41- Positivo.

-¿Marii?

-¡Hola! ¿Qué tal estás? ¿Qué tal el viaje? ¡Oh, perdona! Que maleducada soy, ¿puedo pasar?- preguntó ella muy nerviosa.

-Eh… Sí, sí, por supuesto. Pasa.

Marii pasó a dentro bajo las miradas atentas de sus hermanas que estaban desayunando.

-¡Oh, lo siento! ¿He interrumpido tu desayuno? Si quieres te dejo de…

-Marii- cortó Emma harta de las preguntas- ya he terminado. Subimos a la habitación, venga.

-Sí claro…

Marii y Emma entraron a la habitación de la segunda y ambas se sentaron en unos cojines.

-¿Qué tal el viaje?-preguntó ella sin parar de moverse.

-Mal.

-¿Qué? ¿Por qué?

Emma le explicó todo lo sucedido. Se saltó algunos detalles. Marii parecía impresionada y a la vez triste.

-Vaya yo… Bueno, si quieres te dejo sola...

-No pasa nada- respondió Emma sin darle importancia.

-He venido para decirte una cosa, pero veo que estás mal. No voy a llenarte más tonterías en la cabeza- explicó ella.

-No pasa nada, cuéntamelo.

-Que no, otro día te lo cuento.

-Ahora.

Marii resopló de rabia. Ya no tenía excusa, tenía que decírselo. Sacó un papel de su bolso y se lo entregó a Emma.

No era un papel, era una foto. 

                                                                

-¿Tú? ¿Por qué me entregas esta foto?

-Sé que tú tienes la otra parte.

Emma comprendió todo. Se dirigió hacia el escritorio y sacó otra foto del cajón. Aquella foto en la que salía Belén sonriendo mientras una masa de pelo moreno ocupaba la mitad del trozo roto. Y es que el pelo era de Marii.

Emma juntó ambas fotos, encajaba. Eran las dos sonriendo.

-¿Qué hacéis mi prima y tú aquí? ¿Os conocéis?

-Es mi mejor amiga. Bueno, no sé si lo es o lo era- respondió la chica de los ojos marrones tristemente.

Emma la miró atónita. ¿Mejores amigas? ¿Cómo que es que Belén nunca ha hablado sobre Marii?

-¿Erais?

-Verás, antes de mudarme aquí, Belén y yo nos enfadamos por una tontería… Llevábamos meses sin hablarnos y me mudé aquí con mi familia por el trabajo de mi padre y… No hemos vuelto a hablar todavía- relató ella reteniendo las lágrimas.

-¿Por… Por qué os enfadasteis?- se atrevió a preguntar Emma.

Marii palideció. No quería decírselo pero tenía que hacerlo… Se recogió el pelo y dejó ver sus orejas donde contenían unos audífonos en cada una.

-Soy sorda.

Emma tenía la boca abierta a causa de la impresión. Aquello ha sido un impacto.

-¿Cómo? Pero… ¡Eso es imposible!

-Nosotras nos enfadamos porque… Porque cada vez que salíamos a la calle y nos miraban raro a Belén y a mí… Me moría de la vergüenza. Me da vergüenza decir a las personas que soy sorda porque… Aunque no lo parezca, tengo bastantes límites y barreras. Y eso no lo soporto. Lo odio, odio serlo.

Emma la miró directamente a los ojos. Su corazón palpitaba rápidamente a causa del enfado.

-¡¿Qué no lo soportas?! Pero tú… Tú puedes oír, puedes hablar, puedes aparentar ser una persona normal… Pero mi prima no, es sorda y no oye ni jota. Y no se queja. Ella es feliz tal y como es mientras que tú te avergüenzas…

-Lo sé. Y me disculpo por ello. Me odié a mi misma por pensar aquello- respondió Marii sintiéndose culpable- ya no pienso eso. Me he dado cuenta de que Belén es mi mejor amiga y la necesito. Belén y yo éramos… Éramos inseparables.

Emma se sintió mal por decir aquello. Marii le había confesado aquello y ella la había contestado muy borde.

-Lo siento por haber sido algo brusca… Lo sé y te comprendo… Ya entiendo todo pero- hizo una pausa y miró cómo Marii se limpiaba una lágrima- ¿Por qué no me lo dijiste antes?

-Yo, no lo sé… Cuando Belén vino aquí, os vi en la calle y me enteré de que erais primas, al día siguiente te hablé en el metro y eso… Quería acercarme a ti para saber un poco de ella.

-Guiomar tenía razón… En cuando vimos la foto no paró de insistir en que eras tú.

-Yo también sabía que sospechaba de mí. No nos llevamos muy bien… Cree que soy mala o algo por el estilo.

Emma abrazó dulcemente a su amiga.

-¿Cuándo la pedirás perdón?- preguntó Emma cuando se separó de ella.

-No lo sé- contestó Marii- cuando la vea. No quiero pedirla perdón por SMS después de lo sucedido. Me avergüenzo de lo que he hecho, pero ahora estoy orgullosa de ser sorda.

-Seguro que Niall te envidia- rió Emma- él ama LSE.

Marii se rió también.

-Oye, el otro día, cuando viniste a mi casa después de que se marcharan ellos de gira fuiste con coleta y no vi tus audífonos- dijo Emma acordándose de aquello.

-Ah sí. Ese día no los lleve, oigo bastante sin ellos- contestó.

-Y… ¿Cómo supiste dónde vivía?- preguntó Emma. Hace días se formuló esta pregunta pero se le olvidó preguntárselo.

-Cuando Belén vino aquí. Os vi y no paré de vigilaros… Es que vi a mi mejor amiga por aquí y que hace mucho tiempo que no la veo…

-Lo sé, te entiendo. Yo también la seguiría- bromeó la rubia.

                                                  ~~~

Ding.

No. Sonó el timbre de nuevo. Guiomar se quejó en voz alta. Fue al baño y se miró en el espejo, aprovechándose para limpiar las lágrimas que había derramado por aquel imbécil. Bajó rápidamente y abrió la puerta.

-¡Hola Guiomar!- saludó el profesor.

-Hola Marcos- respondió ella con su encantadora sonrisa y le dejó pasar adentro.

-¿Has repasado durante las vacaciones?- preguntó su profesor una vez entrado a la habitación de la chica.

-Claro.

El profesor la miró y alzó una ceja.

-Te conozco perfectamente.

-Mmmmm… Vale, no. No repasé- contestó sin perder su sonrisa- ¿me perdonas?- y puso cara de cachorrito.

-Anda, no seas pelota. Siéntate- ordenó el profesor y Guiomar obedeció- ¿Qué tal el viaje?

-Bueno, si no fuese porque mis dos mejores amigos lo hayan dejado. Bien.

-¿Y eso? ¿Quieres hablar de ello?

Guiomar necesitaba desahogarse. Llevaba aquella opresión en el pecho retenida mucho tiempo y no podía más. Cuando su amiga sufría, ella también.

-Por cómo me lo cuentas… Ese tal Harry no me parece un mal tipo. ¿A sí que crees que es Bamba?

-Bambi, como el cervatillo- contestó ella intentando contener la risa- sí, no lo creo. Estoy segura.

-Bueno. Cuando necesites desahogarte ya sabes- dijo Marcos Bill sonriéndola.

-Eres el mejor profesor que he tenido- piropeó Guiomar- pero porque eres el único que no es un viejo amargado- bromeó.

                                              ~~~

-Bueno Harry, me voy- se despidió Taylor- tengo que ir a visitar a una amiga.

Harry echó un último vistazo al bebé.

-Espera, antes de que te vayas quiero decirte una cosa- llamó Harry antes de que Taylor salga de la puerta.

-Dime- Tay giró la cabeza bruscamente y le miró.

-Quiero hacer las pruebas de ADN.

-¿CÓMO?

-Quiero saber si soy de verdad su padre- respondió Harry tranquilamente- no se parece nada a mí.

-¿Estás diciendo de que me he acostado con otro chico mientras salía contigo?

Harry asintió la cabeza enérgicamente. Taylor era capaz de todo.

-¿Qué te cuesta? Sólo quiero saberlo, nada más- respondió él- para quitarme las dudas y ya está.

Parecía que Taylor desprendía humos en las orejas. Estaba temblando de rabia y no paraba de apretar los dientes.

-Que disfrutes con tu amiga- dijo Harry irónicamente- mañana en el hospital más cercano a las diez de la mañana.

Taylor le miró con una mirada fulminante y se marchó de la casa acompañada de tres guardaespaldas.

Harry cerró la puerta tras sí y se sentó en el sillón. Se sentía alegre, se sentía con fuerzas para recuperar a Emma. Era el momento, por fin todo iba a funcionar bien. Por fin podrá abrazarla y sentir que es suya.

Harry esbozó una pequeña sonrisa.

                                                      ~~~

Hayley abrió sus ojos marrones. Se sentía agotada por el viaje. Mañana comenzaba el instituto… No sabía si estaba triste o contenta.

Se oían risas amortiguadas desde la cocina. Eran dos risas. En esta casa sólo vivían su padre y ella. Si ella no era la que se reía, ¿quién se estaba riendo?

Se levantó atontadamente de la cama y caminó el estrecho pasillo hasta dar con la cocina. Lo que vio la dejó con la boca abierta.

 -¿Papá? ¿Quién… es esta?

-¡Buenos días hija!- saludó el padre enseñando sonriendo. Se levantó de la silla y abrazó a su hija- es una amiga.

La chica que estaba a su lado sonrió, enseñando sus blancos dientes y la saludó con la mano. Era bastante guapa y un poco joven para su padre.

-Hola Hayley- dijo la amiga de su padre- tu padre me ha hablado mucho de ti. Me llamo Meryan.

-Ho… Hola- Hayley estaba sorprendida. Su padre jamás a traído un amigo a casa, ni mucho menos una amiga- encantada.

La joven amiga la dio dos besos en la mejilla.

-Tu padre me dijo que eras muy guapa, pero me he dado cuenta de que está equivocado- paró y Hayley abrió los ojos- eres hermosa.

Hay no dijo nada, aquella chica tan amable no la caía nada bien.

-¿Desde cuándo os conocéis?- preguntó ella sonriendo disimuladamente.

-Al día siguiente de que te marcharas a España. Me sentía muy solo y fui a un bar, ahí la conocí- explicó su padre- va a trabajar aquí.

-¿Qué?

-Sí. Tu padre me ha contado de que sólo está por las noches y estás todo el día sola… Así que me ha contratado para trabajar aquí- aventuró Meryan.

-¡¿Me has contratado una niñera?!- gritó bruscamente Hay.

-No. La he contratado para limpiar la casa y para hacerte algo de compañía- respondió su padre cabreado, su hija había sido bastante maleducada.

-Me quedaré aquí todos los días, sólo cinco horas- dijo la chica, como siempre sonriendo.

-¿Sólo?- masculló por lo bajito Hayley para que no la oyeran.

Cuando terminaron los tres de desayunar, Meryan se despidió con la mano y se fue de la casa diciendo que al día siguiente por la tarde vendría.

-Es una chica muy simpática Hayley, ya verás cómo te caerá bien- dijo su padre muy contento cuando Meryan se marchó.

-¿Os habéis hecho amigos?- preguntó ella.

-Es muy maja- se limitó a decir su padre.

-Papá. Yo no me siento sola en casa. Cuando llego del instituto siempre estoy estudiando o haciendo deberes. Y si está ella me molestará- protestó.

-Ya verás cómo no te molesta- respondió su padre molesto de que su hija diera excusas para que expulsara a Meryan.

-¿De dónde es?- preguntó su hija.

-Perú.

-¿Y mamá?

Al principio su padre no dijo nada. Se limitó a ver a Hayley a los ojos, después de varios segundos muy largos, habló:

-Perú.

                                             ~~~

Harry no paraba de andar de un lado a otro en el hospital privado.

-¿Quieres estarte quiero de una vez?- regaño Taylor, que tenía el bebé en brazos. Tenía una coleta e iba muy maquillada.

-¿Taylor Alison Swift?- llamó una voz desconocida.

Los dos miraron al doctor que acababa de salir de una sala. Ambos empezaron a caminar hacia él y entraron dentro de la habitación.

-¿Qué desea?

Taylor miró a Harry y éste respondió:

-Quiero hacer las pruebas de ADN.

El doctor le miró a través de sus redondas gafas. Después miró a Taylor y ofreció sus brazos para coger el bebé. Taylor miró a su hijo y a continuación se lo tendió al anciano doctor.

-Me llevaré a Tom Styles Swift con otros enfermeros, le sacaremos sangre y haremos la prueba de ADN- explicó el doctor sin parar de mirar a los ojos de Harry a través de sus gafas- ahora vendrá una doctora a sacarle sangre al padre.

Harry asintió seguro de sí mismo y se sentó en la camilla, ya que se lo indicó el doctor. Taylor se sentó en una silla a dos metros de él.

Estuvieron cinco minutos en silencio hasta que vino una doctora con una jeringuilla. Harry se estremeció al verlo, siempre ha tenido pánico a la sangre.

La doctora apoyó su brazo con un trozo de algodón y lo pinchó con la jeringuilla. Harry notó el dolor del pinchazo y empezó a marearse. Durante cinco segundos eternos para Harry, la doctora le sacó la sangre necesaria y le tendió el algodón mojado con alcohol para que Harry se frotara en el lugar donde le habían pinchado.

Ella se marchó sin decir nada con la jeringuilla en la mano llena de sangre. Harry cerró los ojos, manteniendo el trozo de algodón en el brazo. Al cabo de unos minutos vino el doctor con las pruebas del ADN.

-Tenga- le dijo el doctor.

Harry cogió la carterilla y lo abrió, temblando. Leyó su contenido.

Positivo. Tom era su hijo.

Harry levantó la cabeza y miró al doctor, que le observaba muy serio. Giró la cabeza y vio a Taylor sonriente.

-¿Y bien?- respondió ella mansamente.

Harry mantuvo la boca cerrada. No sabía si debería estar triste o contento. Esperaba que diese negativo, que Tom no era su hijo pero no fue así…

Sonó Single Ladies. Era el móvil de Harry.

El chico se asustó del repentino sonido y sacó su móvil de su bolsillo bajo la atenta mirada de la chica y el doctor. Vio la pantalla del móvil y se dio cuenta que era Guiomar que le llamaba.

-Disculpe.

Harry salió de la sala y cruzó el pasillo del hospital. Al final del pasillo vio un baño de hombres y entró por ella.

-¿Sí?

-¡Harry! ¡TIENES QUE VENIR A MI CASA INMEDIATAMENTE!- gritó ella. Se denotaba nerviosismo en su voz.

-¿Qué? ¿Qué pasa?- Harry empezó a preocuparse- ¿Por qué no estás en el instituto?

-¡A la mierda el instituto!- gritó de nuevo. Le había salido una voz bastante chillona, algo que hizo reír a Harry- ¡ven aquí ya!

-Ahora voy- respondió Harry saliendo del baño y saliendo del hospital.

-Por cierto, se me olvidó preguntarte: ¿qué tal las pruebas?

Harry resopló. Abrió la puerta de su coche y cerró los ojos al sentarse en el asiento.

-A dado positivo.

                                            ~~~

Emma no atendía al profesor de informática. Estaban a la tercera hora de instituto y tenía unas ganas tremendas de marcharse de allí. Jamás se había sentido tan mal.

Le dolía la tripa y la cabeza la amenazaba con estallar. Se le nublaba la vista, era un dolor interminable. Su cabeza palpitaba incontroladamente. Al lado tenía a Hayley, que estaba muy atenta al profesor. Como siempre.

-Hayley…- llamó Emma, que parecía a punto de vomitar.

Hayley dejó de atender al profesor y miró a su compañera de informática. Se dio cuenta de que estaba muy pálida.

-¿Emma? ¿Te encuentras mal?

Em asintió forzadamente con la cabeza y Hayley levantó la mano.

-¿Sí, señorita Lekker?- dijo el profesor molesto, cuando vio que una mano levantada interrumpió su ‘interesante’ clase.

-Emma no se encuentra muy bien. ¿Puedo acompañarla a la enfermería?

El profesor se acercó a las dos chicas y miró a la rubia.

-Bien. Puedes acompañarla- afirmó el profesor dando unos pequeños golpes a Emma a la espalda.

Hayley agarró fuertemente la mano de Emma y la ayudó a levantarse. Emma se tambaleó, caminó junto a su amiga y salió de la sala de informática.

Al otro lado de la sala, estaba Marii mirándolas. Informática era la única clase en el que iban juntas. Estaba muy preocupada por ella...

-¿Qué crees que la pasa?- susurró una chica a Marii.

-No lo sé, Cassandra- mintió Marii. Sabía lo que la sucedía y esperaba que todo saliera bien.

-Vamos a la enfermería, no tienes una buena cara- ordenó Hayley aumentando el ritmo de sus pasos. La enfermería estaba bastante lejos de la sala de informática.

Un dolor indefinido rondaba en la cabeza de Emma. Parecía tarde o temprano iba a explotar la cabeza.

Al cabo de cinco minutos, algo que a Emma le pareció siglos, llegaron a la enfermería. Hayley explicó todo a la enfermera y ella atendió a su amiga. La tumbó en la camilla y la dio pastillas para que disminuyera el dolor de la cabeza.

-Voy a llamar a sus padres- indicó ella marchándose de la enfermería.

Hayley levantó el pulgar. Miró a su amiga que estaba sudando a causa de la fiebre.

-Emma, ¿desde cuándo te ha empezado a doler?

-No sé… Hace media hora o así…- respondió Emma intentando respirar.

-Estás muy grave, creo que te van a llevar al hospital.

Emma no contestó. Hayley acarició la cara de su mejor amiga, estaba ardiendo. Después de diez minutos, la doctora vino con unos enfermeros.

-Sus padres irán directamente al hospital- explicó la doctora del colegio- la van a llevar en ambulancia.

-Yo también voy.

-No querida, ve a clase.

-Por favor señora Patton, déjeme ir- insistió Hayley- es mi mejor amiga y estoy preocupada.

Meses atrás, los padres de Emma informaron a todos los profesores (incluida ella) lo que le pasaban a su hija Emma. Sabía el sufrimiento que cargaba la chica…

-Está bien- cedió ella.

Hayley vocalizó un ‘gracias’ sin sonido y acompañó a los enfermeros hasta llegar a la furgoneta del ambulancia, que se encontraba fuera, en la entrada del instituto.

                                               ~~~

Anna no paraba de ver los únicos dos sitios libres que habían en clase. Aquellas mesas que no estaban ocupadas eran de Bambi y Zac.

¿Dónde se habían metido?

Sonó el timbre tan esperado por los alumnos. Anunciaba la hora del recreo.

Anna fue la primera en salir de la clase. Caminó el largo pasillo donde siempre la agredían, pero esta vez nadie dijo nada. Se limitó a mirarla con rabia. Como si quisieran decir algo pero no podían.

La italiana entró en el baño de mujeres. Se encontraba vacío. Mejor, se dijo a sí misma. Cerró la puerta tras sí y sacó su móvil. Marcó el número de la pelirroja y dio al botón verde para llamar.

Sonó un pitido. Dos. Tres. Cuatro. Nada.

Anna soltó una palabrota y volvió a llamar. Nada. Dio una patada al suelo. ¿Dónde se había metido Bambi? ¿Y Zac?

Empezaba a preocuparse, ¿y si había pasado algo?

                                              ~~~

-¿Guiomar, qué pasa?

-¡Entra!- gritó ella. Agarró su camisa y tiró de él para que entrara adentro.

Harry estaba perplejo por la reacción de su amiga. Guiomar le miró con nerviosismo.

-No te puedes creer lo que acabo de descubrir- dijo ella con un toque de misterio.

-¿Qué es lo que has descubierto?- preguntó Harry interesadísimo.

Guiomar le hizo una seña para que le siguiera. Harry obedeció y la siguió hasta la habitación de la rubia.

Ella se sentó en la silla de la mesa donde reposaba su apreciado portátil. Lo giró en la posición donde se encontraba Harry para que viera la pantalla de la computadora. En ella había dos fotos: