su nombre de pila. Y que Thomas la llamara de otra manera hacía que el apodo fuera más íntimo. Se
sintió tan contenta que movió involuntariamente el brazo y se le cayó el brick
de zumo de naranja encima.
-¡Oh
Dios!- chilló ésta fuera de sí. Thomas se levantó de un saltó para socorrerla.
La
camiseta era blanca y se le había formado una mancha de color naranja. Se le veía
el sujetador, ¡y encima era el de Jake y Finn! Thomas apartó la mirada al darse
cuenta, ruborizado. Todas las personas que estaban la cafetería miraban
curiosamente la escena. En ese momento, Raquel deseó que la tierra le tragara.
-Vámonos-
la acució Thomas. Posó una mano en su espalda y se dirigieron a los ascensores.
Pronto se subieron en uno que, afortunadamente, estaba vacío. Raquel no dijo nada,
solamente se despotricaba contra sí misma. ¡Cómo pudo ser tan torpe! Siempre
le salía todo mal, pero por una vez que estaba con el chico que le gustaba…
A su
lado en el ascensor, Thomas no pudo ocultar su sonrisa. Aquella chica ahora le
caía muy bien, era tan torpe como él y eso la hacía adorable. Le daban hasta
ganas de tocar sus pecas y tranquilizarla. Pero se contuvo, a él le gustaba
Nicole. Únicamente Nicole. Cuando subieron a la planta del dormitorio de las
chicas, el chico tartamudeó:
-Yo… No
puedo entrar ahí, ya sabes, te tienes que cambiar y eso- pronto sus mejillas se
tornaron de un color rojo, lo pudo notar y Raquel sonrió por ese motivo- adiós.
La
chica se despidió con la mano, avergonzadísima, y salió del ascensor mientras
que Thomas pulsaba el botón de arriba.
Al
llegar a la habitación, se encontró con Emma y Elisabeth hablando.
-Hola
Raq… ¿Y esa mancha?- se interrumpió Elisabeth. Emma también lo notó y se echó a
reír, pronto la otra chica hizo lo mismo.
-¡No
hace gracia! Thomas estaba presente, qué palo.
-¿En
serio? ¿Delante de Thomas?- curioseó Emma, sabía que a su amiga le molaba aquel
chico- ¡ojalá hubiese visto la escena!
Sus dos
amigas empezaron a burlarse de ella con cariño mientras que Raquel ponía los
ojos en blanco, cambiándose de camiseta.
~~~
-Vete,
por favor- le pidió la chica, indefensa- mi novio está sospechando de nosotros.
-Venga,
realmente te gusto, ¿por qué no me das una oportunidad?- insistió el chico.
Aquel
chico realmente le está sacando de sus casillas. Era cierto que desde que le conoció
no pudo evitar gustarle. Pero Helena estaba enamorada de su novio, no de ese
chico. ¡No iba a estropear su relación sólo por Robin!
-No te
voy a dar ninguna oportunidad- afirmó ésta, segura de sí misma, mientras se
deshacía la coleta.
Robin
empezó a reírse a carcajadas por algún motivo aparente. Ni Helena sabía que era
lo que le hacía tanta gracia.
-Te
gusto, ¿por qué no?
Justo
en este instante la puerta se abrió y entró Justin. Tenía que ser él. Helena se
mordió los labios irremediablemente, ¿había oído lo último que dijo el chico?
-¿Qué?-
escupió Justin. Primero miró a su novia que se le notaba el miedo en los ojos; y
después a aquel capullo que sonreía triunfalmente- ¿estás ligando con mi novia,
pedazo de idiota?
-No
sabes lo que dices, le gusto a Helena.
-¿Cómo
le va a gustar a un estúpido como tú? Déjala en paz.
-No la
voy a dejar en paz- respondió él sin ningún atisbo de duda.
Sin que
ninguno de los dos lo esperase, el puño de Justin acabó en la mandíbula de
aquel chico insolente. Pero no sólo fue un puñetazo, sino, dos, tres, hasta
seis.
-¡Justin,
basta!- un grito desgarrador por parte de Helena habitó en la habitación.
Estaba aterrorizada, su novio parecía un salvaje y estaba haciendo papilla a
Robin, que no paraba de sangrar.
Pero él
no la hizo caso y siguió pegándole. Helena se lanzó a él e intentó agarrar sus
brazos para detenerlo pero Justin se zafó de ella fácilmente. Helena cayó al
suelo y se dio un buen golpe en la cabeza.
-¡Ah!
A pesar
de los gritos y los golpes, nadie acudió a la habitación para evitar que la
pelea llegara a más.
Aquel
grito lleno de dolor sí hizo parar a Justin, que pronto recuperó el control.
Miró a su contrincante, tirado en el suelo sangrando por la boca y la nariz. Y
su mirada se desvió en ella, que se frotaba las manos su delicada cabeza.
-¿Estás
bien?- se agachó junto a ella, muy preocupado.
Detrás
de él, Robin se levantó del suelo, medio consciente, y salió de la habitación a
toda pastilla.
-¡¿Qué
es lo que has hecho?! Te van a expulsar, idiota- Helena empezó a llorar
incontrolablemente.
Pero su
novio no respondió, si no que acarició su melena.
-¿Estás
bien?- repitió.
-No-
negó ella. Se levantó del suelo y le miró fríamente- ¿por qué le has pegado?
¡No quería nada con él!
-¡Pero
estaba ligando contigo!- Justin soltó toda la rabia.
-¿No
confías en mí? ¡Casi le matas, Justin!- gritó ella, con lágrimas en los ojos.
-¿Le
estás apoyando?
-No
estoy defendiendo a nadie.
-Pues
parece que sí lo estás haciendo.
Ella le
miró. Los ojos de Justin desprendían chispas de pura rabia, daba miedo. Era
cierto que Robin la atosigaba durante tres meses, pero pegarle una docena de
hostias era pasarse de la raya.
-¡Le
estás defendiendo!- gritó Justin más que cabreado. Y empezó a dar patadas a los
objetos más preciados de Helena.
-¡Bas...!- la chica se interrumpió al ver que Justin le daba una patada con todas sus fuerzas a un marco de fotos, en el que salían ellos dos abrazándose, que se había caído el suelo por las patadas del joven. La
chica se sobresaltó y empezó a llorar. Se acercó a él e intento lo mismo que
antes, aunque ésta vez con éxito.
-No
empeores aún más las cosas.
-Y mira
quién se atreve a decir esto.
Justin
se dio la vuelta sin más. No podía creer lo que estaba pasando, hacía unos
minutos estaba muy alegre, intentando arreglar las cosas con su novia pero
cuando vio a aquel chico ni más ni menos que en la habitación de su novia…
Abajo,
en la puerta principal de la universidad, se cruzó con Liam y con Zayn. No les llegó a ver pero éstos sí.
Iban a decir algo pero cuando abrieron la boca, Justin ya se situaba a veinte metros de distancia.
-Mmmmmmmmmmmm.
Vale, Liam, y ahora, ¿dónde demonios está la habitación de Marii?
-No lo
sé- admitió él un poco avergonzado- vamos a preguntárselo a las personas.
-¿Por
qué no le mandas un mensaje y ya?
-Quiero
que sea una sorpresa.
Zayn y
Liam se separaron y empezaron a buscar a una chica con el pelo castaño, delgada
y de estatura media. Todas las personas con las que cruzaba se le quedaban
mirando, no porque le reconocieran, sino, por su ridícula máscara. Tras
preguntar a ocho personas, Zayn vislumbró a una chica rubia, un poco bajita y
con el pelo rizado.
¡No
podía ser otra!
Corrió
detrás de ella y vio una cabellera rubia doblar la esquina. Imitó a la persona
y tomó carrerilla hasta que les separaron dos metros.
-¡Eh!
Todas
las personas que pasaban por su alrededor miraron al chico con una máscara que
no paraba de gritar, incluso la chica a la que había visto también le miraba.
-¿Me
llamabas a mí?- respondió ésta, arrugando la nariz.
-Sí,
sí. Cuánto tiempo, Shirley.
Ella se
quedó boquiabierta y miró por los dos lados, después, se dirigió a él:
-¿Cómo
sabes que me llamo así?
-Porque
nos conocemos- contestó el cantante a lo obvio- soy Zayn.
La
chica se sobresaltó al reconocerle y le agarró fuertemente el brazo izquierdo.
Acto seguido tiró fuertemente de él y subieron por las escaleras hasta llegar
al dormitorio de la chica.
-Menos
mal que mis dos compañeras no están- resopló ella, enjugándose un sudor de la
frente- ¿qué haces aquí? ¿Cómo sabes que estudio aquí?
-¿Crees
que te he estado espiando?- comentó Zayn irónicamente.
-Entonces,
¿cómo lo explicas?- preguntó ella con una media sonrisa.
-Una
amiga de Liam estudia aquí- le explicó el joven, mirando furtivamente la puerta
cerrada de la habitación de Shirley por si entraba alguien- y vinimos aquí a buscarla.
Casualmente, te encontré en el hall.
-Iba a
ir a estudiar. Pero ya que estás aquí… ¿Cómo estás?
-Bien,
bien, ¿tú?
-Zayn,
puedes quitarte la máscara- se rió ella al ver a su amigo muy incómodo.
-No.
Prefiero no arriesgarme.
Y los
dos echaron unas que otras carcajadas.
Por
otro lado, Liam buscaba desesperadamente a Marii.
-Oye-
se dirigió a una chica bajita con el pelo negro. Ella se giró- ¡eh, tú me
suenas!
Ella le miró sorprendido y abrió los ojos, intentando reconocerle. Finalmente, alzó una ceja y se echó a reír.
-Si te
quitases la máscara, mejor- bromeó Miley.
-¿Conoces
a Maria José López?- preguntó el chico.
-Claro,
es mi compañera- respondió la chica- pero primero, ¿quién eres?
-Liam.
-¡Ah!-
gritó ella- Marii me habló mucho de ti. Ven conmigo.
El chico
sonrió, así que Marii le había hablado mucho de él… Siguió a aquella chica
bastante mona durante cinco minutos. La universidad era enorme.
-Es
esta- señaló una puerta- prefiero dejaros solos. Ella está ahí dentro. Suerte,
Liam.
-Espera,
¿cómo te llamas tú?
-Miley.
Entonces
supo de dónde le sonaba aquella muchacha. Era la mejor amiga de Justin, el
hermano de Emma. Caminó nervioso hacia la puerta y cuando estuvo frente a ella
no supo qué hacer. ¿Llamaba a la puerta?
Y así
lo hizo. Llamó dos veces y pronto, una chica le abrió la puerta. Pronto se encontró
cara a cara con Marii.
-Eh…
Hola.
Ella
abrió los ojos al reconocer la voz. Le llevó a rastras a la habitación y cerró
la puerta, para que nadie les descubra. Una vez dentro, miró a Liam. No se lo
esperaba.
-¿Cómo
sabes el número de mi habitación?- preguntó ella bastante nerviosa. Jugueteó
con sus manos mientras miraba al chico con la máscara.
Pero
pronto Liam se deshizo de la máscara veneciana, que le picaba muchísimo la
cara, y así Marii pudo verle.
-Me lo
ha dicho tu amiga Miley.
-Ah…-
no sabía si maldecir a su amiga o agradecérselo- ¿se puede saber para qué has
venido?- preguntó de buena manera.
-Quería
hablar. Sé que en estos últimos meses me he portado bastante mal contigo.
-Y que
lo digas- respondió sinceramente- me ignoraste durante todo este tiempo después
de lo de Anna.
A Liam
le entró un escalofrío al escuchar el nombre de la fallecida. Se recompuso de
nuevo y tragó saliva.
-Lo
siento. ¿Me das otra oportunidad?
~~~
Emma estaba sola de nuevo en la habitación. Aquello no parecía importarle, ya que siempre sentía una plena relajación. Le gustaba estar sola de vez en cuando, para poder pensar a solas. Ahora mismo utilizaba su ordenador, revisando los tweets que le mandaban. La mayoría de las fans se preguntaban que si habían roto ya que hacía mucho tiempo que no se les veía juntos.
Elisabeth había salido con su apreciada gata de paseo, Raquel había ido a la casa de Lou para cuidar a la niña, Guiomar había salido con Thomas a dar una vuelta a los alrededores de Sheffield, Hayley se había encerrado en una biblioteca para estudiar y Nicole estaba con su reciente novio.
Estaba sumida en una tranquilidad infinita cuando un sonoro jadeo entró en la habitación. Emma dio un brinco, casi le daba un infarto. Cerró el ordenador y miró la puerta de su cuarto.
-¡Emma, oh por Dios, Em!
Se había quedado paralizada de la impresión cuando Niall corrió hacia ella para lanzarse a sus brazos y tiró la gorra y las gafas de sol que llevaba puestas al suelo. Después la balanceó de izquierda a derecha y a continuación posó su cabeza en el hombro de la chica.
-¿Qué demonios estás haciendo?
La chica se apartó automáticamente. Lo que menos quería era apartarse de su mejor amigo pero faltaban explicaciones. ¿Qué hacía él aquí? ¿Y por qué la abrazaba sabiendo que ella estaba enfadada con Niall? Pero, sobre todo, ¿por qué había venido tan preocupado?
Niall sacó un iPhone 5 como respuesta. En la enorme pantalla del móvil había un texto, Em pronto descubrió que era un mensaje.
-
Ella está en peligro. 88-20- leyó la rubia en voz alta.
-Sí. Automáticamente supimos que se trataba de ti- respondió él asustado, alborotándose el pelo.
-¿"Supimos"?- preguntó Em al escuchar el verbo en plural- además este no es tu móvil...
-Es de Harry- se explicó Niall- vinimos aquí tras leer el mensaje y nos separamos para buscarte. Menos mal que me encontré con una pelirroja que me sonaba un montón... Una suerte que te conozca, me dio el número de tu habitación.
-Te refieres a Nicole, la prima de Guiomar.
-¡Ah, la acosadora! Menos mal que me he ocultado con las gafas que si no...- se acordó Niall, dándose una palmada en la frente- bueno, éste no es el caso.
-Estoy bien- declaró Emma, y los dos echaron un vistazo de arriba abajo a su cuerpo.
-Puede que sea una broma pesada... Harry estaba tan alarmado... Se puso tan lívido que parecía a punto de vomitar.
A Emma se le encendieron las mejillas al escuchar lo preocupado que estaba su ex novio. Niall pronto lo comprendió y cambió de tema.
-¿Sabes quién puede gastarnos esta broma? Antes de venir aquí llamé a Guiomar y a Hayley pero estaban desconectadas, así que ellas imposible.
-¿No puedes ver el número de la persona que te lo ha enviado?- sugirió.
-No, está en anónimo.
A Emma aquello le resultaba vagamente familiar. Pronto le vino una imagen a la cabeza: Taylor. Pero ella no podía ser, estaba en Estados Unidos de gira y si quisiera ponerla en peligro no estaría tan lejos. Se oyó otro golpe y Em se distrajo por completo al ver a Harry en la puerta.
-Emma... Estás... Bien- jadeó, visiblemente aliviado.
-Resulta que era una broma- comentó Niall, llevándose la gorra a la cabeza y poniéndose las gafas de sol. Harry ya las llevaba puestas- podemos irnos.
-No me quiero ir de aquí hasta asegurarme de que no haya nada.
-¿Y qué va a haber aquí?- respondió Emma de mala manera. Hacia tres meses que no le veía y se había puesto muy nerviosa- ¿una bomba atómica?
-Pero... El mensaje significa algo- susurró él.
-Si le pasa algo, Guiomar te avisará- insistió el irlandés. Harry se puso más tranquilo al escuchar la frase y asintió.
Emma se calmó al ver que los dos estaban dispuestos a irse pero de repente el de la cabellera rizada se paró en seco y miró a su compañero. La chica no sabía qué significaba aquella mirada pero, al parecer, Niall sí y se fue de la habitación tras cerrar la puerta. Em pronto lo comprendió: quería hablar con ella a solas. Empezó a temblar al ver que se acercaba a ella hasta que sólo le separaban unos centímetros de distancia. Quiso alejarse de él pero no podía. Aquel tacto, aquel olor... Simplemente no podía moverse.
-Emma, por lo que más quieras, si ves algo extraño mándame un mensaje inmediatamente- Emma pudo saborear el olor de su aliento. Olía tan bien...
-Vale.
Se miraron intensamente a los ojos. Los ojos verdes de Harry recorrían los ojos azules de Emma. Sintió un deseo irrefrenable de besarla pero se contuvo. Aquello no estaba bien. Se giró muy despacio, con la esperanza de que Emma le detuviera o dijera algo, pero no fue así. Salió de la habitación, pilló a Niall en el pasillo con el oído pegado a la pared.
Dentro de la habitación, Emma se dejó caer en la habitación, muy preocupada. Aquel número...
88-20, le sonaba tanto... ¿Pero el qué? Sólo eran cuatro números, ¿por qué le parecía que no leía por primera vez estos números?
Sacó su móvil y puso música, con el programa
Spotify. Empezó a sonar
Bad Blood de Bastille. Le agradaba esta canción y se tumbó en la cama para relajarse pero, al igual que varios meses antes, notó algo áspero en la cabeza y se escuchó como un papel rasgarse.
Emma examinó minuciosamente la nota que se posaba en la blandita almohada.
Creo que fui un poco maleducado al no presentarme. Hola Emma, saludos de 88-20...
Aquella letra cursiva le asustaba un poco. Ya sabía de dónde provenía los números. ¿Qué quería de ella? ¿Era una persona vidente y quería avisarla de sus próximos peligros? Notó que la cabeza empezó a darle vueltas y decidió llamar a Zac.
-Hola, Emma.
Él siempre contestaba puntualmente a sus llamadas. Y, como hoy, respondió tras el primer bip. La chica le contó todo lo que sabía de
88-20: las dos notas y el mensaje que envió a Harry.
-Pero, entonces, eso significa que tiene el número de Harry y te conoce.
-Lo sé. Pero no pueden ser los chicos. Ni Guiomar, ni Hayley- respondió Em- ni tu prima.
-Bueno... Hay una persona más- comentó. Se denotaba preocupación y terror en su voz.
-Suéltalo, Zac.
-Taylor- respondió, temblando.
-No puede ser. Ya pensé en ella anteriormente y es imposible, ella está de gira y...
-Y tendrá a otra persona para chantajearla- finalizó Zac- puede ser ella, ¿no?
-Zac, piensa un poco, Taylor no ha podido dejar una nota en mi cama.
El muchacho no supo responder, así que hubo un silencio bastante largo.
-¿Quiénes son tus compañeras de habitación?
-Guiomar, Hayley, Raquel; es la niñera de la hija de la estilista, Elisabeth y Nicole.
-¿No te llevas mal con ninguna? ¿No sospechas de ellas?
-¡Claro que no!- soltó Em. Aquello no lo había meditado pero tras escucharlo de los labios de Zac resultaba evidente que era imposible.
-No se me ocurre nada... Mmm, espera.
Zac buscó "88-20" en Internet con el portátil que tenía delante.
-En noticias no sale nada...- explicó. Emma escuchó unos cuantos
clics más del ratón que se movía muy deprisa- en Imágenes sale aquellos bolígrafos de marca
Stabilo- Emma lo reconoció. Eran aquellos bolígrafos de colores que utilizaban sus hermanas pequeñas y de repente sintió una nostalgia terrible- no tiene sentido.
-Busca en Mapas.
-Está bien, a ver... Me sale una ermita que se sitúa en Madrid...- susurró pausadamente- no tiene ningún sentido, Emma.
-La verdad es que no. Puede que se haya inventado el nombre.
-Probablemente- dijo pensativamente- aunque... ¿Por qué números y no letras?
-Tendrá algún significado- respondió automáticamente- si restamos 88 menos 20 es 68.
-¿Y si es el número de portal de una casa?- se emocionó Zac.
-¿Y qué casa?- respondió ella- ¡no puede ser!- se lamentó.
En los siguientes minutos, ni ninguno de los dos dijeron algo, ni colgaron. Se quedaron pensativos, mirando a cualquier parte desinteresadamente. Multiplicaron los números, lo dividieron, sumaron ambas raíces cuadradas... Aquello no iba a ninguna parte y nadie sabía romper el silencio.
-¿Y esos bolis de colores? ¿Te has vuelto marica o qué?- bromeó una voz, aguda y dulce, lejana. Emma la reconoció al instante, se trataba de Bambi, la prima de Zac.
-Es para un trabajo- oyó decir al chico, riéndose a carcajadas.
-Te recuerdo que no vas a la universidad- le pilló la pelirroja manos en la masa. Emma se rió por lo bajini- ¿con quién hablas?
-Con Emma- contestó el chico tranquilamente.
La rubia oyó cómo titubeaba la italiana. Pero después se escuchó un sonido de viento, como si el móvil se hubiese movido muy rápido.
-Hola Emma, ¿cómo estás?
Bambi le estaba hablando y, en vez de enfado, Emma sintió alivio y alegría. Toda la rabia que sentía hacia ella después de engañarla había desaparecido.
-Como siempre- se limitó a responder. No quería decir bien, porque no era verdad; pero tampoco iba a decir que estaba mal- ¿y tú?
-Pues cansada. No sabía que currar costaba tanto- comentó con una risilla nerviosa.
-Pues si cantaras, quizás ganaras más dinero y no te cansaras tanto.
Bambi se calló tras escuchar las palabras de su amiga. Ya se lo había planteado varias veces pero siempre se echaba atrás.
-¿Te gustó?- obviamente, se refería al disco de sus propias canciones que le regaló a Emma secretamente.
-¿El disco, dices? ¿Estás de guasa?- se rió la otra- ¡tienes una voz increíble! Tu voz es parecida a la de Kelly Clarkson.
Oyó la risa contagiable de Bambi y Em no pudo evitar sonreír.