martes, 30 de septiembre de 2014

86- Lo dejó ir.

El electrocardiógrafo empezó a pitar a todo volumen y a una velocidad increíble.

BIP. BIP. BIP.

Emma, que en ese momento hablaba con Ryan, volteó su cabeza para mirar el origen del sonido. El miedo le nubló la vista y se quedó paralizada. Un gemido ahogado se dejó caer de sus labios.

Anne reaccionó antes y se levantó del sofá donde estaba sentada unos segundos atrás. Se acercó a la cama donde reposaba su hijo y gritó a pleno pulmón:

-¡UN MÉDICO! ¡MÉDICO!

Liam se quedó clavado en el suelo, igual que Emma. Tan pronto como chilló Anne llegó un médico joven con bata y un etetoscopio en la mano. Se unió a la mujer para socorrer al chico.

-¡El paciente no respira!- voceó él con el rostro ligeramente preocupado. Se dirigió al umbral de la puerta de la habitación y gritó con todas sus fuerzas- ¡¡CÓDIGO AZUL, CÓDIGO AZUL!!          

Liam, Ryan y Emma observaron cómo seis médicos más entraron de golpe en la sala. Fueron a auxiliar a Harry directamente.

-¡Una parada cardiorrespiratoria!- les gritó el médico de antes- ¡E.R.C, E.R.C! ¡VENGA, VAMOS, VAMOS! ¡Rápido!

Dos de ellos sacaron los desfibriladores y presionaron las palas sobre el tórax de Harry. El médico más mayor advirtió su presencia.

-Tenéis que marcharos. Las descargas eléctricas que se van a realizar a continuación pueden ser peligrosas.

-¡No!- gritó Anne, desesperada- ¿qué le sucede a mi hijo?

El médico negó con la cabeza en señal de que lo contará más tarde. Les sacaron de la estancia rápidamente y cerró la puerta tras sí.

-¡Uno, dos, tres! ¡¡Allá va!!- alguien gritó desde el interior de la habitación.

Emma se tapó la boca con ambas manos y empezó a llorar. Harry acababa de tener un ataque cardiorrespiratorio y ella se había quedado totalmente paralizada. Repitieron otra vez el “uno, dos, tres” en el interior de sala. Emma soltó un gemido angustioso y Ryan la abrazó por detrás, tomándola por sorpresa. Em se zafó del chico vertiginosamente.

-¡Liam! Ve abajo e infórmales de lo sucedido- le indicó ella al chico. Liam la miró con preocupación y asintió con la cabeza, marchándose del lugar velozmente.

-¿Y si le pasa algo?- preguntaba Anne con el miedo reflejado en sus ojos. Estaba realmente exasperada.

-Tranquila... No le pasará nada- susurró Em más para sí misma que para Anne. Los gritos no cesaban y cada vez estaba más preocupada. Un miedo nunca experimentado crecía en su interior.

Al minuto Emma no podía quedarse allí plantada más tiempo. Anunció que se iba al exterior del hospital a tomar el aire.

-Está bien- susurró Anne con los ojos hinchados por las lágrimas y falta de sueño.

Emma comenzó a alejarse de la sala de espera, atravesando el largo pasillo del hospital hasta la gran puerta de la salida de Emergencias. Su mano colisionó contra el frío vidrio, haciendo que le permitiera salir al exterior y tomar aire.

Sorprendentemente, la temperatura estaba por los suelos. Era pleno junio y se moría de frío. Se apretó la fina camiseta a su cuerpo, se sentó al pie de la escalera de mármol y empezó a dar patadas al suelo con el pie, creando así una musiquita improvisada.

-A estas alturas ya sabes que...

Empezó a cantar su canción favorita: I’d come for you. Siempre le hacía animarse y en ese momento necesitaba apoyo más que nunca. Necesitaba animarse con su canción.

-Vine por ti... Solamente por ti...

Se le empezaron a saltar las lágrimas de nuevo. Cuánto necesitaba a Harry. Le quería al lado de ella ahora mismo. Se llevó una mano en la frente y miró al suelo para que las lágrimas se le cayeran en el suelo y no se mojara la camiseta.

-Sí, vendría por ti...

 Le parecía oír los desagradables pitidos en el interior de su cabeza.

-Pero solo si tú me lo pides...

Continuó adelante con su canción. Harry iba a estar bien, no se moriría sin despertarse.

-Lucharía por ti... Mentí, es verdad...

Emma se arrepentía de todas las mentiras que les había dicho a Harry y a Guiomar. Se había alejado de ellos durante casi un año entero y les había dicho que ya no les importaba. Recordó cómo rechazó a Harry cuando éste la iba a dar un beso el día de su cumpleaños, y cómo le mintió a Guiomar por toda la cara diciéndole que ya no la quería ver más y que no había leído el cuaderno que ésta la regaló.

-Daría mi vida por ti... Sabes que siempre vendría por ti...

Jamás había tenido esta sensación. Esa de que le faltaba algo, de que no podía sonreír porque le faltaba alguien. Esa persona con la que compartía momentos únicos, con la que sonreía sin motivo, porque la sonrisa le salía sola cuando estaba a su lado. Esa persona que era capaz de hacerla sonreír cuando lo veía imposible... Y cuando le tenía a centímetros de ella sentía que era la persona más feliz por sólo tener su presencia y cuando estaba a kilómetros por cualquier motivo, se le caía el mundo encima, le echaba de menos como a nadie. Quién lo diría, que una persona que conocía de poco podía llenarla más que alguien que conocía de años...

Tenía esa sensación como una punta clavada en mitad del pecho que le quitaba el aire y sólo la dejaba suspirar muy muy lento y tan profundo que ni siquiera podía sonreír.

Harry podría estar muriéndose en este momento mientras ella estaba lamentándose en uno de los patios más tristes del hospital.

Oyó el sonido de una puerta abrirse a sus espaldas pero le restó importancia. Se abrazó a sí misma, intentando ignorar el frío que hacía.

-¿Qué haces ahí fuera a las doce de la noche?

Emma se giró, encontrándose con el dueño de aquella voz: Ryan. Se sentó al lado de ella y le dedicó una sonrisa mostrando así sus dientes perfectos y blancos.

-¿Qué quieres?- repuso Em descortésmente, harta de las carantoñas que le hacía su primer novio.

No podía creer que Ryan había venido al hospital. Estaba totalmente asombrada. ¿Sería casualidad reencontrarse con él? Porque, desde luego, él no podría saber dónde se encontraba ella en ese momento. Ni siquiera seguían manteniéndose el contacto.

-Sólo trataba de ser amable contigo- le contestó él algo ofendido- sé que estás pasando por un mal momento y quería ayudarte.

Emma soltó una risa estridente un poco malévola. Miró al chico del que una vez estuvo enamorada.

-¿Ayudarme? Lo único que haces es estropearlo todo.

-¿Por qué?- le interrogó él, sorprendido.

Emma cerró los ojos y no le respondió. Después de unos segundos empezó a temblar; hacía frío cada vez más. Dio un suspiro y vio cómo una neblina blanca salía de sus labios.

-Toma- le tendió Ryan. Ella miró a la chaqueta de cuero, dudosa.

-¿Y tú?- le preguntó ella al ver los brazos desnudos del chico.

Ryan se encogió de hombros y le mostró su brazo para indicarle que no tenía la piel de gallina. Em rodó los ojos y tomó la cazadora.

-¿Has venido para intentar volver conmigo?- le preguntó ella en un susurro, sin mirarle a los ojos. Escondió su cabeza entre las rodillas y notó cómo él se removía al lado suya.

-¡Claro que no, Dios! Hemos estado saliendo, sí, pero eso es pasado. Fue hace casi dos años, Emma. Aún te tengo cariño y sólo trataba de apoyarte en este momento duro.

Emma le miró con admiración y le dedicó una sonrisa agradecida.

-¿Cómo sabías que yo estaba aquí?

-Estaba en la casa de tu hermano e iba a ir al hospital para buscarte pero como estaba con Helena me ofrecí a recogerte para dejarle un rato solo con su novia. Él también lo está pasando mal, Em.

Emma miró el suelo, totalmente avergonzada. No debería pensar cosas erróneas antes de saber la verdad. Dio pequeñas patadas contra el suelo de nuevo, creando ritmo.

-Lo sé- suspiró Emma con tristeza. Pero no podía ser fuerte por él. Simplemente no podía porque las dos únicas personas que la hacían feliz no estaban.

-Vamos a casa, Emma- indicó el chico levantándose de las escaleras. Le tendió una mano a la joven pero ésta rehuso.

-Ni de broma. No me iré de aquí. Tengo que ir a verlo- se acordó ella súbitamente.

Subió las escaleras y entró al caluroso hospital. Cruzó el amplio pasillo, Ryan detrás de ella, hasta que llegó a la habitación. En la puerta estaban Niall y Bambi plantados.

-¿Cómo está?- preguntó ella atropelladamente, estirando su cuello para verle.

-Le han regulado el pulso del corazón- le informó Bambi para alivio de la chica. Soltó un largo suspiro y abrazó a Niall, calmada.

El chico le devolvió el abrazo, acariciándole el pelo.

-Quizás debas irte, Emma. Estás cansada.

-Estoy bien- respondió ella sin hacerle el más mínimo caso. Se soltó de él para entrar en la habitación y se sentó en una de las sillas que se situaban al lado de la cama. Tomó la mano de Harry.

-Menudo susto, ¿verdad?

Em levantó la cabeza y se encontró con su amigo Liam.

-Sí...- bisbiseó ella- ¿crees que despertará pronto?

-No puedo predecir eso, Emma- comentó el chico a modo de disculpa. Se miraron a los ojos un largo tiempo hasta que el chico rompió el hielo- ve a tu casa. Tienes los ojos hinchados.

-No me quiero ir- repudió la chica concentrándose en Harry.

-Anne y Gemma se han ido a casa. Tú también deberías hacerlo.

Emma miró a su alrededor y comprobó que era cierto. En la habitación sólo se encontraban Belén, Marii, Ryan, Niall, Bambi, Liam y ella.

-No quiero dejarle solo.

-No estará solo. Estaré con él- confirmó el chico apaciblemente, dedicándole una sonrisa.

-¿Toda la noche?- preguntó Emma, conmovida.

-Toda la noche- confirmó Liam con un asentimiento de cabeza- Niall y yo nos quedaremos aquí. Mañana se quedarán Louis y Bambi.

-Yo también quiero quedarme una noche- replicó ella, molesta y enfadada.

-Tú te quedas todo el día. No puedes estar toda la noche también- arguyó el cantante con las cejas fruncidas- ve a casa ya, anda.

Emma notó cómo el sueño le amenazaba con cerrarle los ojos. Era superior a sus fuerzas. Le producía dolor de cabeza. Pestañeó para que no se le cerraran.

-Está bien.

Se despidió de Liam, Niall, Bambi, Belén y Marii y salió del hospital con Ryan.

-He venido con mi coche- le mostró Ryan señalando su automóvil, pero no hacía falta. Emma lo reconoció al instante. Siempre conducía aquel coche cuando se iban de fiesta (ilegalmente, claro, Ryan tenía 17 años entonces).

Los dos jóvenes se montaron y pronto estuvieron en marcha.

-¿Quieres que ponga la radio?- le preguntó él tras un minuto de silencio.

-Vale.

Empezó a sonar Laughter lines de Bastille a todo volumen. A parte de la música, no se oía nada más. La carretera estaba iluminada por las luces del coche. Emma miraba por la ventanilla, todo estaba tan oscuro. Se sentía en paz por primera vez hoy.

Amaba estar en coche de noche. Sin personas, sin ruido, sin luz... Se sentía bien. Siempre adoraba cuando su padre la llevaba a cualquier sitio en coche de noche.

-Tengo novia- dijo él de pronto.

No sabía por qué pero aquella confesión le hizo acordarse de lo que ocurrió hacía más de un año...


-Oye Emma… Quiero hablar contigo- dijo Ryan de repente.

Las cuatro pusieron sus miradas fijas en él.

-Vale. Dime- dijo Em muy nerviosa.

Ryan carraspeó y miró a las tres amigas de la rubia. Las tres captaron la indirecta al vuelo. Cogieron el desayuno y se marcharon de allí.

-Mira Emma, no sé porque te dejé- empezó Ryan una vez que las chicas se fueron- y estoy muy arrepentido.

¿A dónde iba a llegar a esta conversación?

-Sigo enamorado de ti- dijo Ryan- durante estas semanas te he echado muchísimo de menos y me he dado cuenta de que te necesito. Estoy enamorado de ti.

No, no, no. ¡Lo sabía! Desde que había comenzado la conversación presentía eso…

-¿Quieres volver a salir conmigo?

No. La respuesta estaba clara. Emma estaba enamorada de otra persona, pero… Sabía que debía olvidarle, jamás le volvería a ver... Fue un rollo y nada más… ¿Cómo una chica normal y corriente de 17 años y un chico mundialmente famoso que tenía muchísimas fans iban a poder salir juntos? Imposible.

-Claro- respondió.


-¿Emma?

La aludida se alteró de golpe y volvió a la realidad.

-Ay, perdona. ¿Qué me decías?- preguntó, mirando al chico por primera vez durante todo el trayecto.

-Que tengo novia.

-¿En serio?

El chico asintió con una sonrisa. Em se preguntó a sí misma quién sería, si era alguien de su antiguo instituto o si la conocía. Se decantó por preguntárselo.

-¿La conozco?

-Claro que la conoces. Ya te lo diré- comentó él con una risita pillina.

En la radio dejó de sonar Laughter lines y en su lugar empezó a reproducirse otra canción triste llamada We might fall de Ryan Star.

Emma abrió la boca y miró a su ex novio más curiosamente que antes. Intentó reflexionar un rato... ¿Qué amigos tenían en común? Ninguno...

-¿Es una chica?- preguntó Em con un ojo entornado.

-¡Pues claro que es una chica!- gritó Ryan fuera de sí y Em rompió a reír.

Intentó pensar en sus amigas que no tenían novio... Prácticamente eran todas así que no sabía qué decir.

-¿Hayley?- preguntó ella. Ryan conocía a Hay del instituto, podría ser ella...

-No. No lo adivinarás. Ahora calla- le dijo éste riéndose sin parar.

Emma se cruzó de brazos como una niña pequeña y miró por la ventanilla.


¡PLANK!

Ryan y Em separaron sus labios y vieron dónde provenía el sonido.

Era Hayley, había entrado a la cocina y había visto la escena. Al verlo se le cayó la taza del cola-cao al suelo.

-Perdona…- dijo Hay acaloradamente- seguid con lo vuestro. No he visto nada.


Emma empezó a reírse a carcajadas al acordarse de aquella escena y Ryan la miró cómo si estuviera loca. Emma se dio cuenta de lo estúpida que fue al besarse con Ryan al enterarse de que Tay estaba embarazada de Harry. Ahora que lo pensaba, parecía una desesperada.

-¡Hola, queridos oyentes! Ahora os dejamos con una canción adaptada de Let her go de Passenger llamada Let him go de Julia Sheer- dijo una voz monótoma desde la radio.

-Será mejor que quite la canción...- repuso Ryan al instante al escuchar el título de la canción (lo dejó ir).

Emma frenó la mano de Ryan y negó con la cabeza.

-Quiero escucharla.

-Sólo necesitas ver la luz cuando ves que se apaga... Sólo echas de menos el Sol cuando empieza a nevar... Sólo sabes que le quieres cuando le dejas marchar...

Benditas palabras. Tenían toda la razón. Emma se dio cuenta de lo idiota que había sido. Se había alejado de ellos por culpa de su orgullo y ahora que volvían a acercarse el karma había intervenido para separarles de nuevo.

-Sólo sabes que has estado bien cuando estás de bajón... Sólo odias la carretera cuando echas de menos tu casa... Sólo sabes que le quieres cuando le dejas marchar... Y le dejas marchar.

Tan pronto empezó a sonar la música del estribillo Ryan apagó la radio.

-¡Eh! ¿Qué haces?

-Estás llorando.

Em se miró en el reflejo de la ventanilla del coche. Así era. Tenía el rostro surcado de lágrimas y ni siquiera se había dado cuenta. Reanudaron el viaje en silencio.

-Es una canción que imita a valorar lo que uno tiene- murmuró Ryan en voz baja. Emma le miró desde el cristal de su ventana- lamentablemente en muchas ocasiones se necesita la ausencia para valorar la presencia.

A Em se le salieron grandes gotas de agua por los ojos. Se sorbió los mocos y miró al chico con un gran cariño de hermandad que nunca había sentido.

-¿Y sabes cómo lo sé, Emma? ¿Recuerdas cuando te dejé?- la chica asintió, atónita al cambio de tema- pensé que no te quería y te alejé de mí. Más tarde noté un gran vacío en mi corazón y te quise de vuelta... Pero tú ya tenías a otro.

Emma se quedó en silencio. No sabía qué decir. Cuando conoció a Harry dejó a un lado su tristeza de la ruptura a tal punto que olvidó a Ryan completamente. Lo superó fácil y rápidamente. En cambio, jamás superaría lo de Harry.

-Si no fuera por ti, no hubiera conocido a Harry- respondió ella en voz baja.

Y era cierto. Guiomar la llevó al concierto de One Direction para animarla un poco al quedar devastada después de que Ryan la dejara.

-Es más o menos lo mismo que te ha pasado a ti- comentó Ryan con una mueca, con la vista al frente- te has dado cuenta de que durante todo este tiempo lo necesitabas. Justo cuando él no puede estar ahí para ti.

Aparcó enfrente del chalet de Emma. La chica se bajó del coche y, para su sorpresa, él también.

-¿Vienes?- le preguntó ella, sorprendida.

-Ahí dentro hay algo que es de mi propiedad- le respondió él con voz divertida, alzando y bajando las cejas. Em arrugó el ceño.

-¡He vuelto a casa!- gritó ella en voz alta nada más abrir la puerta. Justin, Helena y Miley vinieron corriendo.

Helena la dio un abrazo muy fuerte y dejó a Emma algo estupefacta. Justin la estrechó también y, por último, Miley.

-¿Cómo te encuentras?

-Mejor.

Al decir la palabra, Miley la sonrió y se acercó a Ryan. Se puso de puntillas y depositó un dulce beso en sus labios.

-¿T-tú? ¡¿Vosotros?!- gritó Em, sorprendida.

-Me quedé igual que tú- murmuró su hermano apretujándola hacia sí a la vez que rodaba los ojos- menudo gusto que tiene Ryan, ¿verdad? Primero tú, ahora Miley...

-¡Eh! ¡Que te estoy oyendo!- le gritó Miley fingiendo enfado. Se acercó a Justin y le golpeó el hombro.

Ryan le sacó la lengua a su mejor amigo y tiró de Miley para atraerla hacia sí. Acto seguido le dio un beso en la boca y se quedaron así un buen rato.

-Qué asco- les reprochó Justin en broma y acto seguido besó a Helena con una sonrisa en los labios.

Emma se quedó en medio de las dos escenitas y, sin querer, se le humedecieron los ojos. Los besos parecían que nunca iban a terminar y Emma se sentía fuera de lugar. Carraspeó en voz baja y susurró:

-Voy a mi habitación.

Subió por las escaleras sin mirar atrás y empezó a correr para que no la vieran. Tenía la cara húmeda. Se dirigió a su habitación y se tiró en la cama con desgana, intentando aguantar las lágrimas que la amenazaban por salir.

Escuchó varios ruiditos ahí abajo y después la puerta cerrarse. Lo más probable era que Miley, Justin y Helena se hayan marchado.

Sus padres y sus hermanas gemelas estaban durmiendo o eso se figuró ya que era muy tarde y mañana tenían colegio o trabajo... Emma lo prefirió así ya que no soportaba las miradas que le lanzaban continuamente. Además, era consciente de que sus hermanas pequeñas lo pasaban mal por ella, igual que Justin. Aunque no se lo decía, agradecía infinitamente lo que hacía por ella.

El timbre sonó y Em supuso que a alguno de sus amigos se le había olvidado algo en la casa. Se quedó un rato tendida en la cama mientras oía susurros en la planta inferior.

-Emma- la aludida se sobresaltó, no había oído a Justin acercarse. Alzó la mirada y le divisó a su lado- siento mucho lo que ha pasado ahí abajo. Lo sentimos, de verdad- murmuró él, mordiéndose el labio.

-No es nada, Justin- le dijo ella con una sonrisa y arrugando la nariz, tratando de que no le importaba en absoluto. Lo último que quería era que su hermano se sintiera mal por ella- no me importa.

Justin la miró de una manera un tanto extraña y con una mano en la cabeza le acercó a él. Le besó en la coronilla y se quedó unos segundos así, sin parar de suspirar.

-Te quiero- susurró Emma con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano. Cerró los ojos con fuerza e intentó no echarse a llorar.

-Y yo- el abrazó no cesó. Justin colocó una mano en la espalda de su hermana y trazó círculos en ella. Después de dos minutos se separaron y él abrió la boca de nuevo-: hay alguien abajo que quiere verte.

Emma comprendió al instante quién llamó al timbre minutos antes.

martes, 23 de septiembre de 2014

85- Un pequeño rayo de felicidad.

Vio a Harry al lado de un haya. Miraba al cielo con expresión adusta pero al verla compuso una perfecta sonrisa (esa sonrisa que hacía que se le derritiera el corazón). Emma empezó a andar más deprisa para poder estar entre sus brazos y oler su perfume lo antes posible. Él también empezó a correr. Estuvieron así durante varios segundos hasta que Em notó algo raro.

La distancia que les separaba a ambos no se acortaba. No se acercaba a Harry cada paso que daba y él también empezó a notarlo porque le gritó:

-¡Emma!

Ella empezó a mover los pies aún más rápido pero seguía lejos de él. Incluso tenía la sensación de que se estaba alejando cada vez más.

Pero pasó algo. En la cara de Harry empezó a formarse heridas horrendas. Tenía un enorme hinchazón en la frente y una larga herida en la cara. Y la brecha que tenía en la cabeza tampoco se le pasó por desapercibido.

De la brecha empezó a salir sangre a chorros. Le manchó la camiseta blanca que llevaba puesta.

-¡Harry!- gritó Emma por primera vez. Parecía una niña asustada- ¿Qué está pasando?

-No lo sé- respondió él también aterrado. Torció los labios y profirió un gemido- duele.

Emma empezó a mover las piernas de nuevo pero por más que se movía, no se podía aproximarse a él. Nunca podría estar con Harry.

-¡Emma!

La chica le miró al escuchar aquel grito. La cara de Harry estaba cubierta de sangre. No podía ver sus ojos color esmeralda, no podía ver los rizos que tanto le gustaban, no podía ver sus labios...

Harry se desplomó delante de sus narices y ella no podía hacer nada.

-¡¡Harry!! ¡¡¡Harry!!! ¡Despierta, Harry, por favor! ¡Por lo que más quieras, levántate!

Alrededor de él empezó a formarse un charco de sangre cada vez más grande. La camiseta blanca que él llevaba ahora era de color roja.

-¡Harry, te quiero! ¡¿Me escuchas?! ¡Te quiero, Harry, y ahora levántate, por favor!

Emma se despertó aún gritando su nombre.

-¡Emma! Emma, cariño...- notó unos brazos muy familiares alrededor suyo- nos has dado un susto tremendo.

Respiraba con una dificultad increíble. Estaba empapada de la cabeza a los pies y olía mal por el sudor.

-Mamá...- susurró ella. Amy la soltó con delicadeza y miró a su hija con preocupación- ¿qué estoy haciendo aquí?

Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su dormitorio. En el umbral de la puerta estaban sus tres hermanos y su padre. Los cuatro la observaban con pena y Em odiaba que la gente la mirara así. Su madre estaba sentada en un lateral de la cama y también la miraba con pena.

-Anne te trajo- le explicó ella, acariciando el alborotado pelo de su hija. Le limpió el sudor de la frente.

-¿M-me quedé... dormida en el hospital?

-Así es. Ella y Niall se fueron un rato a la cafetería y cuando volvieron tú estabas dormida en la camilla donde reposaba Harry- le dijo ella con parsimonia. Emma miró a su familia, que estaba plantada en la puerta de su habitación, y se dio cuenta de que también estaban... Asustados. Asustados de que hiciera alguna tontería, seguro- Niall te llevó hasta tu coche y Anne te trajo aquí.

Sintió una oleada de cariño hacia Anne. Era más que una suegra, para ella era una amiga.

De pronto se acordó de que Anne no era su suegra y antes de entristecerse más con aquel pensamiento, dijo:

-Tengo que ir al hospital- anunció ella levantándose de la cama y recogiendo la chaqueta del día anterior, que estaba tirada en el suelo.

-No te vas a ir a ninguna parte- le dijo su padre, acercándose a ella- son las seis de la mañana.

-Tengo que verlo. ¿Dónde está Anne? ¿Cómo ha vuelto?- inquirió ella sin hacer caso a su padre.

-Justin la llevó de vuelta al hospital- le explicó su madre y la hizo tumbarse de nuevo en la cama.

-Mamá, tengo que ir... Tú no lo entiendes. Tengo que estar con él.

Escuchó un sollozo ahogado procedente del umbral de la puerta. Justin se tapó la boca con ambas manos pero Emma supo que había sido él.

-Justin...

-Emma, tranquilízate. Tienes que dormir- le dijo él en un intento de disimularlo todo. "Qué borde" pensó Emma. Él se sentó en la cama, al igual que su madre, y le tomó la mano- tienes que dormir.

Emma no supo por qué pero le hizo caso. No opuso resistencia y se tumbó en la cama, pero no cerró los ojos. 

-Duérmete, cariño- le dijo su madre con una voz inusualmente dulce.

Sus padres se marcharon de la habitación sin quitarle el ojo de encima. Justin, en cambio, se tumbó en la cama con ella. Emma no dijo nada, en su cama cabían perfectamente dos personas. Sus padres apagaron la luz y cerraron la puerta tras sí.

La chica fue perfectamente consciente de que su hermano dormía con ella porque no confiaba en ella. Seguramente estaría pensando en que su hermana se iría a escapar por la ventana de un momento a otro o algo así.

Emma deseaba con todas sus fuerzas que su hermano se largara de la habitación porque quería llorar. Quería llorar con ganas, gritar, patalear... Pero no podía. No iba a hacer semejante cosa delante de Justin.

Empezó a temblar un poco ya que estaba reprimiendo las ganas de llorar. Notaba la calidez que emanaba el cuerpo de su hermano en su espalda. Le oía respirar. Ojalá ella pudiera estar igual de relajada y tranquila como él.

Harry podría no despertarse nunca, y eso era mil veces peor que romper con él. Jamás había sentido un dolor tan intenso y jamás imaginó en que lo sentiría algún día. Pudo sentir su corazón rompiéndose en mil pedazos en ese mísero momento.

Por primera vez en su vida quería hacerse daño. Quería dormir y no despertar jamás. No podía concebir la idea a que no podía volver a sentir los abrazos de Harry. ¿Y si él moría? Definitivamente, estaría perdida. ¿Qué haría?

Me moriría también.

Se avergonzaba de ello. Tenía tanta vergüenza de sí misma por pensar en eso. Era una cobarde pero lo pensaba involuntariamente. ¿De verdad que moriría por él?

Intentó olvidarse de Harry pero pronto le vino a la cabeza Guiomar.

¿Dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? ¿Sentiría algún dolor físico en este momento? No podía seguir soportando no tener la más mínima idea de qué le estaba pasando ahora mismo. ¿Y si corría la misma mala suerte que Elisabeth? Echaba muchísimo de menos a Guiomar. Hacía poco habían empezado a ser las mejores amigas de siempre y la había perdido de nuevo. Hayley también era su mejor amiga pero no era lo mismo. En este momento crucial necesitaba a Guiomar.

Aparte del dolor que sentía por Harry y por Guiomar, en un rincón de su corazón sentía culpabilidad. Había estado echándole la culpa de todo a Elisabeth cuando ella estaba muerta. Se sentía tremendamente culpable. ¿Por qué la habían secuestrado? ¿Acaso ella había hecho algo? Quizás había averiguado algo que 88-20 no quería que supieran... Se le ocurrió pensar que si Elisabeth no hubiera compartido habitación con ellas, no estaría muerta.

Intentó rememorar el último momento que había pasado con su amiga Elisabeth. Ella se sentía muy desdichada porque Marcos le había rechazado con el pretexto de que ya tenía pareja... Si ella se hubiera enterado de que la afortunada era Guiomar... Hubiera dado todo por ver la reacción de Elisabeth.

Una lágrima cayó de sus ojos y no se molestó en limpiársela. Llevaba todo el día tratando de disimular sus llantos como para hacerlo de nuevo. Estaba harta.

Pero toda la tristeza que sentía desapareció cuando su hermano puso una mano en la barriga de Emma y la apretó contra él. Pudo sentir el calor de su cuerpo.

-Sé fuerte, Emma- le susurró al oído- sé fuerte.


La luz del sol se filtró por la ventana y dio de pleno en la cara de Emma. Ella parpadeó y abrió los ojos. Su hermano estaba leyendo un libro en la cama.

-Buenos días- susurró Em perezosamente- ¿qué haces?

-Estudiar. No puedo permitirme atrasarme- le dijo él con una sonrisa sin apartar la mirada de su libro de Filosofía- dentro de poco son los exámenes finales.

Emma observó un rato a su hermano estudiar. No le apetecía salir de su habitación y afrontar la dura realidad.

-Hoy es lunes. ¿Por qué no estás en la Universidad?-le preguntó ella acordándose de pronto de que ambos tenían clase.

-Hoy voy a faltar para cuidarte. Mañana iré. Papá se ha ido a trabajar y mamá se irá pronto.

Emma supo que sus padres le habían pedido a Justin que la cuidara. Se sentía una inútil. Tampoco había perdido la cabeza por completo.

-¿Y tú cuándo irás? Tienes los exámenes finales la semana que viene.

-Ahora no pienso en eso- contestó ella solemnemente, sin levantarse de la cama aún.

-La universidad es importante- repuso él como si la estuviera reprendiendo.

-Harry y Guiomar lo son mucho más- replicó ella con amargura.

Se levantó de la cama para indicarle que la conversación había terminado. Se fue a duchar. Después de veinte minutos había terminado, se dirigió al armario y optó por un vestido negro usado. No le importó cambiarse en presencia de su hermano pues él miraba atentamente al libro. Después se hizo una trenza de cola de pescado sin peinarse. Se calzó unas cuñas con poco tacón e intentó taparse las ojeras con un poco de maquillaje.

-Guau, ¿eres Emma?- le preguntó su hermano en tono bromista cuando levantó la vista.

-Ja, ja. Muy gracioso. Me voy al hospital.

Él dejó su libro de texto a un lado de la cama, se alisó la camiseta que llevaba puesta y se levantó.

-Yo te acompaño.

-Puedo ir sola- se opuso la rubia con cierto fastidio. Cogió un bolso de la perchera y metió varias cosas, entre ellas su móvil, un paquete de pañuelos, las llaves del coche y veinte libras.

-Lo sé. Pero te quiero acompañar- le dijo éste haciendo caso omiso a Emma. Salió primero de la habitación y bajó las escaleras muy rápido. Emma le pisó los talones- el coche está aparcado en la calle.

-No quiero ir en el mini- manifestó Emma sin vacilar. Cambió de dirección.

-Papá no te deja su coche.

-¿Quién ha dicho que quiero conducir el coche de papá?

Justin comprendió a lo que se refería Emma y soltó un grito de admiración. Pegó un par de saltitos como un niño pequeño y Em rodó los ojos.

-¡Es lo más inteligente que has dicho hoy!- exclamó él.

Em le sacó la lengua y observó su otro coche, que estaba en el garaje. Estaba impecable y parecía nuevo. Estaba lista para volver a conducir el Bugatti Veyron que le había regalado Harry casi un año atrás.

Se montó en el coche y su hermano se sentó a su lado, en el asiento de copiloto. Em arrancó el coche y en cuestión de segundos ya estaba caminando por la calle; parecía que el coche conducía por sí solo. Notó las diferencias con su otro coche, que tampoco estaba nada mal.

-¡Ostras! Tengo que llamar a Marcos- se acordó ella.

-¿Al hermano de Cass?- interrogó él frunciendo el ceño- ¿por?

-Tú calla y marca su número- le indicó ella tendiéndole su móvil. Su hermano obedeció susurrando varias protestas. Después de dos pitidos, Marcos descolgó.

-¿Sí?

Su hermano pulsó botón manos libres y Em gritó desde el volante.

-¡Soy Emma! ¿Alguna noticia?

-Acabo de llegar. Dormí en un motel- le informó él- Hayley me llamó hace diez minutos. Me estoy dirigiendo a la casa de Chloe Collins ahora mismo. Ya llego, te dejo.

-¡Suerte!

Justin le dio al botón rojo del móvil al ver que la conversación se había finalizado. Le guardó el móvil en el bolso de ésta y murmuró:

-¿Chloe Collins?

Emma hizo un gesto de “no hay importancia”. Justin frunció el ceño e insistió pero ésta seguía sin contarle nada.

-¿No confías en mí?

-No es que no confíe en ti. Es una historia tan larga...- dijo. Si le contaba que Marcos fue a visitar a una amiga de Raquel, le tenía que contar los mensajes de 88-20.

-Tengo todo el tiempo del mundo.

Pero Emma aprovechó la ocasión para salir del coche. Ya habían llegado al hospital. Ambos cerraron la puerta del coche y entraron al edificio.

-Has ignorado mi pregunta- Justin no se dio por vencido pero su hermana seguía haciéndose la tonta, como si no le estuviera escuchando. Entonces él le agarró de la muñeca, haciendo que ésta se parase en seco- Emma, si es algo serio, quiero saberlo. Soy tu hermano.

Em se mordió el labio inferior. Se sentía muy mal por no contarle nada... Cuanto menos supiera, mejor. Si le pasaba algo por saber mucho, como Elisabeth, jamás se lo perdonaría. Era mejor no arriesgarse. Era mejor que Justin no supiera nada y se mantuviera alejado del tema.

-No hagas el numerito de hermano mayor protector porque no funciona- contestó ella intentando ofender a Justin para que se callara la boca. Pero no funcionó.

-Te conozco- comentó él sonriendo un poco- lo has dicho para que no siguiera preguntando. Hay algo detrás de esto, ¿no? Estáis ocultando algo grave- afirmó él contemplando a su hermana. Pero ella no le miraba.

-Qué va.

Por fin llegaron a la habitación correspondiente. Emma se sorprendió al ver tantas personas dentro. Por un momento temió que fueran las directioners pero pronto reconoció caras conocidas.

Había varios familiares de Harry, tíos, primos y abuelos; Allanah, que estaba sentada con Gemma; Anne con su marido Robin y el padre de Harry, Dess Styles; Hayley con Louis, Liam y Niall; Belén; Zac, (¡cuánto se alegraba de verlo!); Bambi, ya había vuelto del parto de Beth; varios chicos que no conocía, supuso que eran amigos de Harry; Ashton, Luke, Calum y Michael, los cuatro componentes de la banda 5SOS, teloneros de One Direction; Lou Teasdale con su marido y su hija; una chica joven que no conocía y... ¡Oh Dios mío! No podía ser.

Emma corrió a abrazarla y ella le devolvió el abrazo.

-¿Qué haces aquí?

-¡¿Cómo que qué hago aquí?! ¡Es obvio! Harry es mi amigo, tenía que visitarle- respondió ella ahora con tristeza- y también a ti. Me imagino que lo estás pasando mal...

Emma asintió y miró de arriba abajo a su amiga Marii.

-¡Cuánto has cambiado!

-Tú también- le respondió su amiga con una sonrisa. Belén se acercó a ambas y abrazó a su prima.

‘¡Menuda sorpresa! ¿Verdad?’- signó ella muy emocionada de reencontrarse con su mejor amiga- ‘yo tampoco sabía que iba a venir’.

-¿Quién te avisó?- le interrogó Emma aunque supo la respuesta antes de que Marii se lo dijera.

-Me lo contó Liam- le contó ella mirando un instante al chico- le pedí al director de la universidad donde estudio si me dejaba faltar para visitar a un amigo que estaba grave. Me dejó tres días.

-¡Oh qué bien! ¿Y qué tal te va en Estados Unidos?- le preguntó.

Las tres empezaron a hablar un poco. De vez en cuando, la conversación se ponía triste para Emma pero Belén y Marii lo evitaban con cambios bruscos de tema. Al cabo de veinte minutos una voz ronca y grave le habló a sus espaldas.

-Perdonad por la interrupción. Emma, me gustaría hablar contigo.

A Em le recordó la voz de Harry pero el que le acababa de hablar era mucho más grave. Se dio media vuelta y se encontró con Desmond, el padre de Harry.

-Por supuesto- respondió ella cordialmente, ocultando su asombro. Ambos salieron de la habitación y se sentaron en una de las sillas del pasillo, que en ese momento estaba casi vacío.

Emma esperó a que hablara pero Des no abrió la boca. Miraba el techo con los ojos muy tristes y jugueteaba con un brazalete. Emma decidió romper el hielo.

-¿De qué quería hablarme?- preguntó ella muy nerviosa. Había visto a Dess anteriormente, cuando salía con Harry, pero nunca había hablado personalmente con él. Robin, el padrastro de su ex novio, era mucho menos intimidante que él.

-De vuestra relación- Emma se temió lo peor. Que la prohibiera volver a ver a Harry, que la echara la culpa o que le dejara en paz de una vez a su hijo... Y con razón- nadie sabe con exactitud porqué mi hijo ha sido atacado. Ni siquiera Anne. Mi hijo siempre ha estado muy protegido gracias a los guardaespaldas pero me han contado que ésta vez fue sin ellos, ¿no?

-Sí- confirmó ella con un hilo de voz. Eso tenía mala pinta.

-Acudió a la fiesta de una universidad. Concretamente a la tuya, ¿me equivoco?

Em negó con la cabeza. Tenía la garganta obstruida y no podía hablar. La mirada de Des se volvió aún más sombría al ver el asentimiento. Carraspeó y prosiguió:

-¿Y por qué atacó a mi hijo?- preguntó más para sí mismo que para Emma- al principio pensamos que era algún personaje que odiaba a la banda, claro que todos los famosos reciben odio por todas partes- la joven supo que con “pensamos” se refería a Anne y a él; posiblemente a Robin también. O a Gemma- pero después nos enteramos de que una amiga tuya ha sido secuestrada el mismo día que atacaron a Harry. Y esta mañana, cuando no había nadie más que mi familia y dos amigos tuyos, vinieron dos policías y se llevaron a tus amigos a interrogarles. Y ahí fue cuando nos enteramos de que una compañera vuestra de la universidad fue asesinada hace meses.

Emma tenía la garganta seca. Tragó saliva y respiró hondo.

-¿A quiénes les han interrogado?

El padre de Harry se quedó pensativo unos momentos.

-A una chica pelirroja que no paraba de llorar con un chico flacucho que le consolaba continuamente.

Emma supo inmediatamente quiénes eran. Decidió olvidar por el momento que a sus dos amigos les habían interrogado.

-Sólo quiero asegurarme de que el ataque que han realizado contra mi hijo está relacionado contigo. Tu compañera, tu mejor amiga y tu ex novio. Emma, discúlpame si dudamos de ti. Sólo queremos explicaciones.

Tenía el corazón como un puño. Indirectamente le decía si ella era la culpable de los tres delitos. Sabía que Des y Anne no pensaban eso de ella pero así se sentía. Culpable. Tenía que admitirlo, ella tenía la culpa.

-Hace varios meses recibí una nota amenazante. Era anónimo y su firma era 88-20. Después recibí otro y así sucesivamente. Más tarde me enteré de que mis amigas, Hayley y Guiomar, también recibían notas de 88-20.

Des pareció interesado y asustado sobre el autor de las notas. Se llevó una mano a la barbilla y más tarde murmuró.

-¿La policía lo sabe?

-No se lo he contado pero a este paso seguramente sí. Habrán interrogado a Nicole y Thomas por ese motivo. Seguramente han encontrado algo en nuestra habitación de la universidad. Guardaba las notas allí.

-¿Y qué tiene que ver eso con Harry?

-Elisabeth desapareció y no volvimos a recibir cartas- Em retomó la conversación anterior. Des le escuchaba atentamente. Al fruncir el ceño se le marcaban los hoyuelos, al igual que Harry- pensamos que era ella y que había huido pero obviamente no era así. Ayer mismo me enteré de que fue asesinada después de estar secuestrada durante varios meses.

>>Todo esto se produjo porque en el Baile, Guiomar descubrió quién era el autor de las cartas. Se fue a su habitación y no volvió. Nosotros fuimos a buscarla y no la encontramos. Empezamos a sospechar de que algo había pasado y nos separamos para buscar. Ahí fue cuando atacaron a Harry.

-¿Atacaron o atacó?

-Lo más probable es que le atacó- se corrigió ella.

Des frunció los labios y le puso una mano amigablemente en su rodilla.

-¿Crees que 88-20 y el que secuestró, atacó y asesinó es la misma persona?

Emma se quedó absorta durante unos minutos, reflexionando la pregunta que le había formulado Desmond. Se quedó mirando la raya del suelo hasta que se decidió.

-Sí. Estoy segura.

-Mi hijo sí que debería haberte amado tanto como para arriesgar su vida por ti- le dijo Des. Aquello, de algún modo, rompió el corazón de Emma en pedazos. Ahora sí que se sentía responsable de todo lo que había pasado.


~~~


Se mordisqueó las uñas, muy nervioso. Miró la puerta roja que tenía enfrente, sin atreverse a tocar el timbre. Estaba delante de una casa enorme con un jardín muy colorido.

Sin darle más vueltas, tocó el timbre y pronto se escuchó el ding dong en el interior de la casa. Oyó pasos rápidos acercarse hasta que se detuvo justo en la puerta. Seguramente estaba observándole en la mirilla.

Marcos estuvo seguro de que fuera quien fuera no le iba a abrir pero pronto comprobó que se había equivocado. La puerta se abrió y de ella salió una chica de estatura media y rubia.

Era Chloe Collins. Justo la persona a la que quería ver.

-Hola. ¿Eres el cartero?- le preguntó la chica con una ceja alzada, mirándole de arriba abajo.

Marcos titubeó. No había ensayado lo que tenía que decirle.

-Esto... No- la chica pronunció aún más la ceja alzada- quiero hablar contigo. ¿Están tus padres?

-¿Y quién se supone que eres?- le contestó ella, recelosa.

Marcos supo que estaba sola porque no había respondido a su pregunta.

-Soy Marcos Anderson. Quiero hablarte acerca de Raquel Carrington.

Marcos pensó que Chloe sonreiría y le dejaría pasar. Y después le contaría mil historias de Raquel y ella. Pero no cumplió con sus expectativas.

Marcos pudo ver el terror grabado en la cara de la muchacha antes de que le cerrara la puerta con violencia delante de sus narices.

-¡No la conozco!- gritó ella desde el interior de su casa. Marcos no supo qué responder. ¿Qué había pasado para que reaccionara así al escuchar el nombre de Raquel? Unos segundos más tarde repitió- ¡No la conozco!

-¡Por favor!- Marcos se sorprendió al oír su propia voz cargada de miedo y suplicia- ¡Es muy importante!

Chloe no le respondió. Marcos supo que ella estaba al lado de la puerta porque no oyó los pasos alejarse.

-¡Raquel hizo algo horrible! Necesito saber cosas de ella. Sobre su pasado.

-¡Vete!

El tono de voz de Chloe estaba llena de espanto y temor.

-Mira, Chloe. No pienso sonsacarte cosas que no quieras decirme. No quiero hacer nada de eso. Confía en mí- de repente, Marcos se sintió muy tonto. ¿Cómo iba a confiar en él si apenas le conocía? Aparecía en su casa, pronunciaba el nombre de su enemiga (al parecer) y quería que confiara en él después de todo.

-¿Por qué? ¿Qué es lo que quieres saber?

Marcos suspiró y empezó a contarle todo: las cartas que les mandaba a sus amigas y todo lo que había hecho después. Cuando terminó el relato, Chloe se quedó callada desde el otro lado de la puerta. Se quedaron así, en silencio mientras que Marcos rezaba con todo su ser que le abriera la puerta.

Y así fue.

Pero en el interior de la casa no sólo estaba Chloe. A su lado había un chico moreno un poco más alto que ella.

-Pasa antes de que me arrepienta- dijo ella abriendo aún más la puerta para que Marcos entrara.

Él obedeció y sin más preámbulos entró. El chico al que no conocía le hizo una seña para que le siguiera. Le llevó al salón y le hizo sentarse en un sillón. Chloe volvió un minuto después, un poco asustada, y se situó al lado del chico. Ambos se quedaron de pie, mirando fijamente a Marcos.

-Lo que ha hecho Raquel es terrible- susurró Chloe aún con el miedo en los ojos- aunque nos imaginábamos que algún día haría algo así.

Marcos abrió la boca, asombrado. Iba a preguntar pero el chico moreno le interrumpió:

-¿Qué es lo que quieres saber?

Era la primera vez que el joven hablaba. Tenía una voz mansa, casi melódica. Era el tipo de voz que atraía a todas las mujeres.

Marcos se quedó absorto, ordenando los pensamientos en su mente. Quería que todo le saliera bien y que Chloe o el chico no le echaran a patadas de su casa.

-No creo que Raquel haya hecho todo esto sin ningún motivo. Mis amigas no hicieron nada malo para que ella les amenazara con notas.

Chloe y el muchacho, que debía de tener la misma edad que Chloe, se miraron entre sí. Finalmente, el chico tomó la palabra.

-Esta mañana vinieron varios policías a interrogarnos- soltó Chloe, muerta de miedo- no quisieron decirnos nada pero sí sondearnos.

-Ahora nuestros padres están en la comisaría intentando arreglar todo esto.

Marcos se asombró al oír “nuestros”. Miró fijamente al chico y después a Chloe. Finalmente volvió a mirar al chico. Ambos eran hermanos y la policía tuvo que interrogarles a ambos. Eso significaba que el chico también tenía algo que ver con Raquel...

Algo hizo clic en su cabeza.

-Tú fuiste ex novio de Raquel, ¿no es cierto?- le preguntó Marcos casi como si fuera una acusación. El chico se encogió y asintió con la cabeza.

-Sí.

-Cuando la dejó no volvió a ser la misma- confesó Chloe, agarrando fuertemente el brazo de su hermano. El chico la fulminó con la mirada- y nos amenazó.

-¿Amenazaros? ¿Por qué tendría que amenazarte a ti también?- interrogó Marcos dirigiéndose a Chloe.

-Porque soy su hermana- contestó ella como si fuera obvio.

Marcos sentía que se había quedado corto de información. Necesitaba saber más y sabía que los dos le ocultaban algo por más que le dijeran cosas. Les miró a los dos a los ojos muy seriamente y ambos entendieron lo que Marcos quería saber. Los hermanos se miraron entre sí y, de nuevo, el muchacho empezó a hablar:

-Raquel y yo empezamos a salir a los quince años...

-Espera. Antes de contarme todo... ¿cómo te llamas?- a Marcos le parecía imprescindible saber el nombre del ex novio de Raquel.

-Harry- contestó él.

De algún modo, a Marcos le impresionó bastante. ¿Sería coincidencia que Raquel atacara a un chico con el mismo nombre de su ex novio?

-Prosigue- pidió Marcos.

El chico expiró profundamente y tras intercambiar una última mirada con su hermana empezó a hablar.

-Salimos a los quince y estábamos muy enamorados. A mí Raquel me gustaba muchísimo pero creo que ella empezó a obsesionarse conmigo.

>>Raquel siempre me amó y lo sé por la manera en que me miraba. Yo la quería pero no tanto como ella a mí y me sentí muy culpable- Marcos le creyó. Los ojos de Harry le delataba. Era transparente- pero... Un día me di cuenta de que ella no era la indicada para mí...- Marcos notó que Harry se guardaba algo para sí mismo pero creyó que de momento no era hora de alegar nada.

-Raquel y yo fuimos mejores amigas de toda la vida- ahora era Chloe la que hablaba y se la veía profundamente triste y melancólica- pero cuando mi hermano la dejó después de un año y medio de noviazgo... Se volvió loca.

>>Se volvió muy agresiva conmigo sólo porque era la hermana del chico que le rompió el corazón. Yo estaba de su parte, no me parecía justo lo que había hecho Harry. Se lo dije pero ella no me escuchó. Nuestra amistad había acabado, tal y como quería ella.

>>Pero no fue así. Después de varios días de la ruptura empezamos a recibir mensajes anónimos, como a tus amigas. Dijo que... iba a contar el más íntimo secreto de Harry.

>>Tratamos de hablar con ella, de hacerla entrar en razón pero Raquel no nos quería ni ver en pintura. Un día, Harry fue a su casa para solucionar las cosas pero Raquel le echó a patadas, e incluso le propinó un puñetazo.

>>Pero a pesar de eso las amenazas continuaban y nosotros estábamos realmente asustados. No queríamos que el secreto saliera a la luz.

>>Pero un día las amenazas cesaron. Raquel no volvió a mandarnos cartas y fue un gran alivio para ambos pero... Hace más de un año mi hermano se enteró de que Raquel se había obsesionado con otra persona.

Marcos temió escuchar el nombre. No quería que Chloe lo dijera en alto aunque sabía perfectamente quién era.

-Harry- dijo ella finalmente- Harry Styles.

Y el salón se quedó en silencio. Ninguno de los tres se miraron; se dedicaron a pensar. Después de lo que parecía una eternidad, Marcos formuló la pregunta que rondaba continuamente en su cabeza.

-Harry es un nombre muy común. Hay millones de Harrys en el mundo. ¿Por qué precisamente él? ¿Por qué un famoso?

Chloe puso cara de perplejidad extrema.

-Eso es algo que nunca supimos. Supongo que le gustó Harry y al llamarse igual que mi hermano se obsesionó con él. Lo que sí sabemos es que observaba cada movimiento de One Direction. Y cuando se enteró de que la novia de Harry iba a estudiar en la Universidad de Sheffield ella se inscribió de inmediato. Seguro que incluso a la misma carrera que ella.

Y en efecto, Raquel y Emma estudiaban Escritura Creativa. Marcos estaba sumamente asombrado de lo que Raquel era capaz de hacer.

-¿Me podéis mostrar las cartas que os mandó Raquel?

Chloe se mordió el labio inferior y miró a Marcos con cierta culpabilidad.

-Se lo entregamos a la policía. Ellos están investigando lo mismo que tú. Encontrarán a Guiomar, estoy segura.

Marcos hizo como que no escuchó lo último. Chasqueó la lengua.

-¿Las cartas tenían algún tipo de firma?

Chloe frunció el ceño y miró a su hermano. Él entrecerró los ojos como si estuviera decantando en contárselo o no.

-Sí. Debajo de todas las notas ponía 88-20. Nunca supimos su significado, la verdad.

Aquello confirmaba todas sus sospechas. Raquel era la autora de las notas. 

-En la tabla periódica el símbolo de 88 es Ra y el 20 Ca.

Los dos hermanos se quedaron asombrados a lo que había dicho Marcos. Chloe incluso dejó escapar una exclamación.

-¡Qué tontos fuimos! Tampoco era tan difícil...- susurró ella.

-No te creas. A nosotros también nos costó descifrarlo.

Intercambiaron unas cuantas palabras más hasta que Marcos se levantó del sofá y anunció que debería marcharse. Harry y Chloe le acompañaron hasta la puerta principal. Cuando Marcos había avanzado dos pasos hacia la calle se giró y preguntó:

-¿Sabéis dónde podría haber escondido a Guiomar? ¿Tenía algún escondrijo, alguna otra casa, un lugar donde escondía cosas... O algo?

-La policía nos preguntó lo mismo- declaró la chica pero acto seguido negó con la cabeza, apenada- pero no. No sabemos nada.

-¿Y os puedo preguntar otra cosa?- interrogó el profesor haciendo caso omiso a la punzada que se le había producido en el corazón. Dolía.

-Sí, claro- respondió Chloe, sorprendida.

-¿Cuál es el secreto? Puede que sea importante, puedo descrifrar algo.

-La policía también nos ha preguntado eso...- suspiró Harry, mirando a los ojos de Marcos- pero me negué a contarlo. Supongo que puedo confiar en ti.

-No se lo diré a nadie.

-Esto no va a descifrar nada pero te lo diré para que te quedes más tranquilo.

Harry se detuvo y Marcos supo que era porque le costaba explicarlo.  Chloe le puso una mano en el hombro y le alentó para que se lo contara. Harry negó con la cabeza y le pidió ayuda a su hermana con una simple mirada. Finalmente, Chloe confesó:

-El quería muchísimo a Raquel pero en los últimos meses de su relación él se dio cuenta de su... orientación sexual. Le gustan los chicos.

-Soy gay- declaró él sin tacto alguno.

Marcos se quedó pasmado. ¿Desde cuándo ser gay era un secreto? Harry pareció leerle la mente porque se apresuró a contestar:

-Mis padres no aceptarán jamás que soy gay. Se avergüenzan de mí y quieren evitar a toda costa que se entere todo el pueblo. No quieren que el pueblo no les acepte porque su hijo es gay.

-A tus padres deberían importarle más tu felicidad que lo que piensa la gente.

-Lo sé- admitió él, compungido- cuando rompí con Raquel le dejé muy claro que la quería como a una hermana. Y que era gay.

Chloe lloraba. Miró a su hermano con intensidad. Marcos se sintió muy triste. ¿Cómo podía haber gente en el siglo XXI así?

-Una última pregunta. ¿Me podéis decir en qué casa vive Raquel?

Chloe y Harry se sorprendieron aún más con esa pregunta.

-¿Ves aquel callejón?- respondió ella aturulladamente señalando al lugar- pues cruzas allí y te llevará a una plazoleta con una fuente en el medio. Giras a la derecha y encontrarás una casa con el tejado amarillo.

Marcos dio una pequeña cabezada y les dio las gracias. Se alejó a grandes zancadas y cuando sintió que tenía que decir algo dio media vuelta. Vio que Harry y Chloe estaban aún en el umbral de la entrada, observándole.

-¡Recuerda esto: no importa a quién se ama sino la forma en la que se ama!


~~~


Entró de nuevo en la habitación donde “dormía” Harry. Le echó un vistazo y sintió cómo le ardía el corazón. Le quemaba muchísimo, le dolía. Tragó una bocanada de aire.

Harry tenía un aspecto peor que el de ayer. El hinchazón se había vuelto de un color verdoso y la brecha estaba más visible que antes.

Apartó la vista de él y miró a su alrededor. Había menos gente, sólo estaban Gemma, Allanah y la chica desconocida.

-Los demás están en la cafetería- le informó la hermana de Harry - ve si quieres.

-No te preocupes. Me quedaré aquí- dijo Emma con educación. Se sentó en una silla libre y miró a Allanah y a la otra chica.

-Hola. ¿Eres una amiga de Harry?- preguntó ella tratando de ser simpática. La muchacha alzó la cabeza y miró a Emma.

-Su ex novia, Miranda- respondió ella, tajante- ¿y tú?

Fue como si le clavaran un puñal en el pecho y se lo atravesaran poco a poco, con lentitud. Intentó disimularlo ya que Allanah y Gemma la miraban.

-También es su ex novia- se adelantó Allanah, complacida.

En ocasiones, Emma tenía ganas de meterle barro en la boca para que cerrara su estúpida boca. La odiaba. No podía concebir la idea de que Harry la haya querido.

-Vaya. Tres ex novias- comentó la chica y Em creyó ver un atisbo de tristeza en sus ojos- también iban a venir otras dos chicas de Cheshire pero no pudieron.

-¿Quién?-interrogó Allanah, curiosa.

-Sarah y Lauren- contestó ella con voz ambigua.

-Ahhhh- asintió Allanah y volvió a mirar a Emma. La chica sabía que iba a hacer un comentario dañino así que se preparó para lo peor- ellas dos también fueron novias de Harry.

La joven asintió, dándole la razón.

-Harry ha tenido muchas ex novias...- susurró Miranda, afligida.

-¿Por qué rompió contigo?- preguntó Em, muerta de la curiosidad. Al instante, se arrepintió.

La chica se quedó rígida al oír la pregunta de Em. Tragó saliva y, melancólicamente, respondió:

-Me engañó con otra.

Emma se sintió peor aún. Siempre supo que Harry era un mujeriego pero pensó que ella le cambiaría... Siempre pensó que Harry la amaba e incluso se hizo ilusiones cuando Anne le dijo el día anterior que Harry se despertaría por ella y Des que le habían atacado por ella.

-Venga, hablad de otra cosa. Joder, parad de decir con quién salió mi hermano.

-Sería mucho más corto decir con quién no salió- habló Allanah tratando de hacer una broma pero Gemma la fulminó con la mirada. Acto seguido Gemma miró a Em en señal de disculpa.

Emma observó a Harry durante horas. Parecía que estaba teniendo un largo sueño. Y seguía pareciendo feliz a pesar de las heridas que tenía en la cara. Qué ganas tenía de abrazarle, qué ganas tenía de sentir su tacto contra su piel.

Pero dudaba que él tuviera ganas también.

Entre hora y hora, venían médicos a revisarle los tubos y cosas que Emma ignoraba. También escribían en un folio. Emma preguntó por qué lo hacían y ellos le respondieron que apuntaban el ritmo de la respiración de Harry. Servía para saber si despertaría pronto o no pero que aún no lo sabían.

Se quedó todo el día en el hospital, sin bajar a comer. No tenía hambre, tenía que estar al lado de Harry. Quería ver cómo despertaba. Qué diría, qué haría.

No quería irse ni un segundo de aquella habitación.

Sus amigos insistieron en que saliera a tomar un poco el aire pero se negó. Temía perderse el gran momento. Además, sabía que si se marchaba de la habitación volvería a tener frío. Se sentía muy sola sin estar al lado de Harry. Estuviera consciente o no.

A las once de la noche, cuando sólo estaban Liam, Anne y ella, vino un chico a la habitación. Al principio, Emma no le reconoció y pensó que él se había equivocado de habitación pero pronto se dio cuenta de quién era.

Hacía más de un año que no le veía.

-¿Q-qué estás haciendo aquí?- interrogó ella con la sorpresa plasmada en la cara. El joven se acercó a ella con una sonrisa delicada y la abrazó con fuerza.

Emma no le devolvió el abrazó, pero tampoco se apartó.

-Te he echado de menos. ¿Cómo estás?- inquirió él.

-Bien... ¿Pero qué haces aquí?

Ryan sonrió de nuevo.


                                                                          ~~~



Nicole de pie, mordiéndose las uñas, sin parar de moverse. Llevaba horas así y no había intercambiado ni una palabra con Thomas, que había estado al lado de ella durante todo este tiempo.

-Nicole, Emma no se va a enfadar contigo- intervino él por fin. La pelirroja le miró, con el miedo en los ojos.

-Ella confío en mí. Me contó su secreto y voy y se lo cuento a la policía- soltó un gemido y aguantó las ganas de llorar. Thomas se removió a su lado y por un momento creyó que la iba a abrazar, pero no lo hizo- soy una persona horrible.

-Eres la persona más bonita que he visto jamás- rebatió Thomas muy enfadado. Nicole le miró con una ceja alzada y él carraspeó e intentó rectificar lo que acababa de decir- quiero decir... No eres una mala persona. Has hecho bien en contárselo a la policía, Nicole. Cuánto más pruebas tengan, más pronto encontrarán a tu prima. Además, tú no se lo contaste, ellos te obligaron a que lo contaras.

Nicole miró sus pies, sin atreverse a mirar al chico que tenía a su lado. Se sentía tan bien con él... Se sentía... Protegida. Jamás se había sentido así. Nunca había dependido tanto de una persona y tenía miedo de que Thomas se alejara de ella. Sabía que le quería y se sentía tan orgullosa de sí misma por hacerlo. Era uno de los chicos más dulces que jamás había conocido. Y a pesar de todo el daño que le hizo, él seguía aquí, a su lado y, por si fuera poco, animándola.

Le miró. Cuando Thomas le devolvió la mirada no pudo más y le besó. Quería demostrarle cuán agradecida estaba con él. Al principio fue dulce, tierno y delicado pero pronto se convirtió en un beso desesperado, ardiente. Thomas soltó un gemido y Nicole se sintió tan bien al escucharlo.

-No es el momento...- susurró Thomas, apartándose de ella trabajosamente. Nicole no reconoció su voz.

-Lo siento- pronto se sintió avergonzada.

Era el segundo beso que se daban. No hablaron sobre su relación después del primer beso. Intentaron hacer como que no había pasado nada pero Nicole no podía ocultarlo más.

-No pasa nada- pronto el chico sonrió.

-No sé cómo no pude darme cuenta de antes.

Thomas frunció el ceño, confundido. Tenía su mano en la espalda de Nicole y no paraba de trazarle círculos.

-De que me gustabas. Fui tan tonta al alejarme de ti durante todo este tiempo...

Observó la pequeña herida que tenía en el ojo. Nick le propinó un puñetazo cuando Nicole le besó en el escenario... Thomas se encaró y le dio una patada en los huevos pero la pelea no llegó a más, gracias a Dios que los profesores intervinieron. Ni siquiera se le notaba demasiado, gracias a los cuidados de Nicole.

Se dio cuenta de que la mejilla de Thomas adoptó un tono rojo. El chico parpadeó.

-¿Cómo están los padres de Guiomar?

-Les vi en la comisaría. Lo están pasando fatal... Pondrán fotos de ella por todo Londres- comentó Nicole apenada por su prima y el cambio imprevisto de tema- Brooke estaba con ellos. No me lo esperaba.

Pronto se echó a llorar como una bebé desamparada. Tenía esa opresión en el pecho que no desaparecía nunca. No podía vivir con ello. Vivía con ese miedo de que en cualquier momento su prima podría morirse. ¿Y si de verdad estaba en peligro? Quería muchísimo a Guiomar y jamás se lo había demostrado. Nunca la había dicho “te quiero” y en la universidad estuvieron un poco distantes.

Nunca le dio las gracias por acogerla en su casa. Nunca le dio las gracias por ser más una hermana que una prima.

Thomas no dijo nada y Nicole se lo agradeció. Sacó su móvil y, sin saber por qué, entró directamente a la carpeta de imágenes. Tenía un montón de fotos con su prima... Le dio clic a su foto favorita.

Guiomar salía vizca y con la lengua fuera. Nicole con la boca abierta (estaba riéndose a carcajadas), con los ojos cerrados y el pelo naranja alborotado. Fue en noviembre, cuando Emma, Hay, Elisabeth, Raquel, Thomas, su prima y ella salieron por ahí un fin de semana. La foto fue sacada por Elisabeth...

Una gran tristeza invadió su corazón al acordarse de Kitty, que estaba sola en la habitación...

Nicole cerró los ojos con fuerza, aún con el móvil en la mano, y dejó que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Olvidó por completo que Thomas estaba al lado de ella hasta que la acogió entre sus brazos y la apretó con muchísima fuerza. Notó un cosquilleo en la cabeza, Thomas la dio un corto beso. Nicole intentó que el calor que desprendía Thomas le hiciera olvidar por completo lo que estaba pasando a su alrededor.

-¿Por qué antes habías cambiado de tema?- preguntó la pelirroja con aprensión.

Thomas la soltó con cuidado y la miró. Nicole se sintió como una gelatina.

-Porque has estado con muchísimos chicos y has roto con todos ellos. Ni siquiera has querido a uno de verdad. Ahora estás conmigo y sé que me dejarás en cuanto te canses de mí. Y no quiero eso. No quiero nada de eso porque te quiero. Te quiero de verdad, Nicole.


                                                                          ~~~


Abrió los ojos y lo primero que vio fue a su novio con un bulto en el brazo. Sonrió, qué bien se sentía. Jamás se había sentido tan bien...

-Buenos días- habló con voz ronca y bajito.

Zayn desvió la mirada del bulto y la miró. Instantáneamente sonrió. Beth también lo hizo.

-Cariño...- susurró él con una voz cargada de felicidad- te presento a nuestro hijo.

Beth se estremeció al escuchar “nuestro hijo”. Cuando dio luz al niño estaba tan agotada y dolorida que se durmió. Estaba tan emocionada... Sonrió, llorando de felicidad, y se recompuso en la cama, haciendo caso omiso a todas sus agujetas por ver a su hijo.

-Mini-Zayn- sonrió Beth. No le dijo que secretamente quería que fuera un chico. Quería que su hijo fuera como su padre.

Zayn sonrió aún más y le acercó el bulto que tenía en el brazo. Beth lo cogió con sumo cuidado y miró por primera vez a su hijo.

Era moreno. Moreno como Zayn. Tenía los ojos color cafés y el pelo muy negro. La nariz muy chiquitita, perfecta. Y los labios alargados y rosados.

-Tiene tus labios- indicó Zayn aún con una sonrisa dándose cuenta de que su novia contemplaba la boca del chiquitín.

-Tiene tu pelo, tus ojos, tus orejas, tu nariz, tu piel, tus manos...

-Vale, vale- se rió Zayn y se levantó para tumbarse en la cama, con Beth.

Beth apoyó la cabeza en el pecho de su novio y ambos admiraron a su hijo.

-Se parece tanto a ti...- contempló la chica, asombrada y realmente feliz. Se le cayeron lágrimas sin poder evitarlo.

-Necesita un nombre- le recordó dulcemente Zayn, acariciando al bebé y a su novia.

-Lo he estado pensando... Zath Edward Malik. Si mezclamos nuestros nombres se forma “Zath”. Y Edward... En homenaje a Harry. Quién sabe... Puede que el bebé sirva de estímulo para que se despierte. Debe despertarse. Nuestro hijo merece el segundo nombre de tu mejor amigo.

A Zayn se le cayeron unas cuantas lágrimas también pero no perdió su sonrisa. Él le contó lo que había sucedido mientras ella reposaba antes de dar a luz.

-Me parece perfecto. Y falta otra cosa más.

Beth frunció el ceño mientras acunaba a su hijo entre sus brazos.

-¿Qué más falta?

Zayn puso la sonrisa más bonita que puso jamás y salió de la cama. Beth se sintió un poco vacía cuando su novio se alejó de ella. Él sacó algo de su bolsillo trasero. Beth no pudo ver lo que era porque Zayn lo ocultaba con la mano pero lo adivinó al instante en cuanto Zayn se agachó hasta tocar el suelo con una rodilla.

-Bethany Roe Blumer, madre de mi hijo Zath Edward Malik... ¿Quieres casarte conmigo?

                                                                ~~~


Belén y Niall estuvieron todo el día en la cafetería intentando matar el tiempo. No querían subir a la habitación por no molestar a Emma. Querían dejarla sola con Harry. Los demás, o bien estaban por la cafetería, o bien en el patio del hospital tomando el aire o bien en sus casas, descansando.

Belén removía su café con una cucharilla. Estaba agotadísima pero no quería marcharse. No pensaba dejar a su prima ahí sola.

‘¿Dónde está Marii?’- le preguntó Niall apartando la vista de su barrita de chocolate.

‘Con Hayley. Estarán por ahí, creo que en el patio’- respondió Belén y apartó la vista.

Le dolía mucho hablar con Niall. Habitaba una gran tensión entre ambos y ya no era lo mismo. Ya no sabían que decirse. Y Belén lo entendía perfectamente, fue ella quién abandonó a Niall. Ella tenía toda la culpa y no podía quejarse.

Si Niall supiera lo arrepentida que estaba...

‘Oye Belén...’- signó Niall, captando su atención. La rubia le miró fijamente, ansiosa, ésta vez le hablaba de un modo diferente. Pero toda la magia se apagó cuando se acercó una chica. Belén creyó que era Hayley pero para su sorpresa era Bambi.

‘¡Hola chicos!’- les saludó ésta sin quitarle los ojos de encima- ‘Niall, quiero hablar un momento contigo’.

Niall vaciló. Miró a Belén, que seguía removiendo su café, ésta vez con mala leche.

-Vale- susurró- ‘ahora vuelvo’- se dirigió a Belén. Ésta aceptó con una seca cabezada.

Niall abandonó el lugar donde estuvo horas y horas sentado y, con Bambi, salió al patio.

-¿Qué me quieres decir?

Bambi le lanzó una mirada llena de odio.

-¿Cómo que qué quiero decir? Te besé, Niall, por si no te acuerdas. Y canté delante de todo el mundo por ti. Y claro, oh, con la llegada de Belén te olvidas de todo. Sólo tienes ojos para ella.

Niall no había olvidado el beso que le había dado Bambi. No paraba de pensar en ello. Frunció los labios y miró a la pelirroja.

-No lo he olvidado.

-Pues lo parece.

-¿Quieres hablar de eso?

Bambi borró todo rastro de enfado. Esta vez le miró con tristeza.

-El beso no fue nada para ti, ¿verdad?- susurró.

Niall no supo que decir. No la quería hacer daño. Siempre había querido a Bambi como amiga.

-Tengo que admitir que cuando me besaste... Me apeteció. Me gustó- le dijo él.

-Pero no sentiste nada- respondió ella.

Niall suspiró.

-Niall, tranquilo. Lo acepto, ¿sabes?- respondió ella con una sonrisa- me gustas, lo admito pero sé que no soy la indicada. Lo comprendo. Ambos sabemos quién es la indicada y lo estás echando todo a perder. Háblale. 

-No sé qué decir- contestó el rubio, desesperado y aliviado por que su amiga lo comprendiera. Por eso la quería tanto...

-Seguro que sí- bisbiseó ella con una risita.

Niall se sintió tan agradecido por tener una amiga como ella. Puso ambas manos en el hombro de la chica, se agachó y se acercó a ella para darle un beso en la mejilla. Cuando estuvo a punto de rozarla la puerta trasera del hospital se abrió y de ella salió Belén.

La chica se quedó paralizada al ver a Niall tan cerca de Bambi. Ambos carraspearon y se alejaron al instante. La rubia recompuso la compostura, aplastó los labios, intentó sonreír, y le dijo a Niall:

‘Liam te está buscando. Ha pasado algo grave’.